mientrastanto.e Num. 89 del 06-2011

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Morales
Por
J.-R. Capella

Comentarios prepolíticos: 2. Ciudadanos y prepotentes: de Sol a Catalunya
Por
Joan Busca

Los límites del sistema de partidos y cómo esquivarlos
Por
Joaquim Sempere

15-m: Hartos de estafas y de impunidad
Por
Juan Torres López y Carlos Martínez*

Bin Laden ha muerto, palabra de honor
Por
José Luis Gordillo

Bombas de racimo españolas en Libia
Por
Eduardo Melero

La sharía de occidente
Por
Rafael Poch

Nacionalismo y convergencia de la izquierda estatal
Por
Armando Fernández Steinko

Cuaderno de crisis / 29
Por Albert Recio Andreu

Cajón Desastre
Por El Lobo Feroz

Nota sobre el congreso “Pico del petróleo, ¿realidad o ficción?”
Por Carles Mercadal

Cine documental
Por Carles Mercadal

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Número 92
Junio de 2011

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Morales

J.-R. Capella

Ciudadanos apaleados en plaza pública. El conseller de la Generalitat catalana Felip Puig declaraba que los mossos de esquadra a sus órdenes sólo pretendían asegurar la higiene de la Plaza de Cataluña barcelonesa. Unas razones de higiene que hieden. Por eso los helicópteros policiales sobrevolaron la ciudad desde las 6.30 h. de la mañana; por eso los mossos  no eran mossos cualesquiera sino las brigadas antidisturbios. Por lo mismo esos mossos habían eliminado de sus uniformes, previsoramente, los preceptivos distintivos de identificación. Por razones de higiene causaron 160 heridos y por fortuna no hubo ningún muerto.

Los manifestantes —pues eran manifestantes, no meros acampados como rotula cierta prensa— ejercían en la plaza de Cataluña un derecho constitucional, esto es, un derecho que genera obligaciones para los gobernantes: ante todo el de respetarlo y el de hacerlo respetar. Las autoridades han violado sus propios deberes. Están acostumbradas a ignorarlos. Probablemente los culpables —tal es el signo de este sistema que los manifestantes denuncian— no serán responsabilizados jurídicamente por ello, y menos condenados así (desde cualquier otro punto de vista ya lo están).

Otra moral es la de los manifestantes: se mantuvieron sentados en el suelo siempre que pudieron, no respondieron a la provocación policial, no impidieron la incautación de sus enseres por supuestos servicios de limpieza que se apoderaban de ordenadores personales. Mostraron unas manos blancas. Manifestantes pacíficos de verdad.

Dos morales distintas.

El president de la Generalitat —yo no me quiero enterar, que cantaba la Piquer— había hecho una oportuna escapada a Londres, tal vez unas compras, un día que era a la vez el día de autos y el día antes del partido del Barça. Importante viaje político. Viaje político de dos días.

Una es la moral de la gente que nos gobierna; otra, la de quienes manifiestan su protesta. Y la pregunta es: ¿cuál es la moral de los pasivos, de los que se desentienden y evaden que decía Celaya? Las imágenes de lo ocurrido en Barcelona el 27 de mayo no deben caer en el olvido. ¿Esto es democracia? 

 

Comentarios prepolíticos: 2. Ciudadanos y prepotentes: de Sol a Catalunya

Joan Busca

I

El movimiento que se inició con la instalación de un campamento de protesta en la madrileña Puerta del Sol y que consiguió llenar de gente más de cien plazas de ciudades españolas, ha puesto de manifiesto algo que podía descubrir cualquiera que se parara a hablar con la gente. Que el rey está desnudo y una parte de la ciudadanía sabe que la actual crisis capitalista es una estafa que ha perpetrado una minoría social. Que la fosilización y oligopolización de las instituciones políticas ha degenerado en una democracia degradada. Que los partidos políticos de izquierda y los sindicatos no son reconocidos como defensores de los intereses de una gran parte de la gente a la que deberían representar. Que la normalización de la corrupción y la xenofobia huelen a podrido. Que la inevitable necesidad de hacer frente a los retos ecológicos sólo ha avanzado en los eslóganes comerciales... Una enorme diversidad de visiones críticas que se encuentran huérfanas de organización, representación y plasmación, y que las acampadas han conseguido aglutinar.

Viendo lo que ocurre en las plazas de acampada, se constata que la respuesta no es sólo un fenómeno juvenil (aunque los jóvenes han tenido un protagonismo inevitable) ni se reduce a la indignación. Más que indignación, lo que uno ha sabido ver es esperanza, de que por una puñetera vez las cosas empiecen a cambiar, de que esta gran masa de sufrientes pueda empezar a generar un proceso real de cambio.

II

La simpleza del planteamiento, su ausencia de un discurso cerrado, su carácter de actividad abierta, han posibilitado su extensión y comprensión. Lo más fácil es plantear cuestiones simples y explicarlas con sencillez. Como el planteamiento del movimiento de los hipotecados, que ha facilitado que mucha gente entienda la injusticia que están ejerciendo las entidades financieras sobre una parte de la población.

Y han constituido un acierto el carácter abierto del movimiento y su opción por la acción pacífica. Cualquiera puede acercarse a las acampadas, dialogar, colgar sus ideas. Y nadie lo percibe como la acción de una minoría dispuesta a jugar una partida de guerrilla con las fuerzas de seguridad. Le ha sido difícil al poder deslegitimar el movimiento fuera de sus habituales clientelas de poder.

III

Y, a pesar de todo ello, el 22-M acabó con un triunfo electoral de la derecha que amenaza con desarbolar el poco espacio social conseguido y que constituye una seria amenaza a las libertades de los más débiles; especialmente para la población extranjera, criminalizada por unas políticas xenófobas que han adquirido un nuevo impulso tras la nueva batalla electoral.

Una derecha que ha triunfado en parte por su control de los medios de producción de hegemonía (medios de comunicación, Iglesia católica, escuela privada...) y por la desmovilización y el desencanto de los votantes de izquierda. Una victoria que ha generado una enorme prepotencia en los líderes de PP y CiU, que se han visto absueltos de su corrupción, de su inanidad, de su inmoralidad. Prepotencia que puede generar lo peor, un desmantelamiento insensato de políticas y derechos sociales, pero que también puede generar errores de bulto que pueden ayudar a transformar la realidad.

IV

Esto último es lo que le ha ocurrido a Felip Puig, el arrogante y oscuro conseller de Interior de la Generalitat, uno de los pilares de CiU, empeñado en demoler cualquier política de izquierdas (como la sensata instalación de cámaras en las comisarías de policía, el código ético policial o la limitación de la velocidad de los automóviles para reducir los accidentes y la contaminación), predispuesto a las políticas de mano dura y a la autonomía de los Mossos d’Esquadra (siempre bajo las órdenes de ese oscuro personaje llamado Joan Delors, que ha sobrevivido a todos los gobiernos autonómicos).

El intento de desalojo de los acampados en la plaza de Catalunya, llevado a cabo con mentiras (“vamos a limpiar la plaza y quitar elementos peligrosos”, lo que incluía retirar pancartas y arrebatar ordenadores), con enorme violencia (hay cientos de imágenes que muestran las palizas con porra a ciudadanos pacíficos y el uso masivo de balas de goma y pistolas eléctricas) y con una gran dosis de ineficacia, es una muestra extrema de esta actitud de autoritarismo, desprecio democrático, soberbia e ineficiencia.

No contaban con la respuesta masiva y pacífica de los acampados y de los miles de personas que acudieron en su apoyo, de las personas de todo tipo que manifestaron su apoyo al movimiento y su repulsa a los Mossos. Una acción de resistencia pacífica que convirtió la impunidad en derrota del poder. Una intervención policial que al final acabó en debacle para sus promotores: la plaza de Catalunya vuelve a estar ocupada. Ayer, miles de personas volvieron a concentrarse con flores en la plaza, y en muchos barrios de Barcelona se pudo oír una persistente cacerolada que expresaba crítica, regocijo y ciudadanía. El propio movimiento de la acampada ha cobrado nuevo impulso y ciudadanía social.

V

Ahora viene lo más difícil: garantizar que esta preciosa floración del mes de mayo no tenga la misma corta trayectoria que han tenido otras buenas explosiones de participación social. Nuestras condiciones de vida, nuestras libertades, nuestra sociabilidad, están amenazadas seriamente por una derecha que está en condiciones de alcanzar una cuota de poder como nunca la tuvo en los últimos treinta años. Y están amenazadas por un capitalismo irreformado que ha salido intacto del primer asalto de su propia crisis.

Ganar continuidad pasa por generar propuestas de acción, de organización y programáticas capaces de generar movilizaciones, hegemonía cultural, activismo social. Ha sido mérito del movimiento abrir un nuevo espacio, romper el monolítico discurso dominante en los medios, animar una nueva oleada participativa. Y no podemos dejar que se marchite a las primeras de cambio. No sólo dependerá de la capacidad de sus activistas de concretar propuestas, sino también de que algunas de las organizaciones tradicionales sean capaces de tomar nota y de confluir en un proceso social que exprese la heterogeneidad de la inmensa masa social de ciudadanos de segunda. Mayo puede ser el inicio. Todas las personas que participamos en todo tipo de organizaciones sociales tenemos ahora la responsabilidad de que este inicio tome cuerpo.

 

Los límites del sistema de partidos y cómo esquivarlos

Joaquim Sempere

En muchos países musulmanes existe el llamado “crimen de honor”, que implica la impunidad o la tolerancia hacia crímenes contra mujeres que hayan violado las normas de recato que se consideran inviolables. Un número creciente de personas —más allá de los sectores feministas— rechazan esta costumbre tradicional de opresión y sumisión de la mujer, pero la costumbre persiste y se plasma en la legislación. Por ejemplo, estableciendo que se trata de un crimen que merece un eximente y que se castiga levemente o como una simple falta y no como un delito.

En Palestina el problema está muy vivo: se registraron diez casos de crimen de honor en 2010. En 2002 se sometió al Parlamento un proyecto de reforma del Código Penal para acabar con la indulgencia hacia este delito, pero fue rechazado por una amplia mayoría de diputados tanto de Al Fatah como de Hamás, aherrojados por la mentalidad patriarcal o religiosa o por el temor a ser tildados de occidentalistas. Pues bien, en 2010 fue asesinada la joven Ayah Baradeya, de la población cisjordana de Sourif. Meses después se descubrió que había sido víctima de un tío suyo, taxista de 37 años, por haber flirteado con un compañero estudiante que no era del agrado de la familia. El hermano de Ayah, Rami Baradeya, no se resignó a que el culpable recibiera una pena menor y soliviantó a la población. El caso se convirtió en una mecha que encendió no sólo a los 15.000 habitantes del pueblo, sino a muchos sectores de Cisjordania. Hubo un entierro multitudinario de la joven y manifestaciones masivas en Hebrón y Ramallah exigiendo la reforma del Código Penal. Ante esta movilización, los diputados de ambos partidos mayoritarios, que nueve años antes habían desestimado la reforma, esta vez se apresuraron a hacerse eco del clamor popular y en pocos días resolvieron favorablemente la reforma legal que suprime la indulgencia hacia este tipo de crimen. Según Rami, el promotor de las manifestaciones, un alto responsable de Hamás en Gaza le mandó un mensaje asegurándole que el asesinato de Ayah no tiene nada que ver con la religión y que había que cambiar la ley (Le Monde, 20/05/2011).

