No
hay tiempo para más dilaciones
Por
Julio Anguita González
He
esperado a la reunión de este Comité Federal para manifestar ante
mis camaradas las valoraciones, opiniones y sobre todo las
consecuencias que a mi entender tienen sobre IU y el PCE los últimos
resultados electorales. Ningún medio de comunicación ha conseguido
de mí una sola palabra. Pero estas líneas no son sólo juicios, son
fundamentalmente, propuestas de acción que someto en primera
instancia al conocimiento de este órgano.
He
sido durante más de diez años Secretario General del PCE y casi con
total simultaneidad he ejercido también de Coordinador General de IU.
Ahora presido la Comisión Redactora del Manifiesto-Programa. La
experiencia y los conocimientos adquiridos en el ejercicio de estas
responsabilidades me obligan por conciencia y lealtad a la
organización pero también por necesidad anímica y política
personales, a expresarme con total claridad sobre la situación por
la que atravesamos.
He
sopesado la posibilidad de elevar previamente este escrito a otros
órganos de dirección más restringidos pero se ha impuesto en mi
ánimo la convicción de que era preferible que el documento llegase
aquí tal cual, sin matizaciones, enmiendas o consensos que pudieran
inducir al Comité Federal de que estaba ante una propuesta ya
canalizada y por tanto con pies forzados que dificultaran el libre
análisis del mismo.
No
pretendo que el documento se debata en esta sesión del Comité
Federal; sería sorpresivo y por tanto carente de las garantías
necesarias para una discusión. Solamente pretendo que sirva para
estimular el debate que desde la Comisión Redactora lanzaremos con
el método acordado en el encuentro que mantuvimos los integrantes de
la misma con el Secretario General y otros miembros de la
Permanente. Pero también pretendo que ante la inminencia de la
convocatoria de la Asamblea Federal de IU podamos discutir y tener
al menos una opinión como Partido, el cual decidirá si puede servir
para abrir la discusión con los plazos, ritmos y métodos que se
acuerden.
Antes
de entrar en materia quiero hacer cuatro precisiones que sirvan para
disipar dudas, apriorismos o procesos de intención que nunca ayudan
a la serenidad de pensamiento:
1. Nuestro Secretario General fue informado por mí sobre la
redacción del documento y se lo envié con bastante antelación a la
celebración de este Comité Federal.
2.
Es mi intención más firme seguir militando en el PCE y en
aquellas otras instancias y organizaciones políticas que él apoye.
3. El documento es en parte deudor de otros que han ido
apareciendo en el curso de los días. En otra parte es una síntesis
apretada de materiales producidos por IU y por el PCE y desde luego
también contiene el producto de mis reflexiones en torno a una
cuestión que me obsesiona: Un proyecto como el que IU quiso ser,
sigue siendo un clamor desde la necesidad de cambiar la realidad y
desde la también necesaria rebeldía contra ella. Nunca una necesidad
tuvo tan menguados referentes para satisfacerla. En cuanto a los
otros documentos que han ido apareciendo firmados por otros
camaradas y compañeros creo que deberían también ser conocidos
oficialmente por este Comité Federal a los efectos del debate
oportunos.
4. Como dirigente que fui de IU y actualmente del PCE asumo en
lo que a mí me corresponde la responsabilidad en los procesos que
han desembocado a esta situación. Quisiera con esta sincera salvedad
que, sin huir de las críticas a las direcciones pasadas y presentes,
no transformásemos el debate en imputaciones exclusivamente
personales. Nos perderíamos en una madeja laberíntica. Las
responsabilidades existen, pero en el marco de los procesos
colectivos.
IU:
un proyecto político en vías de extinción
Los
resultados electorales del 9 M no han hecho otra cosa que evidenciar
lo que ya era un hecho; IU no tiene más entidad política que sus
siglas; una marca devaluada en el mercado electoral y mediático sin
incidencia alguna en ningún sector social. La casi total pérdida de
representación en el Parlamento no es otra cosa que un ajuste con la
realidad.
El
naufragio de IU comenzó a acentuarse cuando fue evidente para la
opinión pública que estaba ante una organización carente de
identidad específica y propia y por ello incapaz de fijar
siquiera un mínimo estable de respaldo y apoyo.
Muchas
cosas han cambiado en España y en el mundo desde que fue fundada el
27 de Abril de 1986, pero hay dos fundamentales: las consecuencias
de la desaparición de la URSS y el giro de CCOO hacia un sindicato
de servicios que comparte con UGT los favores de la administración.
Y al hablar de las consecuencias quiero remarcar que me refiero a
cómo estos hechos han sido vividos, cómo han sido introyectados en
lo personal y en lo colectivo y cómo terminaron derivando hacia
posiciones del borrón, cuenta nueva y superación de la fractura
de 1920. En unos meses se borraron de la memoria la historia más
inmediata y las evidencias del día a día político y sindical.
Precisamente
su aparición como fuerza política venía a resituar un espacio
político en torno a dos ejes alternativos: El Programa como
referencia para las relaciones con los demás y las otras formas
de hacer política como el sello de una nueva alianza con la
sociedad y especialmente con los sectores más dinámicos y avanzados
de la misma. Estas dos características hacían del nuevo proyecto una
entidad que pretendía crear instrumentos de intervención social en
la política y en la actividad social desde posiciones orientadas a
lo que vino en denominarse la Construcción de la Alternativa.
Desde
fuera vinieron pronto las operaciones dirigidas a insertar a la
nueva fuerza dentro de la dinámica que el nuevo orden mundial
preconizaba. El harakiri del PCI, la deriva hacia ese ejemplo de
Iniciativa per Catalunya junto con las andanadas mediáticas en torno
a las diversas denominaciones de la Casa Común las cuales contaban
con grandes y sucesivas cabezas de puente en el interno de IU,
marcaron con el estigma de la crisis permanente a la nueva
organización. Desde entonces IU ha estado debatiéndose entre la
consolidación de su manera específica de ser y la llamada hacia lo
inerte: la homologación con el status político buscando en él la
legitimidad y la normalización.
A
pesar de las dificultades IU se desarrolló y avanzó electoralmente.
Eran los tiempos del 14 de Diciembre, la Propuesta Sindical
Prioritaria y la Iniciativa Sindical de Progreso. También eran los
tiempos de un PSOE que evidenciaba la corrupción, el crimen de
Estado, las privatizaciones, las desregulaciones y la beautiful
people. El hecho de que a pesar de estos escándalos el PSOE
mantuviera un suelo electoral muy alto debió servir de advertencia
acerca de que el trabajo preferente de IU debiera hacerse en el seno
de la sociedad, de las organizaciones obreras, de los colectivos
alternativos y culturales. Era aquí donde el Movimiento Político
y Social mostraba su necesidad de ser y trabajar.
Las
alianzas y acuerdos con CGT y USO en torno a las 35 horas reiteraban
la lección; IU no debía tener más referente sindical que el marcado
por las luchas de cada día, los programas y las alternativas. IU
sólo podía avanzar a partir de entonces si ella misma creaba y
ampliaba el terreno sobre el cual su rareza política podía
enraizarse, crecer y hacer cambiar el entorno. Instalarse en la
lógica de cualquier fuerza parlamentaria y desde luego en la del
PSOE y su discurso bifocal, era la muerte anunciada.
Dudando
entre qué camino escoger o lo que es peor, picoteando de unos y
otros, las características de IU comenzaron a difuminarse y la
confrontación interna entre visiones parciales e interesadas del
proyecto se multiplicó, se transformó en una serie de luchas
endogámicas por razones más cercanas a las listas electorales que a
otra cosa.. Y puestos en ese camino, optando por la vía de la lucha
exclusivamente institucional los Estatutos, la democracia interna,
la ética y la honestidad política que hacía tiempo venían
degradándose empezaron a gozar de unas largas vacaciones. Recordemos
las diferencias en cuanto a contenidos, alianzas estables, rigor y
claridad entre el debate sobre Mäastricht y los otros muchos que le
han seguido.
En
el seno de IU comenzó a abrirse paso de nuevo la vieja idea de ser
diferentes y diferenciados sin abandonar tampoco el rol que el PSOE
y sus influencias habían montado en torno al bipartidismo; IU quiso
ser la otra cosa pero dentro de un orden. En función de ello
el viejo lema del discurso rojo, verde y violeta pasó a ser
la denominación de una nueva entidad, el proyecto eco-socialista.
