Business
as usual
José A.
Estévez Araújo
Hace
unos días, el presidente del grupo Santander, Emilio Botín, atribuyó la
crisis financiera a los excesos de algunos. No obstante, a eso habría
que añadir que los excesos de los unos provocaron una reacción en cadena
porque se encabalgaron sobre la actividad especulativa “normal” de todos
los demás.
Hay un
libro de Olivier Godechot titulado Les traders. Essai de sociologie
des marchés financiers publicado en 2001 y reeditado en 2005 en La
Découverte que explica muy bien a qué se dedican los bancos hoy en día.
Godechot es un sociólogo de la escuela de Bourdieu. Para escribir el
libro realizó una estancia de cuatro meses en la “sala de bolsa” de un
banco francés con autorización de sus directivos, pero sin que sus
compañeros de trabajo supieran que se trataba de un sociólogo realizando
un estudio. Lo que pretendía en ese trabajo era analizar la
transformación experimentada por el “campo” de las finanzas como
consecuencia de la desregulación e informatización de los mercados
financieros. Recientemente (en 2007) ha publicado otro libro sobre los
Working Rich, los ejecutivos que cobran más de un millón de euros
al año. Buena parte de sus trabajos pueden encontrarse en su página web:
http://olivier.godechot.free.fr/
Una
“sala de mercado” es una dependencia que cuenta con ordenadores
conectados a las redes informáticas que permiten realizar compraventas
de acciones y otros títulos financieros. La sala en la que “trabajó”
Godechot contaba con un equipo de 196 personas, de las cuales 41 eran
traders (operadores que tratan con títulos por vía informática)
especializados cada uno en diversos mercados (acciones francesas,
futuros suizos, préstamo de acciones, productos estructurados…). Del
resto, 37 eran comerciales, que trataban con los clientes del banco, 9
eran ingenieros financieros, 10 eran expertos en informática y había
también 2 analistas financieros y varios jefes de equipo, ayudantes y
secretarias.
La
actividad que se desarrollaba en la “sala” sólo se puede calificar de
eminentemente especulativa, incluso aunque adoptemos una definición
restrictiva de esa palabra. Veamos unos ejemplos:
Godechot fue asignado al sector que se encargaba de prestar y tomar a
préstamo títulos. Esta actividad es importante porque con frecuencia los
traders venden acciones que el banco no tiene. Pero se trata también de
una actividad que permite obtener ganancias especulando. Por ejemplo, se
pueden tomar 10.000 acciones en préstamo a un mes. Si se prevé que esas
acciones van a bajar, se venden y, cuando haya que devolverlas, se
compra un número igual de títulos a un precio más bajo. Eso pone de
manifiesto que la especulación puede ser no sólo al alza, sino también a
la baja. Por tanto, la actividad especulativa puede contribuir no sólo a
que suban las bolsas, sino también a que bajen (como ha ocurrido en las
últimas semanas).
Obviamente, este tipo de apuestas tiene un riesgo. Riesgo y beneficio
son los dos puntos cardinales que guían la actividad de las salas de
bolsa. Y para disminuir el riesgo se pueden utilizar o diseñar otros
productos financieros. Así, el que especula a la baja con acciones
prestadas puede cubrirse del riesgo de que el precio de las acciones
suban, adquiriendo una opción de compra al precio que las acciones están
ahora. La opción de compra es un título que da derecho a comprar un
número de acciones determinado, en un plazo preestablecido, a un precio
fijado. La adquisición de la opción sólo exige realizar un pequeño
depósito. De ese modo, si las acciones bajan, no se ejecuta la opción y
no hay que pagarla, y el trader gana el diferencial. Si las acciones
suben, ejecuta la opción de compra y no experimenta pérdida alguna.
La
actividad de préstamo de acciones también se utiliza para realizar con
carácter habitual operaciones abiertamente fraudulentas. Así, en el
momento en que Godechot realizó el estudio los franceses tenían una
desgravación fiscal por los dividendos de las acciones de empresas
francesas. Lo que hacía el banco francés era tomar prestadas acciones
francesas de entidades financieras extranjeras el día que se hacía el
pago de los dividendos. El banco cobraba esos dividendos, aplicaba la
deducción fiscal, devolvía las acciones a la entidad extranjera y ambas
se repartían el importe de la desgravación.
Pero
quizá el ámbito de actividad más revelador sea el que se refiere a los
mercados de futuros. Un contrato de futuros establece la obligación de
comprar o de vender una determinada mercancía a un determinado precio en
una fecha preestablecida. Es un tipo de contratos que se utilizan para
asegurar el suministro de materias primas, como el petróleo, o para
vender o comprar cosechas futuras. Pero los mercados de futuros son
espacios donde se compran y venden no materias primas o cosechas
futuras, sino contratos para comprar esas materias o cosechas. Quienes
compran y venden esos títulos en la mayoría de los casos no tienen nada
que ver con el negocio petrolífero o alimentario. Los compran esperando
que el precio de los contratos suba para poderlos vender con un buen
beneficio. Se trata, pues, de un mercado eminentemente especulativo que
puede contribuir notablemente al encarecimiento de los alimentos o del
petróleo, como ha ocurrido en los últimos tiempos.
En el
caso del banco que nos ocupa, había una trader, a la que Godechot llama
Patricia, que operaba en contratos de futuros cuyo precio dependía de
los índices de las bolsas de Suiza, España y Alemania. Patricia
trabajaba ante seis pantallas de ordenador. Tres de ellas estaban
equipadas con un programa desarrollado por los informáticos del banco.
Ese programa tenía una interfaz que permitía visualizar simultáneamente
la evolución de los índices bursátiles y del valor de los futuros en los
tres mercados que operaba Patricia. Eso le daba a esta trader unos
segundos preciosos de ventaja sobre sus competidores en sus operaciones
habituales.