La noticia tiene interés por varios motivos. Si la vemos sobre el trasfondo de las revueltas en el mundo árabe de estos últimos meses, nos sugiere que la ola de fondo que sacude a esos países tal vez va más allá del simple cambio político y contiene también gérmenes interesantes de aspiración a cambios sociales más profundos. El hermano de la víctima, empleado de banco, argumentaba que no tienen sentido ni la impunidad ni el castigo tradicional, que implica el destierro del culpable de su población de residencia junto con su familia, y pedía la aplicación de la justicia ordinaria moderna, es decir, individualizada, aliñando su argumento con un inteligente guiño contra las prácticas del Estado de Israel: “Se trata de un castigo colectivo, como lo que hacen los israelíes. Lo que deseo es que el asesino de mi hermana sea juzgado como cualquier otro criminal”.

Pero el caso también representa un episodio universalizable de interés para quienes aspiramos a transformar nuestras sociedades. A veces el sistema de partidos, cuando existe, resulta inoperante para tomar medidas que se revelan como necesarias o deseadas por amplios sectores de la población. El ejemplo de Cisjordania muestra que incluso en sistemas aparentemente rígidos e impermeables de partidos, ciertas reivindicaciones pueden triunfar si se hacen sentir con la fuerza suficiente en la calle o en otros espacios ajenos a las instituciones. En este caso, es evidente que, previamente al triunfo legislativo, tuvo que haber un proceso largo de maduración de la sociedad respecto de la cuestión dirimida. Esto obliga a considerar la importancia y el valor de un trabajo social y cultural de fondo que prepare las mentalidades.

Visto desde el movimiento de los “indignados” españoles de estas últimas semanas y desde el decepcionante resultado de las elecciones municipales y autonómicas, el caso da motivos para la reflexión. Es obvio que el actual sistema de partidos no sirve, que necesita cambios importantes y una reforma a fondo de la ley electoral. Pero esto no se puede lograr en poco tiempo. Mientras tanto, el pueblo no tiene por qué darse por vencido: debe saber que puede ganar batallas parciales importantes desde fuera de los parlamentos y los gobiernos, desde la calle, desde las redes sociales. Y debe saber también que para ello hay que librar una batalla, tal vez (pero no necesariamente) larga y paciente, en la esfera de las ideas y las mentalidades, preparando las condiciones que hagan posible que una coyuntura favorable desencadene acciones eficaces para mejorar la democracia y avanzar hacia los cambios sociales deseados.

 

15-m: Hartos de estafas y de impunidad

Juan Torres López y Carlos Martínez*

La inmensa mayoría de los políticos, periodistas y tertulianos no han querido oír en los últimos tiempos a los jóvenes con tasas de paro del 45%; ni a las miles de personas que reclamaban al Banco de España y los tribunales que los defiendan de las estafas de los bancos en forma de contratos de swaps, clips y demás engaños; ni a los cientos de miles de familias que han perdido la vivienda; ni a las decenas de miles de pequeños y medianos empresarios que cierran sus empresas porque no reciben ni un euro de bancos que usan las ayudas públicas para seguir especulando; ni a los padres y madres de familia que tienen cada vez más dificultades para llegar a fin de mes mientras los beneficios de las grandes empresas y bancos se disparan; ni a quienes decíamos que las medidas que se estaban tomando no eran para resolver la crisis, sino para que quienes la habían provocado salieran de ella con más poder y más beneficios; ni a quienes empezaban a sentirse indignados porque, para crear empleo, el gobierno llamara a la Moncloa a los grandes directivos de las empresas y bancos que más puestos de trabajo han destruido en los últimos años.

Han estado haciendo oídos sordos a todo esto. Nunca hablan de que los bancos matan de hambre a la gente ni explican cómo les engañan y quitan sus viviendas. Y ahora que la gente reacciona y sale a la calle harta de todo eso, quieren ser ellos los grandes intérpretes de lo que está pasando. Pero se van a equivocar de nuevo.

Lo que está ocurriendo y lo que va a ocurrir en nuestras calles es bastante más sencillo de lo que parece. La gente ve, la gente lee y la gente entiende mucho más de lo que le ofrecen los medios propiedad de los bancos y de las grandes empresas que sólo programan bazofia para que la mayoría de la gente ni vea, ni piense, ni sepa nada inconveniente para ellos. Cada vez más gente se conecta a internet y habla con otras gentes para informarse por otras vías, y ha empezado a descubrir que Botín, Miguel Ángel Fernández Ordoñez, Francisco González, Mariano Rajoy, Esperanza Aguirre, Zapatero y compañía han montado una estafa colosal y que ya se ha empezado a cansar de soportarla.

Se han dado cuenta de que sí sabían que se iba a producir una crisis de gran envergadura, pero que la ocultaron para que no se viera la responsabilidad criminal de quienes la habían provocado: los bancos y las autoridades de los gobiernos y los bancos centrales que miraban a otro lado.

Se han dado cuenta de que las multimillonarias ayudas que les dieron a los bancos con la excusa de que así se iba a reactivar el crédito para que no se siguiera perdiendo empleo han sido también mentira, porque lo que han hecho los bancos con ese dinero ha sido emplearlo en especular con la deuda de los gobiernos y así extorsionarlos mediante el auténtico terrorismo financiero que practican las agencias de calificación para exigirles reformas que les den aún más ventajas.

Se han dado cuenta de que la reforma laboral, la de las pensiones, la de las becas y las ayudas a la educación, el recorte de los salarios y las que vendrán para modificar la negociación colectiva o para privatizar los servicios públicos, no tienen nada que ver con las causas de la crisis, sino que son la forma de abrir nuevos negocios para que sigan forrándose los mismos de siempre.

Y la gente empieza a darse cuenta de que ya no se puede soportar tanto engaño en nuestra vida política, con cientos de cargos imputados por corrupción sin que los dirigentes de los partidos les digan nada, con un bipartidismo favorecido por una ley electoral sencillamente no democrática, por créditos bancarios que nunca devuelven y por medios de desinformación propiedad de las grandes fortunas o de empresas y bancos que sólo informan de lo que les conviene. Es decir, miles de personas se han dado cuenta ya de que no vivimos en una democracia y de que, por tanto, hay que reclamar la Democracia Real cuanto antes.

Eso no es todo, porque también hay algo más. La gente que está en las calles, la que apoya a la que ya está en la calle y la que se va a ir sumando a la calle SÍ TIENE ALTERNATIVAS, aunque los políticos convencionales se empeñen en descalificarnos diciendo que somos antisistema (cuando en realidad es el sistema el que es antinosotros), que sólo sabemos protestar y decir que no.

Somos muchos y de sensibilidades variadas, pero basta ver los documentos que han ido circulando llamando a las manifestaciones para percibir que hay cuestiones comunes y básicas que nos unen a todos porque, por encima de nuestras diferencias, somos, sobre todo y simplemente, ciudadanos y ciudadanas que lo que queremos es algo tan elemental como democracia real y justicia de verdad.

Entre otras demandas que pueden verse en los documentos de Democracia Real Ya u otras organizaciones que apoyan las movilizaciones, como ATTAC, queremos que haya una ley electoral que no sea discriminatoria, que garantice la igualdad de todas las personas ante los procesos electorales, queremos una jurisdicción que expulse de la vida política a los corruptos, queremos leyes de medios que garanticen pluralidad y no la concentración perversa de ahora...

Queremos normas que garanticen que los banqueros y las grandes patronales no puedan extorsionar a los gobiernos ni imponer su voluntad a los poderes representativos. Queremos que las decisiones económicas las tomen aquellos que hemos elegido para que las tomen, y no otros disfrazados de mercados. Y que los mercados estén sometidos a la ética de la satisfacción social y no a la del lucro sin fin.

Queremos recobrar las empresas que los gobiernos concedieron a bajo precio a capitales privados y que ahora se llevan nuestro capital y nuestros beneficios a otros lugares despidiendo a nuestros conciudadanos y prestando servicios mucho peores y más caros.

Queremos una banca pública controlada estrictamente para que garantice financiación a los pequeños y medianos empresarios y a las familias.

Queremos medidas de urgencia para que se investigue a los responsables de la crisis y paguen con dinero y la cárcel por sus estafas, engaños y crímenes económicos aquí y en los paraísos fiscales.

Queremos una reforma fiscal que acabe con la injusta situación actual, que permite que los más ricos prácticamente no paguen y que hace recaer la mayor carga impositiva en los asalariados y pequeños y medianos empresarios de rentas más bajas, arruinando así a las clases medias y trabajadoras, que son el sostén de las democracias.

Queremos que los poderes públicos impidan desde ya que siga habiendo miles de familias que pierden sus viviendas a manos de las entidades financieras, que se penalicen las actividades especulativas y el que nuestro patrimonio natural y ambiental se siga destruyendo como hasta ahora sólo para que ganen dinero unos pocos desalmados.

Esto es más o menos lo que quieren estas personas, jóvenes y más maduras, que han irrumpido en nuestras calles como un tsunami que durará mucho más de lo que algunos se creen. No hace falta mucho debate para entender lo que piden, lo que pedimos. Es bastante elemental: que los culpables paguen el daño que han causado, que si antes han salvado tan generosamente a los ricos, salven ahora a las personas, y que se garantice que las decisiones que se toman en las instituciones políticas sean las que hayamos decidido los ciudadanos y ciudadanas cuando elegimos a nuestros representantes, y no, como está sucediendo, las que imponen los banqueros y grandes propietarios para salvar solamente sus intereses egoístas. Eso es todo lo que exigimos. De momento. 19 de mayo de 2011

* Juan Torres López es catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla y miembro del Comité científico de ATTAC-España
(http://www.juantorreslopez.com)
Carlos Martínez
es politólogo y ex presidente de ATTAC España
(http://www.carlosmartinezblay.blogspot.com)

 

Bin Laden ha muerto, palabra de honor

José Luis Gordillo

Dos años antes del 11-S, en noviembre de 1999, Richard Cheney impartió una conferencia en el Instituto del Petróleo de Londres en la que dejó caer unas cuantas afirmaciones campanudas
http://www.crisisenergetica.org/staticpages/pdf-rtf/Dick_Cheney's_speech-Traduccion.pdf
Entre otras, que “el petróleo es la base y fundamento sobre los que se sustenta todo el edificio de la economía mundial”. O bien, que en los diez años siguientes —entre 1999 y 2010— la demanda de petróleo iba a aumentar un 2% cada año mientras que, simultáneamente, su oferta iba a disminuir un 3% debido al agotamiento de las reservas conocidas. ¿Eran afirmaciones exageradas? Por lo que se refiere a las cifras sobre los vaivenes en la demanda y la oferta del petróleo, tal vez Cheney erró en el detalle de las cifras concretas, pero no en la descripción general del problema del pico del petróleo, del cual mostró tener una conciencia nítida. Por otra parte, el estallido de la crisis financiera en 2008 le dio plenamente la razón en que el petróleo abundante y barato es fundamental para la buena marcha del capitalismo, siempre que se esté de acuerdo en que el aumento vertiginoso de su precio fue el detonante que provocó el derrumbe de la pirámide financiera, esto es, del “sistema sanguíneo” que hace funcionar a la economía mundial. En la primavera de 2001, tras su designación como vicepresidente de EE.UU., Cheney dirigió un grupo de estudio sobre “seguridad energética” que llegó a la conclusión de que el petróleo debía seguir siendo una fuente muy importante de energía para EE.UU., pero también que esa opción tenía unas implicaciones militares evidentes. Poco tiempo después ocurrió el 11-S y dio comienzo la “guerra contra el terrorismo”.