Y de nuevo el viejo proyecto confederal de las Izquierdas
Periféricas como posibilidad de frenar la caída electoral y
crear una confusión calculada que sirviera las diferentes y a veces
contrapuestas clientelas electorales.
En
los últimos años, y ya en plena pendiente, los síntomas de muerte se
han multiplicado: la supuesta federalidad ha sido sustituida por
taifatos y cuotas de poder (aunque este problema venía de muy
lejos), los grupos enfrentados nunca han constituido alianzas
estables sino aleatorias y en función de las mejores tajadas en cada
lista electoral.
Quiero
decir que nuestro proyecto de Estado Federal Solidario no ha sido
aplicado en nuestra organización. Creo también que su existencia es
tan ignorada como la Alternativa Energética, los 11 puntos o los
análisis (y propuestas consiguientes) hechos sobre la UE.
Y
lo que desde luego constituye un dogal para la asfixia total es la
deuda que sin ingresos medianamente importantes, puede ser la
puntilla que acelere la agonía.
¿Hay
solución?
Desde
hace varios años vengo diciendo que el proyecto de IU tal y como se
está desarrollando, estaba muerto y que debíamos prepararnos para
ese acontecimiento. No creo que con asambleas ordinarias, métodos
clásicos y prácticas rutinarias se salga de esta, al menos como una
fuerza política mínimamente estructurada, con una cierta solidez y
como proyecto para el Estado Español. Las siglas podrán continuar
durante algún tiempo en las CCAA y en las Administraciones Locales,
pero irán siendo sustituidas paulatinamente por alianzas electorales
de creciente color localista sin más aspiración que ser una bisagra
recompensada con cicatería por el PSOE.
No,
no hay razones ni siquiera indicios de una recuperación o de una
posibilidad de remontar la deblacle, en ningún sitio. No nos
engañemos con las lecturas de males menores, de avances sobre el
mismo ladrillo o de pruritos en dar lecciones magistrales. Los
resultados han sido malos, pero si además se presentan como
victorias siguen siendo malos y además acompañados de la ceguera.
Aquí y por ahora, no valen las comparaciones entre el ciego y el
tuerto.
El
pesimismo con el que vemos la situación está más que fundamentado;
no sólo por la curva decreciente de los procesos electorales sino
por algo mucho más grave que eso: la degradación de la vida
política, orgánica e incluso de relaciones personales en el seno de
la organización.
Creo
que confiar en que la Asamblea venidera sirva para solucionar el
problema es un ejercicio de candor. Hay un proyecto o si queréis una
aspiración, a hacer de IU un trasunto confederal de una formación
eco-socialista de viejísimo cuño en cuanto las relaciones de la
misma con la sociedad y la opinión publicada. Las llamadas desde los
medios de comunicación a la renovación, la apertura a la
sociedad y a la izquierda plural acompañadas de la
satanización de las siglas PCE (como si los almuédanos de este
mensaje no fueran en su mayoría también del PCE) forman parte de una
técnica que hemos sufrido demasiadas veces en IU y en esta casa.
Frente a esto no hay proyecto alternativo; hay cenáculos, movidas,
alianzas que flor de un día, han durado lo que han tardado la
confección de las listas. Es más, las invocaciones a palo seco a
conceptos y expresiones como Movimiento Político y Social,
Elaboración Colectiva o Democracia han sido manidos incumplidos
cuando no prostituidos y será difícil limpiarlos de tantas
excrecencias e impurezas.
Y
sin embargo
Sobre
esta tierra yerma parece casi imposible cultivar nada viable, serio
y con pretensiones de durabilidad y muchísimo menos de ser
instrumento de liberación social. Sólo hay un punto de posible
regeneración que viene dado por la constatación de dos realidades:
1.
El campo de acción para una fuerza política como la que
pretendió ser IU es tan vasto como un océano. En él se inscriben
movimientos de todo tipo que pretenden con sus luchas y sus
actividades hacer bueno aquello de que “Otro mundo es posible”. Pero
hace falta una organización política que respetando esos movimientos
y trabajando lealmente con ellos realice una labor que demuestre
cómo la intervención política no es otra cosa que la intervención de
la sociedad para hacer de la Política sinónimo de Transformación
social.
2. SOBRE LOS TRABAJADORES Y ASALARIADOS SE CIERNE, SO PRETEXTO
DE LA CRISIS, UNA DE LAS MAYORES AMENAZAS DE LOS ÚLTIMOS TIEMPOS. LA
RECESIÓN ES UN HECHO. EL PARO AUMENTA. LOS GOBIERNOS EUROPEOS CLAMAN
POR REBAJAS SALARIALES Y LA FLEXI-SEGURIDAD ES YA UN PROYECTO
CUYA APLICACIÓN SE PRESENTA COMO INEXORABLE. MILLONES DE HOMBRES Y
MUJERES VAN A SOPORTAR UNA AGRESIÓN QUE LOS CONDENARÁ A SITUACIONES
DE PRECARIEDAD, EXCLUSIÓN Y MARGINACIÓN EXTRAORDINARIAS. AHÍ ESTÁ LA
DERECHA; NO NOS CONFUNDAMOS POR LAS SIGLAS.
Esta
situación a la que los trabajadores y asalariados se van a ver
avocados y dentro de ella los colectivos más débiles (mujeres,
jóvenes, pensionistas, etc.) nos exige, nos clama y nos obliga so
pena de traición a nuestra historia y al legado de tantos
luchadores, a cambiar radicalmente. Y esta coyuntura que se avecina
puede y debe ser el agente externo que provoque lo que aún pueda
quedar de vivo y nos convoque para sellar una alianza de compromisos
en torno a la REFUNDACIÓN de IU.
Y
esta Refundación sólo es posible desde un previo acto personal,
intransferible y de compromiso a comenzar de cero que se condense en
una atmósfera colectiva de voluntad interventora con los mecanismos
políticos y las actitudes de una nueva práctica militante. Sin esto,
que debe ser preceptivo, no se podrá poner en marcha el resto. Estoy
llamando a la responsabilidad y a la aceptación sin límites de unas
reglas de juego democráticas y del resultado que del debate surja.
La
propuesta
La
Asamblea federal próxima debe hacerse en dos fases.
Primera
fase.
Desde el acuerdo en la necesidad de volver a empezar a causa de la
excepcionalidad del momento, se imponen los siguientes pasos o
fases:
1. La
Refundación de IU no puede hacerse en clave endogámica, sería
un comienzo estéril. Es preceptivo hacer una Convocatoria abierta a
colectivos, personas, ex- militantes, etc. para comenzar un proceso
(que puede tener varias denominaciones) por el cual se debatirán y
fijarán los ejes, compromisos y características de la nueva IU.
2. Y
ello implica, como prenda de cambio y de nuevo comienzo, la
renovación de al menos el 50% de todos los órganos de dirección,
desde la Federal hasta la agrupación básica con las condiciones y
plazos que se fijen, pero antes de la primera parte de la Asamblea.
Aquellos que hemos ejercido responsabilidades durante años
deberíamos pasar a una segunda fila y desde allí dar el rendimiento,
el apoyo y la lealtad a las nuevas direcciones.
3.
Desde este momento, la primera parte de la Asamblea debate y
desarrolla los puntos y ejes que estructurarán a IU. A mi juicio son
los siguientes:
3.1.
IU, Movimiento Político y Social Organizado que fija su
objetivo en la permanente Construcción de la Alternativa a la
sociedad, el Estado, la cultura existente y los valores dominantes.
La superación del Capitalismo tendría como proyecto inmediato de
trabajo la consecución de los objetivos que ya marcamos en IU: Una
sociedad de Pleno Empleo de calidad. Una Economía desde la óptica
del Desarrollo ecológicamente sostenible. Una Protección Social
plena. Reparto del Trabajo. Y junto a ello las acciones de política
económico-fiscal necesarias para ello.
3.2.
Democracia Radical en IU. Publicidad permanente de los censos
de militancia y libre acceso para quien quiera consultarlos.
Reglamentos que fijen con precisión la publicidad de los acuerdos
orgánicos hacia la militancia, que regulen el régimen de sesiones,
deliberaciones y acuerdos así como la información previa y
documentada en cada sesión. Revocación de los cargos públicos por
las asambleas competentes u órganos competentes que los eligieron
como candidatos en las elecciones. Elección de direcciones tras la
presentación de un programa del que rendirán cuenta en las sesiones
habilitadas para ello. Finanzas claras, transparentes y
co-responsables. Militancia efectiva según posibilidades.
3.3.