Pero el
apogeo de la actividad especulativa tenía lugar durante media hora al
mes en cada uno de los mercados. Así, en Suiza, el índice de referencia
para este tipo de contratos se fijaba una vez al mes en base al valor
medio de la cotización entre las 11 y las 11.30 de un determinado día.
En esa media hora, Patricia y sus compañeros de equipo se dedicaban a
comprar o vender acciones en la bolsa suiza como locos para intentar
inclinar el índice a su valor. Se trataba de un frenesí especulador en
estado puro que hacía que fluyese abundantemente la adrenalina en la
sala de bolsa del banco. Vista esta dinámica, no es de extrañar que los
mercados de futuros fueran prohibidos en Estados Unidos después de la
crisis del 29. Sólo se restablecieron tras la desregulación financiera
que se empezó a impulsar a partir de los setenta.
Todas
las operaciones de que habla Godechot forman parte de la actividad
cotidiana de las entidades financieras hoy en día. El banco en el que
se realizó el estudio (aunque su identidad permanece en el anonimato)
era una entidad normal de un país normal. Godechot señala que uno de los
traders tenía fijado un objetivo de ganancias de 40 millones de francos
al año, es decir, más de siete millones de euros al cambio actual. Si
multiplicamos esa cantidad por los 41 traders de la sala nos salen unos
300 millones anuales de ganancias sólo en esa sala (en el estudio no
queda claro de cuántas salas de bolsa disponía el banco en Francia, pero
parece claro que eran más de una). Si tenemos en cuenta que, p. ej. el
Santander preveía que la compra de la división de ahorros y depósitos
del banco británico Bradford & Bingley (B&B) le proporcionaría un
beneficio de en torno a los 200 millones de euros durante los tres
primeros años, podemos hacernos una idea del volumen que representan las
actividades especulativas dentro del negocio general de la banca. Y si
consideramos el hecho de que el estudio de Godechot se refiere a una de
las salas de un banco francés, que es una de las 50.000 entidades
financieras que opera a través de la red proporcionada por Reuters,
podemos hacernos una idea de las dimensiones del casino financiero
mundial y explicar el hecho de que la economía financiera mueva en
cuatro días tanto dinero como todos los intercambios internacionales de
mercancías en un año.
Sin
embargo, ningún dirigente ni organismo financiero estatal o
internacional ha propuesto medidas que se dirijan a atajar el mal de
raíz: combatir la especulación financiera. ATTAC ha elaborado una serie
de propuestas para atajarla (v. Foro de webs, infra) pero en
ninguna “cumbre” se apuntan soluciones que se aproximen a las medidas
que esa asociación ha elaborado. Y si no se pone remedio a esa falta de
voluntad política, los bancos y demás entidades financieras seguirán, en
perjuicio de todos, haciendo de la especulación una de sus actividades
cotidianas, del business as usual.
La
resaca del festín financiero. Recordatorio de amenazas y modesta
propuesta de acción
Albert
Recio
Los dos
últimos meses han sido intensos en medidas de gran gobierno. En
intervención pública discrecional. Aquel tipo de intervención que los
monetaristas habían satanizado en los inicios de la contrarrevolución
neoliberal. Pero ya se sabe que una cosa son los principios y otra las
necesidades. Ningún liberal se ha escandalizado por la transferencia
masiva de fondos al capital financiero, la salvación de entidades en
situación de quiebra, la reducción de tipos de interés para alentar el
nivel de las cotizaciones bursátiles... Otra cosa hubiera sido si esta
intervención se hubiera orientado a garantizar rentas salariales y
pensiones, a transferir gratuitamente viviendas a la gente necesitada. Y
aunque traten de presentar esta intervención como un cortafuegos para
evitar males mayores a la sociedad, no podrán eludir la verdad desnuda:
el capitalismo liberal ha vuelto a topar con los mismos problemas que ya
provocaron se decadencia hace unos setenta y cinco años.
Las
crisis financieras han sido la tónica del periodo neoliberal. Pero
mientras las anteriores tuvieron su epicentro en áreas periféricas
(Latinoamérica, Asia, Rusia), o se concentraron en empresas específicas
(Enron, las puntocom), ahora la crisis ha afectado de pleno al
núcleo central del capitalismo financiero-especulativo (no confundir con
el capital financiero de Hilferding) que ha hegemonizado la marcha de la
economía neoliberal. Tenemos buenos argumentos para la crítica y la
acción. Pero de momento lo que se ciernen son nuevas amenazas sobre la
economía real y sobre las condiciones de vida de la inmensa mayoría de
la población.
Lo que
se ha hecho hasta ahora es un plan de rescate del sistema financiero, en
muchos casos endeudando a los Estados por mucho tiempo, sin cuestionar
las bases organizativas de la estructura financiera mundial. No hay
garantías de que los ingentes fondos destinados a la salvación bancaria
reviertan en una dinamización económica. El agujero financiero, la
ausencia de transparencia y la desconfianza sobre la fiabilidad de las
empresas se traduce en estos casos en restricciones crediticias y
“trampa de la liquidez”. Japón experimentó en la década pasada un largo
período de interés cero sin que esto sacara a su economía de la crisis.
No hay tampoco garantías de que la mayor liquidez de los bancos no se
traduzca en nuevas operaciones especulativas. De hecho es lo que ha
estado ocurriendo después de las numerosas intervenciones financieras
públicas de las dos décadas anteriores. Sin una intervención pública
directa y sin un desmantelamiento del ficticio edificio engendrado por
el liberalismo financiero, el peligro de recaídas es evidente. Y las
estrechas relaciones de los grupos financieros con los responsables
políticos que van a negociar la “refundación del capitalismo” no generan
confianzas. Habría que vetar a todos los políticos relacionados
directamente con el mundo financiero y jubilar a todos aquellos
técnicos, economistas, que han colaborado en legitimar el modelo actual
(incluso exigir la devolución de más de un premio Nobel de Economía, al
igual que se exige con los medallistas olímpicos pillados en un affaire
de dopaje).