***

El hecho más misterioso del 11-S es el colapso del Edificio n.º 7 del World Trade Center. Era éste un rascacielos de 47 pisos donde se produjeron algunos incendios, pero contra el que no se estrelló ningún avión. A las 17:20, 7 horas después de la caída de las Torres Gemelas, el Edificio n.º 7 se desintegró en 6,5 segundos. (http://www.youtube.com/watch?v=fa0nPNzJeqY). El informe de la comisión (2004) ni siquiera menciona un suceso tan extraordinario, ahorrándose de ese modo tener que dar alguna clase de explicación. Cuatro años después, en 2008, el gubernamental NIST (Instituto Nacional de Estándares y Tecnología) publicó un informe para intentar acallar la polémica suscitada por ese silencio. En él se afirmaba que su colapso se debió a los incendios, lo que causó perplejidad, indignación y burlas por parte de muchos arquitectos e ingenieros debido a que nunca jamás un edificio con estructura de acero se ha desintegrado a causa del fuego (http://ae911truth.org).

 Claro que, puestos a evocar derrumbes misteriosos de edificios, vale la pena recordar que el hecho que tuvo más trascendencia ese fatídico día fue, precisamente, la pulverización de las Torres Gemelas en 9 o 10 segundos. Teniendo en cuenta que los edificios tenían 110 pisos, eso supone que, como media, desaparecieron 10 u 11 pisos por segundo. La pulverización de las torres provocó la mayor parte de las víctimas de los atentados y, al mismo tiempo, fue el acontecimiento que más horrorizó a la población al ser retransmitido en directo por la televisión. ¿Cuántas personas contemplaron ese terrible espectáculo? Seguramente, miles de millones. El colapso de las Torres Gemelas es el espectáculo televisivo con el índice de audiencia más elevado de toda la historia de la televisión mundial. En EE.UU., desde luego, toda la población estaba delante del televisor en el momento en que las torres se volatilizaron.

Eso fue posible a causa del tiempo transcurrido desde que los aviones se estrellaron hasta que los edificios se vinieron abajo: 57 minutos para la Torre Sur y 102 minutos para la Torre Norte. En ese largo intervalo ocurrieron dos cosas muy importantes. La primera, que la inmensa mayoría de la gente que había en las torres consiguió salir de ellas y salvarse de una muerte segura (fallecieron 2.700 de las 20.000 personas que se hallaban en los edificios). La segunda, que todas las televisiones del mundo pudieron conectar con Nueva York y ofrecer imágenes en directo de la tragedia; en muchísimos casos, tras haber suspendido la programación habitual.

¿Por qué las torres se transformaron en polvo en unos pocos segundos y por qué lo hicieron habiendo transcurrido el tiempo mencionado desde el impacto de los aviones? Aunque cueste creerlo, diez años después tampoco existe una explicación oficial sobre este hecho, que es, repito, el que provocó más muertes y el más relevante para comprender la conmoción que genera el 11-S en la opinión pública. No sólo no existe explicación oficial: tampoco interés alguno en hallarla. El informe oficial del NIST de 2005 sobre las causas de la caída de las torres, solamente pretendió explicar cómo se inició el colapso, pero no el colapso en sí. Lo único que hizo el NIST fue sugerir que hubo un derrumbe en cadena provocado por el debilitamiento de las junturas de las vigas de los pisos en que se estrellaron los aviones, pero el proceso de volatilización de los edificios no se explicó de forma pormenorizada, detallada y a partir de pruebas y/o experimentos fiables porque nunca hubo voluntad de hacerlo. De ahí la importancia del artículo firmado por Niels Harrit y ocho científicos más titulado “Material de termita activo descubierto en el polvo generado por la catástrofe del WTC el 11-S”. En él se explicaba que, tras haber analizado cuatro muestras del polvo generado por la caída de los edificios en un laboratorio durante 18 meses, se habían encontrado en ellas abundantes restos de nanotermita, un material explosivo e ignífero de última generación. En una entrevista en televisión, Niels Harrit añadió que se trataba de un material poco conocido por los científicos civiles, por lo cual sería conveniente preguntar por él a los científicos militares. El artículo no era especulación ni “teoría” de ninguna clase: era práctica científica como la copa de un pino. Como dijo Niels Harrit, no se puede “obviar este tipo de ciencia” (http://www.youtube.com/watch?v=pgcvZQcMSdM). Es también, por ahora, la única respuesta racional a la pregunta sobre los motivos de la pulverización de los tres edificios del WTC. Y si se hubiese celebrado un proceso judicial con garantías sobre el 11-S, éste hubiera sido uno de los temas estrella del juicio, y la investigación de Niels Harrit y sus colegas hubiese sido objeto, como mínimo, de una amplia discusión.

***

A esa investigación se debe añadir otro dato que, con toda seguridad, también habría merecido mucha atención en ese hipotético juicio: antes de que las torres se desintegraran, ya había supuestos “expertos” en los platós de televisión acusando a Osama Bin Laden de ser el responsable de los atentados (http://www.youtube.com/watch?v=H6IOb2uDYl0). Por tanto, cuando miles de millones de personas contemplaron el bárbaro espectáculo, muchas de ellas ya creían saber quién era el culpable de semejante atrocidad y, por tanto, contra quién debían dirigir su rabia y su odio. Y los que no se enteraron entonces lo hicieron, como máximo, en las veinticuatro horas siguientes, pues el 12 de septiembre de 2001 todos los grandes medios de comunicación atribuyeron a Bin Laden la responsabilidad de ese crimen de lesa humanidad. El supuesto culpable resultó ser un árabe con turbante originario de Oriente Medio, esto es, de la zona del mundo en cuyo subsuelo se encuentran las 2/3 partes de las reservas conocidas de petróleo.

Y ahora las preguntas del millón: ¿alguien cree, en su sano juicio, que esas acusaciones de antes de la caída de las torres o del día después del 11-S se basaban en alguna clase de investigación digna de ese nombre?; ¿y alguien cree, de verdad, que esas acusaciones sin fundamento fueron el producto de la casualidad? Que cada persona se responda a sí misma a partir de su perspicacia y nivel de ingenuidad. Puede ayudar a pensar en la respuesta, sin embargo, el siguiente titular de una noticia publicada en El País el 26 de septiembre de 2001: “La prensa de EE.UU. dice que el FBI no tiene aún pruebas contra Bin Laden”.

El 16 de septiembre de 2001, con una opinión pública todavía en estado de shock, Bush anunció en una rueda de prensa que la respuesta a los atentados consistiría no solamente en una guerra contra Al Qaeda, sino en “una guerra global y larga contra varios países que acogen grupos terroristas” (El País, 17/09/2001). Según Donald Rumsfeld, los países en cuestión eran unos 60 contando por lo bajo, lo que equivalía a más de la cuarta parte de los estados existentes. Si esto ya hacía dudar de la salud mental y/o de las intenciones reales de Bush y sus cómplices, todavía era más alarmante que el 99% de los estados y grupos terroristas aludidos no tuvieran nada que ver con el 11-S.

Dado que era el propio gobierno de EE.UU. quien decidía qué grupos debían ser considerados terroristas y qué estados eran sus patrocinadores, lo que en realidad hizo Bush ese día fue otorgarse a sí mismo carta blanca para intervenir donde lo considerase conveniente con el pretexto de la lucha contra el terrorismo. Fue, sin lugar a dudas, la máxima expresión de una forma de proceder que desde entonces se ha tornado característica de la hiperpotencia y que se puede sintetizar en el “yo me lo guiso y yo me lo como” del ínclito Juan Palomo.

El informe de la Comisión del 11-S se publicó en julio de 2004, lo que implica que, entre el 11 de septiembre de 2001 y esa fecha, la versión oficial sobre la autoría de los atentados procedió en exclusiva de las declaraciones de los altos cargos de la administración norteamericana; las cuales un día apuntaban hacia los talibanes como patrocinadores de los atentados, y otro hacia el régimen de Sadam Hussein, según conviniera. Con esa autorreferencial cobertura ideológica, se atacó Afganistán, se invadió Irak, se abrió Guantánamo, se legalizó la tortura, se pusieron en marcha los siniestros vuelos de la CIA y se aprobaron un sinfín de leyes antiterroristas en EE.UU. y la Unión Europea que han recortado brutalmente nuestros derechos frente al aparato coactivo del Estado.

El informe de la comisión tampoco se apartó un ápice del principio metódico de Juan Palomo. Las informaciones que, teóricamente, corroborarían en él lo dicho con anterioridad por los dirigentes norteamericanos, procedían de los servicios secretos y de confesiones arrancadas a detenidos en Guantánamo mediante un uso de la tortura planificado por profesionales de la medicina. En realidad, cuesta creer que una comisión compuesta por personas de la máxima confianza del gobierno pudiera publicar un informe que llegara a conclusiones diferentes de las expresadas por la junta de Bush, ya que eso hubiera abierto una crisis política sin precedentes en la historia de Estados Unidos. Ninguna de esas supuestas informaciones ha podido ser verificada después por un tribunal independiente, ya que, como se ha apuntado antes, en los diez años transcurridos ninguna persona ha sido juzgada y condenada como autor, organizador o patrocinador del 11-S en un juicio con garantías.

***

Los relatos más publicitados sobre los hechos decisivos de la “guerra contra el terrorismo”, empezando por el 11-S, siempre han acabado adoptando, en última instancia, el carácter de dogmas de fe. A falta de pruebas contrastadas y un proceso judicial en el que esas pruebas se hubieran podido discutir y debatir por fiscales y abogados defensores de los acusados, el “esto es así porque lo digo yo que tengo mucho poder” ha sido la norma habitual. La discusión sobre la veracidad de dichos hechos siempre se concluye autoritariamente con alguna variante del “Puede estar usted seguro, y pueden estar seguras las personas que nos ven, de que les estoy diciendo la verdad. El régimen iraquí tiene armas de destrucción masiva” de José María Aznar. Frente a lo cual, a los ciudadanos sólo les queda el “me lo creo o no me lo creo”. Esto se transforma fácilmente en el “¿confías en ellos o no confías en ellos?” que, a su vez, degenera en el “¡estás con ellos o estás contra ellos!”, por parafrasear la contundente frase de George W. Bush. Las profusas acusaciones de “antiamericanismo” no pretenden otra cosa.