Elaboración Colectiva. Esta seña de identidad no es sino la
aplicación en el marco de lo concreto de la alianza social en torno
a objetivos, métodos y valores. Sin que los ciudadanos participen en
la elaboración de las soluciones para sus problemas no habrá nunca
conciencia de la realidad, sus límites y el papel que la Democracia
tiene en el cambio social. Pero la elaboración colectiva no es la
creación de un gabinete de asesores que elaboran papeles para los
cargos públicos, es —básicamente— un mecanismo de participación
democrática en las decisiones de IU, es un mecanismo de aportación e
intervención en las líneas de actuación de la actividad política y
social y también en las políticas a realizar en las instituciones.
Las Áreas como un mecanismo de elaboración (puede haber otros más)
deben ser organizadas de tal manera que los militantes y dirigentes
participen en ellas habitualmente. En las elaboraciones que sobre
ellas hemos hecho en IU hay material suficiente para concretar su
organización, funciones y participación política.
3.4.
IU es una fuerza política de carácter federal. Y esta apuesta
proviene de nuestra concepción del Estado Federal, que no es sino
otra forma de concebir el acuerdo sobre un Estado unitario que busca
su cohesión desde el consenso, el acuerdo, la atribución clara de
competencias, funciones y responsabilidades. La federalidad es
incompatible con los taifatos. Una idea debe quedar clara: la
federalidad es un reconocimiento a la diversidad pero en el marco de
una visión común de la Transformación social. La transitoriedad de
Estados, nacionalidades y entes territoriales ante la concepción de
un mundo nuevo, solidario y sin fronteras debe estar siempre
presente.
3.5.
Escrupulosa legalidad. Una fuerza política que se pretenda
democrática debe guiar sus actuaciones internas y su funcionamiento
por el respeto y ejercicio de la legalidad. Estatutos, reglamentos,
régimen de sesiones y toma de acuerdos deben ajustarse totalmente a
las reglas de juego estatuidas libre y soberanamente por el
colectivo. Las comisiones de Garantías no pueden ser concebidas como
órganos para salir del paso cuando no como cementerio de elefantes.
Es inadmisible que los Estatutos sufran cambios para legalizar
acciones o situaciones que contradicen abiertamente los principios
éticos y políticos de IU.
3.6.
IU no puede definirse por una serie interminable de adjetivos.
La aceptación y desarrollo de los DDHH en sus tres generaciones, la
asunción en la teoría y en la práctica de otras aportaciones a la
causa de la plena emancipación humana es una seña de identidad
irrenunciable para cualquier organización que pretenda ser
revolucionaria o transformadora. Desde hace muchos años explicitamos
que nuestro discurso es rojo, verde y violeta. No sigamos añadiendo
adjetivaciones al sustantivo fundamental. Asumamos la historia del
movimiento obrero y los nuevos proyectos de liberación. IU es un
proyecto de Izquierda, sin más.
3.7.
IU no tiene más referencias sindicales que las derivadas de
las alianzas, coincidencias y movilizaciones que en cada momento
puedan producirse El Programa estratégico, la coincidencia táctica,
la acción puntual o la coyuntura favorable para una movilización
acorde con los intereses de los que aspiramos a representar, es la
única pauta para cualquier tipo de relación política y sindical.
3.8.
IU se define como una organización republicana. La condición
republicana de IU no es una mera adjetivación para la galería. La
organización debe fijar en sus Estatutos, discurso y práctica
política su decidida voluntad de que la III República española sea
una realidad mediante el acuerdo activo, la participación
democrática y la divulgación ciudadana de los valores, ética y
contenidos de la Constitución de la III República. Nuestro
republicanismo no está hecho de nostalgias sino de proyectos para
hoy. El desarrollo de esta decisión implica una serie de
actuaciones, formas de trabajo y expresiones públicas que sin caer
en estridencias gratuitas manifiesten firme, serena e
inequívocamente nuestra entidad y nuestra propuesta a la ciudadanía.
En consecuencia uno de los trabajos de IU debe ser colaborar y
aportar en la puesta en marcha del proceso constituyente de la III
República.
Una
vez que estos puntos hayan sido discutidos, asumidos y
sistematizados en una única Tesis político-organizativa, la primera
parte de la Asamblea los aprueba y pone en marcha el desarrollo de
los mismos.
Segunda
fase.
Una vez que la primera fase haya sido culminada se procederá a la
convocatoria de la segunda. En ella se ratificará lo hecho como
desarrollo de la primera y se aprobará una Tesis
político-organizativa para los años siguientes hasta la próxima
Asamblea. Pretendo con esta distinción separar lo que para mí
constituye una invariante, los principios de IU que no pueden estar
siempre al albur de cualquier Asamblea, de las líneas políticas y
programas que constituyen el mandato para cada Asamblea específica.
En
esta segunda fase las direcciones deben, con el mismo método que la
anterior, proceder a su renovación en un 25% de lo que anteriormente
no se renovó y al porcentaje o casos particulares que se estimen
conveniente de los anteriormente renovados. Los Estatutos deberán
fijar los años de duración de los mandatos.
La izquierda
Por
José Manuel Barreal San Martín
Al
hilo del artículo, “¿Desaparece la izquierda real?” de Alejandro
Álvarez, compañero y amigo, publicado en La Nueva España el
mes de marzo, quisiera abundar no tanto en los problemas de su
organización IU, como en los que a mi entender puede tener la
izquierda (utilizo conscientemente el término ambiguo de izquierda)
en este país.
Brevemente,
con respecto a IU, decir que siendo, como soy, defensor del derecho
a una muerte digna, no me queda más remedio que respetar la
“eutanasia política” que Izquierda Unida se aplica voluntariamente.
No obstante, sería bueno un repaso al libro Hablando de IU
(1997), de Carlos Taibo; tal vez ayudase a discernir algunas claves
de la actual crisis.
Lo
manifestado por el Nobel José Saramago: “antes nos gustaba decir que
la derecha era estúpida, pero hoy día no conozco nada más estúpido
que la izquierda” (larepublica.es, 14.06.07), no sé si obedece a la
realidad o es una apreciación subjetiva. Sin embargo, que no sólo
Izquierda Unida —¿la izquierda real?—, sino la izquierda de este
país está en una situación precaria e irrelevante es un hecho que
no necesita mucho análisis marxista.
Las
elecciones del pasado 9 de marzo tendrían que marcar un antes y un
después en el ámbito de la izquierda, y no sólo de IU. Se hace
necesario un debate en clave actual. Una reflexión que huya de
devaneos intelectuales y que las viejas glorias, muy respetables,
así como los dinosaurios políticos, dejen a otros y a otras que
impregnen con nueva savia a una izquierda que, más que real, parece
virtual y deshuesada.
El
escenario social y político en el que nos movemos deja poco espacio
para la lírica “revolucionaria” y el análisis de las “condiciones
objetivas”. La película que se nos pasa del mismo, en sesión
continua, tiene unos protagonistas y un argumento que no puede
quedar en la periferia de un análisis sereno y reflexivo. Así, la
creciente derechización del panorama político: miles de trabajadores
y trabajadoras votan a los partidos de derechas en Europa y aquí, al
PP; las políticas neoliberales, defendidas tanto por la derecha como
por la socialdemocracia, subordinando la política a la economía y
propiciando unos estados y gobiernos sometidos a las
multinacionales, especuladores bursátiles y toda clase de grupos de
presión capitalista; los problemas medioambientales, que nos
conciernes a todos; la desigualdad real de género en el trabajo y,
mal que nos pese, en la familia; el incumplimiento de los derechos
humanos, etc. Todo ello muestra y define, con urgencia, una agenda
de tareas que, a mi juicio, está teniendo poco eco y escasa cabida
en la izquierda.
Los
planteamientos que se hagan no pueden ser recetas, siempre estarán
supeditados a la duda, pues las futuras líneas de acción no son
negras o blancas, hay tonalidades de grises. Sabemos que los cambios
sociales y políticos no son lineales, como un proyectil (permítaseme
el símil poco pacifista) sino más complejos, como el vuelo cambiante
de la mariposa. Lo cual no invalida el debate de la futura
izquierda alternativa y no tendría que devaluar su futuro
programa.
Hace
tiempo que la otrora clase obrera, perdió la centralidad política,
situación que ya Manuel Sacristán lamentaba hace bastantes años. Esa
“dimisión obrera” ha pasado a situar la alternativa en otros
intereses colectivos, como lo verde-lechuga y el nacionalismo
oportunista que junto con cierta actitud culturalista y estética
parece ocupar el espacio en la “izquierda alternativa”, en
detrimento de otras opciones sociales menos apegadas al voto.
