Morales
J.-R. Capella
Ciudadanos
apaleados en plaza pública. El conseller de la Generalitat catalana
Felip Puig declaraba que los mossos de esquadra a sus órdenes
sólo pretendían asegurar la higiene de la Plaza de Cataluña barcelonesa.
Unas razones de higiene que hieden. Por eso los helicópteros
policiales sobrevolaron la ciudad desde las 6.30 h. de la mañana; por
eso los mossos no eran mossos cualesquiera sino las
brigadas antidisturbios. Por lo mismo esos mossos habían
eliminado de sus uniformes, previsoramente, los preceptivos
distintivos de identificación. Por razones de higiene causaron
160 heridos y por fortuna no hubo ningún muerto.
Los
manifestantes —pues eran manifestantes, no meros acampados como rotula
cierta prensa— ejercían en la plaza de Cataluña un derecho
constitucional, esto es, un derecho que genera obligaciones para los
gobernantes: ante todo el de respetarlo y el de hacerlo respetar. Las
autoridades han violado sus propios deberes. Están acostumbradas a
ignorarlos. Probablemente los culpables —tal es el signo de este sistema
que los manifestantes denuncian— no serán responsabilizados
jurídicamente por ello, y menos condenados así (desde cualquier otro
punto de vista ya lo están).
Otra
moral es la de los manifestantes: se mantuvieron sentados en el suelo
siempre que pudieron, no respondieron a la provocación policial, no
impidieron la incautación de sus enseres por supuestos servicios de
limpieza que se apoderaban de ordenadores personales. Mostraron unas
manos blancas. Manifestantes pacíficos de verdad.
Dos
morales distintas.
El
president de la Generalitat —yo no me quiero enterar, que cantaba
la Piquer— había hecho una oportuna escapada a Londres, tal vez unas
compras, un día que era a la vez el día de autos y el día antes del
partido del Barça. Importante viaje político. Viaje político de
dos días.
Una
es la moral de la gente que nos gobierna; otra, la de quienes
manifiestan su protesta. Y la pregunta es: ¿cuál es la moral de los
pasivos, de los que se desentienden y evaden que decía Celaya?
Las imágenes de lo ocurrido en Barcelona el 27 de mayo no deben caer en
el olvido. ¿Esto es democracia?
Comentarios
prepolíticos: 2. Ciudadanos y prepotentes: de Sol a Catalunya
Joan Busca
I
El
movimiento que se inició con la instalación de un campamento de protesta
en la madrileña Puerta del Sol y que consiguió llenar de gente más de
cien plazas de ciudades españolas, ha puesto de manifiesto algo que
podía descubrir cualquiera que se parara a hablar con la gente. Que el
rey está desnudo y una parte de la ciudadanía sabe que la actual crisis
capitalista es una estafa que ha perpetrado una minoría social. Que la
fosilización y oligopolización de las instituciones políticas ha
degenerado en una democracia degradada. Que los partidos políticos de
izquierda y los sindicatos no son reconocidos como defensores de los
intereses de una gran parte de la gente a la que deberían representar.
Que la normalización de la corrupción y la xenofobia huelen a podrido.
Que la inevitable necesidad de hacer frente a los retos ecológicos sólo
ha avanzado en los eslóganes comerciales... Una enorme diversidad de
visiones críticas que se encuentran huérfanas de organización,
representación y plasmación, y que las acampadas han conseguido
aglutinar.
Viendo
lo que ocurre en las plazas de acampada, se constata que la respuesta no
es sólo un fenómeno juvenil (aunque los jóvenes han tenido un
protagonismo inevitable) ni se reduce a la indignación. Más que
indignación, lo que uno ha sabido ver es esperanza, de que por una
puñetera vez las cosas empiecen a cambiar, de que esta gran masa de
sufrientes pueda empezar a generar un proceso real de cambio.
II
La
simpleza del planteamiento, su ausencia de un discurso cerrado, su
carácter de actividad abierta, han posibilitado su extensión y
comprensión. Lo más fácil es plantear cuestiones simples y explicarlas
con sencillez. Como el planteamiento del movimiento de los hipotecados,
que ha facilitado que mucha gente entienda la injusticia que están
ejerciendo las entidades financieras sobre una parte de la población.
Y han
constituido un acierto el carácter abierto del movimiento y su opción
por la acción pacífica. Cualquiera puede acercarse a las acampadas,
dialogar, colgar sus ideas. Y nadie lo percibe como la acción de una
minoría dispuesta a jugar una partida de guerrilla con las fuerzas de
seguridad. Le ha sido difícil al poder deslegitimar el movimiento fuera
de sus habituales clientelas de poder.
III
Y,
a pesar de todo ello, el 22-M acabó con un triunfo electoral de la
derecha que amenaza con desarbolar el poco espacio social conseguido y
que constituye una seria amenaza a las libertades de los más débiles;
especialmente para la población extranjera, criminalizada por unas
políticas xenófobas que han adquirido un nuevo impulso tras la nueva
batalla electoral.
Una derecha que ha triunfado en parte por su control de los medios de
producción
de hegemonía (medios de comunicación, Iglesia católica, escuela
privada...) y por la desmovilización y el desencanto de los votantes de
izquierda. Una victoria que ha generado una enorme prepotencia en los
líderes de PP y CiU, que se han visto absueltos de su corrupción, de su
inanidad, de su inmoralidad. Prepotencia que puede generar lo peor, un
desmantelamiento insensato de políticas y derechos sociales, pero que
también puede generar errores de bulto que pueden ayudar a transformar
la realidad.
IV
Esto último
es lo que le ha ocurrido a Felip Puig, el arrogante y oscuro
conseller de Interior de la Generalitat, uno de los pilares de CiU,
empeñado en demoler cualquier política de izquierdas (como la sensata
instalación de cámaras en las comisarías de policía, el código ético
policial o la limitación de la velocidad de los automóviles para reducir
los accidentes y la contaminación), predispuesto a las políticas de mano
dura y a la autonomía de los Mossos d’Esquadra (siempre bajo las órdenes
de ese oscuro personaje llamado Joan Delors, que ha sobrevivido a todos
los gobiernos autonómicos).
El intento
de desalojo de los acampados en la plaza de Catalunya, llevado a cabo
con mentiras (“vamos a limpiar la plaza y quitar elementos peligrosos”,
lo que incluía retirar pancartas y arrebatar ordenadores), con enorme
violencia (hay cientos de imágenes que muestran las palizas con porra a
ciudadanos pacíficos y el uso masivo de balas de goma y pistolas
eléctricas) y con una gran dosis de ineficacia, es una muestra extrema
de esta actitud de autoritarismo, desprecio democrático, soberbia e
ineficiencia.
No contaban
con la respuesta masiva y pacífica de los acampados y de los miles de
personas que acudieron en su apoyo, de las personas de todo tipo que
manifestaron su apoyo al movimiento y su repulsa a los Mossos. Una
acción de resistencia pacífica que convirtió la impunidad en derrota del
poder. Una intervención policial que al final acabó en debacle para sus
promotores: la plaza de Catalunya vuelve a estar ocupada. Ayer, miles de
personas volvieron a concentrarse con flores en la plaza, y en muchos
barrios de Barcelona se pudo oír una persistente cacerolada que
expresaba crítica, regocijo y ciudadanía. El propio movimiento de la
acampada ha cobrado nuevo impulso y ciudadanía social.
V
Ahora viene
lo más difícil: garantizar que esta preciosa floración del mes de mayo
no tenga la misma corta trayectoria que han tenido otras buenas
explosiones de participación social. Nuestras condiciones de vida,
nuestras libertades, nuestra sociabilidad, están amenazadas seriamente
por una derecha que está en condiciones de alcanzar una cuota de poder
como nunca la tuvo en los últimos treinta años. Y están amenazadas por
un capitalismo irreformado que ha salido intacto del primer asalto de su
propia crisis.
Ganar
continuidad pasa por generar propuestas de acción, de organización y
programáticas capaces de generar movilizaciones, hegemonía cultural,
activismo social. Ha sido mérito del movimiento abrir un nuevo espacio,
romper el monolítico discurso dominante en los medios, animar una nueva
oleada participativa. Y no podemos dejar que se marchite a las primeras
de cambio. No sólo dependerá de la capacidad de sus activistas de
concretar propuestas, sino también de que algunas de las organizaciones
tradicionales sean capaces de tomar nota y de confluir en un proceso
social que exprese la heterogeneidad de la inmensa masa social de
ciudadanos de segunda. Mayo puede ser el inicio. Todas las personas que
participamos en todo tipo de organizaciones sociales tenemos ahora la
responsabilidad de que este inicio tome cuerpo.
Los
límites del sistema de partidos y cómo esquivarlos
Joaquim Sempere
En muchos
países musulmanes existe el llamado “crimen de honor”, que implica la
impunidad o la tolerancia hacia crímenes contra mujeres que hayan
violado las normas de recato que se consideran inviolables. Un número
creciente de personas —más allá de los sectores feministas— rechazan
esta costumbre tradicional de opresión y sumisión de la mujer, pero la
costumbre persiste y se plasma en la legislación. Por ejemplo,
estableciendo que se trata de un crimen que merece un eximente y que se
castiga levemente o como una simple falta y no como un delito.
En
Palestina
el problema está muy vivo: se registraron diez casos de crimen de honor
en 2010. En 2002 se sometió al Parlamento un proyecto de reforma del
Código Penal para acabar con la indulgencia hacia este delito, pero fue
rechazado por una amplia mayoría de diputados tanto de Al Fatah como de
Hamás, aherrojados por la mentalidad patriarcal o religiosa o por el
temor a ser tildados de occidentalistas. Pues bien, en 2010 fue
asesinada la joven Ayah Baradeya, de la población cisjordana de Sourif.
Meses después se descubrió que había sido víctima de un tío suyo,
taxista de 37 años, por haber flirteado con un compañero estudiante que
no era del agrado de la familia. El hermano de Ayah, Rami Baradeya, no
se resignó a que el culpable recibiera una pena menor y soliviantó a la
población. El caso se convirtió en una mecha que encendió no sólo a los
15.000 habitantes del pueblo, sino a muchos sectores de Cisjordania.
Hubo un entierro multitudinario de la joven y manifestaciones masivas en
Hebrón y Ramallah exigiendo la reforma del Código Penal. Ante esta
movilización, los diputados de ambos partidos mayoritarios, que nueve
años antes habían desestimado la reforma, esta vez se apresuraron a
hacerse eco del clamor popular y en pocos días resolvieron
favorablemente la reforma legal que suprime la indulgencia hacia este
tipo de crimen. Según Rami, el promotor de las manifestaciones, un alto
responsable de Hamás en Gaza le mandó un mensaje asegurándole que el
asesinato de Ayah no tiene nada que ver con la religión y que había que
cambiar la ley (Le Monde, 20/05/2011).
La noticia
tiene interés por varios motivos. Si la vemos sobre el trasfondo de las
revueltas en el mundo árabe de estos últimos meses, nos sugiere que la
ola de fondo que sacude a esos países tal vez va más allá del simple
cambio político y contiene también gérmenes interesantes de aspiración a
cambios sociales más profundos. El hermano de la víctima, empleado de
banco, argumentaba que no tienen sentido ni la impunidad ni el castigo
tradicional, que implica el destierro del culpable de su población de
residencia junto con su familia, y pedía la aplicación de la justicia
ordinaria moderna, es decir, individualizada, aliñando su argumento con
un inteligente guiño contra las prácticas del Estado de Israel: “Se
trata de un castigo colectivo, como lo que hacen los israelíes. Lo que
deseo es que el asesino de mi hermana sea juzgado como cualquier otro
criminal”.