Tras la propagación de cada nuevo dogma de fe, se procede a pasar revista a la tropa de periodistas, intelectuales y dirigentes políticos occidentales con el objetivo último de examinar su adhesión a la ideología imperial. Los que comulgan con los dogmas son considerados serios, sensatos y fiables, y los que se niegan a hacerlo son expulsados del ágora mediática después de haberlos calificado de paranoicos y chiflados. La formulación de cualquier duda sobre alguna afirmación oficial, o la simple queja de que la conformidad o disconformidad con afirmaciones no puede depender de hecho de la mucha o poca confianza que se tenga en el poder imperial de EE.UU., se responde con insultos, insidias y amenazas. De los primeros, el más difundido es “conspiranoico”. Toda discrepancia o muestra de incredulidad respecto a lo dicho por las autoridades en relación con la “guerra contra el terrorismo” es calificada de forma automática de teoría de la conspiración, a pesar de que la principal y más influyente teoría del complot sobre el 11-S es precisamente la versión oficial.

Barack Obama ha dicho que Bin Laden ha sido ejecutado por un comando de élite del ejército de Estados Unidos y que su cuerpo yace ahora en el fondo mar. Ha afirmado, asimismo, que su muerte ha sido un acto de justicia para con las víctimas del 11-S porque Bin Laden fue su responsable principal (aunque la administración norteamericana nunca ha podido presentar una sola prueba de ello). Leon Panetta, director de la CIA, ha añadido que la información que ha hecho posible ese “ajusticiamiento” se ha obtenido gracias a las torturas practicadas en Guantánamo, con lo que ha legitimado ambas cosas: la tortura y Guantánamo. Y un par de columnistas del New York Times (A. Shadid y D. Kirkpatrick, “In Arab World, Bin Laden’s Confused Legacy”, NYT, 2/5/2011) han rematado la faena afirmando que Bin Laden es en parte responsable de las guerras de Afganistán e Irak por haber atacado a EE.UU. el 11-S. ¿Te lo crees o no te lo crees? Digo yo que en los tiempos que corren la respuesta más conveniente debe ser “¡SEÑOR, SÍ SEÑOR!”. En todo caso, lo que es seguro es que, con la desaparición real o simbólica de Bin Laden, desaparece también la posibilidad de verificar en un juicio las acusaciones vertidas contra él en los últimos diez años.

 

Bombas de racimo españolas en Libia

Eduardo Melero

El descubrimiento de que el ejército de Muamar el Gadafi ha utilizado bombas en racimo de fabricación española en Misrata (véase El País de 16 de abril de 2011) ha dejado al aire las vergüenzas de la política española de control del comercio de armamento.

Las bombas utilizadas corresponden al modelo MAT-120 y fueron fabricadas por la empresa española Instalaza. Según las estadísticas oficiales, en el año 2007 se autorizó la exportación a Libia de material de defensa, dentro de la categoría «Bombas, torpedos, cohetes y misiles» por valor de 3.823.500 euros; exportación que fue realizada durante 2008. La información que aportan dichas estadísticas es, por tanto, muy genérica y no se detalla si el armamento exportado son bombas en racimo. En cualquier caso, la exportación de bombas en racimo no ha sido desmentida por el Gobierno.

El primer problema que se plantea es si la exportación de bombas en racimo a Libia es contraria a la legislación española sobre control del comercio de armamento. En comparecencia en la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, la Ministra de Defensa Carme Chacón afirmó que «en 2007 no se vulneró en absoluto ninguna ley. En absoluto». El Gobierno también presumió de haber sido el primer país en el mundo en destruir su arsenal de bombas en racimo.

En 2007 estaba vigente el Código de conducta de la Unión Europea en materia de exportación de armas. El Código establece que no se puede autorizar la exportación de armamento «cuando exista un riesgo manifiesto de que la exportación propuesta pueda utilizarse con fines de represión interna». Otro de los aspectos a tener en cuenta eran los antecedentes del país comprador en materia de apoyo o fomento del terrorismo internacional.

No cabe duda que dichas cuestiones fueron interpretadas de manera poco rigurosa por la Junta Interministerial Reguladora del Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso; la JIMDDU, el órgano estatal que decide sobre las autorizaciones de exportación de armamento. Máxime si se tiene en cuenta el armamento exportado: las bombas en racimo son muy letales, especialmente para la población civil. Se pone así de manifiesto que no existe una política preventiva de protección de los derechos humanos en relación con el comercio de armamento.

Un segundo problema es hasta qué punto se utilizó la exportación de bombas en racimo para favorecer los intereses de empresas españolas en Libia. El comercio de armamento se suele utilizar como moneda de cambio para favorecer relaciones bilaterales entre países. No resulta descabellado pensar que además de los intereses de Instalaza, el Gobierno español hubiera autorizado la exportación de armamento a Libia para favorecer los negocios en Libia de empresas como Repsol, Sacyr Vallehermoso o Gas Natural Fenosa.

La noticia sobre la exportación de bombas en racimo debería servir también para poner de manifiesto el escandaloso secretismo que existe en materia de comercio de armamento. En 1987, el Gobierno clasificó las actas de la JIMDDU como secreto de Estado. Si son secretas es porque se supone que su conocimiento público puede poner en peligro la seguridad y la defensa del Estado. No sólo no es así, sino que, en la práctica, el secreto de Estado se utiliza como un instrumento más para favorecer el comercio de armamento. El caso de las bombas en racimo MAT-120 es un ejemplo claro al respecto. Se ha utiliza el secreto de Estado para impedir que los ciudadanos sepamos que España ha exportado bombas en racimo a Libia. Si nos hemos enterado de ello, no ha sido gracias al Gobierno, sino porque periodistas de The New York Times encontraron restos de las bombas en la ciudad de Misrata.

Los diputados, especialmente los miembros de la Comisión de Defensa, también podrían obtener algunas enseñanzas. Una vez al año hay una sesión de control en el Congreso sobre las exportaciones de armamento. No parece resultar muy efectivo dicho control. Sobre todo, por el secretismo existente en materia de comercio de armamento. Como se ha señalado, las estadísticas oficiales ocultaron la exportación de bombas en racimo. ¿Qué tipo de control realizará el parlamento si no se hace pública la información relevante? Al menos este año podrán sacarle los colores al Secretario de Estado de Comercio Exterior.

El final de esta historia tiene algo de esperpento. Según informa el diario Cinco Días (9 de mayo), la empresa Instalaza ha pedido al Gobierno una indemnización por responsabilidad patrimonial de 40 millones de euros. En esa cantidad valoran los perjuicios que les causó la decisión gubernamental de prohibir la producción y exportación de bombas en racimo antes de que entrara en vigor la Convención sobre municiones en racimo.

 

La sharía de occidente

Rafael Poch

La muerte de Bin Laden sigue el guión del propio atentado del 11-S, un asunto repleto de sombras y preguntas que convierte la versión oficial en algo parecido a una cuestión de fe: la credibilidad de la historia depende del crédito que se quiera otorgar a quienes nos la cuentan. El asesinato extrajudicial de un criminal al que se le atribuye aquel terrible atentado ha sido explicado diciendo primero que estuvo “implicado” en el tiroteo y utilizó a una mujer como “escudo humano”. Que luego resultara que no estaba armado ni hubiera mujer-parapeto, ni hasta armas en la casa; que la operación ni el propio escondite de Bin Laden fueran imaginables sin protección y colaboración de Pakistán; que su cuerpo fuera desaparecido en el mar a las pocas horas —eso sí, atendiendo a los ritos islámicos—; que la búsqueda y localización del personaje no fueran una prioridad de Estados Unidos hasta hace poco, o que Bin Laden estuviera muerto, desde hace años, o no, son detalles sin gran importancia. Nadie va a hacer un asunto de “derechos humanos” de ello y los medios de comunicación se lo van a comer todo, disciplinadamente. Por feo que sea celebrar una muerte, hay un sentido de justicia en la celebración de los jóvenes de Nueva York: el malo ha muerto. Sin juicio ni garantías, pero ha sido castigado y se ha evitado la impunidad. En las “excepcionales” circunstancias de esa “guerra contra el terrorismo”, el Estado de Derecho desaparece y es sustituido por la mera venganza y la justicia de Lynch, como en el Oeste, de acuerdo con una tradición nacional de violencia que toma sus orígenes en el genocidio de 15 millones de indígenas, evocado en actuales máquinas de guerra (misiles “Tomahawk”, helicópteros “Apache”) y hasta en el nombre del reo, “Jerónimo”, aquel jefe apache que se echó al monte tras la matanza de su madre y sus tres hijos por las tropas del gobernador de Sonora, en 1859.

La doctrina Bin Laden gobierna el imperio

Ciertamente, Bin Laden no era Jerónimo, pero dejemos las cosas claras: no se ha hecho justicia con esta muerte, y no parece que haya mucha verdad en la narrativa de sus circunstancias. Pero todo esto es irrelevante al lado de lo principal: estamos ante un nuevo caso de aplicación de una “sharía occidental” en aras de una yihad cuyos componentes son el imperialismo, la guerra y el control de recursos ajenos, con la acelerada devaluación de la hegemonía global de EE.UU. como dato central. La escena que mejor describe el crimen de Abbottabad es la de un asesino dando muerte a otro, que en el pasado estuvo a su servicio. Un ajuste de cuentas entre gángsteres. Porque la “doctrina Bin Laden”, lo de matar a decenas, centenares y miles de inocentes para alcanzar un objetivo, no lo olvidemos, gobierna también, y sobre todo, en la Casa Blanca y en el Pentágono. Ésa es nuestra yihad.

Hoy sabemos que el 11-S fue una tragedia. Sin duda por los 3.000 inocentes que murieron en Nueva York y sus familiares, pero aún más por su aún más trágica y repugnante utilización para realizar planes estratégicos, barajados desde mucho antes, de intervención militar en Asia Central e Irak y destinados a afirmar el “siglo americano”. En Irak han muerto alrededor de un millón de personas. En Afganistán mueren anualmente tantos civiles como los inmolados en el 11-S neoyorquino. En Pakistán llevamos 30.000 muertos. Ahora se suma Libia, mientras Siria e Irán están en la trastienda… Son datos terribles, que, junto con la normalización de la tortura, el secuestro, el encarcelamiento y los asesinatos extrajudiciales, ofrecen el verdadero contexto de los crímenes de Bin Laden al lado de los crímenes de los Bush, Blair, Obama y compañía. La muerte de Bin Laden, simbólica o real, no va a alterar en lo más mínimo ninguna de las tres guerras actualmente en curso. En un momento en el que la urgencia de un cambio de mentalidad es abrumadora, la guerra es el único programa que la yihad occidental ofrece al mundo.

El triángulo que dará tono al mundo

La humanidad se encuentra ante una encrucijada civilizatoria de la que quizá dependa su propia supervivencia. Se trata de los efectos combinados del calentamiento global, la sobrepoblación, la escasez de alimentos y agua en amplias zonas, la transición energética y la creciente competición por recursos escasos. Todo ello en un contexto de gran desigualdad global, de gran accesibilidad a tecnologías de destrucción masiva, de fuerte inercia hacia la resolución de conflictos por la vía de la guerra, y de gran frecuencia de accidentes en el ámbito de la tecnosfera civil o militar. Hablar de encrucijada en este contexto no es un capricho apocalíptico, sino algo bien concreto, real y racional.

