"¿Por
qué no te callas?" o la colonialidad del poder
Boaventura de Sousa
Santos
"¿Por qué
no te callas?". Esta frase, pronunciada por el rey de España
dirigiéndose al presidente Hugo Chávez durante la XVII Cumbre
Iberoamericana realizada en Chile el pasado 10 de noviembre, corre el
riesgo de quedar en la historia de las relaciones internacionales como
un símbolo cruelmente revelador de las cuentas por saldar entre las
potencias ex colonizadoras y sus ex colonias. De hecho, nadie se imagina
a un jefe de Estado europeo dirigiéndose públicamente en esos términos a
un par europeo, cualesquiera fuesen las razones del primero para
reaccionar ante las consideraciones del último. Como cualquier frase que
interviene en el presente a partir de una larga historia no resuelta,
esta frase es reveladora en diferentes niveles.
En primer
lugar, revela la dualidad de criterios para evaluar qué es o no
democrático. Está documentado el involucramiento del primer ministro de
España de entonces, José María Aznar, en el golpe de Estado que en 2002
intentó derrocar a un presidente democráticamente electo, Hugo Chávez.
Como a esa altura España presidía la Unión Europea, esta última no puede
siquiera clamar su total inocencia. Para Chávez, Aznar al actuar de esta
forma se comportó como un fascista. Podría llegar hasta cuestionarse la
adecuación de este epíteto. Pero, ¿no hay tantas razones para defender
las credenciales democráticas de Aznar, como hizo patéticamente
Zapatero, como para denunciar el carácter antidemocrático de su
injerencia? ¿Se haría lugar a la misma vehemente defensa si un
presidente electo de un país europeo colaborase en un golpe de Estado
para deponer a otro presidente europeo electo?
La dualidad
de criterios tiene aún otra vertiente: la valoración de los factores
externos que interfieren en el desarrollo de los países. En los primeros
discursos de la Cumbre, Zapatero criticó a aquellos que invocan factores
externos para encubrir su incapacidad para desarrollar a los países. Era
una alusión a Chávez y su crítica al imperialismo norteamericano. Pueden
criticarse los excesos de lenguaje de Chávez, pero no es posible hacer
esta afirmación en Chile sin tener presente que allí, hace 34 años, un
presidente democráticamente electo, Salvador Allende, fue depuesto y
asesinado por un golpe de Estado orquestado por la CIA y Henry Kissinger.
Tampoco es posible hacerlo sin tener presente que actualmente la CIA
tiene en curso las mismas tácticas usando el mismo tipo de
organizaciones de la "sociedad civil" para desestabilizar a la
democracia venezolana.
Tanto
Zapatero como el rey quedaron particularmente irritados por las
críticas a las empresas multinacionales españolas (busca desenfrenada de
lucro e interferencia en la vida política de los países), realizadas en
diferentes tonos por los presidentes de Venezuela, Nicaragua, Ecuador,
Bolivia y Argentina. Es decir, los presidentes legítimos de las ex
colonias fueron mandados a callar pero, de hecho, no se callaron. Esta
negación significa que estamos por entrar en un nuevo período histórico,
un período poscolonial, teorizado, entre otros, por José Martí, Gandhi,
Franz Fanon y Amílcar Cabral, y cuyas primicias políticas se deben a
grandes líderes africanos como Kwame Nkrumah. Será un período duradero
que se caracterizará por una fuerte afirmación de los países que se
liberaron del colonialismo europeo en la vida internacional y se basará
en la recusación de las dominaciones neocoloniales que han persistido
más allá del final del período colonial. Esto explica por qué la frase
del rey de España, destinada a aislar a Chávez, fue un tiro que salió
por la culata. Por la misma razón se explican los sucesivos fracasos de
la Unión Europea de aislar a Roberto Mugabe.
Pero, "¿por
qué no te callas?" es todavía reveladora a otros niveles. Destaco tres.