Pero
el caso también representa un episodio universalizable de interés para
quienes aspiramos a transformar nuestras sociedades. A veces el sistema
de partidos, cuando existe, resulta inoperante para tomar medidas que se
revelan como necesarias o deseadas por amplios sectores de la población.
El ejemplo de Cisjordania muestra que incluso en sistemas aparentemente
rígidos e impermeables de partidos, ciertas reivindicaciones pueden
triunfar si se hacen sentir con la fuerza suficiente en la calle o en
otros espacios ajenos a las instituciones. En este caso, es evidente
que, previamente al triunfo legislativo, tuvo que haber un proceso largo
de maduración de la sociedad respecto de la cuestión dirimida. Esto
obliga a considerar la importancia y el valor de un trabajo social y
cultural de fondo que prepare las mentalidades.
Visto desde
el movimiento de los “indignados” españoles de estas últimas semanas y
desde el decepcionante resultado de las elecciones municipales y
autonómicas, el caso da motivos para la reflexión. Es obvio que el
actual sistema de partidos no sirve, que necesita cambios importantes y
una reforma a fondo de la ley electoral. Pero esto no se puede lograr en
poco tiempo. Mientras tanto, el pueblo no tiene por qué darse por
vencido: debe saber que puede ganar batallas parciales importantes desde
fuera de los parlamentos y los gobiernos, desde la calle, desde las
redes sociales. Y debe saber también que para ello hay que librar una
batalla, tal vez (pero no necesariamente) larga y paciente, en la esfera
de las ideas y las mentalidades, preparando las condiciones que hagan
posible que una coyuntura favorable desencadene acciones eficaces para
mejorar la democracia y avanzar hacia los cambios sociales deseados.
15-m:
Hartos de estafas y de impunidad
Juan Torres López y Carlos Martínez*
La inmensa
mayoría de los políticos, periodistas y tertulianos no han querido oír
en los últimos tiempos a los jóvenes con tasas de paro del 45%; ni a las
miles de personas que reclamaban al Banco de España y los tribunales que
los defiendan de las estafas de los bancos en forma de contratos de
swaps, clips y demás engaños; ni a los cientos de miles de
familias que han perdido la vivienda; ni a las decenas de miles de
pequeños y medianos empresarios que cierran sus empresas porque no
reciben ni un euro de bancos que usan las ayudas públicas para seguir
especulando; ni a los padres y madres de familia que tienen cada vez más
dificultades para llegar a fin de mes mientras los beneficios de las
grandes empresas y bancos se disparan; ni a quienes decíamos que las
medidas que se estaban tomando no eran para resolver la crisis, sino
para que quienes la habían provocado salieran de ella con más poder y
más beneficios; ni a quienes empezaban a sentirse indignados porque,
para crear empleo, el gobierno llamara a la Moncloa a los grandes
directivos de las empresas y bancos que más puestos de trabajo han
destruido en los últimos años.
Han
estado haciendo oídos sordos a todo esto. Nunca hablan de que los bancos
matan de hambre a la gente ni explican cómo les engañan y quitan sus
viviendas. Y ahora que la gente reacciona y sale a la calle harta de
todo eso, quieren ser ellos los grandes intérpretes de lo que está
pasando. Pero se van a equivocar de nuevo.
Lo que
está ocurriendo y lo que va a ocurrir en nuestras calles es bastante más
sencillo de lo que parece. La gente ve, la gente lee y la gente entiende
mucho más de lo que le ofrecen los medios propiedad de los bancos y de
las grandes empresas que sólo programan bazofia para que la mayoría de
la gente ni vea, ni piense, ni sepa nada inconveniente para ellos. Cada
vez más gente se conecta a internet y habla con otras gentes para
informarse por otras vías, y ha empezado a descubrir que Botín, Miguel
Ángel Fernández Ordoñez, Francisco González, Mariano Rajoy, Esperanza
Aguirre, Zapatero y compañía han montado una estafa colosal y que ya se
ha empezado a cansar de soportarla.
Se han
dado cuenta de que sí sabían que se iba a producir una crisis de gran
envergadura, pero que la ocultaron para que no se viera la
responsabilidad criminal de quienes la habían provocado: los bancos y
las autoridades de los gobiernos y los bancos centrales que miraban a
otro lado.
Se han
dado cuenta de que las multimillonarias ayudas que les dieron a los
bancos con la excusa de que así se iba a reactivar el crédito para que
no se siguiera perdiendo empleo han sido también mentira, porque lo que
han hecho los bancos con ese dinero ha sido emplearlo en especular con
la deuda de los gobiernos y así extorsionarlos mediante el auténtico
terrorismo financiero que practican las agencias de calificación para
exigirles reformas que les den aún más ventajas.
Se han
dado cuenta de que la reforma laboral, la de las pensiones, la de las
becas y las ayudas a la educación, el recorte de los salarios y las que
vendrán para modificar la negociación colectiva o para privatizar los
servicios públicos, no tienen nada que ver con las causas de la crisis,
sino que son la forma de abrir nuevos negocios para que sigan forrándose
los mismos de siempre.
Y la
gente empieza a darse cuenta de que ya no se puede soportar tanto engaño
en nuestra vida política, con cientos de cargos imputados por corrupción
sin que los dirigentes de los partidos les digan nada, con un
bipartidismo favorecido por una ley electoral sencillamente no
democrática, por créditos bancarios que nunca devuelven y por medios de
desinformación propiedad de las grandes fortunas o de empresas y bancos
que sólo informan de lo que les conviene. Es decir, miles de personas se
han dado cuenta ya de que no vivimos en una democracia y de que, por
tanto, hay que reclamar la Democracia Real cuanto antes.
Eso
no es todo, porque también hay algo más. La gente que está en las
calles, la que apoya a la que ya está en la calle y la que se va a ir
sumando a la calle SÍ TIENE ALTERNATIVAS, aunque los políticos
convencionales se empeñen en descalificarnos diciendo que somos
antisistema (cuando en realidad es el sistema el que es antinosotros),
que sólo sabemos protestar y decir que no.
Somos
muchos y de sensibilidades variadas, pero basta ver los documentos que
han ido circulando llamando a las manifestaciones para percibir que hay
cuestiones comunes y básicas que nos unen a todos porque, por encima de
nuestras diferencias, somos, sobre todo y simplemente, ciudadanos y
ciudadanas que lo que queremos es algo tan elemental como democracia
real y justicia de verdad.
Entre
otras demandas que pueden verse en los documentos de
Democracia Real Ya
u otras organizaciones que apoyan las movilizaciones, como
ATTAC, queremos que haya una ley electoral
que no sea discriminatoria, que garantice la igualdad de todas las
personas ante los procesos electorales, queremos una jurisdicción que
expulse de la vida política a los corruptos, queremos leyes de medios
que garanticen pluralidad y no la concentración perversa de ahora...
Queremos
normas que garanticen que los banqueros y las grandes patronales no
puedan extorsionar a los gobiernos ni imponer su voluntad a los poderes
representativos. Queremos que las decisiones económicas las tomen
aquellos que hemos elegido para que las tomen, y no otros disfrazados de
mercados. Y que los mercados estén sometidos a la ética de la
satisfacción social y no a la del lucro sin fin.
Queremos
recobrar las empresas que los gobiernos concedieron a bajo precio a
capitales privados y que ahora se llevan nuestro capital y nuestros
beneficios a otros lugares despidiendo a nuestros conciudadanos y
prestando servicios mucho peores y más caros.
Queremos
una banca pública controlada estrictamente para que garantice
financiación a los pequeños y medianos empresarios y a las familias.
Queremos
medidas de urgencia para que se investigue a los responsables de la
crisis y paguen con dinero y la cárcel por sus estafas, engaños y
crímenes económicos aquí y en los paraísos fiscales.
Queremos
una reforma fiscal que acabe con la injusta situación actual, que
permite que los más ricos prácticamente no paguen y que hace recaer la
mayor carga impositiva en los asalariados y pequeños y medianos
empresarios de rentas más bajas, arruinando así a las clases medias y
trabajadoras, que son el sostén de las democracias.
Queremos
que los poderes públicos impidan desde ya que siga habiendo miles de
familias que pierden sus viviendas a manos de las entidades financieras,
que se penalicen las actividades especulativas y el que nuestro
patrimonio natural y ambiental se siga destruyendo como hasta ahora sólo
para que ganen dinero unos pocos desalmados.
Esto es
más o menos lo que quieren estas personas, jóvenes y más maduras, que
han irrumpido en nuestras calles como un tsunami que durará mucho más de
lo que algunos se creen. No hace falta mucho debate para entender lo que
piden, lo que pedimos. Es bastante elemental: que los culpables paguen
el daño que han causado, que si antes han salvado tan generosamente a
los ricos, salven ahora a las personas, y que se garantice que las
decisiones que se toman en las instituciones políticas sean las que
hayamos decidido los ciudadanos y ciudadanas cuando elegimos a nuestros
representantes, y no, como está sucediendo, las que imponen los
banqueros y grandes propietarios para salvar solamente sus intereses
egoístas. Eso es todo lo que exigimos. De momento.
—19
de mayo de 2011
* Juan Torres López
es
catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla y miembro del
Comité científico de ATTAC-España
(http://www.juantorreslopez.com)
Carlos Martínez es politólogo y ex presidente de ATTAC España
(http://www.carlosmartinezblay.blogspot.com)
Bin
Laden ha muerto, palabra de honor
José Luis Gordillo
Dos
años antes del 11-S, en noviembre de 1999, Richard Cheney impartió una
conferencia en el Instituto del Petróleo de Londres en la que dejó caer
unas cuantas afirmaciones campanudas
http://www.crisisenergetica.org/staticpages/pdf-rtf/Dick_Cheney's_speech-Traduccion.pdf
Entre otras, que “el petróleo es la base y fundamento sobre los que se
sustenta todo el edificio de la economía mundial”. O bien, que en los
diez años siguientes —entre 1999 y 2010— la demanda de petróleo iba a
aumentar un 2% cada año mientras que, simultáneamente, su oferta iba a
disminuir un 3% debido al agotamiento de las reservas conocidas. ¿Eran
afirmaciones exageradas? Por lo que se refiere a las cifras sobre los
vaivenes en la demanda y la oferta del petróleo, tal vez Cheney erró en
el detalle de las cifras concretas, pero no en la descripción general
del problema del pico del petróleo, del cual mostró tener una conciencia
nítida. Por otra parte, el estallido de la crisis financiera en 2008 le
dio plenamente la razón en que el petróleo abundante y barato es
fundamental para la buena marcha del capitalismo, siempre que se esté de
acuerdo en que el aumento vertiginoso de su precio fue el detonante que
provocó el derrumbe de la pirámide financiera, esto es, del “sistema
sanguíneo” que hace funcionar a la economía mundial. En la primavera de
2001, tras su designación como vicepresidente de EE.UU., Cheney dirigió
un grupo de estudio sobre “seguridad energética” que llegó a la
conclusión de que el petróleo debía seguir siendo una fuente muy
importante de energía para EE.UU., pero también que esa opción tenía
unas implicaciones militares evidentes. Poco tiempo después ocurrió el
11-S y dio comienzo la “guerra contra el terrorismo”.