La
consecuencia, desde mi punto de vista, ha sido la ruptura de lo que,
entiendo, fue el nervio, el cerebro y el ser de la izquierda: la
unión y la interrelación entre emancipación, libertad y justicia
social.
No
es pesimismo reconocer que existen enormes dificultades de
construcción de alternativas al actual modelo de producción y de
distribución de la riqueza. Sin embargo, y precisamente por esas
dificultades objetivas, la izquierda tiene la obligación, junto con
las personas que nos interesamos por los posibles procesos
alternativos, de plantearse, entre otros aspectos: por dónde
avanzar, cómo hacerlo, con quién, para qué y qué camino tomar y
seguirlo.
La
izquierda que se autodefina alternativa y transformadora debería, a
mi entender, recuperar la iniciativa propositiva, es decir, dejar de
ser solamente reactiva a la derecha y mostrar con claridad y sin
complejos que el socialismo es un sistema social viable y
alternativo al actual sistema capitalista.
Finalizo
con un párrafo, muy clarificador, del profesor de Economía Albert
Recio, cuando expresa: […] “difícilmente se saldrá de la crisis si
el debate se limita a la militancia organizada. Para que haya un
camino a la izquierda, aunque de momento sólo sea un sendero, hace
falta recomponer fuerzas y sumar energías. Y esto requiere un
diálogo y una colaboración abierta con los sectores sociales que de
alguna forma se inscriben en la izquierda…” Y, añado yo, sin tutelas
de aparatos orgánicos e iglesias ideológicas, cuyos indudables
buenos propósitos nos hacen recordar que “el camino del infierno
está jalonado de buenas intenciones”.
Seguimos
en crisis
Por
Albert Recio
Hace
seis años asistí a un curso de verano del Escorial organizado por
Izquierda Unida. La sesión estelar consistía en un debate en el que
participaban Bertinotti y Llamazares. El primero tenía a gran parte
del público a su favor y, quizás animado por ello, realizó una
intervención en la que se refería a la crisis del capitalismo y a
las nuevas ofensivas anticapitalistas. Llamazares le replicó
indicando que en su opinión la izquierda estaba en una situación
bastante más a la defensiva. Por desgracia el tiempo ha indicado
quien estaba más acertado en su apreciación de la situación, aunque
me temo que tener razón en este caso no consuele a ninguno de los
dos, ni a sus seguidores, simpatizantes y amigos. Si en algún lugar
está la izquierda es más cerca de las alcantarillas, en las que
antaño dibujaba Peridis a Santiago Carrillo, que en cualquier otro
lugar. Y no sólo en Francia e Italia, sino prácticamente en toda
Europa (América es hoy otra cosa, pero llevamos ya mucha historia a
cuestas como para optar por tener más información y perspectiva
antes de juzgar lo que van a dar de sí estas experiencias
latinoamericanas). El retroceso no es sólo electoral sino sobre todo
de presencia social. Por esto me parece absurdo que el debate sobre
la crisis de Izquierda Unida se plantee como una pelea entre líneas.
O que se pida, como hoy mismo he leído en la página del PSUC Viu,
que hay que ir a un debate largo y extenso, pero donde los
comunistas deben participar bien cohesionados. Me temo que hay tipos
de cohesión que limitan, más que favorecen, el debate. Esta
necesidad de análisis y debate existe, pero se trata de una cuestión
tan estratégica y compleja que supera con mucho lo que puede dar de
sí una organización como Izquierda Unida. Me resulta insensato
pensar en un debate real partiendo de la confrontación en bloques, o
de grupos organizados en torno a identidades cerradas. Si de lo que
se trata es de evitar el desastre total y apoyarse en lo que existe
para consolidar el mayor espacio posible de disidencia y acción
crítica, lo más urgente es ver qué y cómo se puede salvar del
desastre. Y cómo una organización con representación institucional
favorece un proceso social abierto que permita alguna reconstrucción
de un espacio de izquierdas, necesariamente contradictorio. Un
espacio necesitado de un análisis con la mente abierta a la
comprensión de un mundo que ha cambiado de base a partir de un guión
distinto del que habíamos ensayado. Un espacio que posibilite
respuestas sociales a los desastres nuevos y viejos que generan el
capitalismo y el patriarcado, que provoca una cultura del
crecimiento y el desarrollo tecnológico que promete nuevas
modalidades de las viejas plagas que han azotado la humanidad. Y que
exige como condición para ser factible una actitud de respeto entre
todos y todas que casi siempre ha faltado en unas izquierdas más
preocupadas de pelear por el control de “su” territorio, más
dedicadas a recitar sus “mantras”, que de aplicar la vieja idea de
combinar el análisis certero con el ejercicio activo del trabajo de
topo para la transformación social. Para que quede claro, creo que
si Izquierda Unida aún quiere ser útil tiene que combinar la
búsqueda de respuestas que permitan su supervivencia organizada a
corto plazo, con el desarrollo de un proceso a largo plazo (pero sin
tregua) que favorezca la creación de instituciones y mecanismos
adecuados para la producción de alternativas sociales en el plano de
las ideas y la acción social.
La
arrogancia del embajador
Por
Higinio Polo
El
pasado diez de abril, Eduardo Aguirre, embajador norteamericano en
España, ofreció una conferencia en el Círculo Ecuestre de Barcelona
(un club de la burguesía catalana) con el título Más allá de
Bucarest: retos y oportunidades para la OTAN. El embajador
—destinado en 2005 a Madrid por George W. Bush, seguro del terreno
que pisaba, dueño de la arrogancia que acompaña a casi todos los
diplomáticos norteamericanos en el mundo, olvidadizo en los asuntos
que Washington prefiere ocultar, seguro de la impunidad con que
puede mentir sin que nadie, en foros como el Círculo Ecuestre, le
ponga ante el espejo de sus mentiras— destacó en su intervención que
tanto Estados Unidos como España tienen como prioridad número uno
la lucha contra el terrorismo, e insistió en que la OTAN tiene
grandes desafíos en los Balcanes, en Afganistán y en Asia Central.
Al parecer, todo el acto transcurrió de forma cordial y educada.
Sin
embargo, con la soberbia tradicional de que han hecho gala en los
últimos años los miembros del gobierno Bush, Eduardo Aguirre se
permitió incluso la descortesía de aleccionar públicamente a España
sobre el rumbo de su política exterior, en una grosera intromisión
en los asuntos internos de otro país que puso de manifiesto la
exigencia de Washington a Madrid: el gobierno español debe
subordinarse a la política norteamericana y a sus intereses. El
embajador Aguirre, un decidido intervencionista en los asuntos
internos de otros países, llegó incluso a exigir a los bancos
españoles que no negocien con Irán, que los ciudadanos españoles no
viajaran a Cuba (sugiriendo, en el colmo de la zafiedad, que muchos
lo hacían para “practicar turismo sexual”), y a exigir que no se
apoyase al gobierno cubano. Finalizó pidiendo una campaña
propagandística (que debería ser pagada por el erario público) para
crear entre la población española un estado de opinión favorable a
que “la OTAN pueda actuar con las manos libres en Afganistán”. Por
increíble que parezca, y siete años después de la invasión
norteamericana de Afganistán, el embajador Aguirre estaba pidiendo
que se hiciese pedagogía de la guerra. Hizo pocas referencias a Iraq,
pese a la cercanía del quinto aniversario de la invasión
norteamericana, tal vez porque los centenares de miles de muertos
que ha causado la feroz intervención de su país no merecen, para él,
ni siquiera un leve recordatorio.
El
mismo día que el olvidadizo embajador impartía su doctrina en el
Círculo Ecuestre y repartía sus amenazas a sectores de la sociedad
española, el diario barcelonés La Vanguardia publicaba una
entrevista con el investigador Trevor Paglen, donde éste explicaba
que el presidente Bush y la CIA habían impulsado un programa secreto
de detenciones y tortura con ramificaciones en todo el mundo. Además
de Guantánamo, Paglen ha documentado la existencia de cárceles
secretas norteamericanas en Thailandia, Egipto, Siria, Marruecos,
Polonia y Rumanía, además de en algunos países africanos. Por
supuesto, Aguirre no dijo ni una palabra sobre ello. De manera que
los norteamericanos no sólo siguen bombardeando a la población civil
en Iraq o Afganistán, no sólo siguen organizando grupos de
mercenarios que salen de caza en el atormentado Oriente Medio, no
sólo siguen planificando fríamente el asesinato de quienes se oponen
en Iraq a la ocupación, sino que, además, siguen torturando a
detenidos en esas prisiones secretas, puesto que, como sabemos
ahora, los agentes y mercenarios de la CIA han secuestrado a decenas
de personas en diferentes países del mundo.