Primero, la desorientación de la izquierda europea, simbolizada por la
indignación hueca de Zapatero, incapaz de darle cualquier uso creíble a
la palabra "socialismo" e intentando desacreditar a aquellos que lo
hacen. Puede cuestionarse al "socialismo del siglo XXI" —yo mismo tengo
reservas y preocupaciones en relación con algunos desarrollos recientes
en Venezuela—, pero la izquierda europea deberá tener la humildad para
reaprender, con la ayuda de las izquierdas latinoamericanas, a pensar
futuros poscapitalistas. Segundo, la frase espontánea del rey de España,
seguida del acto insolente de abandonar la sala, mostró que la monarquía
española pertenece más al pasado de España que a su futuro. Si, como
escribió el editorialista de "El País", el rey desempeñó su papel, es
precisamente este papel el que más y más españoles ponen en cuestión, al
abogar por el fin de la monarquía, en definitiva una herencia impuesta
por el franquismo. Tercero, ¿dónde estuvieron Portugal y Brasil en esta
Cumbre? Al mandar a callar a Chávez, el rey habló en familia. ¿Brasil y
Portugal son parte de ella?
* [B.
de Sousa Santos es Doctor en Sociología del Derecho por la Universidad
de Yale, catedrático en la Universidad de Coimbra, Portugal, y profesor
visitante en las universidades de Wisconsin, Madison, Sao Paulo, y en la
London School of Economics.]
Microhistoria
de la Barbarie: noviembre 2007
Regia metedura de
pata
La
intervención del rey de España en la Cumbre latinoamericana se ajusta
tan poco a los modales diplomáticos como las interrupciones de Chávez a
Zapatero. Ninguno de los dos, ni Chávez ni el Rey, tenía el uso de la
palabra. Zapatero, ante las interrupciones, evitó pedir a la presidenta
de la reunión, la chilena Bachelet, que llamara al orden al presidente
venezolano: trataba de capear un temporal del mejor modo posible. La
salida de tono del rey de España merece comentario: lo veremos después.
A nadie
puede extrañar que un dirigente populista como Chavez, en plena campaña
para aprobar en su país unos cambios constitucionales de marcado cariz
personalista, acudiera caliente a la cumbre iberoamericana: en los
últimos días Aznar no se había cansado de criticarle en sus conferencias
y en la prensa, con el estrepitoso antecedente de haberse aliado
activamente con Bush también en el fallido golpe de estado contra
Chávez y haber reconocido a su efímero líder. No se puede objetar el
derecho a quejarse de Chávez, pero sí la forma prepotente en que lo hizo
sin la menor consideración hacia Zapatero, a quien puso en la nada
envidiable situación de tener que pedir respeto para Aznar pues de otro
modo hubiera sido objeto de la furia del PP por no defender “a España”.
Pero la
“España” que cuenta en este contexto tiene nombres propios: Telefónica
en Argentina, Repsol en Bolivia y América Central, Unión Fenosa en
Nicaragua y otros países. Quienes en la Conferencia Iberoamericana
habían denunciado malas prácticas de las empresas españolas no eran
pocos: los presidentes de Ecuador, Nicaragua, Bolivia y Argentina,
además de Venezuela. Y sobre la realidad de esas malas prácticas no nos
tiene que convencer nadie: nos basta saber cómo se comporta Telefónica
con nosotros, qué hacen las compañías de la luz, etc.
El rey de
España tenía motivos, tanto públicos como privados, para estar nervioso.
La proliferación de voces críticas con la institución de la corona en
España, sobre la base de una instauración monárquica hecha por Franco y
sólo legitimada mediante la actividad orquestal de los mass media,
que en aras de la paz pública le ríe todas las gracias a la familia real
y calla sobre sus negocios y sus intervenciones políticas, es la base,
bien fundamentada, de la real inquietud. En cuanto a los motivos
privados, no pueden entrar en línea de cuenta: nadie toma en
consideración, para juzgar los comportamientos de los políticos si en su
privacidad tienen dolor de muelas, se están separando de su pareja o
cosas por el estilo. De modo que la salida de tono del rey ha de ser
juzgada como lo que es: una metedura de pata en el ejercicio de sus
funciones, cuando ostentaba la máxima representación simbólica del
Estado.