***
El hecho
más misterioso del 11-S es el colapso del Edificio n.º 7 del World Trade
Center. Era éste un rascacielos de 47 pisos donde se produjeron algunos
incendios, pero contra el que no se estrelló ningún avión. A las 17:20,
7 horas después de la caída de las Torres Gemelas, el Edificio n.º 7 se
desintegró en 6,5 segundos. (http://www.youtube.com/watch?v=fa0nPNzJeqY).
El informe de la comisión (2004) ni siquiera menciona un suceso tan
extraordinario, ahorrándose de ese modo tener que dar alguna clase de
explicación. Cuatro años después, en 2008, el gubernamental NIST
(Instituto Nacional de Estándares y Tecnología) publicó un informe para
intentar acallar la polémica suscitada por ese silencio. En él se
afirmaba que su colapso se debió a los incendios, lo que causó
perplejidad, indignación y burlas por parte de muchos arquitectos e
ingenieros debido a que nunca jamás un edificio con estructura de acero
se ha desintegrado a causa del fuego (http://ae911truth.org).
Claro
que, puestos a evocar derrumbes misteriosos de edificios, vale la pena
recordar que el hecho que tuvo más trascendencia ese fatídico día fue,
precisamente, la pulverización de las Torres Gemelas en 9 o 10 segundos.
Teniendo en cuenta que los edificios tenían 110 pisos, eso supone que,
como media, desaparecieron 10 u 11 pisos por segundo. La pulverización
de las torres provocó la mayor parte de las víctimas de los atentados y,
al mismo tiempo, fue el acontecimiento que más horrorizó a la población
al ser retransmitido en directo por la televisión. ¿Cuántas personas
contemplaron ese terrible espectáculo? Seguramente, miles de millones.
El colapso de las Torres Gemelas es el espectáculo televisivo con el
índice de audiencia más elevado de toda la historia de la televisión
mundial. En EE.UU., desde luego, toda la población estaba delante del
televisor en el momento en que las torres se volatilizaron.
Eso
fue posible a causa del tiempo transcurrido desde que los aviones se
estrellaron hasta que los edificios se vinieron abajo: 57 minutos para
la Torre Sur y 102 minutos para la Torre Norte. En ese largo intervalo
ocurrieron dos cosas muy importantes. La primera, que la inmensa mayoría
de la gente que había en las torres consiguió salir de ellas y salvarse
de una muerte segura (fallecieron 2.700 de las 20.000 personas que se
hallaban en los edificios). La segunda, que todas las televisiones del
mundo pudieron conectar con Nueva York y ofrecer imágenes en directo de
la tragedia; en muchísimos casos, tras haber suspendido la programación
habitual.
¿Por qué
las torres se transformaron en polvo en unos pocos segundos y por qué lo
hicieron habiendo transcurrido el tiempo mencionado desde el impacto de
los aviones? Aunque cueste creerlo, diez años después tampoco existe una
explicación oficial sobre este hecho, que es, repito, el que provocó más
muertes y el más relevante para comprender la conmoción que genera el
11-S en la opinión pública. No sólo no existe explicación oficial:
tampoco interés alguno en hallarla. El informe oficial del NIST de 2005
sobre las causas de la caída de las torres, solamente pretendió explicar
cómo se inició el colapso, pero no el colapso en sí. Lo
único que hizo el NIST fue sugerir que hubo un derrumbe en cadena
provocado por el debilitamiento de las junturas de las vigas de los
pisos en que se estrellaron los aviones, pero el proceso de
volatilización de los edificios no se explicó de forma pormenorizada,
detallada y a partir de pruebas y/o experimentos fiables porque nunca
hubo voluntad de hacerlo. De ahí la importancia del artículo firmado por
Niels Harrit y ocho científicos más titulado “Material
de termita activo descubierto en el polvo generado por la catástrofe del
WTC el 11-S”. En él se explicaba que, tras haber analizado cuatro
muestras del polvo generado por la caída de los edificios en un
laboratorio durante 18 meses, se habían encontrado en ellas abundantes
restos de nanotermita, un material explosivo e ignífero de última
generación. En una entrevista en televisión, Niels Harrit añadió que se
trataba de un material poco conocido por los científicos civiles, por lo
cual sería conveniente preguntar por él a los científicos militares. El
artículo no era especulación ni “teoría” de ninguna clase: era práctica
científica como la copa de un pino. Como dijo Niels Harrit, no se puede
“obviar este tipo de ciencia” (http://www.youtube.com/watch?v=pgcvZQcMSdM).
Es también, por ahora, la única respuesta racional a la pregunta sobre
los motivos de la pulverización de los tres edificios del WTC. Y si se
hubiese celebrado un proceso judicial con garantías sobre el 11-S, éste
hubiera sido uno de los temas estrella del juicio, y la investigación de
Niels Harrit y sus colegas hubiese sido objeto, como mínimo, de una
amplia discusión.
***
A esa
investigación se debe añadir otro dato que, con toda seguridad, también
habría merecido mucha atención en ese hipotético juicio: antes de que
las torres se desintegraran, ya había supuestos “expertos” en los platós
de televisión acusando a Osama Bin Laden de ser el responsable de los
atentados (http://www.youtube.com/watch?v=H6IOb2uDYl0).
Por tanto, cuando miles de millones de personas contemplaron el bárbaro
espectáculo, muchas de ellas ya creían saber quién era el culpable de
semejante atrocidad y, por tanto, contra quién debían dirigir su rabia y
su odio. Y los que no se enteraron entonces lo hicieron, como máximo, en
las veinticuatro horas siguientes, pues el 12 de septiembre de 2001
todos los grandes medios de comunicación atribuyeron a Bin Laden la
responsabilidad de ese crimen de lesa humanidad. El supuesto culpable
resultó ser un árabe con turbante originario de Oriente Medio, esto es,
de la zona del mundo en cuyo subsuelo se encuentran las 2/3 partes de
las reservas conocidas de petróleo.
Y ahora
las preguntas del millón: ¿alguien cree, en su sano juicio, que esas
acusaciones de antes de la caída de las torres o del día después del
11-S se basaban en alguna clase de investigación digna de ese nombre?;
¿y alguien cree, de verdad, que esas acusaciones sin fundamento fueron
el producto de la casualidad? Que cada persona se responda a sí misma a
partir de su perspicacia y nivel de ingenuidad. Puede ayudar a pensar en
la respuesta, sin embargo, el siguiente titular de una noticia publicada
en El País el 26 de septiembre de 2001: “La prensa de EE.UU. dice
que el FBI no tiene aún pruebas contra Bin Laden”.
El 16
de septiembre de 2001, con una opinión pública todavía en estado de
shock, Bush anunció en una rueda de prensa que la respuesta a los
atentados consistiría no solamente en una guerra contra Al Qaeda, sino
en “una guerra global y larga contra varios países que acogen grupos
terroristas” (El País, 17/09/2001). Según Donald Rumsfeld, los
países en cuestión eran unos 60 contando por lo bajo, lo que equivalía a
más de la cuarta parte de los estados existentes. Si esto ya hacía dudar
de la salud mental y/o de las intenciones reales de Bush y sus
cómplices, todavía era más alarmante que el 99% de los estados y grupos
terroristas aludidos no tuvieran nada que ver con el 11-S.
Dado
que era el propio gobierno de EE.UU. quien decidía qué grupos debían ser
considerados terroristas y qué estados eran sus patrocinadores, lo que
en realidad hizo Bush ese día fue otorgarse a sí mismo carta blanca para
intervenir donde lo considerase conveniente con el pretexto de la lucha
contra el terrorismo. Fue, sin lugar a dudas, la máxima expresión de una
forma de proceder que desde entonces se ha tornado característica de la
hiperpotencia y que se puede sintetizar en el “yo me lo guiso y yo me lo
como” del ínclito Juan Palomo.
El informe
de la Comisión del 11-S se publicó en julio de 2004, lo que implica que,
entre el 11 de septiembre de 2001 y esa fecha, la versión oficial sobre
la autoría de los atentados procedió en exclusiva de las declaraciones
de los altos cargos de la administración norteamericana; las cuales un
día apuntaban hacia los talibanes como patrocinadores de los atentados,
y otro hacia el régimen de Sadam Hussein, según conviniera. Con esa
autorreferencial cobertura ideológica, se atacó Afganistán, se invadió
Irak, se abrió Guantánamo, se legalizó la tortura, se pusieron en marcha
los siniestros vuelos de la CIA y se aprobaron un sinfín de leyes
antiterroristas en EE.UU. y la Unión Europea que han recortado
brutalmente nuestros derechos frente al aparato coactivo del Estado.
El informe
de la comisión tampoco se apartó un ápice del principio metódico de Juan
Palomo. Las informaciones que, teóricamente, corroborarían en él lo
dicho con anterioridad por los dirigentes norteamericanos, procedían de
los servicios secretos y de confesiones arrancadas a detenidos en
Guantánamo mediante un uso de la tortura planificado por profesionales
de la medicina. En realidad, cuesta creer que una comisión compuesta por
personas de la máxima confianza del gobierno pudiera publicar un informe
que llegara a conclusiones diferentes de las expresadas por la junta
de Bush, ya que eso hubiera abierto una crisis política sin precedentes
en la historia de Estados Unidos. Ninguna de esas supuestas
informaciones ha podido ser verificada después por un tribunal
independiente, ya que, como se ha apuntado antes, en los diez años
transcurridos ninguna persona ha sido juzgada y condenada como autor,
organizador o patrocinador del 11-S en un juicio con garantías.
***
Los
relatos más publicitados sobre los hechos decisivos de la “guerra contra
el terrorismo”, empezando por el 11-S, siempre han acabado adoptando, en
última instancia, el carácter de dogmas de fe. A falta de pruebas
contrastadas y un proceso judicial en el que esas pruebas se hubieran
podido discutir y debatir por fiscales y abogados defensores de los
acusados, el “esto es así porque lo digo yo que tengo mucho poder” ha
sido la norma habitual. La discusión sobre la veracidad de dichos hechos
siempre se concluye autoritariamente con alguna variante del “Puede
estar usted seguro, y pueden estar seguras las personas que nos ven, de
que les estoy diciendo la verdad. El régimen iraquí tiene armas de
destrucción masiva” de José María Aznar. Frente a lo cual, a los
ciudadanos sólo les queda el “me lo creo o no me lo creo”. Esto se
transforma fácilmente en el “¿confías en ellos o no confías en ellos?”
que, a su vez, degenera en el “¡estás con ellos o estás contra ellos!”,
por parafrasear la contundente frase de George W. Bush. Las profusas
acusaciones de “antiamericanismo” no pretenden otra cosa.
Tras
la propagación de cada nuevo dogma de fe, se procede a pasar revista a
la tropa de periodistas, intelectuales y dirigentes políticos
occidentales con el objetivo último de examinar su adhesión a la
ideología imperial. Los que comulgan con los dogmas son considerados
serios, sensatos y fiables, y los que se niegan a hacerlo son expulsados
del ágora mediática después de haberlos calificado de paranoicos y
chiflados. La formulación de cualquier duda sobre alguna afirmación
oficial, o la simple queja de que la conformidad o disconformidad con
afirmaciones no puede depender de hecho de la mucha o poca confianza que
se tenga en el poder imperial de EE.UU., se responde con insultos,
insidias y amenazas. De los primeros, el más difundido es “conspiranoico”.