Aunque
el sector financiero esta en el ojo del huracán, la crisis no es
meramente financiera. El desplome inmobiliario es en gran medida el
producto de una sobreinversión sectorial que por fuerza debía acabar en
una sobreoferta: un ejemplo de libro de lo que los clásicos
llamaban “anarquismo del mercado capitalista”. La crisis de
endeudamiento es asimismo el resultado de combinar políticas de
expansión del consumo por un lado y de distribución cada vez más
desigual de la renta por otro. Sin cambios en la distribución de la
renta y en las pautas del consumo el endeudamiento creciente es
inevitable. Y éste no puede aumentar indefinidamente. Sin oportunidades
claras de mercado las inversiones se colapsan y la recesión es
inevitable. No es sólo el sistema financiero el que está en crisis,
aunque las restricciones del crédito la agudizan.
En este
contexto el crecimiento sólo podría venir, como fue en el pasado, de una
expansión de la demanda pública en forma de más inversiones en
infraestructuras y en servicios sociales y quizás en mayores
transferencias de renta que aumentaran el consumo. Pero el dominio de la
ideología del Estado demediado impide de momento desarrollar esta
política y fuerza a los Gobernantes a atarse al guión de que frente a la
crisis hay que ser austeros. La ayuda masiva al sector financiero agrava
el problema al acrecentar el endeudamiento público en actividades que
además no generan empleo. Refuerzan los argumentos en pro de la
austeridad y nos conducen a un laberinto sin salidas: sólo se nos pide,
una vez más, que esperemos que el capital se anime a invertir y nos
saque de la crisis. O sea que “el mercado” (los capitalistas) siga
siendo el agente principal de dirección económica.
Una
política que no sólo augura desempleo masivo, sino que al calor de las
dificultades alienta nuevos ataques a los derechos sociales. Hay signos
en todas partes: desde la promesa de Obama de reducir impuestos (y por
tanto de bloquear la necesaria reforma de la Seguridad Social e
inversión en servicios básicos) hasta los signos que se perciben en
nuestro país. Por ejemplo que, en el protocolario encuentro
Zapatero-Rajoy, éstos se pusieran de acuerdo en impulsar la reforma de
la Seguridad Social. O la renuncia a dar información sobre las entidades
financieras que reciban ayudas (si están en peligro: ¡que las cierren o
las nacionalicen, no que lo escondan!). O la parálisis del desarrollo de
la ley de dependencia (una fuente potencial de empleo y mejora en el
bienestar). O el renacimiento de las propuestas de establecer el copago
en las visitas a la Seguridad Social (sin tocar en cambio el sistema de
gasto farmacéutico, no sea que los laboratorios y las farmacias vean
mermados sus ingresos). La crisis no sólo pone en peligro el empleo,
sino que implica nuevo retroceso de derechos sociales.
La
crisis puede ser también una gran coartada para bloquear cualquier
intento ecológico de racionalización: Presentando como “paralizantes”
las medidas de control del cambio climático y tratando de impulsar el
crecimiento económico en los mismos sectores de siempre, como muestra
que el plan de apoyo al sector del automóvil anunciado por Unión
Europea. O, como tendremos ocasión de ver, con la las propuestas de
inversión en infraestructuras.
Planes
insensatos que de momento tienen poca respuesta social. Al miedo de la
mayoría de la población se suma la inexistencia de alternativas de
izquierda. Ausencia debida tanto a la debilidad del pensamiento crítico
y de la organización política y social de las clases subalternas como al
sectarismo, autocomplacencia y desconfianza mutua que predominan en la
mayoría de núcleos activos. Es hora de impulsar iniciativas de diálogo,
reflexión, elaboración de propuestas y movilización. Tarea díficil pero
necesaria. Que necesariamente deberá empezar por iniciativas modestas,
pero que debe convertir esta crisis en una oportunidad de rectificación
de la dinámica social.
Hay
además algunas cuestiones sobre las que articular demandas sociales que
deberían implicar movilizaciones, demandas y políticas sociales:
-
Extensión de los servicios sociales con objeto de
aumentar el bienestar y generar empleo
-
Oposición a los recortes de derechos sociales e
introducción de medidas para el control de las rentas excesivas y el
desmesurado poder del sector financiero (medidas de control,
transparencia, de limitaciones a la movilidad de capitales)
-
Inversiones públicas orientadas a reorganizar la
actividad productiva en términos de sostenibilidad ambiental. En el
mismo sentido deberían desarrollarse los planes de reorganización
productiva
-
Ayudas directas a los afectados por la crisis,
especialmente las personas afectadas por el paro y/o la crisis
hipotecaria
-
Apoyo a las formas no capitalistas de actividad
productiva (la “economía social” es un buen terreno de experimentación
social)
-
Una reorganización eficaz requiere una nueva articulación
del mundo laboral y la vida social: la crisis no debe acabar tampoco con
las mejores políticas de conciliación de la vida mercantil y no
mercantil ni con las demandas de igualdad de género
No
olvido que hay otras muchas tareas que realizar. Pero como de la
educación y de la innovación ya se encargan otros, creo que una política
de las clases subalternas debe ser insistente en los elementos que
quiere potenciar. Sólo si convertimos propuestas de fondo en
alternativas concretas y conseguimos una movilización y concienciación
social adecuadas podremos evitar una nueva catástrofe social. Por ello,
hoy el primer paso consiste en tejer los mimbres básicos de una adecuada
respuesta social a una situación que amaga con perdurar.