No hay duda
de que a este rey no le gusta Chávez como persona: un militarote
golpista como el que le encumbró a él —aunque no sanguinario como éste—,
de cultura cuartelaria, aspirante a suceder a Castro en el imaginario
colectivo de la izquierda latinoamericana y, last but not least,
tolerante con la inmensa corrupción de la administración que preside.
Ciertamente, Chávez distribuye entre los pobres los réditos del petróleo
venezolano en vez de permitir que se los lleven los ricos de su país y
las compañías multinacionales. Y por eso obtiene adhesión de mucha gente
de la izquierda social. En mi opinión es el candidato perfecto para
morir del modo que los norteamericanos suelen reservar a los díscolos de
su “patio de atrás”: el accidente aéreo. Lo cual justifica tener cierta
indulgencia al menos con sus maneras.
Llama la
atención el modo en que los mass media españoles han tratado la
metedura de pata regia —que seguro tendrá consecuencias en Iberoamérica—:
aparentar que ha sido todo lo contrario de una metedura de pata. Es la
consecuencia de la irresponsabilidad legal y política de la
institución de la corona. A un presidente de la República española le
caerían chuzos de punta de haber actuado como lo hizo el rey, porque un
presidente sería responsable. Pero no es éste el caso, y la
prensa, la radio y la televisión de este país han preferido maquillar y
mentir para salvar una vez más a este Jefe del Estado que tan bien se
las apaña para buscarse amigos dudosos (Colón de Carvajal, Conde, De la
Rosa, Armada, p.ej.) y crearse enemigos. Los mass media públicos
y del empresariado, mediante diluviales cortinas de humo antichavistas,
han tratado de disimular lo evidente: que el mal paso regio ha puesto
muy difícil para la Jefatura del Estado español asistir sin ser
zarandeada a las cumbres latinoamericanas venideras, y que además ha
avivado los justificados recelos de los antiguos colonizados en relación
con “la madre patria”. No se puede conseguir más con cinco palabras
inoportunas e inmeditadas.
El
incidente ha aclarado algo, sin embargo: que el Rey de España no es la
Reina de Inglaterra.
Fascistas sin vergüenza
Como era de
esperar la siembra de crispación del Partido Popular está dando una
buena cosecha de fascistas en activo que, a diferencia de muchos
dirigentes de ese partido, no se avergüenzan de serlo. Un muchacho
antifascista vallecano, Carlos, ha sido asesinado. Carlos era un chico
de 16 años; su asesino, un militar neofascista que iba a manifestarse
contra los inmigrantes provisto de un machete, con el que además apuñaló
seriamente a otro muchacho, Alejandro. Las agresiones de estos nazis se
producen en un ambiente de cuasi-impunidad. Por si fuera poco también ha
habido estropicios policiales contra manifestantes antifascistas en
Madrid.
Al propio
tiempo he visto imágenes de una manifestación antifascista en Barcelona
en la que algunos manifestantes dieron muestras de gran violencia. Lo
mismo ha ocurrido en ocasiones en Madrid. ¿Sólo rabia acumulada,
justificada por demás? De pronto, parece como si algunos jóvenes de este
país se estuvieran alejando de las maneras civilizadas de ejercer el
derecho de manifestación.
No sólo la
violencia de jóvenes fascistas merece análisis y crítica, y por supuesto
condena ejemplar y aflictiva. También hemos de preguntarnos por qué
jóvenes antifascistas adoptan modos de manifestación parafascistas. Y se
me ocurren dos tipos de hipótesis explicativas, ninguna de las cuales
resulta tranquilizadora.