La situación no podrá ser superada sin una estrecha colaboración, integración y convergencia entre los principales actores mundiales, es decir, entre Estados Unidos, China y el mundo musulmán. Hay otros polos y actores, pero parece que la relación entre estos tres será la que dará tono al mundo.

El musulmán y sus agravios

El mundo musulmán, una gran cultura unificada de 1.300 millones, como la china, está compuesto por cuatro países con más de 100 millones de musulmanes y otros cuatro con entre 50 y 100 millones, 44 países con más de la mitad de la población musulmana y 70 países con más de un millón de musulmanes, incluidos 6 millones en Estados Unidos, 125 millones en India y 40 millones en China. Forma parte de la unidad del actual mundo imbricado. El grueso de las reservas globales de petróleo y gas —las primeras zonas energéticas del mundo— se encuentran en esa zona civilizatoria. Los dos puntos más calientes del mundo tienen que ver con la intersección entre Estados Unidos/Occidente y el mundo musulmán. En primer lugar Palestina, como paradigma del doble rasero y de la injusticia histórica, donde Occidente apoya a un Israel nuclear de quiméricas y decimonónicas tendencias racistas y coloniales. En segundo lugar Pakistán, un Estado nuclear y fallido, pobre, superpoblado, ambientalmente devastado, en el que el 60% de las mujeres no saben leer ni escribir, donde el aparato de Estado tiene el corazón partido entre el yihadismo y los aliados occidentales, y enfrentado a su gran vecino, India, también nuclear.

Algunas de las principales tensiones del mundo actual tienen que ver con políticas occidentales que no hacen sino empeorar las cosas. En primer lugar, el apoyo a la suicida ignominia israelí. En segundo lugar, la actual escalada “Afg-Pak” de Obama y sus vasallos europeos. En tercero, el apoyo general a dictadores del mundo musulmán, siempre que éstos apoyen intereses occidentales. A ello se suma la crónica intervención política y militar en la primera región energética mundial, el golfo Pérsico, y, desde el fin de la guerra fría, en la segunda, Asia Central. Esa intervención incluye la presencia militar de Estados Unidos junto a los santos lugares del islam. Todo ello —es archiconocido, pero hay que repetirlo— crea una masa crítica de ofensa y resentimiento del mundo musulmán hacia Estados Unidos y Occidente en general. Las condiciones sociales en muchos países de mayoría musulmana son muy favorables a las reacciones explosivas: de la lista de seis países desarbolados que se nos ocurren a todos (Afganistán, Somalia, Haití, Nigeria, Pakistán, Yemen…), cinco pertenecen a ese mundo musulmán (Nigeria en un 50%). La actual xenofobia antiislámica europea añade leña a ese incendio. Es una ideología indecente de derechas que, como el antisemitismo de los años treinta, está en sintonía con el belicismo. Por su parte, el radicalismo islámico violento es la expresión más extrema, quimérica y criminal de esa ofensa absolutamente racional y legítima en términos históricos. Pero es minoritaria, tal como las últimas revueltas civiles han dejado claro.

Cancelar nuestra yihad

Si una nueva mentalidad postimperial, una democratización de la proyección de Occidente en el mundo, actuara sobre las razones del agravio musulmán en lugar de excitarlo, el grueso del problema se despejaría. Eso pasaría por corregir la política hacia Israel, retirarse militarmente y dejar de apoyar a los dictadores amigos. Pero Estados Unidos se ha concentrado en combatir las tendencias más extremas de ese agravio, tendencias que en parte son resultado de su propia política de la guerra fría, cuando en los años ochenta quiso contrarrestar con el yihadismo suní de Bin Laden el chiísmo revolucionario y anticolonial iraní, dañando de paso a la URSS, empantanada en Afganistán. Es más, esas tendencias se han utilizado para dar un nuevo vigor al “siglo americano”. Las relaciones de los yihadistas islámicos con la CIA, desde Afganistán a Bosnia, pasando por el 11-S, son muy significativas a este respecto.

Cuanta más colaboración, interacción y convergencia haya entre los tres grandes actores mencionados, mayor será la posibilidad de supervivencia. El mundo de hoy tiene un amplio campo para esa imprescindible colaboración entre chinos, occidentales y musulmanes; mantener la estabilidad política y reducir la desigualdad global, la acción contra el calentamiento, la regulación del sistema financiero, la reforma de las instituciones de gobernanza global para que sean más democráticas y representativas de la realidad del mundo, el desarme nuclear… Nada de todo ello es viable cuando el principal actor está empeñado en combatir su relativo declive mediante su particular militarismo imperial, su yihad y su sharía. En ese contexto, la oscura muerte del turbio Bin Laden es completamente anecdótica.

5 de mayo de 2011
[Publicado originalmente en:
http://blogs.lavanguardia.com/berlin/la-sharia-de-occidente/]

 

Nacionalismo y convergencia de la izquierda estatal

Armando Fernández Steinko

Las izquierdas del Estado español están divididas por razones identitarias. Como en Bolivia, Italia o Bélgica —no así en Canadá, Gran Bretaña o Turquía, pero tampoco en Galicia o Canarias—, los ciudadanos de Euskadi y Cataluña que impugnan la legitimidad nacional del Estado viven y trabajan en territorios con una renta del cápita superior a la media. Esto no quiere decir que el problema se pueda reducir a un asunto de redistribución territorial, pero este dato tampoco debería ignorarse. Muchos catalanes y vascos de izquierdas no se sienten aludidos cuando se demuestra que la renta per cápita de Euskadi y Cataluña es (muy) superior a la de Extremadura. Este desinterés por la solidaridad estatal también se da en la tercera de las comunidades más ricas (la de Madrid), aunque no en el campo de la izquierda sino (¿aún?) sólo en el de la derecha y del centro-derecha. Todo esto es el resultado pero no el origen de la falta de una identidad compartida en el campo de las izquierdas alternativas del Estado, una situación que dificulta la convergencia de las izquierdas de todo el Estado en torno a un programa antineoliberal. Por eso es necesario profundizar en las claves políticas del problema identitario.

El problema tiene, al menos, cinco nudos que habría que ir desatando de forma constructiva: a) las identidades son piezas esenciales de la realidad política, también y sobre todo para cualquier proyecto de la izquierda alternativa; b) la identidad guarda una cierta autonomía con respecto a la clase, pero ésta no se debe abordar de forma neutral en términos de clase; c) las identidades son productos históricos: se crean, construyen y modifican, no se derivan de una realidad surgida para siempre en el pasado que luego, si acaso, va actualizándose en el presente sobre la misma base ahistórica, es decir, definitiva e inamovible, creada para todos los tiempos; d) las identidades se han creado durante siglos de forma espontánea, pero también se pueden crear en actos políticos decididos; e) las lenguas son parte esencial de dichas identidades, tanto en su configuración espontánea como en los actos de construcción política de las mismas.

A. Piezas esenciales

La izquierda alternativa de proyección estatal está fuertemente influida por los profesionales urbanos, y éstos tienden a reducir la política al discurso racional (análisis de los intereses materiales, de las clases sociales, de la acumulación de capital, etc.). Es normal que así sea, pues el análisis y los símbolos son su principal herramienta de trabajo. Sin embargo, cualquier proyecto de transformación política que quiera generar hegemonías se sustenta, al menos, en dos pilares más: en una serie de valores compartidos sobre lo que es “bueno” y lo que es “malo”, y en elementos afectivo-emocionales entre los cuales se encuentran las identidades individuales, pero sobre todo también colectivas. Para la izquierda alternativa el plano racional tiene que actuar como regulador de los dos primeros, como una especie de ángel de la guarda, de referente permanente en la sombra: las identidades no deben llegar a eclipsar nunca el análisis racional, sino someterse a una contrastación racional y, si es posible, autocrítica permanente. Por ejemplo: “Aunque parezca que los inmigrantes o ‘España’ tienen la culpa de la crisis, soy capaz de analizar, y así he decidido hacerlo, cuál es el origen verdadero de la misma”. La izquierda alternativa nunca podrá llegar a ser hegemónica si no entiende que, para acceder a las clases populares, no va a ser suficiente aplicar el discurso racional. El actual capitalismo, cada vez menos domesticado por sistemas educativos públicos de calidad, y con medios de comunicación cada vez más cercanos al poder económico y político, hace aún más inviable intentar llegar a las clases populares sólo con discursos analítico-racionales. Hay que encontrar un discurso afectivo-emocional sin abandonar el discurso racional y sin abandonar el discurso moral.

B. Identidad y clase

La identidad es una suma de referencias emocionales, conscientes e inconscientes, que forman parte de cualquier proceso de socialización individual-familiar y social-colectivo. No es realista reducir las identidades al plano individual tal y como postula la politología liberal: los individuos son seres sociales, con lo cual las identidades tienen que ser tanto individuales como también y necesariamente compartidas. El problema no es, por tanto, si identidad sí o no, sino qué identidad, qué relación guarda ésta con una sociedad de clases cada vez más polarizada y cómo construir una identidad propia y genuina de la izquierda estatal que sea capaz de integrar a otras identidades colectivas en un único proceso plural pero también solidario. Si esto es cierto, el concepto “pueblo” sólo es admisible para la izquierda si no ignora dichas realidades sociales, la existencia de intereses contrapuestos que pueden llegar a camuflarse tras la idea de un mismo “pueblo”. Es imposible descifrar dichos intereses fuera del plano racional, hacerlo recurriendo exclusivamente a las emociones. Cuando la palabra “pueblo” sirve para ocultar la realidad de una sociedad dividida en la que los débiles tienen todas las de perder, se convierte en material político de las fuerzas conservadoras. Cuando no lo oculta sino que lo ilumina, aunque sea de forma ambigua, puede servir para aglutinar intereses transversales en un objetivo emancipador común. En tiempos neoliberales, la palabra “pueblo” es utilizada sobre todo para lo primero, algunas veces incluso por algunos sectores de la izquierda y sin que siempre sean conscientes de ello. En tiempos de acumulación acelerada de capital, el centro político no necesita acordarse de las clases populares pues éstas se benefician automáticamente de la bonanza, aun cuando sólo les queden migajas. Pero cuando la acumulación de capital se estanca, no hay forma de fidelizarlas. En ese momento los gobiernos neoliberales recurren al populismo interclasista en todas sus variantes: chauvinista, étnico-racial, xenófobo, homófobo, pero también al populismo nacionalista. Esto frena la posibilidad de que el descontento conduzca a una impugnación de los verdaderos mecanismos generadores de desigualdades y de injusticias sociales.