La
Comunidad de Madrid y la servidumbre del mercado
Antonio
Baylos
Desde
hace ya mucho tiempo estamos acostumbrados a que los muy activos
creadores de opinión nos adviertan del rumbo anticonstitucional que han
emprendido las Comunidades Autónomas del País Vasco y Cataluña. No sólo
a través de la judicialización de sus iniciativas más relevantes para el
marco político de la autonomía vasca y catalana, sino en general ante la
denuncia de las actividades de sus gobiernos que al parecer persiguen
con saña todo lo que integra el cuadro constitucional español, desde la
figura del monarca hasta la lengua castellana. A la obsesión mediática
generalizada se une la machacona insistencia en estos mismos tópicos de
un arco político abigarrado en donde destaca el Partido Popular, el
grupo de Rosa Díez y una buena parte de dirigentes de la primera
generación del PSOE gobernante. En algunos casos se unen al coro
denigratorio exponentes destacados del gobierno central, señalando la
incorrección de mayores dosis de autonomía política exigidas por las
mencionadas comunidades autónomas. Por eso está muy extendida entre la
ciudadanía la idea que Cataluña y Euzkadi son los problemas de la
democracia constitucional española.
Nadie
habla sin embargo de la Comunidad de Madrid y sus avatares políticos. Y
eso que en el inicio de lo que hoy está sucediendo se encuentra un
acontecimiento terrible que hirió profundamente la democracia como
sistema de organización del poder basado en la voluntad de la mayoría.
La defección de dos diputados del PSOE en junio de 2003 impidió la
constitución de un gobierno de mayoría de izquierda en la Comunidad de
Madrid. A partir de allí Esperanza Aguirre pudo hacerse con la
Presidencia de la Comunidad y manifestarse como un punto de referencia
para el proyecto político neoliberal en el marco de la derecha política
española. Ha funcionado en efecto como un agente demoledor de las
estructuras públicas de servicios de interés general, desligándose
además de todos los circuitos de concertación y de diálogo con los
sujetos representativos de la ciudadanía social, fundamentalmente los
sindicatos y las asociaciones de vecinos. En su obsesión por colocar al
liberalismo como la única ideología que puede habitar el poder político,
entiende que el desmantelamiento del Estado de Bienestar suministra la
oportunidad de alcanzar nuevas libertades, que se sustancian en la
libertad de elegir los servicios que son necesarios entre una maraña de
ofertas gestionadas por y desde la esfera del mercado.
Siguiendo una fórmula simple y repetida hasta la saciedad para poder
resultar convincente, la democracia debe ser el reino de la libertad
individual y no ya el medio para satisfacer las libertades de los
ciudadanos. Por eso destruye la sanidad pública y demoniza la protesta
contra la degradación del derecho a la salud de los madrileños
reduciéndola a la acción de los “liberados” sindicales, o
inevitablemente configura la enseñanza concertada como forma de acceso a
la enseñanza, penalizando las escuelas y los institutos públicos.
Después irá el agua y los bienes que sean precisos para alimentar el
mercado y fomentar la riqueza que a través de él logran las agrupaciones
privadas que organizan esos servicios para su ganancia particular. El
último de sus embates ha pasado más inadvertido, al coincidir con el
derrumbe de los mercados financieros internacionales, pero resulta muy
emblemático de este proceder.
Se
trata del recorte del 30% de los gastos de personal de las Universidades
Madrileñas, decidido unilateralmente e impuesto autoritariamente por la
CAM. Para quienes no estén familiarizados con los términos
presupuestarios, es un recorte brutal del llamado Capítulo 1, es decir,
gastos relativos al pago de los salarios del personal docente y no
docente de las universidades madrileñas. Y es una decisión que no se ha
anunciado para los próximos presupuestos, sino que modifica y revoca un
acuerdo entre instituciones, el llamado Contrato-Programa, en el que
estas sumas estaban comprometidas. La medida habla por sí misma. No se
refiere a las obras de infraestructuras en marcha –que afectaría a
compromisos con constructoras y otras empresas– ni a otros capítulos
presupuestarios. El salario del personal docente e investigador y del
personal de administración y servicios es el objetivo de esta medida del
gobierno de Madrid que se justifica totalitariamente en aras a un
interés superior y general, el recorte de gastos debido a la crisis
económica. Inútil comparar el montante de esta suma con lo que se
invierte en publicidad institucional, o con el mantenimiento de los
fastos que adornan la región. Los trabajadores de la Universidad Pública
no pueden recibir sus salarios pero es imprescindible anunciar los
logros sociales de la Región a la opinión pública.
Una
actuación tan obstinada contra la idea del Estado Social jamás ha sido
valorada como anticonstitucional, como peligrosa para la democracia. Sin
embargo la servidumbre de la ciudadanía al mercado y la sumisión que
éste genera mediante la violencia de la necesidad no ha sido el elemento
que ha construido la nueva comunidad política española nucleada en torno
a la Constitución de 1978. En ésta, las decisiones claves sobre los
asuntos sociales globales tienen un marco muy preciso en torno a la idea
del servicio público de la sanidad y de la educación, que actúan
principios igualitarios de nivelación social a través de la
desmercantilización de las necesidades sociales. A la Comunidad de
Madrid sólo se le enfrentan por ello los sindicatos. Son los únicos que
parecen haber entendido que la ciudadanía social no puede aniquilarse en
un territorio autónomo en el que sus gobernantes gozan de una impunidad
mediática y política inexplicable. Sobre ella se edifica sin embargo uno
de los atentados más permanentes y constantes a los derechos sociales y
a los ciudadanos que trabajan que se hayan producido en España en los
últimos veinticinco años, es decir, uno de los mayores atentados contra
la democracia que se conozca en ese tiempo.
Justicia
de largo recorrido
Juan-Ramón Capella
En un
país que exilia, encarcela y asesina a sus poetas todo es posible. Hasta
es posible que sesenta años después del genocidio franquista un fiscal
se oponga al auto del juez Garzón que busca establecer los hechos de
aquellos asesinatos abominables.