Toda discrepancia o muestra de incredulidad respecto a lo dicho por las
autoridades en relación con la “guerra contra el terrorismo” es
calificada de forma automática de teoría de la conspiración, a pesar de
que la principal y más influyente teoría del complot sobre el 11-S es
precisamente la versión oficial.
Barack
Obama ha dicho que Bin Laden ha sido ejecutado por un comando de élite
del ejército de Estados Unidos y que su cuerpo yace ahora en el fondo
mar. Ha afirmado, asimismo, que su muerte ha sido un acto de justicia
para con las víctimas del 11-S porque Bin Laden fue su responsable
principal (aunque la administración norteamericana nunca ha podido
presentar una sola prueba de ello). Leon Panetta, director de la CIA, ha
añadido que la información que ha hecho posible ese “ajusticiamiento” se
ha obtenido gracias a las torturas practicadas en Guantánamo, con lo que
ha legitimado ambas cosas: la tortura y Guantánamo. Y un par de
columnistas del New York Times (A. Shadid y D. Kirkpatrick, “In
Arab World, Bin Laden’s Confused Legacy”, NYT, 2/5/2011) han
rematado la faena afirmando que Bin Laden es en parte responsable de las
guerras de Afganistán e Irak por haber atacado a EE.UU. el 11-S. ¿Te lo
crees o no te lo crees? Digo yo que en los tiempos que corren la
respuesta más conveniente debe ser “¡SEÑOR, SÍ SEÑOR!”. En todo caso, lo
que es seguro es que, con la desaparición real o simbólica de Bin Laden,
desaparece también la posibilidad de verificar en un juicio las
acusaciones vertidas contra él en los últimos diez años.
Bombas
de racimo españolas en Libia
Eduardo Melero
El
descubrimiento de que el ejército de Muamar el Gadafi ha utilizado
bombas en racimo de fabricación española en Misrata (véase El País
de 16 de abril de 2011) ha dejado al aire las vergüenzas de la política
española de control del comercio de armamento.
Las bombas
utilizadas corresponden al modelo MAT-120 y fueron fabricadas por la
empresa española Instalaza. Según las estadísticas oficiales, en el año
2007 se autorizó la exportación a Libia de material de defensa, dentro
de la categoría «Bombas, torpedos, cohetes y misiles» por valor de
3.823.500 euros; exportación que fue realizada durante 2008. La
información que aportan dichas estadísticas es, por tanto, muy genérica
y no se detalla si el armamento exportado son bombas en racimo. En
cualquier caso, la exportación de bombas en racimo no ha sido desmentida
por el Gobierno.
El primer
problema que se plantea es si la exportación de bombas en racimo a Libia
es contraria a la legislación española sobre control del comercio de
armamento. En comparecencia en la Comisión de Defensa del Congreso de
los Diputados, la Ministra de Defensa Carme Chacón afirmó que «en 2007
no se vulneró en absoluto ninguna ley. En absoluto». El Gobierno también
presumió de haber sido el primer país en el mundo en destruir su arsenal
de bombas en racimo.
En 2007
estaba vigente el Código de conducta de la Unión Europea en materia de
exportación de armas. El Código establece que no se puede autorizar la
exportación de armamento «cuando exista un riesgo manifiesto de que la
exportación propuesta pueda utilizarse con fines de represión interna».
Otro de los aspectos a tener en cuenta eran los antecedentes del país
comprador en materia de apoyo o fomento del terrorismo internacional.
No
cabe duda que dichas cuestiones fueron interpretadas de manera poco
rigurosa por la Junta Interministerial Reguladora del Comercio Exterior
de Material de Defensa y de Doble Uso; la JIMDDU, el órgano estatal que
decide sobre las autorizaciones de exportación de armamento. Máxime si
se tiene en cuenta el armamento exportado: las bombas en racimo son muy
letales, especialmente para la población civil. Se pone así de
manifiesto que no existe una política preventiva de protección de los
derechos humanos en relación con el comercio de armamento.
Un segundo
problema es hasta qué punto se utilizó la exportación de bombas en
racimo para favorecer los intereses de empresas españolas en Libia. El
comercio de armamento se suele utilizar como moneda de cambio para
favorecer relaciones bilaterales entre países. No resulta descabellado
pensar que además de los intereses de Instalaza, el Gobierno español
hubiera autorizado la exportación de armamento a Libia para favorecer
los negocios en Libia de empresas como Repsol, Sacyr Vallehermoso o Gas
Natural Fenosa.
La
noticia sobre la exportación de bombas en racimo debería servir también
para poner de manifiesto el escandaloso secretismo que existe en materia
de comercio de armamento. En 1987, el Gobierno clasificó las actas de la
JIMDDU como secreto de Estado. Si son secretas es porque se supone que
su conocimiento público puede poner en peligro la seguridad y la defensa
del Estado. No sólo no es así, sino que, en la práctica, el secreto de
Estado se utiliza como un instrumento más para favorecer el comercio de
armamento. El caso de las bombas en racimo MAT-120 es un ejemplo claro
al respecto. Se ha utiliza el secreto de Estado para impedir que los
ciudadanos sepamos que España ha exportado bombas en racimo a Libia. Si
nos hemos enterado de ello, no ha sido gracias al Gobierno, sino porque
periodistas de The New York Times encontraron restos de las
bombas en la ciudad de Misrata.
Los
diputados,
especialmente los miembros de la Comisión de Defensa, también podrían
obtener algunas enseñanzas. Una vez al año hay una sesión de control en
el Congreso sobre las exportaciones de armamento. No parece resultar muy
efectivo dicho control. Sobre todo, por el secretismo existente en
materia de comercio de armamento. Como se ha señalado, las estadísticas
oficiales ocultaron la exportación de bombas en racimo. ¿Qué tipo de
control realizará el parlamento si no se hace pública la información
relevante? Al menos este año podrán sacarle los colores al Secretario de
Estado de Comercio Exterior.
El final
de esta historia tiene algo de esperpento. Según informa el diario Cinco
Días (9 de mayo), la empresa Instalaza ha pedido al Gobierno una
indemnización por responsabilidad patrimonial de 40 millones de euros.
En esa cantidad valoran los perjuicios que les causó la decisión
gubernamental de prohibir la producción y exportación de bombas en
racimo antes de que entrara en vigor la Convención sobre municiones en
racimo.
La
sharía de occidente
Rafael Poch
La muerte
de Bin Laden sigue el guión del propio atentado del 11-S, un asunto
repleto de sombras y preguntas que convierte la versión oficial en algo
parecido a una cuestión de fe: la credibilidad de la historia depende
del crédito que se quiera otorgar a quienes nos la cuentan. El asesinato
extrajudicial de un criminal al que se le atribuye aquel terrible
atentado ha sido explicado diciendo primero que estuvo “implicado” en el
tiroteo y utilizó a una mujer como “escudo humano”. Que luego resultara
que no estaba armado ni hubiera mujer-parapeto, ni hasta armas en la
casa; que la operación ni el propio escondite de Bin Laden fueran
imaginables sin protección y colaboración de Pakistán; que su cuerpo
fuera desaparecido en el mar a las pocas horas —eso sí, atendiendo a los
ritos islámicos—; que la búsqueda y localización del personaje no fueran
una prioridad de Estados Unidos hasta hace poco, o que Bin Laden
estuviera muerto, desde hace años, o no, son detalles sin gran
importancia. Nadie va a hacer un asunto de “derechos humanos” de ello y
los medios de comunicación se lo van a comer todo, disciplinadamente.
Por feo que sea celebrar una muerte, hay un sentido de justicia en la
celebración de los jóvenes de Nueva York: el malo ha muerto. Sin juicio
ni garantías, pero ha sido castigado y se ha evitado la impunidad. En
las “excepcionales” circunstancias de esa “guerra contra el terrorismo”,
el Estado de Derecho desaparece y es sustituido por la mera venganza y
la justicia de Lynch, como en el Oeste, de acuerdo con una tradición
nacional de violencia que toma sus orígenes en el genocidio de 15
millones de indígenas, evocado en actuales máquinas de guerra (misiles
“Tomahawk”, helicópteros “Apache”) y hasta en el nombre del reo,
“Jerónimo”, aquel jefe apache que se echó al monte tras la matanza de su
madre y sus tres hijos por las tropas del gobernador de Sonora, en 1859.
La doctrina Bin Laden gobierna el imperio
Ciertamente,
Bin Laden no era Jerónimo, pero dejemos las cosas claras: no se ha hecho
justicia con esta muerte, y no parece que haya mucha verdad en la
narrativa de sus circunstancias. Pero todo esto es irrelevante al lado
de lo principal: estamos ante un nuevo caso de aplicación de una “sharía
occidental” en aras de una yihad cuyos componentes son el
imperialismo, la guerra y el control de recursos ajenos, con la
acelerada devaluación de la hegemonía global de EE.UU. como dato
central. La escena que mejor describe el crimen de Abbottabad es la de
un asesino dando muerte a otro, que en el pasado estuvo a su servicio.
Un ajuste de cuentas entre gángsteres. Porque la “doctrina Bin Laden”,
lo de matar a decenas, centenares y miles de inocentes para alcanzar un
objetivo, no lo olvidemos, gobierna también, y sobre todo, en la Casa
Blanca y en el Pentágono. Ésa es nuestra yihad.
Hoy sabemos
que el 11-S fue una tragedia. Sin duda por los 3.000 inocentes que
murieron en Nueva York y sus familiares, pero aún más por su aún más
trágica y repugnante utilización para realizar planes estratégicos,
barajados desde mucho antes, de intervención militar en Asia Central e
Irak y destinados a afirmar el “siglo americano”. En Irak han muerto
alrededor de un millón de personas. En Afganistán mueren anualmente
tantos civiles como los inmolados en el 11-S neoyorquino. En Pakistán
llevamos 30.000 muertos. Ahora se suma Libia, mientras Siria e Irán
están en la trastienda… Son datos terribles, que, junto con la
normalización de la tortura, el secuestro, el encarcelamiento y los
asesinatos extrajudiciales, ofrecen el verdadero contexto de los
crímenes de Bin Laden al lado de los crímenes de los Bush, Blair, Obama
y compañía. La muerte de Bin Laden, simbólica o real, no va a alterar en
lo más mínimo ninguna de las tres guerras actualmente en curso. En un
momento en el que la urgencia de un cambio de mentalidad es abrumadora,
la guerra es el único programa que la yihad occidental ofrece al
mundo.
El triángulo que dará tono al mundo
La
humanidad
se encuentra ante una encrucijada civilizatoria de la que quizá dependa
su propia supervivencia. Se trata de los efectos combinados del
calentamiento global, la sobrepoblación, la escasez de alimentos y agua
en amplias zonas, la transición energética y la creciente competición
por recursos escasos. Todo ello en un contexto de gran desigualdad
global, de gran accesibilidad a tecnologías de destrucción masiva, de
fuerte inercia hacia la resolución de conflictos por la vía de la
guerra, y de gran frecuencia de accidentes en el ámbito de la tecnosfera
civil o militar. Hablar de encrucijada en este contexto no es un
capricho apocalíptico, sino algo bien concreto, real y racional.
La
situación
no podrá ser superada sin una estrecha colaboración, integración y
convergencia entre los principales actores mundiales, es decir, entre
Estados Unidos, China y el mundo musulmán. Hay otros polos y actores,
pero parece que la relación entre estos tres será la que dará tono al
mundo.