Para la izquierda alternativa la solución no puede ser la eliminación del discurso afectivo-emocional, su sustitución por un discurso sólo racional y normativo. La solución es la construcción activa y regulada racionalmente de una identidad compartida en todo el Estado basada en criterios realistas, es decir, de clase, en la idea de solidaridad entre todas las personas y los grupos “humillados, explotados y enajenados” (Marx). Es imposible movilizar políticamente a las mayorías desfavorecidas sin recurrir también a un discurso de este tipo. Pero también es imposible que la identidad nacional se convierta automáticamente en material político para la izquierda alternativa si no es domesticándola racionalmente. ¿Sería esto un populismo de izquierdas responsable, es decir, anclado en análisis racionales? Sí, con ése o con otro nombre. No hay otra posibilidad de llegar a los “humillados, explotados y enajenados”, de alcanzar mayorías significativas para poner en marcha un cambio profundo.

C. Producto histórico

La izquierda alternativa no debería entender por “historia” la actualización de una serie de cosas —identidades, culturas, territorios— que en un determinado momento irrumpieron en la sociedad para conquistar una legitimidad definitiva y para todos los tiempos. Éste es el esquema de las fuerzas conservadoras y del derecho natural que acaba siendo incompatible con la izquierda alternativa. Las identidades, igual que las culturas, las leyes, los estados y los sistemas políticos se crean, cambian y destruyen con el tiempo. Es verdad que hay identidades y naciones “nuevas” e identidades y naciones “viejas”, pero este atributo no les añade ni autenticidad ni legitimidad. Un viejo rico sólo se puede burlar del nuevo rico si ignora que él mismo fue nuevo rico en algún momento de la historia y que los nuevos ricos dejarán de serlo en el futuro. Lo que le da legitimidad a una identidad nacional no es el número de años que viene existiendo en el imaginario de las personas, sino su presencia contemporánea en dicho imaginario. La socialización familiar y comunitaria, local o estatal producen constantemente identidades nuevas, y la sábana del presente cubre constantemente las rocas del pasado. Esto les da a las identidades una gran complejidad política y sociológica. Pueden ser mixtas o monolíticas, locales o cosmopolitas; todo depende del contexto en el que se hayan movido el individuo y su familia —presente y pasada— de referencia a lo largo de sus vidas. Esto, la historia en permanente gestación y modificación, y no un pasado congelado en el tiempo, es la única fuente de legitimidad de identidades que debe reconocer la izquierda alternativa.

La identidad de los que conviven en la España moderna, como la de aquellos otros que conviven en cualquier otro lugar del planeta, también se está reconstruyendo y deconstruyendo permanentemente. La movilidad geográfica, los matrimonios mixtos, las estancias en el extranjero, una serie de acontecimientos importantes que se viven de forma compartida, etc., fijan continuamente nuevos sedimentos y sentimientos identitarios compartidos y desechan otros. El neoliberalismo convierte a los territorios y los estados en espacios que compiten entre sí con el fin de acaparar inversiones y recursos escasos. Al hacerlo fomentan la conformación de identidades territoriales excluyentes y enfrentadas. Ésta no es la única forma de abordar la construcción de identidades y en ningún caso puede ser la referencia de la izquierda alternativa. Explica el auge del nacionalismo neoliberal en todo el Estado y no sólo en las llamadas “nacionalidades históricas”, sino en todas aquéllas con una renta per cápita superior a la media, como la Comunidad de Madrid. Un Estado y una Europa solidarios darían nacimiento a identidades nuevas, aunque ninguno de los dos nacerán espontáneamente como una especie de subproducto ciego de las dinámicas neoliberales. Por el contrario, tienen que ser construidos en actos políticos decididos.

D. La construcción de identidades

Al igual que la economía y el cambio social, las identidades se pueden configurar de dos formas: o de forma inconsciente, como destilación espontánea de referencias culturales cotidianas y heredadas, o de forma inducida, por medio de medidas políticas que van calando en el imaginario colectivo. La gran coalición de centro-derecha/centro-izquierda a que dio lugar la transición monárquica ha hecho difícil la construcción de una identidad republicana compartida por todos los ciudadanos del Estado. La izquierda y el centro-izquierda han optado por dejar que vaya surgiendo de forma espontánea algo así como una “nueva identidad de la España democrática”. Al no intervenir políticamente en este proceso, la identidad preconstitucional, contruida de forma activa y pasiva a lo largo de cuarenta años de franquismo y salvada con algunos retoques por los poderes establecidos, se ha ido imponiendo de forma espontánea entre sectores amplios de las clases populares. Esto ha reforzado la hegemonía del Partido Popular y consolidado el proyecto político españolista y conservador. Por el contrario, los partidos nacionalistas no han perdido el tiempo y desde 1978 han venido construyendo una identidad nacional de base territorial en un proceso largo, sostenido y planificado políticamente que enlaza con las tradiciones de construcción identitaria del siglo XIX. No ha hecho lo mismo la izquierda alternativa del Estado. Desde su pasividad en estos temas se encuentra acorralada: por un lado, por el continuismo identitario de los “españolistas”, y por otro asiste pasivamente a la conformación de las nuevas identidades llamadas “periféricas”. Desde el debilitamiento de los proyectos anticapitalistas en todo el mundo ha caído en la pasividad: o bien sumándose a otros proyectos identitarios, o bien ignorando directamente el problema mientras las derechas se han apropiado del término “España”. La razón no es sólo el apoyo táctico a la monarquía de una parte de la izquierda alternativa en los primeros años de la democracia. El problema es, además, la tradicional tendencia de la izquierda alternativa a obviar los componentes afectivo-emocionales de la política, a sustituirlos por aspectos exclusivamente analítico-racionales. Esto no puede seguir así. La izquierda alternativa tiene que abordar de una vez por todas la construcción activa, planificada y sostenida de una identidad propia. Ésta sólo puede ser estatal y republicana, nutrirse del legado de su historia de lucha contra las fuerzas conservadoras y del legado democrático de las diferentes identidades nacionales progresistas que se han ido conformando en los diferentes territorios del Estado. La nueva identidad republicana no puede ser indefinidamente una simple acumulación de diferentes identidades parciales. Tiene que nutrirse de estas últimas sin destruirlas, pero antes o después tendrá que subrogarlas y crear a partir de ellas algo —no completamente— nuevo: una única identidad republicana, tal vez una especie de “patriotismo republicano y multinacional” (Andoni Basterra), compartido por todos y todas los que han decidido no dejar a los “humillados, explotados y enajenados” fuera de la historia.

E. El problema de las lenguas

Lenguas e identidades van siempre de la mano. Al igual que las identidades, que las sociedades y que las economías, las lenguas, o bien evolucionan espontáneamente, o bien se construyen políticamente. Sólo esto último convierte un dialecto en lengua. En la mayoría de los casos —especialmente cuando hablamos de lenguas de tronco común como las románicas— no existe nada, ni una estructura gramatical, ni un léxico, ni tan siquiera una tradición literaria que permita demostrar “objetivamente” que una lengua ha dejado de ser un dialecto. Al igual que en el caso de las identidades, se trata de un acto político decidido que les corresponde a las academias de la lengua. Este acto va desde la unificación de normas gramaticales, de la pronunciación y de la morfología, hasta la determinación del léxico culto, etc. Aquí sostenemos que no será posible crear una identidad republicana y multinacional compartida y perdurable en todo el país sin crear un único espacio lingüístico compartido. El actual modelo de unificación lingüística de uno y de otro signo exacerba todos los nacionalismos haciendo imposible su creación. En ese sentido es parte de la instrumentalización, por parte de las élites y de sus aliados, de los territorios como espacios neocompetitivos que luchan unos contra otros como si de empresas privadas se tratara. Por tanto, la solución sostenible no es crear espacios bilingües en aquellas zonas del país con lengua propia, sino crear espacios tendencialmente cuatrilingües en el conjunto de los territorios del Estado: el Estado republicano debe ser el garante de todo el patrimonio compartido que incluye todas las lenguas, de la misma forma que incluye todo su patrimonio natural y cultural como una realidad indivisible. Crear un único espacio lingüísticamente plural obligará a hacer una planificación lingüística a largo plazo y a la condena del uso de la lengua y de la identidad como herramientas para el enfrentamiento territorial. No es necesario que todos los ciudadanos hablen perfectamente cuatro lenguas, pero sí que puedan comunicarse con fluidez en al menos dos o tres de ellas y también que las lean sin problemas. Esto no ofrece ningún problema técnico. Además, será una aportación sustancial a la elevación del nivel cultural general de la ciudadanía, pues la dotará de recursos cognitivos para aprender lenguas adicionales de fuera del Estado. Noticieros nacionales en varios idiomas, cuñas bilingües y trilingües insertadas en la vida cotidiana de cada vez más personas, apoyo estatal activo a las lenguas con más dificultades, introducción escalonada de clases en diferentes lenguas en guarderías, escuelas primarias y secundarias, etc., servirán para ir naturalizando su uso sin dramatismo. Dicho uso irá configurando una nueva identidad multinacional (o multicultural) republicana basada en valores cooperativos y solidarios, tendencialmente socialistas. Su construcción debería convertirse en un plan de trabajo inmediato para la izquierda alternativa del Estado. Facilitaría la convergencia con sectores importantes de la izquierda nacionalista sin caer en enfrentamientos identitarios que dividen a los que han decidido luchar por incluir a las personas “humilladas, explotadas y enajenadas” en el mundo.

 

Cuaderno de crisis / 29

Albert Recio Andreu

La persistencia del paro masivo: lo que el señor gobernador quiere ignorar

Cinco millones de parados y subiendo, persistiendo, son muchos. Plantean muchas preguntas sobre las causas, sobre las medidas que hay que tomar. Provocan una interpelación permanente a los políticos y a los técnicos sobre qué soluciones adoptar, sobre cómo atajar la cuestión. También ofrecen muchas oportunidades a los vendedores de recetas mágicas, a los embaucadores, a los ignorantes; son especies que abundan y proliferan cuando el paro crece, como las setas o los caracoles tras las lluvias de otoño.

No hay vía más sencilla para eludir las interpretaciones erróneas que el análisis detenido de la realidad, eso que se le debe exigir a toda ciencia seria. Una guía para entender el mundo real, para ayudar a encontrar respuestas. Pero el que se siga un buen método no garantiza la infalibilidad, pues los errores y los caminos fallidos forman parte del propio proceso de aprendizaje e investigación. Y, por otra parte, el propio quehacer científico está contaminado por sesgos diversos: los que generan las ideologías de los propios científicos, los que provoca la financiación privada y los que produce el propio sistema académico, a menudo tan jerarquizado y organizado como otras instituciones sociales. Unos sesgos que son más evidentes en las ciencias sociales, en las que ni están disponibles muchos de los métodos de investigación de las ciencias naturales ni el objeto de estudio (las personas, los grupos sociales) constituye un objeto pasivo de investigación.