La
entrevista con Trevor Paglen no fue la única noticia que desmintió
clamorosamente las palabras del arrogante embajador. Tres días
después de su conferencia, otro diario, El País, también poco
sospechoso de albergar intenciones antiamericanas, difundía un
reportaje sobre el libro que acaba de publicar Carla del Ponte, la
antigua fiscal del tribunal de la ONU para la desaparecida
Yugoslavia. En ese libro, la fiscal documenta la ferocidad de la
guerrilla albanokosovar del UÇK (organizada, armada y financiada por
Estados Unidos para culminar la destrucción de la antigua
Yugoslavia), guerrilla que llegó a asesinar a centenares de serbios
trasladándolos a un hospital-prisión de la ciudad albanesa de Burrel,
donde los presos eran sometidos a operaciones quirúrgicas para
extraerles las vísceras que después enviaban y vendían a hospitales
de otros países que son cómplices en el mercado negro mundial de
tráfico de órganos humanos. Cuando los prisioneros serbios ya no
podían suministrar órganos, eran asesinados. Esa espantosa casa
de la muerte, —organizada en un país, Albania, que se ha
convertido en un verdadero protectorado de Estados Unidos, donde su
embajada supervisa la acción del gobierno— es otra muestra más del
verdadero rostro de la política exterior de Washington.
Por
supuesto, en su conferencia del Círculo Ecuestre, el embajador
Aguirre no dijo ni una sola palabra sobre ese proceder de su país y
de su gobierno, como no dijo nada de la ferocidad con que Washington
está forzando a otros países aliados en la OTAN a participar en sus
guerras de conquista. Tampoco se hubiera sentido conmovido el
embajador ante la evidencia de los desmanes y atrocidades que el
gobierno Bush está cometiendo en el mundo si algún asistente a su
conferencia le hubiera puesto frente al espejo de sus mentiras: con
toda probabilidad hubiera hecho gala, una vez más, de su desenvuelta
mendacidad, de su falta de humanidad, de su frialdad ante el
sufrimiento ajeno. De hecho, no hacía falta que nadie le
interrogase, porque la sensibilidad del gobierno norteamericano ante
las reclamaciones y las protestas puede ilustrarse con la respuesta
que dio el director de la CIA a Carla del Ponte, cuando le pedía
ayuda para detener a criminales de guerra: “Mire, señora, lo que
usted piense me importa una mierda”.
Mientras,
en el Círculo Ecuestre, Aguirre tenía la desvergüenza de hablar de
“turismo sexual” para atacar una vez más a Cuba, el mentiroso
embajador no dijo una palabra sobre la posibilidad de cerrar los
numerosos burdeles que sus empresas-pantalla organizan por todo el
mundo para servicio de los soldados norteamericanos. Mientras
hablaba de grupos terroristas, el mendaz embajador olvidó mencionar
el activo terrorismo de sus mercenarios en Iraq, Afganistán, Líbano
o Irán. Mientras exigía que el gobierno español envíe más soldados a
Afganistán, pasaba de puntillas sobre la catástrofe humana que sus
tropas han causado en Oriente Medio.
La
conferencia de Eduardo Aguirre fue un acto más de la mentira, porque
el gobierno norteamericano, por boca del embajador, no sólo nos
miente, no sólo nos amenaza, sino que además oculta interesadamente
que está manteniendo prisiones secretas por el mundo, deteniendo a
muchas personas inocentes, organizando grupos de terroristas
mercenarios, extendiendo la guerra, violando la legalidad
internacional, incumpliendo las Convenciones de Ginebra, ayudando a
organizaciones de mafiosos y criminales cuando le resultan útiles,
instalando en el poder a criminales como Hashim Thaçi, jefe del UÇK
y ahora primer ministro de Kosovo, cerrando los ojos ante la
utilización de mataderos clandestinos como el de Burrel, en Albania.
Una
nueva ley de educación: ¿y la cohesión social?
Por
Joan M. Girona*—
Barcelona, abril 2008
En
el debate que ha generado la publicación de las bases para una ley
de educación de Catalunya (una llei de país) no aparece
prácticamente ninguna referencia a un aspecto básico: la cohesión
social. Con este escrito intentaremos exponer algunas reflexiones
alrededor de esta cuestión.
La
escuela debería ser la primera instancia que ayudara a conseguir un
país cohesionado socialmente. Debe ser ella misma inclusiva, ayudar
a cohesionar a todos sus alumnos, como está recogido formalmente en
las distintas normativas del Departament d’Educació de Catalunya. Si
cada centro escolar debe ser inclusivo, la política educativa del
país debería, como mínimo, seguir esa orientación.
Actualmente
existen en Catalunya tres redes escolares (o educativas): la
privada, la privada concertada y la pública. Tres redes que
alimentan la tendencia a la estratificación social de la mayoría de
familias catalanas. La normativa actual de matriculación introduce
ninguna corrección a esta tendencia mayoritaria, por tanto respeta
las que podemos calificar de leyes del mercado escolar. En
los momentos de decidir escuela o instituto para sus hijos los
padres se fijan en la tipología social y étnica del alumnado de los
centros; prácticamente nadie se preocupa de conocer los proyectos
educativos, los equipos de profesionales que trabajan en cada
escuela o instituto. Con lo que encontramos distintos niveles
sociales según la red escolar. Las capas altas de la sociedad
catalana llevan a sus retoños a escuelas privadas, financiadas con
sus propios bolsillos y aplicando el derecho constitucional a erigir
escuelas privadas según la normativa vigente (no confundir con el
derecho a escoger las escuelas que más gusten a cada familia,
supuesto no recogido en la constitución a pesar de que algunos
decretos sobre matriculación se apoyan en él). Las capas medias
buscan plaza en centros concertados, aceptando pagar determinadas
cuotas a cambio de que sus hijos no estén mezclados con alumnos
recién llegados a nuestro país. El resto, debe conformarse con los
centros públicos. Aquí conviven familias convencidas de las ventajas
inclusoras de la escuela pública con las familias con mayores
necesidades y desventajas sociales, económicas, lingüísticas,
étnicas… El panorama descrito no parece ayudar a la cohesión social
(no sólo en Catalunya, pues la descripción es extrapolable al
conjunto de España aunque los porcentajes sean distintos según se
trate de áreas urbanas o no. El caso extremo se da en la ciudad de
Barcelona, donde dos de cada tres alumnos se escolariza en centros
privados o concertados).
Repasemos
un poco la historia que nos ha llevado hasta aquí. A partir de 1976
los nacimientos en Catalunya iniciaron un rápido descenso que no se
frenó hasta el año 2000. Los sucesivos gobiernos de Jordi Pujol
reaccionaron cerrando centenares de aulas de escuelas públicas. Así
se conseguía que la escuela concertada, regentada por amigos
ideológicos de Convergencia, mantuviera sus aulas llenas. El
gobierno catalán incumplió reiteradamente la ley: la escuela
concertada debía ser subsidiaria de la pública, es decir, sólo se
debían concertar centros privados cuando la escuela pública fuese
insuficiente. El descenso de la natalidad coincidió con unos años
donde la escuela pública había recobrado una parte del prestigio
social que la dictadura, con la persecución y asesinatos de los
maestros republicanos, había dejado bajo mínimos. La política de CiU
echó al traste la incipiente recuperación.
Esta
mala praxis no fue objeto de ninguna protesta seria por parte de los
miembros del actual tripartito, entonces en la oposición. Mala
praxis que ha permitido a lo largo de más de veinte años una enorme
facilidad en escoger aquel centro que más gustara: teniendo en
cuenta las tendencias antes expuestas. Así, una parte de las
familias de clase media y obrera con trabajo fijo han podido evitar
que sus hijos se mezclaran con otros niños de situación
socioeconómica desfavorable, provenientes de países pobres o con
necesidades educativas especiales. La red pública ha recibido a
todos los alumnos; la red concertada, gracias a una hábil picaresca
conocida y permitida desde la administración (el presidente Pujol lo
reconoció públicamente), ha evitado este tipo de alumnado.