El musulmán y sus agravios
El mundo
musulmán, una gran cultura unificada de 1.300 millones, como la china,
está compuesto por cuatro países con más de 100 millones de musulmanes y
otros cuatro con entre 50 y 100 millones, 44 países con más de la mitad
de la población musulmana y 70 países con más de un millón de
musulmanes, incluidos 6 millones en Estados Unidos, 125 millones en
India y 40 millones en China. Forma parte de la unidad del actual mundo
imbricado. El grueso de las reservas globales de petróleo y gas —las
primeras zonas energéticas del mundo— se encuentran en esa zona
civilizatoria. Los dos puntos más calientes del mundo tienen que ver con
la intersección entre Estados Unidos/Occidente y el mundo musulmán. En
primer lugar Palestina, como paradigma del doble rasero y de la
injusticia histórica, donde Occidente apoya a un Israel nuclear de
quiméricas y decimonónicas tendencias racistas y coloniales. En segundo
lugar Pakistán, un Estado nuclear y fallido, pobre, superpoblado,
ambientalmente devastado, en el que el 60% de las mujeres no saben leer
ni escribir, donde el aparato de Estado tiene el corazón partido entre
el yihadismo y los aliados occidentales, y enfrentado a su gran vecino,
India, también nuclear.
Algunas de
las principales tensiones del mundo actual tienen que ver con políticas
occidentales que no hacen sino empeorar las cosas. En primer lugar, el
apoyo a la suicida ignominia israelí. En segundo lugar, la actual
escalada “Afg-Pak” de Obama y sus vasallos europeos. En tercero, el
apoyo general a dictadores del mundo musulmán, siempre que éstos apoyen
intereses occidentales. A ello se suma la crónica intervención política
y militar en la primera región energética mundial, el golfo Pérsico, y,
desde el fin de la guerra fría, en la segunda, Asia Central. Esa
intervención incluye la presencia militar de Estados Unidos junto a los
santos lugares del islam. Todo ello —es archiconocido, pero hay que
repetirlo— crea una masa crítica de ofensa y resentimiento del mundo
musulmán hacia Estados Unidos y Occidente en general. Las condiciones
sociales en muchos países de mayoría musulmana son muy favorables a las
reacciones explosivas: de la lista de seis países desarbolados que se
nos ocurren a todos (Afganistán, Somalia, Haití, Nigeria, Pakistán,
Yemen…), cinco pertenecen a ese mundo musulmán (Nigeria en un 50%). La
actual xenofobia antiislámica europea añade leña a ese incendio. Es una
ideología indecente de derechas que, como el antisemitismo de los años
treinta, está en sintonía con el belicismo. Por su parte, el radicalismo
islámico violento es la expresión más extrema, quimérica y criminal de
esa ofensa absolutamente racional y legítima en términos históricos.
Pero es minoritaria, tal como las últimas revueltas civiles han dejado
claro.
Cancelar nuestra yihad
Si una
nueva mentalidad postimperial, una democratización de la proyección de
Occidente en el mundo, actuara sobre las razones del agravio
musulmán en lugar de excitarlo, el grueso del problema se despejaría.
Eso pasaría por corregir la política hacia Israel, retirarse
militarmente y dejar de apoyar a los dictadores amigos. Pero Estados
Unidos se ha concentrado en combatir las tendencias más extremas de ese
agravio, tendencias que en parte son resultado de su propia política de
la guerra fría, cuando en los años ochenta quiso contrarrestar con el
yihadismo suní de Bin Laden el chiísmo revolucionario y anticolonial
iraní, dañando de paso a la URSS, empantanada en Afganistán. Es más,
esas tendencias se han utilizado para dar un nuevo vigor al “siglo
americano”. Las relaciones de los yihadistas islámicos con la CIA, desde
Afganistán a Bosnia, pasando por el 11-S, son muy significativas a este
respecto.
Cuanta
más colaboración, interacción y convergencia haya entre los tres grandes
actores mencionados, mayor será la posibilidad de supervivencia. El
mundo de hoy tiene un amplio campo para esa imprescindible colaboración
entre chinos, occidentales y musulmanes; mantener la estabilidad
política y reducir la desigualdad global, la acción contra el
calentamiento, la regulación del sistema financiero, la reforma de las
instituciones de gobernanza global para que sean más democráticas y
representativas de la realidad del mundo, el desarme nuclear… Nada de
todo ello es viable cuando el principal actor está empeñado en combatir
su relativo declive mediante su particular militarismo imperial, su
yihad y su sharía. En ese contexto, la oscura muerte del turbio Bin
Laden es completamente anecdótica.
5 de
mayo de 2011
[Publicado originalmente en:
http://blogs.lavanguardia.com/berlin/la-sharia-de-occidente/]
Nacionalismo
y convergencia de la izquierda estatal
Armando Fernández Steinko
Las
izquierdas
del Estado español están divididas por razones identitarias. Como en
Bolivia, Italia o Bélgica —no así en Canadá, Gran Bretaña o Turquía,
pero tampoco en Galicia o Canarias—, los ciudadanos de Euskadi y
Cataluña que impugnan la legitimidad nacional del Estado viven y
trabajan en territorios con una renta del cápita superior a la media.
Esto no quiere decir que el problema se pueda reducir a un asunto de
redistribución territorial, pero este dato tampoco debería ignorarse.
Muchos catalanes y vascos de izquierdas no se sienten aludidos cuando se
demuestra que la renta per cápita de Euskadi y Cataluña es (muy)
superior a la de Extremadura. Este desinterés por la solidaridad estatal
también se da en la tercera de las comunidades más ricas (la de Madrid),
aunque no en el campo de la izquierda sino (¿aún?) sólo en el de la
derecha y del centro-derecha. Todo esto es el resultado pero no
el origen de la falta de una identidad compartida en el campo de las
izquierdas alternativas del Estado, una situación que dificulta la
convergencia de las izquierdas de todo el Estado en torno a un programa
antineoliberal. Por eso es necesario profundizar en las claves políticas
del problema identitario.
El problema
tiene, al menos, cinco nudos que habría que ir desatando de forma
constructiva: a) las identidades son piezas esenciales de la realidad
política, también y sobre todo para cualquier proyecto de la izquierda
alternativa; b) la identidad guarda una cierta autonomía con respecto a
la clase, pero ésta no se debe abordar de forma neutral en términos de
clase; c) las identidades son productos históricos: se crean, construyen
y modifican, no se derivan de una realidad surgida para siempre en el
pasado que luego, si acaso, va actualizándose en el presente sobre la
misma base ahistórica, es decir, definitiva e inamovible, creada para
todos los tiempos; d) las identidades se han creado durante siglos de
forma espontánea, pero también se pueden crear en actos políticos
decididos; e) las lenguas son parte esencial de dichas identidades,
tanto en su configuración espontánea como en los actos de construcción
política de las mismas.
A. Piezas esenciales
La
izquierda
alternativa de proyección estatal está fuertemente influida por los
profesionales urbanos, y éstos tienden a reducir la política al discurso
racional (análisis de los intereses materiales, de las clases sociales,
de la acumulación de capital, etc.). Es normal que así sea, pues el
análisis y los símbolos son su principal herramienta de trabajo. Sin
embargo, cualquier proyecto de transformación política que quiera
generar hegemonías se sustenta, al menos, en dos pilares más: en una
serie de valores compartidos sobre lo que es “bueno” y lo que es “malo”,
y en elementos afectivo-emocionales entre los cuales se encuentran las
identidades individuales, pero sobre todo también colectivas. Para la
izquierda alternativa el plano racional tiene que actuar como regulador
de los dos primeros, como una especie de ángel de la guarda, de
referente permanente en la sombra: las identidades no deben llegar a
eclipsar nunca el análisis racional, sino someterse a una contrastación
racional y, si es posible, autocrítica permanente. Por ejemplo: “Aunque
parezca que los inmigrantes o ‘España’ tienen la culpa de la crisis, soy
capaz de analizar, y así he decidido hacerlo, cuál es el origen
verdadero de la misma”. La izquierda alternativa nunca podrá llegar a
ser hegemónica si no entiende que, para acceder a las clases populares,
no va a ser suficiente aplicar el discurso racional. El actual
capitalismo, cada vez menos domesticado por sistemas educativos públicos
de calidad, y con medios de comunicación cada vez más cercanos al poder
económico y político, hace aún más inviable intentar llegar a las clases
populares sólo con discursos analítico-racionales. Hay que encontrar un
discurso afectivo-emocional sin abandonar el discurso racional y sin
abandonar el discurso moral.
B. Identidad y clase
La
identidad
es una suma de referencias emocionales, conscientes e inconscientes, que
forman parte de cualquier proceso de socialización individual-familiar y
social-colectivo. No es realista reducir las identidades al plano
individual tal y como postula la politología liberal: los individuos son
seres sociales, con lo cual las identidades tienen que ser tanto
individuales como también y necesariamente compartidas. El
problema no es, por tanto, si identidad sí o no, sino qué identidad,
qué relación guarda ésta con una sociedad de clases cada vez más
polarizada y cómo construir una identidad propia y genuina de la
izquierda estatal que sea capaz de integrar a otras identidades
colectivas en un único proceso plural pero también solidario. Si esto es
cierto, el concepto “pueblo” sólo es admisible para la izquierda si no
ignora dichas realidades sociales, la existencia de intereses
contrapuestos que pueden llegar a camuflarse tras la idea de un mismo
“pueblo”. Es imposible descifrar dichos intereses fuera del plano
racional, hacerlo recurriendo exclusivamente a las emociones. Cuando la
palabra “pueblo” sirve para ocultar la realidad de una sociedad dividida
en la que los débiles tienen todas las de perder, se convierte en
material político de las fuerzas conservadoras. Cuando no lo oculta sino
que lo ilumina, aunque sea de forma ambigua, puede servir para aglutinar
intereses transversales en un objetivo emancipador común. En tiempos
neoliberales, la palabra “pueblo” es utilizada sobre todo para lo
primero, algunas veces incluso por algunos sectores de la izquierda y
sin que siempre sean conscientes de ello. En tiempos de acumulación
acelerada de capital, el centro político no necesita acordarse de las
clases populares pues éstas se benefician automáticamente de la bonanza,
aun cuando sólo les queden migajas. Pero cuando la acumulación de
capital se estanca, no hay forma de fidelizarlas. En ese momento los
gobiernos neoliberales recurren al populismo interclasista en todas sus
variantes: chauvinista, étnico-racial, xenófobo, homófobo, pero también
al populismo nacionalista. Esto frena la posibilidad de que el
descontento conduzca a una impugnación de los verdaderos mecanismos
generadores de desigualdades y de injusticias sociales.
Para
la izquierda alternativa la solución no puede ser la eliminación del
discurso afectivo-emocional, su sustitución por un discurso sólo
racional y normativo. La solución es la construcción activa y regulada
racionalmente de una identidad compartida en todo el Estado basada en
criterios realistas, es decir, de clase, en la idea de solidaridad entre
todas las personas y los grupos “humillados, explotados y enajenados”
(Marx). Es imposible movilizar políticamente a las mayorías
desfavorecidas sin recurrir también a un discurso de este tipo.
Pero también es imposible que la identidad nacional se convierta
automáticamente en material político para la izquierda alternativa si no
es domesticándola racionalmente. ¿Sería esto un populismo de izquierdas
responsable, es decir, anclado en análisis racionales? Sí, con ése o con
otro nombre. No hay otra posibilidad de llegar a los “humillados,
explotados y enajenados”, de alcanzar mayorías significativas para poner
en marcha un cambio profundo.