Una es que
los antifascistas “parafascistas” fueran provocadores de extrema derecha
o actuaran inducidos por éstos. No se puede excluir en absoluto esta
posibilidad, a la vista de que los grupúsculos ultraderechistas han
crecido y se mueven como motos en el terreno abonado de la política
crispadora y confusionaria del Partido Popular. Con la política de los
Rajoy, Acebes, Zaplana y compañía el Partido Popular espera conservar a
sus votantes, pero también excita a toda esa españa de la saña que sólo
usa la cabeza para embestir. Y ahí están de nuevo los grupos activos de
fascistas que tras el 23 F fueron a parar al sumidero de la historia.
Esta hipótesis no se puede descartar, sobre todo si se pone en relación
con la que sigue.
La otra
hipótesis es que los antifascistas violentos estén mimetizando
simplemente los modos de hacer de los fascistas que les provocan,
tanta es la distancia que se ha creado entre ellos y las instituciones
tradicionales de la izquierda social (partidos, sindicatos,
asociaciones), incapaces de transmitirles la cultura política que
hizo imposible en este país la prolongación del franquismo, o al menos
de sus formas “puras y duras”.
Está cada
día más claro que la política del régimen actual, insuficientemente
democrático, tiene completamente abandonados a los jóvenes. Media un
abismo entre el lenguaje neutralizante, políticamente orientado, de la
clase política y de los medios de comunicación, y el lenguaje y las
necesidades vitales de los jóvenes.
Es cierto
que las estéticas de los neofascistas y los antifascistas violentos se
parecen muchísimo. El uso de prendas de camuflaje militar, de botas
militares, etc., por no hablar de otras modas que el lector puede
adivinar fácilmente, es frecuente, normal. Pero si además de la
semejanza estética se afianzara una semejanza ética el asunto resultaría
infinitamente más grave. Porque significaría la penetración de la
barbarización político-moral en la izquierda social.
Las
prédicas de la COPE y los obispos, la emotividad de las jaurías del ojo
por ojo, la ceguera de ETA y el definitivo y expeditivo cinismo de
Acebes, Zaplana, Rajoy y Aznar —por no mencionar a otros— han hecho
mucho por calentar a personas marginadas que sin duda ven que no viven
en el mejor de los mundos, pero que distan de atribuir su precariedad
existencial a las desorbitadas ganancias del empresariado y de sus
cuadros, al crecimiento de la desigualdad, culpabilizando en cambio a
los que pasan por ahí: a las gentes de la izquierda y a los emigrantes,
a los homosexuales o, simplemente, a quienes no son como ellos. Ésas son
las fuentes de alimentación de los nuevos fascistas.
Pero que el
sistema político sea impermeable para los jóvenes educados en valores
democráticos, hasta el punto de que cuando son agredidos —y éste es el
caso, no lo olvidemos: los muertos y los apuñalados son antifascistas—
tiendan a mimetizarse con los agresores, para acabar emprendiéndola
alegremente con la policía, debe obligar a reflexionar.
[Juan-Ramón Capella]
CARTA DE UN LECTOR
Benvolguts
amics de Mientras Tanto:
Tot i que
amb un cert retard, em dirigeixo a vosaltres com a subscriptor que soc
des dels primers números de la revista, perquè m'ha dolgut el
tractament que heu donat a la Coordinadora de Centres d'Estudi de Parla
Catalana (CCEPC) en el núm.50 del Butlletí electrònic, a l'apartat de
"Política omphaloscópica" de les "Crónicas".
Soc membre
fundador de la CCEPC, i vice-president de l'Institut d'Estudis
Penedesencs, i m'agradaria de aclarir algunes qüestions al respecte.
1.
La CCEP, que fa uns deu anys que funciona, va ser creada per aquells
centres d'estudis locals i comarcals d'orientació més progressista, que
volien donar un tomb al que havien estat els centres d'estudis fins
aquell moment. Al capdavant d'aquests centres hi havia gent d'esquerres
(des del PSC a l'esquerra extraparlamentària, passant per ICV). I això
s'aconseguí malgrat l'oposició dels centres d'orientació més
conservadora, i de la pròpia Generalitat de Catalunya convergent.