Una
de las consecuencias más graves ha sido la desproporcionada
distribución del alumnado inmigrante: 85% en la pública y un 15% en
la concertada, según datos del departamento de educación. Estos
alumnos escolarizados en guetos no se integran en Cataluña, se
integran en una realidad distinta. El aumento de los recursos no
resuelve la situación. La cohesión social y la mejora de los
resultados académicos se conseguiría en centros diversos: en centros
donde esté representada la diversidad existente en la sociedad. Se
ayudaría a la cohesión si el centro escolar recogiera en su alumnado
una mezcla semejante a la existente en su entorno inmediato. Si los
chicos y chicas no encuentran en su instituto la misma composición
de personas que encuentran en el barrio donde viven su percepción
de la realidad del país estará distorsionada. Esta situación
guetificada tampoco favorece a los centros de élite. Los niños y
niñas que solamente se relacionan con los de su clase social (alta
en este caso) también tendrán su visión deformada de la sociedad en
la que viven y seguramente vivirán en el futuro.
El
Pacto Nacional sobre la Educación de 2007 mantuvo este estado de
cosas. Instauró la sexta hora en los centros públicos de primaria,
una decisión que más que favorecer los aprendizajes de los niños y
niñas sirvió para consolidar la red concertada, que así se iguala a
la pública en número de horas lectivas. El aumento del tiempo de
permanencia en las aulas no es ninguna garantía de mejora de los
aprendizajes y sí puede ser un inconveniente al desarrollo infantil.
Los niños y niñas para crecer correctamente en todos los aspectos
necesitan tiempo para jugar (juegos no dirigidos, espontáneos,
activos, jugando con la imaginación) tiempo no organizado. La
mayoría de las familias, no obstante, lo agradecen ya que deben
descontar una hora menos en donde guardar sus hijos. No es la mejor
manera de compaginar los horarios familiares el aumentar las horas
de permanencia en los centros escolares. La necesidad de muchas
parejas de dejar en las guarderías a sus hijos pequeños siete o más
horas representa un perjuicio para estas criaturas. Los responsables
no son los padres sino la organización social que les obliga a
trabajar tantas horas para poder sobrevivir.
Y,
en cambio, se ha incumplido el acuerdo escrito en el citado Pacto
Nacional de igualar los deberes de los centros concertados con los
públicos (no sólo igualar sus derechos): la igualdad de trato frente
a alumnos inmigrantes. No estamos pidiendo el reparto de los alumnos
extranjeros, estamos pidiendo una política de admisión a los centros
distinta. Cambios en la citada normativa de matriculación. Olvidar
el inexistente derecho constitucional de escoger el centro escolar
por parte de los padres y llenar de contenido las comisiones de
matriculación. Una única ventanilla de preinscripción a nivel
municipal o comarcal. Todos los alumnos, autóctonos y extranjeros,
estarían en las mismas condiciones y serían distribuidos entre todos
los centros pagados con dinero público. Probablemente la cohesión
social de los alumnos de este país mejoraría.
Es
significativo el proceso previo a la presentación de las bases de la
futura ley. No es de recibo la aceptación acrítica de los informes
publicados al inicio del presente curso escolar (informes Pisa y
Bofia) con los comentarios mediáticos interesados. Se ha aceptado
que la realidad de la educación en nuestro país es muy negativa. Se
ha confundido el deseo —presentar una mala situación para justificar
socialmente los cambios neoliberales de la nueva ley— con la
realidad: la situación no es tan negativa. Así, se han resaltado los
aspectos más fácilmente cuantificables, resultados, notas, exámenes,
pruebas… y no los aspectos cualitativos. No se ha valorado el nivel
de cohesión social. A pesar del panorama descrito anteriormente, los
resultados del alumnado catalán más desfavorecido, que es el que va
a la pública, supera la media de los resultados del informe PISA,
mientras que el de nivel socioeconómico alto, que se escolariza en
la privada o concertada, no llega a la media.
El
fracaso escolar entre los hijos de universitarios es del 2%,
mientras que entre los hijos de quienes no tienen estudios es del
40%. Pensar que con mejor didáctica conseguiremos que ese 40% baje
al 2% me parece bien intencionado, pero poco realista. Según el
informe PISA, el 50% del rendimiento educativo de los jóvenes se
explica por la posición social de su familia, un 18% por la
composición socioeconómica de las familias de los estudiantes del
centro educativo, y un 6% por características didácticas y
organizativas de los propios centros escolares. En los setenta, la
tasa de niños por profesor era de 33, actualmente es de 11. Las
posibilidades de la hija de un
campesino de estudiar bachillerato eran del 15%, hoy son del 58%. La
actual tasa de fracaso escolar es preocupante, próxima al 30%, pero
entonces era del 35%, y la escolarización obligatoria duraba 8 años,
y no 10, como en la actualidad (J. Saturnino Martínez, “¿Crisis
en la educación?”, El País, 14.01.2008). También es digno de
atención otro motivo que coayuda al abandono precoz de los estudios.
España es el único país de la UE donde se han creado (entre 2006 y
2007) más de 300.000 puestos de trabajo para personas que no han
completado la enseñanza secundaria obligatoria (datos de El País,
Negocios, 30.03.08). Esto supone una cuarta parte de los empleos
creados. No parece un gran aliciente para seguir estudiando.
La
realidad educativa es, pues, más poliédrica de lo que se ha
reflejado hasta ahora en prensa, radio y televisión, sin apenas
distinciones ideológicas. ¿Cómo no ha podido neutralizar el Gobierno
tal desastre comunicativo, que asimila nuestro país a los más
tercermundistas?
Leyendo
las bases de la nueva ley no se observa ninguna intención de
corregir esta situación: al contrario, se consagra la existencia de
la red concertada, ahora ya no subsidiaria sino con los mismos
derechos (¿para cuándo los deberes?) que la pública. Además la mayor
autonomía de los centros, la posibilidad de los idearios, según como
se utilice puede aumentar las diferencias sociales entre pública y
concertada, incluso entre centros públicos. Si no cambia la
normativa de matriculación, si cada familia puede escoger el centro
que le plazca la autonomía de los centros favorecerá aún más a
aquéllos que acogen a las familias con más posibilidades e interés
por sus hijos y castigará al resto. El ideario de centro puede
ayudar a cribar el posible alumnado. Hoy, escuelas católicas lo
esgrimen; mañana un centro público puede presentarse con un ideario
que potencie, por ejemplo, la educación física y así poder dejar
fuera a ciertos alumnos o alumnas. Algo parecido está pasando en
algún centro público especializado en música. Su ideario,
indirectamente, le permite seleccionar alumnado.
En
principio no dudamos de las intenciones de los redactores de la
nueva ley, pero parece que éstas no van a favorecer la cohesión
social de nuestros centros escolares y por ende de nuestra sociedad.
Así no se prepara un futuro mejor para la juventud.
*[Joan M Girona es Profesor de secundaria y exdirector del
Programa de Educación Compensatoria]
Zapatero
encomienda la ciencia y las universidades a una representante de las
privadas y de la patronal
Por Albert Corominas · Vera Sacristán*
—
20
de abril de 2008
El
sábado 12 de abril de 2008, el presidente Rodríguez Zapatero anunció
la creación de un nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación, cuyo
objetivo es “que la innovación sea uno de los motores de la
economía”
(1).
Tiempo
habrá de discutir los pros y contras de la decisión de segregar del
Ministerio de Educación las competencias sobre universidades,
investigación y política científica y tecnológica. Hoy nos
limitaremos a presentar los primeros nombramientos asociados a este
nuevo ministerio, por si arrojan alguna luz sobre el futuro que cabe
esperar para la universidad y la investigación españolas.
En
primer lugar, ¿quién es la nueva ministra de Ciencia e Innovación?
Se ha repetido hasta la saciedad que Cristina Garmendia es una
investigadora destacada en un tema puntero, se doctoró con premio
extraordinario en la Universidad Autónoma de Madrid en 1989 con una
tesis en biología molecular, obtuvo tres años más tarde un MBA en el
IESE de la Universidad de Navarra (del Opus Dei) y, ocho más tarde,
era presidenta de Genetrix S.L., una empresa fundada por ella
misma.
Menos
se ha difundido que, desde entonces, es una activa empresaria y que,
actualmente, es miembro de la junta directiva de la Confederación
Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), miembro del consejo
asesor de la Fundación Botín y presidenta de la Asociación Española
de Bioempresas (ASEBIO), “plataforma de encuentro del sector
biotecnológico, [que] representa los intereses de sus asociados ante
las administraciones regionales, nacionales y europeas”. Se ha dicho
de ella que su conocimiento de la universidad es escaso, pero esta
afirmación no es cierta, porque la nueva ministra es miembro del
consejo profesional de ESADE (conocida escuela de negocios de la
universidad privada Ramon Llull) y miembro de los consejos asesores
de las universidades, también privadas, Francisco de Vitoria y
Antonio de Nebrija. Así que algo sabe de universidades... privadas.