C. Producto histórico
La
izquierda
alternativa no debería entender por “historia” la actualización de una
serie de cosas —identidades, culturas, territorios— que en un
determinado momento irrumpieron en la sociedad para conquistar una
legitimidad definitiva y para todos los tiempos. Éste es el esquema de
las fuerzas conservadoras y del derecho natural que acaba siendo
incompatible con la izquierda alternativa. Las identidades, igual que
las culturas, las leyes, los estados y los sistemas políticos se crean,
cambian y destruyen con el tiempo. Es verdad que hay identidades y
naciones “nuevas” e identidades y naciones “viejas”, pero este atributo
no les añade ni autenticidad ni legitimidad. Un viejo rico sólo se puede
burlar del nuevo rico si ignora que él mismo fue nuevo rico en algún
momento de la historia y que los nuevos ricos dejarán de serlo en el
futuro. Lo que le da legitimidad a una identidad nacional no es el
número de años que viene existiendo en el imaginario de las personas,
sino su presencia contemporánea en dicho imaginario. La socialización
familiar y comunitaria, local o estatal producen constantemente
identidades nuevas, y la sábana del presente cubre constantemente las
rocas del pasado. Esto les da a las identidades una gran complejidad
política y sociológica. Pueden ser mixtas o monolíticas, locales o
cosmopolitas; todo depende del contexto en el que se hayan movido el
individuo y su familia —presente y pasada— de referencia a lo largo de
sus vidas. Esto, la historia en permanente gestación y modificación, y
no un pasado congelado en el tiempo, es la única fuente de legitimidad
de identidades que debe reconocer la izquierda alternativa.
La
identidad
de los que conviven en la España moderna, como la de aquellos otros que
conviven en cualquier otro lugar del planeta, también se está
reconstruyendo y deconstruyendo permanentemente. La movilidad
geográfica, los matrimonios mixtos, las estancias en el extranjero, una
serie de acontecimientos importantes que se viven de forma compartida,
etc., fijan continuamente nuevos sedimentos y sentimientos identitarios
compartidos y desechan otros. El neoliberalismo convierte a los
territorios y los estados en espacios que compiten entre sí con el fin
de acaparar inversiones y recursos escasos. Al hacerlo fomentan la
conformación de identidades territoriales excluyentes y enfrentadas.
Ésta no es la única forma de abordar la construcción de identidades y en
ningún caso puede ser la referencia de la izquierda alternativa. Explica
el auge del nacionalismo neoliberal en todo el Estado y no sólo en las
llamadas “nacionalidades históricas”, sino en todas aquéllas con una
renta per cápita superior a la media, como la Comunidad de Madrid. Un
Estado y una Europa solidarios darían nacimiento a identidades nuevas,
aunque ninguno de los dos nacerán espontáneamente como una especie de
subproducto ciego de las dinámicas neoliberales. Por el contrario,
tienen que ser construidos en actos políticos decididos.
D. La construcción de identidades
Al igual
que la economía y el cambio social, las identidades se pueden configurar
de dos formas: o de forma inconsciente, como destilación espontánea de
referencias culturales cotidianas y heredadas, o de forma inducida, por
medio de medidas políticas que van calando en el imaginario colectivo.
La gran coalición de centro-derecha/centro-izquierda a que dio lugar la
transición monárquica ha hecho difícil la construcción de una identidad
republicana compartida por todos los ciudadanos del Estado. La izquierda
y el centro-izquierda han optado por dejar que vaya surgiendo de forma
espontánea algo así como una “nueva identidad de la España democrática”.
Al no intervenir políticamente en este proceso, la identidad
preconstitucional, contruida de forma activa y pasiva a lo largo de
cuarenta años de franquismo y salvada con algunos retoques por los
poderes establecidos, se ha ido imponiendo de forma espontánea entre
sectores amplios de las clases populares. Esto ha reforzado la hegemonía
del Partido Popular y consolidado el proyecto político españolista y
conservador. Por el contrario, los partidos nacionalistas no han perdido
el tiempo y desde 1978 han venido construyendo una identidad nacional de
base territorial en un proceso largo, sostenido y planificado
políticamente que enlaza con las tradiciones de construcción identitaria
del siglo XIX. No ha hecho lo mismo la izquierda alternativa del Estado.
Desde su pasividad en estos temas se encuentra acorralada: por un lado,
por el continuismo identitario de los “españolistas”, y por otro asiste
pasivamente a la conformación de las nuevas identidades llamadas
“periféricas”. Desde el debilitamiento de los proyectos anticapitalistas
en todo el mundo ha caído en la pasividad: o bien sumándose a otros
proyectos identitarios, o bien ignorando directamente el problema
mientras las derechas se han apropiado del término “España”. La razón no
es sólo el apoyo táctico a la monarquía de una parte de la izquierda
alternativa en los primeros años de la democracia. El problema es,
además, la tradicional tendencia de la izquierda alternativa a obviar
los componentes afectivo-emocionales de la política, a sustituirlos por
aspectos exclusivamente analítico-racionales. Esto no puede seguir así.
La izquierda alternativa tiene que abordar de una vez por todas la
construcción activa, planificada y sostenida de una identidad propia.
Ésta sólo puede ser estatal y republicana, nutrirse del legado de su
historia de lucha contra las fuerzas conservadoras y del legado
democrático de las diferentes identidades nacionales progresistas que se
han ido conformando en los diferentes territorios del Estado. La nueva
identidad republicana no puede ser indefinidamente una simple
acumulación de diferentes identidades parciales. Tiene que nutrirse de
estas últimas sin destruirlas, pero antes o después tendrá que
subrogarlas y crear a partir de ellas algo —no completamente— nuevo: una
única identidad republicana, tal vez una especie de “patriotismo
republicano y multinacional” (Andoni Basterra), compartido por todos y
todas los que han decidido no dejar a los “humillados, explotados y
enajenados” fuera de la historia.
E. El problema de las lenguas
Lenguas
e identidades van siempre de la mano. Al igual que las identidades, que
las sociedades y que las economías, las lenguas, o bien evolucionan
espontáneamente, o bien se construyen políticamente. Sólo esto último
convierte un dialecto en lengua. En la mayoría de los casos
—especialmente cuando hablamos de lenguas de tronco común como las
románicas— no existe nada, ni una estructura gramatical, ni un léxico,
ni tan siquiera una tradición literaria que permita demostrar
“objetivamente” que una lengua ha dejado de ser un dialecto. Al igual
que en el caso de las identidades, se trata de un acto político decidido
que les corresponde a las academias de la lengua. Este acto va desde la
unificación de normas gramaticales, de la pronunciación y de la
morfología, hasta la determinación del léxico culto, etc. Aquí
sostenemos que no será posible crear una identidad republicana y
multinacional compartida y perdurable en todo el país sin crear un único
espacio lingüístico compartido. El actual modelo de unificación
lingüística de uno y de otro signo exacerba todos los nacionalismos
haciendo imposible su creación. En ese sentido es parte de la
instrumentalización, por parte de las élites y de sus aliados, de los
territorios como espacios neocompetitivos que luchan unos contra otros
como si de empresas privadas se tratara. Por tanto, la solución
sostenible no es crear espacios bilingües en aquellas zonas del país con
lengua propia, sino crear espacios tendencialmente cuatrilingües en el
conjunto de los territorios del Estado: el Estado republicano debe ser
el garante de todo el patrimonio compartido que incluye todas las
lenguas, de la misma forma que incluye todo su patrimonio natural y
cultural como una realidad indivisible. Crear un único espacio
lingüísticamente plural obligará a hacer una planificación lingüística a
largo plazo y a la condena del uso de la lengua y de la identidad como
herramientas para el enfrentamiento territorial. No es necesario que
todos los ciudadanos hablen perfectamente cuatro lenguas, pero sí que
puedan comunicarse con fluidez en al menos dos o tres de ellas y también
que las lean sin problemas. Esto no ofrece ningún problema técnico.
Además, será una aportación sustancial a la elevación del nivel cultural
general de la ciudadanía, pues la dotará de recursos cognitivos para
aprender lenguas adicionales de fuera del Estado. Noticieros nacionales
en varios idiomas, cuñas bilingües y trilingües insertadas en la vida
cotidiana de cada vez más personas, apoyo estatal activo a las lenguas
con más dificultades, introducción escalonada de clases en diferentes
lenguas en guarderías, escuelas primarias y secundarias, etc., servirán
para ir naturalizando su uso sin dramatismo. Dicho uso irá configurando
una nueva identidad multinacional (o multicultural) republicana basada
en valores cooperativos y solidarios, tendencialmente socialistas. Su
construcción debería convertirse en un plan de trabajo inmediato para la
izquierda alternativa del Estado. Facilitaría la convergencia con
sectores importantes de la izquierda nacionalista sin caer en
enfrentamientos identitarios que dividen a los que han decidido luchar
por incluir a las personas “humilladas, explotadas y enajenadas” en el
mundo.
Cuaderno
de crisis / 29
Albert Recio Andreu
La persistencia del paro masivo: lo que el señor gobernador quiere
ignorar
Cinco
millones de parados y subiendo, persistiendo, son muchos. Plantean
muchas preguntas sobre las causas, sobre las medidas que hay que tomar.
Provocan una interpelación permanente a los políticos y a los técnicos
sobre qué soluciones adoptar, sobre cómo atajar la cuestión. También
ofrecen muchas oportunidades a los vendedores de recetas mágicas, a los
embaucadores, a los ignorantes; son especies que abundan y proliferan
cuando el paro crece, como las setas o los caracoles tras las lluvias de
otoño.
No
hay vía más sencilla para eludir las interpretaciones erróneas que el
análisis detenido de la realidad, eso que se le debe exigir a toda
ciencia seria. Una guía para entender el mundo real, para ayudar a
encontrar respuestas. Pero el que se siga un buen método no garantiza la
infalibilidad, pues los errores y los caminos fallidos forman parte del
propio proceso de aprendizaje e investigación. Y, por otra parte, el
propio quehacer científico está contaminado por sesgos diversos: los que
generan las ideologías de los propios científicos, los que provoca la
financiación privada y los que produce el propio sistema académico, a
menudo tan jerarquizado y organizado como otras instituciones sociales.
Unos sesgos que son más evidentes en las ciencias sociales, en las que
ni están disponibles muchos de los métodos de investigación de las
ciencias naturales ni el objeto de estudio (las personas, los grupos
sociales) constituye un objeto pasivo de investigación.
Todos
estos sesgos están particularmente presentes en la que a veces pretende
ser la ciencia social por excelencia, la economía, y que, observada con
lupa crítica, aparece como una combinación de conocimientos reales,
lugares comunes e ideologías. Es por esta razón que siempre resulta
necesario descodificar y analizar las afirmaciones mayestáticas de
algunos individuos que hablan desde el púlpito arrogándose un
conocimiento verdadero. Tal es el caso del señor gobernador del Banco de
España, arropado por el coro de los cien (o doscientos; uno ha perdido
la cuenta) “mejores economistas teóricos del país”. Unos economistas tan
buenos que no supieron predecir los fallos del sistema financiero ni
alertar de los peligros de nuestro modelo productivo, que no han
explicado por qué las ayudas al sistema financiero no se han transmitido
al sector real, y que simplemente llevan años limitándose a tratar de
inculcarnos que todos nuestros problemas se reducen a dos cuestiones
clave: las regulaciones del mercado laboral y el excesivamente generoso
sistema de protección social. Sin embargo, eluden explicarnos cómo este
sistema regulatorio —que, según sugerencia de Fernández Ordóñez, “crea
pánico a contratar”— pudo en el pasado reciente generar el mayor
crecimiento de empleo de nuestra historia, al tiempo que permitía que el
peso de las rentas del trabajo se mantuviera constante a lo largo del
tiempo (y por debajo del 50% de la renta nacional) a pesar de que el
crecimiento provocó un notable aumento del porcentaje de asalariados en
la población ocupada.