Lo más
bonito de la actuación del fiscal es su tergiversación de la propia
memoria. Afirma que los hechos están amnistiados por los pactos de la
transición. No es así. Los pactos que llevaron a la constitución de 1978
incluían un acuerdo de amnesia. Pero fue un gobierno preconstitucional,
anterior a eso, el primero de Adolfo Suárez, el que dictó los decretos
de amnistía, hechos a la medida del poder reformista, no rupturista, que
los dictaba. Gracias a estos decretos nunca ha sido posible investigar
las responsabilidades no ya políticas del genocidio franquista, sino las
criminales, y tampoco ha sido posible establecer siquiera, simplemente,
las responsabilidades civiles. El estado alemán aún hoy paga por los
crímenes nazis, muchos de ellos cometidos, como los franquistas, contra
su propia población. El estado español nada de nada. Hoy se protege
desde el estado a las víctimas del terrorismo de hoy,
pero se ponen trabas al reconocimiento de las
víctimas del terrorismo franquista, que además fue un terrorismo de
estado.
Vergüenza para los que gobiernan y para los que han gobernado.
La
oposición del fiscal al auto del juez Garzón posiblemente encontrará
respaldo en el conservadurismo mayoritario entre los magistrados de la
Audiencia Nacional. ¿Qué podemos esperar, cuando sólo de boquilla es
estado de derecho el estado español? Para que un estado al menos
parezca un estado de derecho se necesitan magistrados neutrales,
que actúen a tiempo, según la ley. En este caso la ley es la
ley universal, superior incluso a la constitución, que hace
imprescriptibles los delitos de genocidio y de lesa humanidad.
Las
asociaciones y los familiares de víctimas del franquismo tendrán que
hacer probablemente un largo recorrido jurídico. Es altamente probable
que las magistraturas de la Unión Europea les den la razón si se recurre
a ellas. Pero tememos que primero habrá que pasar por el sainete
jurídico español, donde la justicia cobra las dimensiones del
esperpento.
65
Horas
José
Manuel Barreal San Martín
La
clase trabajadora o, como algunos gustan decir, “el movimiento obrero”
(hoy obreros en movimiento), escribió páginas heroicas en la historia de
Europa, y de España en particular. Recordemos, por remontarnos al siglo
XIX, las huelgas de los mineros vizcaínos, en el 1890, para reivindicar
las 10 horas de trabajo diario en vez de las 12 que trabajaban. Ya en el
siglo XX, la ley española de marzo de 1904 permitía el descanso
dominical. En agosto de 1913, se estableció la jornada de 60 horas
semanales en la industria textil. Durante la Segunda República se
incidió en las mejoras hacia los agricultores y el 21 de noviembre de
1931 “se estipuló un permiso anual retribuido de siete días, con la
condición que la duración mínima del contrato fuera anual”. Todo, con el
concurso de la clase trabajadora en sus luchas sociales.
Tras la
dictadura franquista, el Estatuto de los Trabajadores estipula la
jornada laboral en 42 horas semanales para el trabajo en jornada
continua y 43 para la partida. En 1983 se reduce la jornada máxima a 40
horas semanales y 30 días de vacaciones como mínimo, que es como está
actualmente.
En un
trabajo de los profesores catalanes Montserrat Llonch y Jordi Maluquer,
se explica cómo la mejora de los salarios y la disminución del tiempo de
trabajo, desde el siglo XIX hasta el actual, han actuado como factores
de crecimiento, además de implicar cambios hacia la organización del
trabajo, contribuyendo, en su momento, a generar puestos de trabajo así
como calidad de vida.
Es
evidente que ahora mismo ya no es así. La precariedad laboral, el
decrecimiento de los salarios, la contratación “leonina”, la devaluación
de la vida laboral avanzan como caballo de Atila por Europa. Y ahora las
65 horas. No olvidemos que hace unos diez años, en Francia y en
Alemania, se introdujo en algunos sectores laborales las 35 horas. Hoy
cuestionadas y en franco retroceso.
Los
últimos dieciséis años se han caracterizado por fuertes incrementos
empresariales y de la economía, sin embargo los salarios reales apenas
crecieron en un 1,5%. Es obvio, y no deja lugar a muchas dudas, el
retroceso experimentado en lo que fueron conquistas sociales y
económicas de los trabajadores. No es exagerado decir que nos retrotrae
a las puertas del siglo XIX: en el año 1870 los obreros de la industria
manufacturera estaban en 64 horas. Según los datos del Eurostat, en
España la jornada laboral media está en 41,1 horas, por encima del
máximo legal de 40 horas.
Con las
65 horas aprobadas por el Consejo de Ministros de Empleo y Política
Social de los 27 de Europa, se acaba de derogar la jornada de 48 horas
semanales establecida en 1917 por la OIT. Y se admite que el empresario
y el trabajador pacten jornadas de hasta sesenta horas, incluso de 65.
Para
explicar tal involución social se recurre a argumentos como la
complejidad de la sociedad actual y por lo tanto del mundo laboral, o
como el de que no todos los trabajos son iguales, lo cual justificaría
la libertad de pacto entre las partes en función de los intereses más
convenientes a ambas (la imposición de una sola norma perjudicaría y no
contentaría a ninguna). Es, efectivamente, pura y simple falacia. Típico
caso de esquizofrenia política.
Así
las cosas, ¿cómo nos podemos extrañar de la anomia ciudadana en la
participación política y social?; ¿cómo se puede pedir a la juventud que
“no pase”?. Hace bastante tiempo que los gobiernos, independientemente
de su color, han perdido soberanía para dejarla en manos de eso que
llaman “mercado”. Europa no puede ser solamente un espacio económico y
de la flexibilidad. Tiene que ser también el espacio de los valores, de
los derechos humanos, de la justicia y de la solidaridad.
Ya Paul
Lafargue comentaba que “nuestra época es el siglo del trabajo”; y,
efectivamente, éste es el siglo de la explotación global, de la miseria
y de la corrupción.