Como también sabe de empresas farmacéuticas: según destaca el
currículum que ha hecho público la presidencia del gobierno,
recientemente ha sido ratificada como presidenta de la empresa
Cellerix S.L. por un consorcio internacional de inversores formado
por Roche, Novartis, LSP y Ventech.
Pero
los primeros nombramientos no se acaban con la ministra. ¿Quiénes
son los altos cargos del nuevo ministerio? Jorge Barrero, jefe del
gabinete de la ministra, es secretario general de la Asociación
Española de Bioempresas (ASEBIO), que preside Garmendia. El nuevo
secretario de estado de Investigación, Carlos Martínez, hasta ahora
presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC), es cofundador, con la ministra, de la sociedad Genetrix S.L.
En cuanto al secretario de estado de Universidades, Màrius Rubiralta,
es catedrático de la Facultad de Farmacia de la Universidad de
Barcelona y, antes de ser rector, fue el impulsor y director general
del Parc Científic de Barcelona, la entidad que acoge empresas y
centros de investigación “en áreas emergentes de la investigación
química, farmacéutica y biotecnológica así como en
nanobioingeniería”.
Este
es el ministerio que va a dirigir el futuro de la investigación en
España, que abarca desde las ciencias sociales hasta la tecnología,
desde las humanidades hasta las ciencias experimentales. Este es el
ministerio que va a impulsar la adaptación de las universidades
públicas a los Espacios Europeos de Educación Superior y de
Investigación. Y, por supuesto, el ministerio que va a conseguir que
“la innovación sea uno de los motores de la economía”. ¿Cuánto
margen queda para la duda sobre qué dirección va a tomar?
(1)
NOTA:
Declaraciones de Cristina Garmendia, recogidas en El País,
13/04/2008. Las otras informaciones mencionadas en el texto
provienen de
http://www.la-moncloa.es/
o de las páginas web de las entidades correspondientes.
*[Albert Corominas es profesor de organización industrial y
Vera Sacristán es profesora de matemática aplicada, ambos de la
Universitat Politècnica de Catalunya. Pertenecen, asimismo, a la
asociación UpiC (http://www.upc.edu/upic).]
Así
funciona la derecha
Aguirre anula un curso sobre memoria histórica
La
actividad, dirigida a profesores de primaria y secundaria, estaba
cerrada desde diciembre y empezaba ayer
Por Pilar Álvarez
— Madrid, 1 de abril de 2008
La
memoria histórica no es una prioridad en Madrid. La Consejería de
Educación ha anulado un curso sobre esta materia organizado por el
Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Sefarad de Fuenlabrada. El
seminario Experiencias de historia oral en el aula, dirigido
a profesores, debía comenzar ayer.
Pero
se canceló hace una semana por ser "excesivamente monográfico" y por
reiterar el tema de otro organizado en 2007, según la comunicación
oficial enviada a los organizadores. En el IES Sefarad consideran
que se ha vetado por abordar "un asunto tabú" para el Gobierno
regional de Esperanza Aguirre (PP). Su partido votó en contra de la
vigente Ley de Memoria Histórica en el Congreso, excepto en siete
preceptos.
No
es el primer curso centrado en asuntos conflictivos para los
populares que se queda en el camino. A mitad de marzo, la consejería
canceló otro taller para profesores en San Lorenzo de El Escorial
sobre Educación para la Ciudadanía. La consejera de Educación, Lucía
Figar, ha manifestado que facilitará la objeción de conciencia
contra esa asignatura.
El
seminario de Fuenlabrada, con el programa y el cuadro de ponentes
cerrados, según el centro, desde diciembre, comenzaba con la
conferencia Viaje a la memoria histórica: los abogados de Atocha.
Incluía intervenciones sobre el Holocausto, la propaganda en los
grandes conflictos del siglo XX, la represión franquista o la
educación en la Segunda República. El Centro de Apoyo al Profesorado
(CAP) de Fuenlabrada, responsable de gestionar el curso y pagar a
los ponentes con dinero de la consejería, envió un correo
electrónico a los organizadores el 25 de marzo, dos días antes de
que acabara el plazo de presentación de solicitudes. Les comunicaban
que la consejería había decidido "no autorizar" la actividad.
Los
argumentos oficiales para cancelar el curso "son sólo una excusa",
según el jefe de Geografía e Historia del IES Sefarad, Fernando
Hernández. En 2007, el instituto celebró otro taller titulado La
memoria histórica en el aula: metodología y experiencias. El de
este año era "su continuación y no una reiteración", según
Hernández. Oficialmente, ha sido cancelado también por enfocarse
tanto para docentes de primaria como de secundaria. Pero la
convocatoria de 2007 era igual de genérica, según comprobó este
periódico. También hace un año se trataba de un tema "monográfico".
Un portavoz de Educación añadió que la memoria histórica "no forma
parte de las líneas prioritarias en materia de formación".
Elías Rodríguez, asesor del CAP de Fuenlabrada, se remite a la
explicación oficial, pero admite que "nunca" se había producido una
anulación similar, sólo en caso de falta de solicitudes. El CAP
organiza unas 120 actividades anuales, entre cursos, seminarios y
jornadas de trabajo.
Agustín Moreno, profesor de Historia del IES Salvador Allende
(Fuenlabrada) y uno de los invitados, considera la cancelación "un
caso de sectarismo fuera de lugar". Otra de las ponentes afectadas,
la profesora del Departamento de Historia de la Comunicación Social
de la Universidad Complutense Mirta Núñez, tildó lo ocurrido de
"aberrante". Núñez lo achacó a una "voluntad política" que no tiene
nada que ver con la educación.
La biblioteca de Babel
Michael T. Klare
Sangre y
petróleo. Peligros y consecuencias de la dependencia del crudo
trad. de J. A. Bravo, Urano, Barcelona, 2006, 395
págs.
Quienes
nos hemos opuesto a la fantasmagórica “guerra contra el terrorismo”,
nos hemos visto obligados a dedicar mucho tiempo a desvelar el
carácter falaz de los motivos declarados para invadir países y
derrocar gobiernos en el Oriente Medio y en el Asia Central. El
problema es que, mientras hacíamos eso, no estábamos discutiendo
sobre los problemas de fondo que están en el origen de esas
intervenciones político-militares. Michael T. Klare, profesor en el
Hampshire College de Amherst (Massachusetts, EEUU), director
del Five College Program in Peace and World Security Studies
y reconocido experto en temas de defensa y seguridad internacional,
va directo al grano y expone con rigor y claridad las causas
materiales de esas políticas agresivas que, sin duda, constituyen
las principales amenazas a la paz y la seguridad mundial. El título
y el subtítulo del libro son bastante expresivos al respecto. A
partir de la argumentación de Klare, fundamentada en una multitud de
datos apabullante, el lector se puede hacer una idea bastante
precisa del callejón sin salida al que nos están conduciendo las
políticas de los mandamases occidentales sobre lo que ellos llaman
la “seguridad energética” (¡sic!). Un conjunto de decisiones que, a
la vista de sus efectos prácticos, se pueden caracterizar como
“múltiples crímenes y desastres para hoy y ausencia de alternativas
para mañana”. Klare también deja claro que lo peor está por venir:
teniendo en cuenta el incremento previsto de la petrodependencia
occidental y la ausencia de alternativas energéticas para mantener
las sociedades occidentales tal y como son ahora, en algo más de una
década asistiremos a una rivalidad a vida o muerte entre EEUU, Rusia
y China (tres Estados con armas nucleares) por la apropiación de un
“oro negro” cada vez más escaso. El libro acaba, de todos modos, con
una propuesta para “una estrategia para la autonomía energética y la
integridad” que abre una puerta a la esperanza. Una lectura
imprescindible para entender la magnitud de los problemas de hoy y
de los desafíos que tenemos por delante.