Y
es que, como ocurre en otros campos, a veces uno ve lo que quiere ver y
se obsesiona en mirar las cosas desde un ángulo erróneo perdiendo de
vista otras posibilidades de percepción, dejando fuera otras hipótesis
que nos permitirían detectar otro tipo de cuestiones. Mi sugerencia es
que, para entender el desempleo, la mejor pista es analizar cuáles han
sido los elementos que explican el crecimiento y la destrucción de
empleo, cuál es la estructura económica que sustenta este proceso.
Cuando
se realiza dicho ejercicio, lo que se percibe es otra interpretación de
la historia. Y lo que emerge es que el problema del paro en España está
indisolublemente ligado a un historia de especialización productiva que
no podía acabar de otra forma. Una historia que incluye un proceso
paulatino de desindustrialización, iniciado a raíz de la crisis de 1975
y de la internacionalización de nuestra economía, y que se ha agravado
en cada recesión. Una desindustrialización que, al no estar asociada a
un cambio sustancial en nuestro modelo de consumo (en la vía de una
sociedad más “desmaterializada”), genera problemas sistemáticos en la
balanza de pagos que se traducen en un endeudamiento externo. Un
desarrollo insuficiente del sector público asociado al éxito de las
élites económicas a la hora de imponer la hegemonía de las políticas de
bajos impuestos. En este contexto, gran parte del impulso económico se
ha asociado al binomio turismo-construcción. Al final de la expansión,
el peso de este último sector en España era casi el doble que la media
europea, y su descalabro inevitable permite entender gran parte del
problema actual: la destrucción de empleo en la construcción explica,
por sí sola, más del 52% de todos los puestos de trabajo destruidos
entre el tercer trimestre de 2007 y el primero de 2011. El resto son
mayoritariamente empleos industriales, especialmente concentrados en
sectores vinculados a la propia construcción (madera, mueble,
estructuras metálicas, cemento y materiales de construcción), y ello sin
perder de vista el impacto que tenía el sector en algunas actividades de
servicios (inmobiliarias, transporte, empresas de ingeniería y
arquitectura, etc.). El pánico a crear empleo no se debe a las
regulaciones laborales, sino al colapso de un sistema productivo que es
necesario transformar. Nadie va a crear empleo en la construcción cuando
hay millones de pisos vacíos, ni tampoco en las empresas industriales
cerradas.
Los
economistas neoclásicos suelen trabajar con modelos de “pizarra”, en que
la economía sube y baja respondiendo inmediatamente a pequeños cambios
en las variables económicas. Por desgracia, la economía real es mucho
más compleja: la actividad productiva y las inversiones requieren tiempo
para materializarse, la información es imperfecta, muchos mercados están
controlados por oligopolios, el tamaño importa, los comportamientos de
las personas son complejos... Y cuando la economía se deprime, los
inversores se paralizan, como explicaron muy bien los economistas
keynesianos. Hace veinte años se puso de moda el concepto de
“histéresis”. Reflejaba un hecho empírico relevante: cuando se generaba
paro masivo, éste tendía a mantenerse durante largo tiempo (por tanto,
debía tratar de evitarse la caída masiva del empleo). La destrucción de
una estructura productiva con motivo de las crisis y la dificultad de
recomponerla a corto plazo son, sin duda, las explicaciones más
verosímiles del fenómeno.
Si este
diagnóstico es adecuado, salir del desempleo masivo exige un cambio
estructural que requiere claridad de ideas, voluntad de reformas y...
tiempo. Se trata en todo caso de una transformación difícil de realizar
que, dado lo que sabemos acerca de los retos ambientales, las
desigualdades, las características de la población etc., requiere un
complejo entramado de políticas orientadas a cambiar, para mejor,
nuestro modelo de producción y consumo. Y que deberá hacer frente a la
resistencia de los intereses dominantes, internos y externos, que siguen
conspirando para que todo siga igual. Es evidente que MAFO y sus
muchachos forman parte de estas fuerzas reaccionarias que impiden que
discutamos en serio cómo reorientar la situación.
Por
cierto, los cinco millones de parados no se explican sólo por los 2,3
millones de empleos destruidos, sino también por la llegada de un millón
de mujeres adultas al mercado laboral, hecho que en gran medida pone de
manifiesto la enorme inseguridad económica que padece gran parte de la
población trabajadora, y que es una expresión adicional de un modelo
social que no protege la subsistencia de la mayoría de la población. Los
exabruptos del señor gobernador pueden leerse de varias formas, como
resultado de su ignorancia o de su mala fe, o como simple cortina de
humo para ocultar su responsabilidad y la de los suyos en la generación
de un enorme problema social.
P.D.:
En un panorama negro a veces hay alegrías. El País de hoy (sábado
28 de mayo) da noticia de un manifiesto de personalidades israelíes
favorables a un Estado palestino. Entre los firmantes figura el premio
Nobel de Economía Daniel Kahneman. Kahneman, un psicólogo cognitivo, ha
mostrado en sus trabajos que nuestros comportamientos difieren de los de
la economía estándar. A pesar del Premio Nobel, es una de las voces
silenciadas de lo que se enseña como “ciencia económica”. Conforta
comprobar que alguien de quien uno ha aprendido cosas interesantes es
también una persona con coraje moral y clarividencia empírica. Quizá
también por esto sigo pensando que la crítica a la mala economía no
puede llevarnos a despreciar el esfuerzo de conocimiento científico del
funcionamiento económico.
Cajón Desastre
El Lobo Feroz
Democracia real ya
Grupos
de personas, principalmente jóvenes, se movilizan para exigir
democracia real ya. Pretenden la activación pacífica de la
conciencia política. Están en contra de la corrupción de lo público.
Exigen un cambio de la ley electoral porque como el Lobo firmante están
hartos del desproporcionado sistema que manipula la relación entre el
pueblo y la dirección política del Estado, el hermetismo de éste frente
a las demandas sociales.
Estamos
hartos de esos "representantes" irresponsables que legalizan cargar todo
el peso de la crisis sobre las espaldas de la gente corriente.
El Sistema
se luce con la intervención de la Junta Electoral Central: ¡se sostiene
que pedir el voto responsable puede influir en la campaña
electoral!
Pero
se lleva la palma el Govern del nacionalismo derechista en el
poder: la actual Generalitat catalana, que desaloja con violencia
injustificable la Plaza de Cataluña barcelonesa. El comportamiento de
los mossos de esquadra sólo merece desprecio. El pretexto es ¡el
Barça! El Lobo teme que la represión del movimiento se acentúe en los
próximos días. Estos políticos que sólo sirven para muñir votos sienten
terror ante la gente corriente; recurren a la fuerza armada contra ella.
Los helicópteros sobrevuelan Barcelona desde primera hora de la mañana.
La madera, previsoramente, no lleva distintivos para dificultar que se
exijan las responsabilidades penales correspondientes. Que no son sólo
las de los brutales maderos, naturalmente.
La
capacidad de las buenas gentes para no responder a la actuación de
provocadores y reventadores en las protestas pacíficas es admirable.
No
hay que bajar la guardia, sin embargo. Es probable que si el sistema
opta por la represión la provocación forme parte de esa política.
El sistema
político legaliza los recortes sociales, los laborales, el paro de
millones. ¿Dónde quedan el derecho al trabajo y el derecho a la vivienda
cacareados por la Constitución?
Y el
sistema no sabe lo que se le viene encima: porque el desprecio por los
sectores predominantes de una clase política corrupta y vividora
no es de hoy ni de ayer. Viene de lejos. A la indignación por la gestión
de la crisis contra las clases populares se añade ahora la expresión
activa de la indignación política.
Como
el sistema político no está dispuesto a hacer concesiones, puede tratar
de emprender el camino de la represión. Seguir cercenando derechos y
libertades. Hay que impedirlo. Hay que hablar de los deberes de los
gobernantes y lograr que se asocien a las protestas los que todavía
no han empezado a hablar. Recurrir a las variables tácticas que permitan
asociarse a muchos.
El despertar pacífico de la conciencia política conducirá al
despertar de la
conciencia
social. Pues no puede haber democracia real sin cambios sociales.
El movimiento ha iniciado una carrera de fondo. Tiene enfrente,
socialmente, la cultura insolidaria e individualista que el
neoliberalismo ha inculcado a tanto cordero.
El movimiento no se va a agotar en el sprint inicial. La cuestión
está ahora
en la multiplicación en España de asambleas, juntas o comités locales,
de barrio, etc. Y promover la internacionalización del movimiento
iniciado. Toda la Unión Europea practica políticas de derechas, y serán
muchos en otros países los que querrán poner remedio a eso. Ahora se
trata de sumar.
***
El vuelco
No
por esperable el vuelco electoral deja de tener importancia. Muestra el
hartazgo con unas políticas del Psoe que el PP va a continuar y
ensanchar. El vuelco ha dejado desnudo al Psoe, sin ideas ni cuadros que
las tengan. Pero al Lobo le preocupan también otras cosas: el incremento
del voto xenófobo, lo arrollador de la victoria del Partido Popular
sobre todo donde tenía candidatos vinculados a la corrupción. Al voto de
castigo al Psoe se añade un voto de conciudadanos moralmente ciegos y
políticamente incompetentes. La cultura política de los españoles no se
ha modernizado de veras: sigue lastrada por 40 años de franquismo y casi
otros tantos de bipartidismo imperfecto y hermético a las demandas
sociales. Además de desesperar de la política, sobre todo de la de los
más afines a él, el Lobo desespera de esa parte de la ciudadanía que
sólo sabe mirarse el ombligo. El PP y el Psoe han dividido al país.
El Batacazo
Sin
duda el batacazo del Psoe le impone un cambio drástico. Los medios de
manipulación de masas nos van a servir una tediosa discusión sobre
personas. Pero el tema no es ése. La cuestión es qué política, más
claramente, qué estrategia política puede proponer ahora el Psoe. En
el pasado González puso los cimientos de lo que ahora se ha venido abajo
—Otan, Unión Europea, neoliberalismo— y eso dio resultado mientras
llovían fondos europeos, incluso con manchas tan graves como los GAL y
el ingreso en la Otan. Zapatero optó por verbalizar mejoras sociales
casi gratuitas (leyes del aborto, del matrimonio entre personas del
mismo sexo y ley de dependencia), pero se ha rendido a los especuladores
y ha acabado recortando el gasto social, implicándose además en guerras
e intervenciones inicuas. El Psoe parece hoy un pollo sin cabeza,
programado por el mismo neoliberalismo que el PP. ¿Se ha finiquitado su
capacidad política? Al Lobo no le parece que esa empresa de servicios
políticos tenga capacidad para virar. No sabe adónde, pues a esos
señores y señoras la izquierda (a la que tal vez creen pertenecer) les
causa horror. Ante los poderosos agachan la cabeza.