La
biblioteca de Babel
Maxwell Bennett, Daniel Dennett, Peter Hacker y John
Searle
La naturaleza de la conciencia. Cerebro, mente y lenguaje
Barcelona, Paidós, 2008
Todo el
mundo tiene una idea aproximada de qué significa ser consciente. Desde
sentir dolor tras una caída o placer erógeno hasta sentir temor por un
despido o cierto éxtasis al escuchar a su compositor favorito. Pero todo
el mundo también, intuitivamente, piensa que eso real que siente es algo
de otro orden distinto que la silla sobre la que descansa, la escoba con
la que barre o los pucheros de su cocina. En intuiciones de esta índole
arraiga la doctrina llamada ‘dualismo’, que postula la existencia de dos
tipos de entidades en el mundo, las físicas y las mentales.
Aceptar
hoy, sin embargo, el dualismo, comporta echar por tierra toda la
concepción científica del mundo forjada laboriosamente durante cuatro
siglos. Por ello, muchos científicos y filósofos creen que de admitir la
existencia de la conciencia, habría que aceptar el dualismo y, en
consecuencia, eliminan la conciencia por la vía de reducirla a otra
cosa.
¿Cómo
encaja la conciencia en el orden natural? ¿Cómo es posible que un mundo
que se compone íntegramente de partículas materiales en campos de fuerza
pueda contener sistemas conscientes? ¿Cómo, en fin, se puede explicar
que un sistema físico como el cerebro pueda experimentar?
Se han
hecho en los últimos tiempos notables progresos para dar respuesta a
estos interrogantes o, al menos, para encauzarlos de manera atinada,
pero el asunto de la conciencia, en cuanto afinamos un poco nuestras
preguntas, continúa resultando un gran misterio, acaso uno de los
escollos más importantes en la búsqueda de una comprensión científica
del universo. En estas circunstancias no ha de resultar extraño que el
problema de la conciencia encuentre hoy su tratamiento más adecuado en
la frontera entre la ciencia y la filosofía. Las ciencias empíricas
suministran un inmenso caudal de información pertinente −desde la
psicología a la inteligencia artificial pasando por la neurociencia, la
etología o la teoría de la evolución−, pero no menos relevancia tienen
la elucidación filosófica −el tipo de enfoque con el que abordamos el
problema (¿sólo cabe moverse en el dilema entre dualismo o materialismo
reduccionista?)− o las nociones que utilizamos (¿es correcto atribuir
predicados psicológicos al cerebro?), que acaban repercutiendo en la
investigación empírica.
Impulsados, precisamente, por un afán de evaluar y esclarecer las bases
conceptuales del tratamiento científico de la mente, el neurocientífico
M. Bennett (director del Brain and Mind Research Institute) y el
filósofo P. Hacker (uno de los principales expertos en la filosofía de
Wittgenstein) escribieron conjuntamente el libro Philosophical
Foundations of Neuroscience, publicado en el año 2003 por la
editorial Blackwell. En él consagraron dos de sus capítulos a criticar
los planteamientos de D. C. Dennett y J. R. Searle, dos de los más
importantes filósofos de la mente, considerados los más leídos por la
comunidad científica, y que, por otro lado, llevan años manteniendo
también entre ellos una apasionado debate (véase, por ejemplo, J. R.
Searle, El misterio de la conciencia, Barcelona, Paidós, 2000,
cap. V). D. C. Dennett ha ofrecido una actualización de su planteamiento
desarrollado en La conciencia explicada (Barcelona, Paidós, 1995)
en el libro recientemente traducido al castellano Dulces Sueños.
Obstáculos filosóficos para una ciencia de la conciencia (Buenos
Aires, Katz, 2006).
En
otoño de 2004, en una sesión convocada por la American Philosophical
Association Dennett y Searle tuvieron la oportunidad de replicar a
las críticas de Bennett y Hacker. El apasionado debate surgido de este
encuentro, entre los tres destacados filósofos y uno de los más
eminentes neurocientíficos contemporáneos, es lo que recoge
fundamentalmente el libro que presentamos.
Por
obvios motivos este volumen, publicado originalmente en 2007, se abre
con la historia de la polémica y con una selección de pasajes de algunos
capítulos de la obra mencionada de Bennett y Hacker. Pero, sin duda, lo
más interesante son las réplicas de Dennett y Searle así como el
comentario a las mismas de Bennett y Hacker. Tras leer estas páginas,
uno no puede estar más de acuerdo con el comentario de Anthony Kenny que
se puede leer en una de las sobrecubiertas del libro: “Los temas que
abordan estos cuatro pensadores no se reducen a la neurofisiología y la
filosofía de la mente, sino a la naturaleza de la propia filosofía y su
relación con la ciencia”. La profundidad que alcanza la discusión –que
no tolera la lectura precipitada− se ve gratamente compensada por el
entusiasmo y la pasión intelectual que ponen sus protagonistas en la
defensa de sus argumentos.
Una
importante contribución, sin duda, a un tema apasionante y de creciente
interés a la luz del ritmo de publicaciones sobre la materia. Lo cual no
ha de sorprender: pues la conciencia ocupa un lugar central en la
comprensión de nuestra misma existencia como seres humanos.
[Xavier Pedrol]
Eduardo Galeano
Espejos. Una historia casi universal
Siglo XXI, Madrid, 2008, 365 páginas
Es éste
un libro para leer a sorbitos. Si se hubiera escrito en otra época y en
otra tradición se podría haber titulado Vademecum de ejemplos
predicables. El libro recoge cientos de pequeñas historias que
siempre cuentan algo: desde lo más antiguo a lo más cercano. Todas las
historias que aquí se cuentan tienen los mismos elementos en común:
recordar cómo es nuestro mundo, llamar a cada cosa por su nombre,
explicar qué ha sido de los vencidos y cómo los vencedores adornan su
victoria… aclarar y recordar.