2.
Des de la seva fundació la Coordinadora ha potenciat diversos projectes
de recerques conjunts que han permés als centres sortir dels marcs
locals i comarcals, i dels àmbits massa historicistes. Temes com el
Franquisme, la Memòria Històrica, la Transició, el Patrimoni popular,...
han estat treballats des de la Coordinadora en diversos congressos i
seminaris.
3.
Crec que és just el premi que ha rebut la Coordinadora, i penso que no
es pot posar en el mateix paquet que d'altres.
4. A
vegades sembla com si tot lo que fos català haguès de ser conservador i
tot el que fos castellà progressista.
Ramon
Arnabat
La
Ley de ocultación de las ventas de armas
Eduardo Melero y Tica Font*
Tras la
aprobación en el Congreso de los Diputados del Proyecto de Ley sobre el
control del comercio exterior de material de defensa y de doble uso sólo
queda pendiente su aprobación por el Senado. Es poco probable que se
produzcan modificaciones a su contenido, objeto de un comentario crítico
en esta nota.
Para poder
exportar armas se necesita una autorización administrativa que concede
el Ministerio de Industria. Esta autorización se concede siempre que
exista un informe favorable de la Junta Interministerial Reguladora del
Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso (JIMDDU), que es
el órgano que valora que las exportaciones cumplan los requisitos
establecidos por la ley. Por ley la JIMDDU tiene que velar por el
cumplimiento del Código de Conducta de la UE, código que ha quedado
recogido por la misma Ley. Este código establece que no deben venderse
armas a países sancionados, inestables, en conflicto armado, que
vulneren los Derechos Humanos, que no condenen el terrorismo o que
tengan un nivel de bienestar delicado. A la vista de ello ¿Cómo hay que
interpretar las exportaciones de armas españolas a Turquía, Arabia
Saudita, Marruecos, Ecuador, Colombia, India, Israel, Venezuela,
Emiratos Árabes Unidos, Indonesia, Singapur, Tailandia, Sri Lanka,
Angola, Ghana, Pakistán y Kenia?. A la luz de estas exportaciones ¿cómo
comprobar que la JIMDDU cumple la ley si sus decisiones y sus actas son
secretas?
Desde
Justicía i Pau entendemos que una verdadera transparencia tiene como
condición previa que se prohíba clasificar como secreto de estado el
contenido de las actas de la Junta Interministerial Reguladora del
Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso (JIMDDU).
Mientras se mantenga el contenido de dichas actas como secreto de
Estado, hablar de transparencia en materia de comercio de armas es una
forma de manipulación. El secreto de Estado en el comercio de armas
impide hablar de transparencia y además otorga la cobertura necesaria
para ocultar el descontrol existente en este tipo de comercio. Un
descontrol que la nueva Ley no atajará mientras mantenga sus auténticas
causas: el secretismo y los poderes arbitrarios que se otorgan a la
JIMDDU.
Mantener
las actas de la JIMDDU clasificadas como secreto de Estado, supone que
la información sobre el comercio de armas no puede ser conocida por la
opinión pública ni sometida a control parlamentario. Precisamente por
eso se han clasificado como secreto de Estado, para ocultar a la
ciudadanía y al parlamento los aspectos más escandalosos del comercio de
armas. Éste se convierte así en un negocio secreto, que sólo conocen las
industrias armamentísticas y la Administración. El secretismo
imposibilita en la práctica que se pueda llevar a cabo un control
judicial de las autorizaciones administrativas de exportación otorgadas.
Jurídicamente esta clasificación como secreto vulnera la Ley sobre
Secretos Oficiales, que sólo permite declarar como secreta aquella
información cuyo conocimiento público “pueda dañar o poner en riesgo la
seguridad y defensa del Estado” (artículo 2).