Todos estos sesgos están particularmente presentes en la que a veces pretende ser la ciencia social por excelencia, la economía, y que, observada con lupa crítica, aparece como una combinación de conocimientos reales, lugares comunes e ideologías. Es por esta razón que siempre resulta necesario descodificar y analizar las afirmaciones mayestáticas de algunos individuos que hablan desde el púlpito arrogándose un conocimiento verdadero. Tal es el caso del señor gobernador del Banco de España, arropado por el coro de los cien (o doscientos; uno ha perdido la cuenta) “mejores economistas teóricos del país”. Unos economistas tan buenos que no supieron predecir los fallos del sistema financiero ni alertar de los peligros de nuestro modelo productivo, que no han explicado por qué las ayudas al sistema financiero no se han transmitido al sector real, y que simplemente llevan años limitándose a tratar de inculcarnos que todos nuestros problemas se reducen a dos cuestiones clave: las regulaciones del mercado laboral y el excesivamente generoso sistema de protección social. Sin embargo, eluden explicarnos cómo este sistema regulatorio —que, según sugerencia de Fernández Ordóñez, “crea pánico a contratar”— pudo en el pasado reciente generar el mayor crecimiento de empleo de nuestra historia, al tiempo que permitía que el peso de las rentas del trabajo se mantuviera constante a lo largo del tiempo (y por debajo del 50% de la renta nacional) a pesar de que el crecimiento provocó un notable aumento del porcentaje de asalariados en la población ocupada.

Y es que, como ocurre en otros campos, a veces uno ve lo que quiere ver y se obsesiona en mirar las cosas desde un ángulo erróneo perdiendo de vista otras posibilidades de percepción, dejando fuera otras hipótesis que nos permitirían detectar otro tipo de cuestiones. Mi sugerencia es que, para entender el desempleo, la mejor pista es analizar cuáles han sido los elementos que explican el crecimiento y la destrucción de empleo, cuál es la estructura económica que sustenta este proceso.

Cuando se realiza dicho ejercicio, lo que se percibe es otra interpretación de la historia. Y lo que emerge es que el problema del paro en España está indisolublemente ligado a un historia de especialización productiva que no podía acabar de otra forma. Una historia que incluye un proceso paulatino de desindustrialización, iniciado a raíz de la crisis de 1975 y de la internacionalización de nuestra economía, y que se ha agravado en cada recesión. Una desindustrialización que, al no estar asociada a un cambio sustancial en nuestro modelo de consumo (en la vía de una sociedad más “desmaterializada”), genera problemas sistemáticos en la balanza de pagos que se traducen en un endeudamiento externo. Un desarrollo insuficiente del sector público asociado al éxito de las élites económicas a la hora de imponer la hegemonía de las políticas de bajos impuestos. En este contexto, gran parte del impulso económico se ha asociado al binomio turismo-construcción. Al final de la expansión, el peso de este último sector en España era casi el doble que la media europea, y su descalabro inevitable permite entender gran parte del problema actual: la destrucción de empleo en la construcción explica, por sí sola, más del 52% de todos los puestos de trabajo destruidos entre el tercer trimestre de 2007 y el primero de 2011. El resto son mayoritariamente empleos industriales, especialmente concentrados en sectores vinculados a la propia construcción (madera, mueble, estructuras metálicas, cemento y materiales de construcción), y ello sin perder de vista el impacto que tenía el sector en algunas actividades de servicios (inmobiliarias, transporte, empresas de ingeniería y arquitectura, etc.). El pánico a crear empleo no se debe a las regulaciones laborales, sino al colapso de un sistema productivo que es necesario transformar. Nadie va a crear empleo en la construcción cuando hay millones de pisos vacíos, ni tampoco en las empresas industriales cerradas.

Los economistas neoclásicos suelen trabajar con modelos de “pizarra”, en que la economía sube y baja respondiendo inmediatamente a pequeños cambios en las variables económicas. Por desgracia, la economía real es mucho más compleja: la actividad productiva y las inversiones requieren tiempo para materializarse, la información es imperfecta, muchos mercados están controlados por oligopolios, el tamaño importa, los comportamientos de las personas son complejos... Y cuando la economía se deprime, los inversores se paralizan, como explicaron muy bien los economistas keynesianos. Hace veinte años se puso de moda el concepto de “histéresis”. Reflejaba un hecho empírico relevante: cuando se generaba paro masivo, éste tendía a mantenerse durante largo tiempo (por tanto, debía tratar de evitarse la caída masiva del empleo). La destrucción de una estructura productiva con motivo de las crisis y la dificultad de recomponerla a corto plazo son, sin duda, las explicaciones más verosímiles del fenómeno.

Si este diagnóstico es adecuado, salir del desempleo masivo exige un cambio estructural que requiere claridad de ideas, voluntad de reformas y... tiempo. Se trata en todo caso de una transformación difícil de realizar que, dado lo que sabemos acerca de los retos ambientales, las desigualdades, las características de la población etc., requiere un complejo entramado de políticas orientadas a cambiar, para mejor, nuestro modelo de producción y consumo. Y que deberá hacer frente a la resistencia de los intereses dominantes, internos y externos, que siguen conspirando para que todo siga igual. Es evidente que MAFO y sus muchachos forman parte de estas fuerzas reaccionarias que impiden que discutamos en serio cómo reorientar la situación.

Por cierto, los cinco millones de parados no se explican sólo por los 2,3 millones de empleos destruidos, sino también por la llegada de un millón de mujeres adultas al mercado laboral, hecho que en gran medida pone de manifiesto la enorme inseguridad económica que padece gran parte de la población trabajadora, y que es una expresión adicional de un modelo social que no protege la subsistencia de la mayoría de la población. Los exabruptos del señor gobernador pueden leerse de varias formas, como resultado de su ignorancia o de su mala fe, o como simple cortina de humo para ocultar su responsabilidad y la de los suyos en la generación de un enorme problema social.

P.D.: En un panorama negro a veces hay alegrías. El País de hoy (sábado 28 de mayo) da noticia de un manifiesto de personalidades israelíes favorables a un Estado palestino. Entre los firmantes figura el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman. Kahneman, un psicólogo cognitivo, ha mostrado en sus trabajos que nuestros comportamientos difieren de los de la economía estándar. A pesar del Premio Nobel, es una de las voces silenciadas de lo que se enseña como “ciencia económica”. Conforta comprobar que alguien de quien uno ha aprendido cosas interesantes es también una persona con coraje moral y clarividencia empírica. Quizá también por esto sigo pensando que la crítica a la mala economía no puede llevarnos a despreciar el esfuerzo de conocimiento científico del funcionamiento económico.

 

Cajón Desastre

El Lobo Feroz

Democracia real ya

Grupos de personas, principalmente jóvenes, se movilizan para exigir democracia real ya. Pretenden la activación pacífica de la conciencia política. Están en contra de la corrupción de lo público. Exigen un cambio de la ley electoral porque como el Lobo firmante están hartos del desproporcionado sistema que manipula la relación entre el pueblo y la dirección política del Estado, el hermetismo de éste frente a las demandas sociales.

Estamos hartos de esos "representantes" irresponsables que legalizan cargar todo el peso de la crisis sobre las espaldas de la gente corriente.

El Sistema se luce con la intervención de la Junta Electoral Central: ¡se sostiene que pedir el voto responsable puede influir en la campaña electoral! 

Pero se lleva la palma el Govern del nacionalismo derechista en el poder: la actual Generalitat catalana, que desaloja con violencia injustificable la Plaza de Cataluña barcelonesa. El comportamiento de los mossos de esquadra sólo merece desprecio. El pretexto es ¡el Barça! El Lobo teme que la represión del movimiento se acentúe en los próximos días. Estos políticos que sólo sirven para muñir votos sienten terror ante la gente corriente; recurren a la fuerza armada contra ella. Los helicópteros sobrevuelan Barcelona desde primera hora de la mañana. La madera, previsoramente, no lleva distintivos para dificultar que se exijan las responsabilidades penales correspondientes. Que no son sólo las de los brutales maderos, naturalmente.

La capacidad de las buenas gentes para no responder a la actuación de provocadores y reventadores en las protestas pacíficas es  admirable.

No hay que bajar la guardia, sin embargo. Es probable que si el sistema opta por la represión la provocación forme parte de esa política.

El sistema político legaliza los recortes sociales, los laborales, el paro de millones. ¿Dónde quedan el derecho al trabajo y el derecho a la vivienda cacareados por la Constitución?

Y el sistema no sabe lo que se le viene encima: porque el desprecio por los sectores predominantes de una clase política corrupta y vividora no es de hoy ni de ayer. Viene de lejos. A la indignación por la gestión de la crisis contra las clases populares se añade ahora la expresión activa de la indignación política.

Como el sistema político no está dispuesto a hacer concesiones, puede tratar de emprender el camino de la represión. Seguir cercenando derechos y libertades. Hay que impedirlo. Hay que hablar de los deberes de los gobernantes y lograr que se asocien a las protestas los que todavía no han empezado a hablar. Recurrir a las variables tácticas que permitan asociarse a muchos.

El despertar pacífico de la conciencia política conducirá al despertar de la conciencia social. Pues no puede haber democracia real sin cambios sociales. El movimiento ha iniciado una carrera de fondo. Tiene enfrente, socialmente, la cultura insolidaria e individualista que el neoliberalismo ha inculcado a tanto cordero.

El movimiento no se va a agotar en el sprint inicial. La cuestión está ahora en la multiplicación en España de asambleas, juntas o comités locales, de barrio, etc. Y promover la internacionalización del movimiento iniciado. Toda la Unión Europea practica políticas de derechas, y serán muchos en otros países los que querrán poner remedio a eso. Ahora se trata de sumar.

***

El vuelco

No por esperable el vuelco electoral deja de tener importancia. Muestra el hartazgo con unas políticas del Psoe que el PP va a continuar y ensanchar. El vuelco ha dejado desnudo al Psoe, sin ideas ni cuadros que las tengan. Pero al Lobo le preocupan también otras cosas: el incremento del voto xenófobo, lo arrollador de la victoria del Partido Popular sobre todo donde tenía candidatos vinculados a la corrupción. Al voto de castigo al Psoe se añade un voto de conciudadanos moralmente ciegos y políticamente incompetentes. La cultura política de los españoles no se ha modernizado de veras: sigue lastrada por 40 años de franquismo y casi otros tantos de bipartidismo imperfecto y hermético a las demandas sociales. Además de desesperar de la política, sobre todo de la de los más afines a él, el Lobo desespera de esa parte de la ciudadanía que sólo sabe mirarse el ombligo. El PP y el Psoe han dividido al país.

El Batacazo

Sin duda el batacazo del Psoe le impone un cambio drástico. Los medios de manipulación de masas nos van a servir una tediosa discusión sobre personas. Pero el tema no es ése. La cuestión es qué política, más claramente, qué estrategia política puede proponer ahora el Psoe. En el pasado González puso los cimientos de lo que ahora se ha venido abajo —Otan, Unión Europea, neoliberalismo— y eso dio resultado mientras llovían fondos europeos, incluso con manchas tan graves como los GAL y el ingreso en la Otan. Zapatero optó por verbalizar mejoras sociales casi gratuitas (leyes del aborto, del matrimonio entre personas del mismo sexo y ley de dependencia), pero se ha rendido a los especuladores y ha acabado recortando el gasto social, implicándose además en guerras e intervenciones inicuas. El Psoe parece hoy un pollo sin cabeza, programado por el mismo neoliberalismo que el PP. ¿Se ha finiquitado su capacidad política? Al Lobo no le parece que esa empresa de servicios políticos tenga capacidad para virar. No sabe adónde, pues a esos señores y señoras la izquierda (a la que tal vez creen pertenecer) les causa horror. Ante los poderosos agachan la cabeza.