El
libro recoge una parte de la historia de la humanidad. Como si de granos
de mostaza se tratase, Galeano planta en el papel historias que hablan
de los mitos, las guerras, la música, las iniquidades miles, el fútbol,
la vida de la gente o la pintura. Si se lee de corrido puede parecer un
libro de curiosidades, bien leído abre el apetito.
[Antonio Madrid]
Devedeando,
que es gerundio
Juan Antonio Bardem
Siete días de enero
Filmax, 2008
Antonio Hernández
F.E.N.
Filmax, 2008
En estas
fechas tan señaladas para todos nosotros, a un mes de cumplirse el
treinta aniversario de la lluvia de libertades que nos prodigó la
aprobación de la Constitución, qué mejor que sumarse a los fastos con un
repaso a algunos títulos del cine español de la época. A servidor de
ustedes, que era aún pequeñito por esas fechas, lo tenían ya casi
convencido de que lo único destacable en la producción cinematográfica
de la llamada “transición” fue el cine del “destape” y las muy ibéricas
gestas de Mariano Ozores (así al menos me lo parecía a mí en mi candidez
cuando le echaba un vistazo a la cartelera, sintomática de la concepción
que el grueso del cine español actual tiene sobre la recuperación de la
memoria histórica), pero hete aquí que, por lo visto, había vida
cinematográfica más allá del muslo y la pechuga. Aunque, todo hay que
decirlo, la filmografía tampoco es para tirar cohetes, hasta la fecha se
ha editado en DVD una parte sustancial de las películas de temática
política y social más interesantes de la época, a saber: Operación
Ogro, de Gillo Pontecorvo, El diputado, de Eloy de la
Iglesia, o La fuga de Segovia, de Imanol Uribe, amén de otras que
empezaban a indagar desde la izquierda en lo que había sido la guerra
civil y el franquismo, como Caudillo y Queridísimos verdugos,
de Basilio Martín Patino, o Las largas vacaciones del 36, de
Jaime Camino (de quien se echa en falta una edición en DVD de La
vieja memoria). A todas éstas se vinieron a añadir hace unos meses
las que aquí reseño.
Siete días
de enero
(1978), dirigida por Juan Antonio Bardem y con guión del propio Bardem y
de
Gregorio
Morán (sí, sí, el de Miseria y grandeza del Partido Comunista de
España), y que se sitúa cronológicamente entre dos auténticas
curiosidades del director madrileño, El puente y Advertencia,
rememora el desdichadamente célebre “crimen de Atocha”, el asesinato de
cinco abogados laboralistas perpetrado a principios de 1977 por un grupo
vinculado a la extrema derecha. Aunque este filme no puede considerarse
una de las obras más redondas de Bardem, posee la particularidad de que
el relato de los hechos se realiza en su mayor parte desde el punto de
vista de quienes cometieron la matanza, además de conjugar con
originalidad la ficción, la reconstrucción histórica y algunas imágenes
documentales. En definitiva, uno de los títulos clave del cine político
hecho durante la “transición”, especialmente aleccionador sobre el clima
de violencia política vivido en la época.
En cambio,
F.E.N. (1979), primera obra del director salmantino Antonio
Hernández (quien después ha desarrollado una carrera de bastante éxito
dedicándose a un cine más comercial), pertenece a un género que
podríamos calificar de “ajuste de cuentas con el pasado”. La acción
transcurre durante las vacaciones de verano en un colegio-internado
regentado por una conocida orden religiosa, donde se producen las
situaciones que solían ser habituales en muchas instituciones de este
tipo: castigos crueles y absurdos, memorización de datos inútiles,
insinuaciones sexuales, etc.; sólo que en el caso de F.E.N., los
alumnos duplican en edad a los “padres”… En resumidas cuentas, una
película grata y catártica para quienes tuvieran que padecer los rigores
de la educación nacional-católica.
[Carles Mercadal]
Foro
de webs
DESC
http://www.descweb.org
El
Observatorio de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC) es una entidad formada
por diversas organizaciones dedicadas a la defensa de la paz y de los
derechos humanos. Su objetivo es poner de relieve la indivisibilidad de
los derechos humanos civiles, políticos, sociales, culturales y
ambientales, así como velar por su igual garantía a todas las personas.
Con ese propósito, participa en campañas locales e internacionales de
reivindicación de los derechos sociales y promueve acciones de
investigación y denuncia de sus vulneraciones.
Comunicado
DESC: “Desahucios exprés en el marco de la crisis: un despropósito que
vulnera las obligaciones estatales en materia de Derecho a la Vivienda”
Actualmente,
DESC se hace eco del Anteproyecto de Ley de Fomento del Alquiler de
Viviendas, validado ya por Consejo General del Poder Judicial, por el
que se pretende potenciar el mercado de los arrendamientos urbanos
mediante ayudas a fondo perdido a propietarios de viviendas vacías y la
agilización de los desahucios por motivos económicos (el
llamado“desahucio exprés”). El comunicado completo puede leerse en
http://www.descweb.org/?q=es/node/228
ATTAC
presenta sus propuestas para superar la crisis
http://www.attacmallorca.es/2008/10/21/attac-presenta-sus-propuestas-para-superar-la-crisis/
ATTAC
ha denunciado, durante esta última década, el poder de los mercados
financieros sobre la economía real y cómo este enfoque neoliberal
contenía más peligros que ventajas. A la luz de los últimos
acontecimientos que han llevado al actual sistema económico mundial a
una crisis con precedentes históricos, ATTAC, que reúne a académicos,
economistas, sociólogos, periodistas, profesionales, trabajadores y
activistas de toda Europa, ha preparado una batería de acciones
sistémicas para hacer frente a la actual crisis económica.
-
Cooperación internacional:
Los dirigentes del mundo deben sentarse juntos y diseñar una nueva
arquitectura financiera y económica sobre la base de políticas
democráticas que controlen los mercados financieros.
La política
tiene que estar de nuevo por encima de la economía y no al revés.