Otro de los
aspectos más negativos de la Ley es que otorga a la JIMDDU el poder de
no exigir informe previo ni documentos de control en aquellas
exportaciones que se determinen reglamentariamente (artículo 14,
apartado 3). El reglamento vigente le permite a la JIMDDU una libertad
total en este sentido, situación que muy probablemente no cambie con el
nuevo reglamento. La ley no impide que la JIMDDU decida no controlar
determinadas exportaciones, poder que podrá utilizar a su libre
arbitrio. Si sumamos secretismo y arbitrariedad el resultado no puede
ser otro que el descontrol (o falta de control) en el comercio de armas.
La Ley
también obliga al Gobierno a enviar al Congreso de los Diputados
información estadística sobre las exportaciones de armas (artículo 16).
Se recoge así legalmente una práctica que venía realizándose desde hace
varios años. El contenido de estas estadísticas es muy deficiente ya que
impiden conocer realmente qué armas se exportan. Por ejemplo el informe
del 2006 recoge que a Marruecos se han exportado armas por valor de
6.922.200 € dentro por la categoría 4 (bombas, torpedos, cohetes,
misiles). Es decir podemos saber el valor de la exportación por país,
pero no exactamente el producto: ¿se han vendido minas antipersona?, ¿se
han vendido bombas de racimo a alguno de estos países? Esta información
no la ofrece el informe del 2006 y no se ofrecerá en los informes de los
próximos años.
Se nos
presenta como avance que el artículo 16 contemple que el gobierno
informará sobre usuario final y la naturaleza pública o privada de la
exportación. El informe del 2006 facilita la siguiente información: por
ejemplo, en las exportaciones a Canadá, en un 99,61% (del valor de lo
exportado) el usuario es privado y el importador es una empresa privada,
y en el 0,39% el usuario son las fuerzas armadas y el uso es público.
Canadá recibió por categoría 4 (bombas, torpedos, cohetes, misiles)
armas por valor de 1.031.850 €. Resulta alarmante que se hayan podido
vender a una empresa privada y para uso privado bombas o misiles y que
no podamos saber qué clase de empresa es, a qué se dedica y bajo qué
conceptos puede la empresa usar dichas bombas o misiles. ¿Significan
dichas exportaciones que empezamos a privatizar la guerra?
Si a ello
le sumamos la aplicación del secreto estadístico, que ya no se recoge
expresamente en el texto de Ley pero resulta aplicable en virtud del
artículo 13 de la Ley 12/1989, de 9 de mayo, de la Función Estadística
Pública, las estadísticas de exportación no van a incluir datos
relativos a los exportadores y a los productos exportados.
Por último,
la Ley no prohíbe la fabricación y exportación de bombas racimo, sino
que se limita a señalar que el Gobierno promoverá y apoyará las
iniciativas nacionales e internacionales para restringirlas y, en su
caso, prohibirlas (disposición final tercera). Aparte del dudoso valor
jurídico de esta fórmula, el secretismo existente impide saber si
realmente se están exportando bombas racimo.
En
conclusión, contrariamente a su denominación, la ley aprobada no es la
ley del control del comercio de armas, sino la ley que garantiza su
descontrol y su ocultación. Nuestra valoración de que esta Ley no va a
suponer una mejor práctica de nuestro gobierno viene avalada por otras
políticas que impulsa el mismo a través de diversos ministerios. No
podemos esperar que nuestro gobierno sea escrupuloso en el cumplimiento
del espíritu de la Ley si desde diferentes ministerios se llevan a cabo
políticas de apoyo a la industria de armamento, como la política de
inversión o la política de investigación y desarrollo de nuevas armas, o
la participación en proyectos europeos de nuevas armas, o la política de
fomento de las exportaciones de armas españolas. Cabe destacar la
compleja organización administrativa dedicada a patrocinar las
exportaciones de armas españolas: la Oficina de Apoyo Exterior del
Ministerio de Defensa, las Agregadurías de Defensa que existen en las
embajadas, y las empresas públicas DEFEX S. A. e ISDEFE (Gerencia de
Cooperación Industrial). Finalmente destacar que muchas de las
exportaciones de armas españolas se realizan con financiación pública o
se aseguran a través de la empresa pública Compañía Española de Seguros
de Crédito a la Exportación, S.A.