[José Luis Gordillo]
Eduard Rodriguez
Farré y Salvador López Arnal
Casi todo lo
que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la
salud y el medio ambiente
El Viejo Topo, Barcelona 2008
El
tema nuclear ha regresado a la actualidad. Por un lado, desde
poderosas instancias se han elogiado las supuestas ventajas de este
tipo de energía. El mismísimo George Bush la presentaba hace unos
meses como la mejor alternativa a las energías fósiles ya que “no
contamina ni contribuye al cambio climático”. A su vez, diversos
periódicos y revistas divulgativas —políticas, científicas y
ecologistas— informaban sobre La venganza de la Tierra, el
último libro de James Lovelock, creador de la hipótesis Gaia, en el
cual manifestaba su apoyo a la energía nuclear. Por otro lado, hace
unos días, los periódicos informaban de un accidente, todavía poco
aclarado, en la central nuclear de Ascó que alertaba una vez más a
la población poniendo desgraciadamente de manifiesto la
imposibilidad de vivir en paz con nucleares.
En
este contexto, parece fuera de toda duda la necesidad de informarse
sobre este tema y obtener buenos argumentos para poder seguir
exclamando: “¿Nucleares? ¡No, gracias!” Y este oportuno libro
constituye una inmejorable herramienta para ello. Una larga
conversación, dividida en quince apartados, entre S. López Arnal y
E. Rodríguez Farré, compone su parte central. En ella, el profesor y
filósofo López Arnal dialoga sobre los principales temas que
aparecen en el debate sobre la energía nuclear con Rodríguez Farré,
médico experto en toxicología y veterano luchador antinuclear: desde
el funcionamiento de una central hasta su aplicación armamentística,
pasando por el problema generado por los residuos. Convencidos ambos
de que la ciencia “asentada y públicamente transparente” es “un
aliado imprescindible para la búsqueda de nuevas formas económicas y
energéticas, respetuosas con el medio ambiente y con los seres
humanos, que posibiliten una vida mejor”, el lenguaje, a lo largo de
la entrevista, es claro y accesible (para los escasos pasajes
técnicos que contiene se ha tenido el detalle de preparar al final
del volumen un glosario, además de ilustrativos anexos).
Acompañan
a esta interesante conversación, otros buenos textos: a modo de
prefacio, abre el volumen un escrito de Jorge Riechmann, donde
reflexiona sobre el impacto del último libro de Lovelock en la
conciencia ecologista (“La reflexión reciente de James Lovelock
¿obligaría a abandonar las posiciones básicas del movimiento
ecologista?”). Le sigue un estupendo prólogo de Enric Tello, en el
que se presenta al libro como un buen instrumento para forjar la
necesaria resistencia cívica frente al “realismo fantasmagórico” de
los poderosos grupos de presión pro-nucleares. Cierran el volumen
textos de Santiago Alba Rico: “Günther Anders, Claude Eatherly:
ciencia y conciencia”, Joaquim Sempere: “¿Cómo orientarse ante el
final de las energías fósiles?” y Joan Pallisé, quien nos recuerda
que las consecuencias del debate nuclear “son demasiado importantes
para dejarlas exclusivamente en manos de los expertos”. La
conclusión, pues, está servida: hay que leer este libro y
recomendarlo. ¡Mejor activos hoy que mañana radioactivos!
[Xavier Pedrol]
Devedeando, que es gerundio
El 68 (francés)
en DVD
Llegamos
ya a las cuarenta primaveras de aquel mayo de 1968 en que se buscó
la playa bajo los adoquines de las calles de París. Aunque, por
poner sólo un ejemplo, Robert Bresson rodó Une femme douce en
la capital francesa sin prestar la menor atención a la convulsión
que estaba teniendo lugar en ese preciso momento, el mundillo del
cine francés no fue ajeno al acontecimiento —con el precedente del
affaire Langlois a raíz de su destitución como director de la
Cinemateca por parte del entonces ministro de Cultura, André
Malraux, y el posterior boicot de los cineastas en el Festival de
Cannes—, y algunos de sus representantes más destacados se
embarcaron en novedosos proyectos cinematográficos políticamente
militantes y formalmente transgresores en que la figura del director
se diluía en el anonimato del colectivo; es el caso de los Grupos
Medvedkin y sus documentales sobre la vida fabril y las huelgas
obreras de Besançon y Sochaux (impulsados por Chris Marker, Jean-Luc
Godard, Bruno Muel y otros, con el precedente del grupo SLON y el
destacable filme colectivo Loin de Vietnam, de 1967) o del
Grupo Dziga Vertov (Godard de nuevo y Jean-Pierre Gorin, en plan
maoístas impenitentes). Sin olvidar, claro está, los ciné-tracts,
breves documentales contrainformativos sobre la revuelta en las
calles de París, tras los que se ocultaban de nuevo, entre otros
muchos, Godard, Marker o Alain Resnais.
A
la espera de disponer aquí en DVD de estos trabajos cinematográficos
más genuinamente deudores de la efervescencia revolucionaria del 68
(¡ojo al dato!: el prometido cofre de Intermedio sobre Godard y el
Grupo Dziga Vertov está previsto que salga a la venta este mismo mes
de mayo; el correspondiente a los Groupes Medvedkine sigue sólo
disponible en la versión francesa), amén de otros títulos
emblemáticos de la resaca post-68 (destaquemos Mourir à 30 ans,
dirigida en 1982 por Romain Goupil, reconvertido ahora, por cierto,
en uno de los jaleadores de Sarkozy junto con otros inefables de la
intelectualidad mediática francesa), poco más se ha editado en DVD
por estos lares que entronque con los sucesos de mayo, con el
agravante añadido, para quien desee una aproximación más directa a
los hechos, de tratarse solamente de obras de ficción. Ahí va, pues,
una lista brevemente razonada de esas películas y de algunas otras
obras, sólo disponibles en francés, que sí poseen un carácter
documental:
Jean-Luc Godard
La chinoise
1967; Filmax, 2006
Premonitorio
y ambivalente retrato de una célula maoísta en el París anterior al
68 y de sus elucubraciones ideológicas. Si no estuviéramos
advertidos de que Godard comulgaba con esta tendencia política, en
muchos momentos podríamos pensar que se trata de una ácida parodia.
Louis Malle
Milou en mayo
1989; Avalon-Fnac, 2006
El
mayo vivido desde la distancia por una acomodada familia de
provincias. Teniendo en cuenta el año de producción, cabe destacar
que Malle pusiera a los intérpretes a entonar “La internacional”
Bernardo Bertolucci
Soñadores
2003; Lauren Films, 2006
El
señor Bertolucci perpetró esta película con la intención de
deleitarnos con los aspectos erótico-festivos del mayo francés.
Aunque no cabe duda de que existieron, Soñadores es tramposa
y funcional al discurso actualmente dominante, en que todo análisis
político de los hechos –vade retro– cede paso a un énfasis en
la afirmación de la identidad individual y sexual de la juventud de
la época.
Philippe Garrel
Les amants
réguliers
2004; Intermedio, 2007
En
parte con el propósito de ofrecer un contrapeso a la anterior,
Philippe Garrel tomó literalmente prestados el atrezo y a uno de los
intérpretes de Soñadores —su hijo Louis Garrel— para retratar
las desventuras de un joven bohemio, poeta de inclinaciones
anarquistas e insumiso al ejército francés. Aquí la premisa ya no es
la política como pretexto para mojar, sino un recorrido por el
proceso de desencanto a raíz de los fracasos colectivos (en las
barricadas del Barrio Latino) y de los fracasos personales (en la
posterior relación amorosa a la que el protagonista recurre como
tabla de salvación).
Les Groupes
Medvedkine
1967-1973; Éditions Montparnasse, 2006
Algunos
de los directores más destacados de la época ponen sus medios y
conocimientos cinematográficos a disposición de los obreros en
huelga para que expliquen por sí mismos sus condiciones de vida y
sus reivindicaciones. Incluye el documental Á bientôt j'espère
sobre la ocupación de la fábrica Rhodiaceta de Besançon en el 67,
precedente de lo que vendría un año después.
William Klein
Grands soir et
petits matins
1978; GCTHV, 2004
Pasados
diez años, el fotógrafo William Klein montó las imágenes que, por
encargo de los “Estados Generales del Cine”, había tomado del
enfrentamiento entre los estudiantes y los antidisturbios de los CRS
en el Barrio Latino de París.
Hervé Le Roux
Reprise
1996; Éditions Montparnasse, 2006
Al modo en que Joaquim Jordà abordaría
después su obra Veinte años no es nada, Hervé Le Roux
localizó a una mujer que, en un breve documental rodado en el ocaso
del movimiento huelguístico del 68 en la fábrica de pilas Wonder, se
negaba a volver al trabajo por sentirse traicionada por los
sindicatos. Ésta es su historia y la de sus compañeros casi treinta
años después.
[Carles Mercadal]