-
Mitigar los efectos de la crisis de acuerdo con el
principio "el especulador paga":
Crear en cada país un fondo de crisis alimentado por una única
imposición extra sobre todos los ingresos de capital por encima de
50.000 euros y un 1% de impuesto extra sobre todos los beneficios de las
empresas del sector financiero.
-
Control democrático sobre el Banco Central Europeo (BCE):
Cambiar las políticas monetarias del BCE a favor de un crecimiento
sostenible, del empleo y de la redistribución de la renta, bajo la
estricta supervisión del Parlamento Europeo.
El BCE debe
establecer de inmediato los controles de capital en el continente con el
fin de estabilizar todo el sistema económico y ayudar a establecer un
ordenamiento impositivo común que evite el dumping fiscal, la evasión
tributaria y la competencia existente entre los seguros de depósitos
entre los diferentes países.
-
Fiscalidad para evitar la especulación:
Se necesitan, con carácter de urgencia, impuestos sobre todo tipo de
transferencias financieras a fin de terminar con la especulación, de
ralentizar la velocidad de circulación de los capitales en los mercados
financieros y de poner fin al cortoplacismo.
Esto incluye
un marco multilateral de impuestos sobre todas las transacciones
monetarias para desalentar las operaciones especulativas a corto plazo a
través de las fronteras.
Asimismo, la
implantación de esa tasa global sobre los movimientos de capital entre
naciones, conocida como tasa
Tobin, puede financiar la puesta en marcha de un New
Deal ecológico a nivel mundial que dirija sus objetivos hacia el
mantenimiento y la recuperación de los perecederos bienes naturales.
-
Cerrar los paraísos fiscales y centros off-shore:
No hay ningún argumento económico razonable en favor del mantenimiento
de la situación de territorios económicos privilegiados como son los
paraísos fiscales.
Es por esto
que su función delictiva debe ser completamente cerrada y deben
someterse a impuestos globales.
-
Creación de bancos públicos:
Debe invertirse la tendencia de la banca pública a transformarse en
bancos comerciales e intermediarios de inversión con ánimo de lucro. Los
bancos públicos sin ánimo de lucro deben ser fortalecidos y quedar
exentos de la actual legislación europea en materia de competencia.
El Tesoro Público debería poseer, al menos, algunos de
los principales bancos para proporcionar financiación estable para un
desarrollo sostenible y justo.
-
Paralización del proceso de ratificación del Tratado de
Lisboa y reformulación de un nuevo marco constitucional para Europa,
lejos del neoliberalismo, demás de convocar elecciones a un Parlamento
Constituyente y la correspondiente redacción de una nueva Carta Magna,
discusión y aprobación por los distintos Parlamentos Nacionales y
aprobación mediante referéndum europeo.
La
política tiene que estar de nuevo por encima de la economía. El
especulador es el que debe pagar la crisis, no el contribuyente. Es
necesario un control democrático sobre bancos, además de incentivar la
fiscalidad para evitar la especulación.
ATTAC
España. 20 octubre 2008
PÁGINAS-AMIGAS
Centre de Treball
i Documentació (CTD)
http://www.cetede.org
Nómadas. Revista Crítica de
Ciencias Sociales y Jurídicas
http://www.ucm.es/info/nomadas
El Viejo Topo
http://www.elviejotopo.com
La Insignia-
http://www.lainsignia.org
Sin permiso
http://www.sinpermiso.info/
Revista
mientras tanto
Número
106
mientras
tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB |
Primavera
2008106
NOTAS EDITORIALES
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¿Es eficaz la ley integral contra la violencia de género?
J. A. Estévez
Apuntes sobre la Universidad española: el desarorrollo del
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La ofensiva pro-nuclear, una amenaza que debe tomarse en serio
J. Sempere
MONOGRÁFICO
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ARTÍCULOS
LA CONSOLIDACIÓN DEL PODER ALIMENTARIO DEL NORTE: POLÍTICAS Y
PROGRAMAS PARA DESTRUIR LA SOBERANÍA ALIMENTARIA DEL SUR
Gerad Coffrey, Ana Lucía Bravo y Cecilia Chérrez
LIBRE COMERCIO FRENTE A PEQUEÑOS CAMPESINOS
Walden Bello
DIEZ RAZONES POR QUÉ UNA NUEVA REVOLUCIÓN VERDE PROMOVIDA POR LA
ALIANZA DE ROCKEFELLER Y LA FUNDACIÓN DE BILL Y MELINDA GATES NO
RESOLVERÁ LOS PROBLEMAS DE POBREZA Y HAMBRE EN ÁFRICA SUB-SAHARIANA
Eric Holt-Gimenez, Miguel A. Altieri. y Peter Rosset
COOPERACIÓN Y SOBERANÍA ALIMENTARIA EN EL CONTEXTO DE LA
GLOBALIZACIÓN
Alex Guillamon
MIRANDO HACIA EL FUTURO: LA REFORMA AGRARIA Y LA SOBERANÍA
ALIMENTARIA
Peter M. Rosset
LA RUPTURA DEL CONSENSO EN TORNO A LOS AGROCOMBUSTIBLES
Eric Holt-Giménez e Isabella Kenfield
EL MOVIMIENTO POR UN COMERCIO JUSTO: DEBATES Y DESAFÍOS
Esther Vivas
RECURSOS EN LA RED
Documento: Declaración de Nyéléni
RESEÑA
Nuestros primos cercanos: chimpancés y bonobos
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Número 107
(en prensa)
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HETEROSEXUALIDAD OBLIGATORIA Y MINORÍAS SEXUALES
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RECONSTRUIR LA IDENTIDAD MASCULINA: UNA OBLIGACIÓN POLÍTICA
Daniel Gabarró
LA IDENTIDAD DE GÉNERO: DOS REFLEXIONES DESDE UNA PERSPECTIVA
TRANS
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