Parece
razonable pensar que la política de exportaciones de armas españolas se
regulará no sólo a través de la legislación sino mediante la
interpretación y aplicación de la misma, piezas de la política de
fomento de las exportaciones de armas. Prueba de ello son las
escasísimas denegaciones de autorizaciones que se producen (16 en 2005 y
3 en 2006, según las estadísticas oficiales).
*[E. Melero y T. Font son miembros del Centre d'Estudis per la
Pau J.M. Delàs. Justicía i Pau]
Die
Stille vor Bach: el momento de la verdad
Pere
Portabella ha hecho, con Die Stille vor Bach / El silencio antes de
Bach (2007), lo mismo que había hecho con Cuadecuc (1970): un
golpe de tuerca a toda la cinematografía. Nada fue enteramente igual
después de aquella película que mostraba cómo se rodaba una película.
Tampoco
nada seguirá siendo igual ahora. Nadie (o casi nadie: Jean-Marie Straub,
hace cuarenta años) había pensado en hacer un musical con Bach como
objeto. Nadie había pensado antes en una película no sobre un compositor
sino sobre su música. Nadie había pensado antes en hacer una película
musical de estas características. Y nadie había pensado antes que los
documentales sobre música, llenos de piezas pregrabadas, quedarían
barridos por una película de ficción, pues de las dieciocho piezas que
se interpretan en la película, solo la de Gyorgi Ligeti y el
final proceden de una música pregrabada: todo lo demás es rigurosamente
en sonido directo. Nadie había pensado antes en hacer todo esto, pero
ahora Portabella ya lo ha hecho. Ahora, los documentales sobre música y
las películas musicales pueden ser distintos.
Pero
tampoco el cine volverá a ser cómo antes. Nadie había contado con
imágenes de qué iba una película como lo ha hecho Portabella, con el
deslumbrante plano secuencia del combate entre la pianola mecánica y la
cámara. Nadie había pensado antes en un caballo que bailase una de las
Variaciones Goldberg, como la que ejecuta el caballo Casandro;
y —menos aún— que esto fuese material para una película de ficción.
Nadie —o casi nadie: Antonioni, Angelopoulos, Jia Zhang-ke— había
pensado en usar el travelling como lo usa Portabella. Nadie, sin
embargo, había osado antes hacer un travelling tan conceptual
como extraordinariamente hermoso como el que acompaña las ventanas de un
tranvía recorriendo las calles de Leipzig. Este plano es estallantemente
bello porque es justo.
Y tampoco
el público debería ser igual que antes. Nadie había pensado antes en
hacer una película rompedora de las normas narrativas, que a la vez
fuera accesible a gran número de espectadores. Desde el principio,
Die Stille vor Bach adquiere un vuelo aéreo con su juego de
movimientos de cámara y música, que rapta al espectador hasta el final.
Muchos han pensado antes hacer precisamente esto, pero muy pocos lo han
conseguido. La película de Portabella consiste en una pieza maestra de
un cine de ruptura y de búsqueda, que pocos practican.
Pero que
una película llegue a su público es extremadamente difícil. Porque entre
ambos está la propaganda de las multimillonarias multinacionales de la
distribución con sede en Estados Unidos. Y también están los prejuicios,
nacidos de los años de silencio de Portabella. Die Stille vor Bach
es un caso típico de película que puede llegar a un gran público pero
sólo si se rompen ciertas barreras. De lo contrario, al igual que
Cuadecuc, tardaremos años en que se reconozca su mérito y su
condición pionera. Es decir, que su naturaleza de auténtica gozada, de
seducción mediante la imagen y el sonido, deje de ser condicional y se
reconozca por los espectadores de hoy en día. Y ello, ahora, en el
momento del estreno. No dentro de treinta años.