Bildu
La
irrupción del nacionalismo independentista en las elecciones locales de
Euskadi parece el signo de que esa opción puede entrar en vías
pacíficas. El Lobo, sin embargo, no es optimista. El vanguardismo
violento todavía está en sus genes, y hasta ahora nadie entre sus filas
ha empezado a criticar el tipo de cultura política que ese mismo
nacionalismo engendró con su apoyo tácito o expreso, hasta hace dos
telediarios, a la lucha armada.
***
Viajar para encontrar ayuda
Hace
unos años algunas españolas que precisaban interrumpir su embarazo
viajaban a Londres, donde eso estaba permitido. Naturalmente, resultaba
caro, y quedaba reservado para las personas de posibles. Con el tiempo
se ha podido abortar legalmente en España, aunque condicionadamente.
Ante
la estrechez de la nueva ley de cuidados paliativos, aún en discusión y
miserablemente cicatera, las personas de posibles tendrán que viajar a
Suiza u Holanda para conseguir ayuda para morir dignamente. Los demás
tendremos que pasar por las horcas caudinas de los "cuidados
paliativos". ¡Que no tengamos la desgracia de caer en manos de
facultativos del Opus Dei y similares! ¿Cómo nos librará de eso el
Estado? Cada persona ha de ser dueña de su propia vida, y debe poder ser
ayudada por especialistas si quiere darla por terminada.
Por cierto...
A
los médicos hay que exigirles toda la información sobre nuestra salud.
No aceptar los informes sobre nuestros cuerpos de médico a médico en
sobre cerrado. Hay muchas prácticas de ciertos médicos que es preciso
erradicar. Tienen la obligación de informar al paciente para que
éste —no ellos— pueda decidir.
***
Le basta con la demagogia
A Rajoy
la demagogia le basta: "¿Quién ha recortado las pensiones?"
"¡Zapatero!", grita su multitud adicta; "¿Quién ha aumentado los
impuestos?", "¿Quién ha reducido los salarios?", "¿Quién ha gestionado
la crisis?", etc. "¡Zapatero!", "¡Zapatero!", "¡Zapatero!"...
Cero
Principios Rajoy sabe que habla para intelectos pasionales (españoles
que embisten si se dignan usar de la cabeza). Sabe que el socialismo
neoliberal de Zapatero, una contradicción en los términos, se lo ha
puesto en bandeja. Que la verdadera izquierda social está en
recomposición después de años de desconcierto. Y de paso disminuida por
el sistema electoral. Nada importa que la política de Cero Principios
consista en acceder al gobierno para hacer lo que Zapatero y más (y lo
que Artur Mas, Esperanza Aguirre y compañía). Sabe que su proyecto
dañará a sus votantes y no votantes, salvo los bastante ricos para
pagarse medicina privada, colegios privados para sus hijos, para tener
segundas residencias, yates, amarres y chanchullos. Hay que abrir los
paraguas de la solidaridad. El posible triunfo electoral del PP en las
generales, una calamidad para la mayoría.
¿Por qué no hay crédito?
Es
bastante sencillo: porque para los bancos, que podrían darlo, es más
rentable especular con las deudas públicas de los Estados y apostar en
los garitos neoliberales de "instrumentos financieros". Y no vigila
nadie, como se verá a continuación:
El gobernador del Banco de España
Este
Fernández Ordóñez vuelve a recomendar que se limiten aún más los
salarios. La recomendación no es función suya. Sí lo era vigilar el
endeudamiento de las cajas de ahorros y no hizo absolutamente nada
(ahora carga con ese endeudamiento el dinero público). Este gobernador
del Banco de España es un modelo de gobernador neoliberal. Salvo para
pedir recortes salariales, impasible el ademán.
Nadie
le hace responsable de nada.
Duración de las vacaciones
Angela
Merkel quiere recortar las jornadas vacacionales anuales en España. Los
defensores de la medida señalan que ésta, de momento, no afectará a los
parados.
mayo
2011
Nota
sobre el congreso “Pico del petróleo, ¿realidad o ficción?”
Carles Mercadal
Celebrado
entre los días 5 y 7 del pasado mes de mayo en Barbastro (Huesca), el
congreso internacional “Pico
del petróleo, ¿realidad o ficción?”
congregó a un nutrido grupo de científicos tanto españoles como
extranjeros (entre ellos algunos de los más reconocidos en la materia)
con el objetivo de desentrañar con la mayor precisión posible en qué
punto nos encontramos en lo tocante a la crisis energética derivada de
la llegada del “pico del petróleo” o “peak oil” (en este sentido, el
título del congreso plantea una pregunta retórica: hasta la
pertinazmente optimista Agencia Internacional de la Energía reconoció el
año pasado que se ha sobrepasado ese punto, al menos en cuanto a
producción de petróleo convencional); qué otras fuentes de energía
podrían presentar en un futuro —no tan lejano— problemas de suministro
(se habló también del gas, el carbón, el uranio o incluso de recursos
minerales vitales); qué graves problemas económicos, ecológicos e
incluso alimentarios conlleva tener que compensar el descenso del
petróleo convencional mediante otros combustibles no convencionales,
como los agrocombustibles, el crudo extraído en aguas profundas o el
obtenido de arenas asfálticas; qué energías alternativas podrían ser
útiles para compensar el declive de las energías fósiles y hasta qué
punto cabe ser optimistas en cuanto a su capacidad para contrarrestar
dicho declive, y un largo etcétera.
De
todo ello nos hemos hecho eco ya tanto en el mt.e como en la
edición en papel, y aunque ya aviso que las conclusiones generales del
congreso no invitan ni mucho menos a ser optimistas sobre el futuro
económico y ecológico que nos espera en breve de no producirse un
reajuste inmediato y profundo del paradigma socioeconómico actual,
siempre es preferible que el lector o lectora extraiga por cuenta propia
las conclusiones pertinentes.
En el
apartado
“Agenda
del congreso”
de la página enlazada al principio, se pueden encontrar vídeos y
documentos de la mayoría de las ponencias presentadas en el congreso.
Hay mucho material y buena parte de las charlas tienen un marcado
carácter técnico —para qué negarlo—, pero lo perentorio del problema
hace que merezca el esfuerzo visionar al menos unas pocas de las
ponencias. En este sentido, además de la exposición introductoria del
reconocido geólogo Mariano Marzo (“El
suministro global de petróleo. Retos e incertidumbres”),
sintomática del sombrío cariz que está tomando la situación, me tomo la
licencia de recomendar también las ponencias de Antonio Turiel (“Petróleo
no convencional: análisis de la capacidad de producción, impacto
ambiental y TRE”),
dedicada a las evidentes limitaciones energéticas y ecológicas de los
combustibles no convencionales —presentados últimamente como una de las
panaceas que permitirán solventar buena parte del problema—, y de Pedro
Prieto (“El
papel de las energías renovables en el futuro energético español”),
en que, con su estilo desenfadado, este consultor energético expuso sin
ambages la magnitud del desaguisado y las limitaciones inherentes a las
renovables para suplir una parte significativa de la energía que
actualmente suministran las energías fósiles. En cualquier caso, no está
de más seguir buceando en otras ponencias para formarse una idea más
cabal sobre una crisis compleja y multifacética que se está
retroalimentando con las otras —más “visibles” o pregonadas—, como la
financiera y especulativa, la alimentaria, la climática, la
sociolaboral, etc.
Para
un resumen más extenso sobre lo tratado en el congreso, véanse los
comentarios que les dedicaron Daniel Gómez Cañete en la página web
Crisis Energética
http://www.crisisenergetica.org/article.php?story=2011051413003857
y Antonio Turiel en su blog The Oil Crash
http://crashoil.blogspot.com/2011/05/barbastro-en-el-retrovisor.html
Cine
documental
Con casi un millón de visualizaciones sólo en Grecia, el documental
Debtocracy, obra de un colectivo de periodistas independientes, se
ha convertido en todo un fenómeno de masas en el país heleno y empieza a
traspasar fronteras gracias a la inclusión de subtítulos en otros
idiomas (una vez puesto en marcha, hay que seleccionar la opción
“Subtitles” y elegir entre los disponibles, entre ellos español). A lo
largo de los setenta y cinco minutos que dura, Debtocracy indaga
de manera incisiva en las causas históricas que han provocado que una
democracia formal, integrada en la todopoderosa Unión Europea, se haya
convertido de facto en una “deudocracia” —como reza muy acertadamente el
título del documental—, sometida a las mismas recetas económicas
sectarias por parte del FMI, el Banco Mundial y el propio BCE que en las
últimas décadas han venido atenazando a las economías de zonas
enclavadas en el “tercer mundo”, y aboga sin complejos por la misma
solución que países como el Ecuador de Rafael Correa adoptaron para
revertir una dinámica que sólo podía calificarse de expolio premeditado:
el impago parcial de una deuda externa a todas luces “odiosa”. Cuando
las barbas del vecino veas cortar...
[Carles
Mercadal]
Foro
de webs
Insight
http://www.insightweb.it
Insight
es una
publicación
multilingüe que tiene como objetivo el análisis de la crisis y de
sus desarrollos económicos y sociales.
Reconstruim la universitat Pública. Aturem les retallades
http://reconstruimlapublica.wordpress.com/
Espacio
web que informa de los recortes en curso en el sector universitario
catalán. Enlaces al Manifiesto de la Plataforma Unitaria en Defensa de
la Universidad pública (PUDUP), a la lista de adhesiones y a materiales
diversos.
Páginas amigas
Centre de Treball
i Documentació (CTD)
http://www.cetede.org
Nómadas. Revista Crítica de
Ciencias Sociales y Jurídicas
http://www.ucm.es/info/nomadas
El Viejo Topo
http://www.elviejotopo.com
La Insignia-
http://www.lainsignia.org
Sin permiso
http://www.sinpermiso.info/
Revista
mientras tanto
Número
115
mientras
tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Invierno 2010
115
OBAMA, LA IZQUIERDA Y LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA
NORTEAMERICANA
Andreu Espasa
CONTINUIDAD Y CAMBIO EN LA POLÍTICA EXTERIOR DE EEUU
Michael T. Klare
SOBRE EL PICO DEL PETRÓLEO. ENTREVISTA A ROBERT H.
HIRSCH
Matthieu Auzanneau
ESTATUTO JURÍDICO DEL SAHARA OCCIDENTAL
José Antonio Yturriaga Barberán
CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO
RELIGIÓN Y FE HOY. UNA APORTACIÓN AL FORO MUNDIAL DE
TEOLOGÍA Y LIBERACIÓN
Jaume Botey
IGLESIA CATÓLICA Y ESTADO LAICO
Juan José Tamayo
ATEISMO Y LAICIDAD
Joan Carles Marset
SOBRE LAICISMO Y EDUCACIÓN
José Manuel Barreal
CONTRA LA AUTONOMÍA FEMENINA: EL ABORTO COMO MATERNIDAD
NEGADA
Antonio Giménez Merino
CUESTIÓN DE PALABRAS
Álvaro Salvador
CITA
Georges Sorel,
Reflexiones sobre la violencia
|
mientras tanto bitartean mientras tanto
mentrestant
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Contactar con la
Revista mientras tanto
Web
Icaria editorial:
http://www.icariaeditorial.com/colecciones2.php?id=22
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de correos 30059, Barcelona.
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