Bildu

La irrupción del nacionalismo independentista en las elecciones locales de Euskadi parece el signo de que esa opción puede entrar en vías pacíficas. El Lobo, sin embargo, no es optimista. El vanguardismo violento todavía está en sus genes, y hasta ahora nadie entre sus filas ha empezado a criticar el tipo de cultura política que ese mismo nacionalismo engendró con su apoyo tácito o expreso, hasta hace dos telediarios, a la lucha armada.

***

Viajar para encontrar ayuda

Hace unos años algunas españolas que precisaban interrumpir su embarazo viajaban a Londres, donde eso estaba permitido. Naturalmente, resultaba caro, y quedaba reservado para las personas de posibles. Con el tiempo se ha podido abortar legalmente en España, aunque condicionadamente.

Ante la estrechez de la nueva ley de cuidados paliativos, aún en discusión y miserablemente cicatera, las personas de posibles tendrán que viajar a Suiza u Holanda para conseguir ayuda para morir dignamente. Los demás tendremos que pasar por las horcas caudinas de los "cuidados paliativos". ¡Que no tengamos la desgracia de caer en manos de facultativos del Opus Dei y similares! ¿Cómo nos librará de eso el Estado? Cada persona ha de ser dueña de su propia vida, y debe poder ser ayudada por especialistas si quiere darla por terminada.

Por cierto...

A los médicos hay que exigirles toda la información sobre nuestra salud. No aceptar los informes sobre nuestros cuerpos de médico a médico en sobre cerrado. Hay muchas prácticas de ciertos médicos que es preciso erradicar. Tienen la obligación de informar al paciente para que éste —no ellos— pueda decidir.

***

Le basta con la demagogia

A Rajoy la demagogia le basta: "¿Quién ha recortado las pensiones?" "¡Zapatero!", grita su multitud adicta; "¿Quién ha aumentado los impuestos?", "¿Quién ha reducido los salarios?", "¿Quién ha gestionado la crisis?", etc. "¡Zapatero!", "¡Zapatero!", "¡Zapatero!"...

Cero Principios Rajoy sabe que habla para intelectos pasionales (españoles que embisten si se dignan usar de la cabeza). Sabe que el socialismo neoliberal de Zapatero, una contradicción en los términos, se lo ha puesto en bandeja. Que la verdadera izquierda social está en recomposición después de años de desconcierto. Y de paso disminuida por el sistema electoral. Nada importa que la política de Cero Principios consista en acceder al gobierno para hacer lo que Zapatero y más (y lo que Artur Mas, Esperanza Aguirre y compañía). Sabe que su proyecto dañará a sus votantes y no votantes, salvo los bastante ricos para pagarse medicina privada, colegios privados para sus hijos, para tener segundas residencias, yates, amarres y chanchullos. Hay que abrir los paraguas de la solidaridad. El posible triunfo electoral del PP en las generales, una calamidad para la mayoría.

¿Por qué no hay crédito?

Es bastante sencillo: porque para los bancos, que podrían darlo, es más rentable especular con las deudas públicas de los Estados y apostar en los garitos neoliberales de "instrumentos financieros". Y no vigila nadie, como se verá a continuación:

El gobernador del Banco de España

Este Fernández Ordóñez vuelve a recomendar que se limiten aún más los salarios. La recomendación no es función suya. Sí lo era vigilar el endeudamiento de las cajas de ahorros y no hizo absolutamente nada (ahora carga con ese endeudamiento el dinero público). Este gobernador del Banco de España es un modelo de gobernador neoliberal. Salvo para pedir recortes salariales, impasible el ademán.

Nadie le hace responsable de nada.

Duración de las vacaciones

Angela Merkel quiere recortar las jornadas vacacionales anuales en España. Los defensores de la medida señalan que ésta, de momento, no afectará a los parados.

mayo 2011

 

Nota sobre el congreso “Pico del petróleo, ¿realidad o ficción?”

Carles Mercadal

Celebrado entre los días 5 y 7 del pasado mes de mayo en Barbastro (Huesca), el congreso internacional “Pico del petróleo, ¿realidad o ficción?” congregó a un nutrido grupo de científicos tanto españoles como extranjeros (entre ellos algunos de los más reconocidos en la materia) con el objetivo de desentrañar con la mayor precisión posible en qué punto nos encontramos en lo tocante a la crisis energética derivada de la llegada del “pico del petróleo” o “peak oil” (en este sentido, el título del congreso plantea una pregunta retórica: hasta la pertinazmente optimista Agencia Internacional de la Energía reconoció el año pasado que se ha sobrepasado ese punto, al menos en cuanto a producción de petróleo convencional); qué otras fuentes de energía podrían presentar en un futuro —no tan lejano— problemas de suministro (se habló también del gas, el carbón, el uranio o incluso de recursos minerales vitales); qué graves problemas económicos, ecológicos e incluso alimentarios conlleva tener que compensar el descenso del petróleo convencional mediante otros combustibles no convencionales, como los agrocombustibles, el crudo extraído en aguas profundas o el obtenido de arenas asfálticas; qué energías alternativas podrían ser útiles para compensar el declive de las energías fósiles y hasta qué punto cabe ser optimistas en cuanto a su capacidad para contrarrestar dicho declive, y un largo etcétera.

De todo ello nos hemos hecho eco ya tanto en el mt.e como en la edición en papel, y aunque ya aviso que las conclusiones generales del congreso no invitan ni mucho menos a ser optimistas sobre el futuro económico y ecológico que nos espera en breve de no producirse un reajuste inmediato y profundo del paradigma socioeconómico actual, siempre es preferible que el lector o lectora extraiga por cuenta propia las conclusiones pertinentes.

En el apartadoAgenda del congreso” de la página enlazada al principio, se pueden encontrar vídeos y documentos de la mayoría de las ponencias presentadas en el congreso. Hay mucho material y buena parte de las charlas tienen un marcado carácter técnico —para qué negarlo—, pero lo perentorio del problema hace que merezca el esfuerzo visionar al menos unas pocas de las ponencias. En este sentido, además de la exposición introductoria del reconocido geólogo Mariano Marzo (“El suministro global de petróleo. Retos e incertidumbres”), sintomática del sombrío cariz que está tomando la situación, me tomo la licencia de recomendar también las ponencias de Antonio Turiel (“Petróleo no convencional: análisis de la capacidad de producción, impacto ambiental y TRE”), dedicada a las evidentes limitaciones energéticas y ecológicas de los combustibles no convencionales —presentados últimamente como una de las panaceas que permitirán solventar buena parte del problema—, y de Pedro Prieto (“El papel de las energías renovables en el futuro energético español”), en que, con su estilo desenfadado, este consultor energético expuso sin ambages la magnitud del desaguisado y las limitaciones inherentes a las renovables para suplir una parte significativa de la energía que actualmente suministran las energías fósiles. En cualquier caso, no está de más seguir buceando en otras ponencias para formarse una idea más cabal sobre una crisis compleja y multifacética que se está retroalimentando con las otras —más “visibles” o pregonadas—, como la financiera y especulativa, la alimentaria, la climática, la sociolaboral, etc.

Para un resumen más extenso sobre lo tratado en el congreso, véanse los comentarios que les dedicaron Daniel Gómez Cañete en la página web Crisis Energética
http://www.crisisenergetica.org/article.php?story=2011051413003857
y Antonio Turiel en su blog The Oil Crash
http://crashoil.blogspot.com/2011/05/barbastro-en-el-retrovisor.html

 

 

Cine documental

Con casi un millón de visualizaciones sólo en Grecia, el documental Debtocracy, obra de un colectivo de periodistas independientes, se ha convertido en todo un fenómeno de masas en el país heleno y empieza a traspasar fronteras gracias a la inclusión de subtítulos en otros idiomas (una vez puesto en marcha, hay que seleccionar la opción “Subtitles” y elegir entre los disponibles, entre ellos español). A lo largo de los setenta y cinco minutos que dura, Debtocracy indaga de manera incisiva en las causas históricas que han provocado que una democracia formal, integrada en la todopoderosa Unión Europea, se haya convertido de facto en una “deudocracia” —como reza muy acertadamente el título del documental—, sometida a las mismas recetas económicas sectarias por parte del FMI, el Banco Mundial y el propio BCE que en las últimas décadas han venido atenazando a las economías de zonas enclavadas en el “tercer mundo”, y aboga sin complejos por la misma solución que países como el Ecuador de Rafael Correa adoptaron para revertir una dinámica que sólo podía calificarse de expolio premeditado: el impago parcial de una deuda externa a todas luces “odiosa”. Cuando las barbas del vecino veas cortar... 

[Carles Mercadal]

 

Foro de webs

Insight
http://www.insightweb.it

Insight
es una publicación multilingüe que tiene como objetivo el análisis de la crisis y de sus desarrollos económicos y sociales.

Reconstruim la universitat Pública. Aturem les retallades
http://reconstruimlapublica.wordpress.com/
Espacio
web que informa de los recortes en curso en el sector universitario catalán. Enlaces al Manifiesto de la Plataforma Unitaria en Defensa de la Universidad pública (PUDUP), a la lista de adhesiones y a materiales diversos.

 

 

Páginas amigas

Centre de Treball i Documentació (CTD)
http://www.cetede.org

Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
http://www.ucm.es/info/nomadas

El Viejo Topo
http://www.elviejotopo.com

La Insignia-
http://www.lainsignia.org

Sin permiso
http://www.sinpermiso.info/

 

Revista mientras tanto

Número 115

 mientras tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB

Invierno 2010

115

OBAMA, LA IZQUIERDA Y LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA NORTEAMERICANA
Andreu Espasa

 

CONTINUIDAD Y CAMBIO EN LA POLÍTICA EXTERIOR DE EEUU

Michael T. Klare

 

SOBRE EL PICO DEL PETRÓLEO. ENTREVISTA A ROBERT H. HIRSCH

Matthieu Auzanneau

 

ESTATUTO JURÍDICO DEL SAHARA OCCIDENTAL

José Antonio Yturriaga Barberán

 

 

CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO

 

RELIGIÓN Y FE HOY. UNA APORTACIÓN AL FORO MUNDIAL DE TEOLOGÍA Y LIBERACIÓN

Jaume Botey

 

IGLESIA CATÓLICA Y ESTADO LAICO

Juan José Tamayo

 

ATEISMO Y LAICIDAD

Joan Carles Marset

 

SOBRE LAICISMO Y EDUCACIÓN

José Manuel Barreal

 

CONTRA LA AUTONOMÍA FEMENINA: EL ABORTO COMO MATERNIDAD NEGADA

Antonio Giménez Merino

 

 

 

CUESTIÓN DE PALABRAS

 

Álvaro Salvador

 

CITA

 

Georges Sorel, Reflexiones sobre la violencia
 

mientras tanto bitartean mientras tanto mentrestant
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB

 

 

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