Sobre esto,
el vanguardista ruso Vladimir Maiakovski dejo dicho claramente: “El arte
no es un arte de masas desde su nacimiento, se vuelve arte de masas como
resultado de una suma de esfuerzos”. Ahora, esta suma de esfuerzos hace
más falta que nunca. Hay que hacer un esfuerzo para que Die Stille
vor Bach salga de los pequeños cenáculos de apenas pocas ciudades.
Defender el cine como medio de expresión (por lo demás, amenazado)
implica también defender la película de Portabella, para que mañana se
la recuerde como una película que marcó el cine del presente. Como una
película absolutamente crucial para el cine
de hoy.
[Josep Torrell]
La biblioteca de
Babel
Ramiro Pinilla,
Antonio B.
El Ruso.
Ciudadano de tercera
Tusquets, Barcelona, 2007, 633 págs. |
Han
pasado veinte años desde que se publicó este libro por primera
vez. Le costó salir a la luz precisamente porque lo que
alumbraba eran las vergüenzas y las desgracias de la época
franquista. Y lo hizo incluyendo en su relato componentes
culturales, sociales, políticos, religiosos, económicos y
jurídicos. Al narrar con calma la vida de Antonio Bayo, explica
el ambiente en el que le tocó vivir: |
miseria, hambre en la mesa todos los días, dominación sobre la
mujer, brutalidad policial, corrupción, curas cabrones que
hacían buenos a algunos de los jueces con los que topa El
ruso, represión, cárceles, penales… y, en medio de todo
esto, el intento por sobrevivir, la búsqueda de afecto, la
defensa de una mínima dignidad… Lo más básico en medio de la
desgracia.
[Antonio Madrid]
|
Mircea Cărtărescu
Por qué
nos gustan las mujeres
Trad.
De Manuel Lobo, Funambulista, 2006 / Círculo de Lectores, 2007 |
Mircea Cărtărescu es un escritor rumano sólido y de larga
trayectoria de quien, hasta la publicación en 2004 de la edición
rumana del libro reseñado, poco se sabía fuera de su país. De
hecho, apenas se cuentan entre sus publicaciones internacionales
un puñado de traducciones al italiano (a cargo de Bruno Mazzoni,
que en esta obra es literaturizado como personaje secundario) y
al inglés. En España Seix Barral publicó en 1993 El Sueño
(1989).
Esta
obra contiene los cuentos que Cărtărescu estuvo publicando para
la edición rumana de la revista Elle (donde aparecieron
la mayoría de los cuentos del volumen): Dilema, România
Literară, Lettre Internationale y Tabu. Este conjunto de
relatos están trazados por una pluma sobria, que no titubea,
austera con las observaciones mundanas y algo más |
elocuente con las apreciaciones sobre los mundos ficticios (la
imaginación, la ensoñación y los sueños). Historias con
apariencia autobiográfica que siempre acaban fundiéndose con la
memoria y donde brotan imágenes poéticas que cobran vida en la
mente del lector y resiguen su experiencia (de forma particular,
y circular, en relación con las mujeres). Además, el libro
incluye una sorpresa más que suculenta –sólo apta para
bibliófilos y mitómanos de las letras– en la página 999.
En
cuanto a las dos ediciones en castellano, sólo difieren en las
ilustraciones y el precio. La de Funambulista incluye las
simpáticas ilustraciones de Álvarez, mientras que la de Círculo
de Lectores tiene un precio considerablemente inferior.
[Óscar Capdeferro] |
Devedeando, que es gerundio
Sergio Corbucci
El gran
silencio (1968)
Impulso, La Laguna, 2007 |
Han
pasado veinte años desde que se publicó este libro por primera
vez. Le costó salir a la luz precisamente porque lo que
alumbraba eran las vergüenzas y las desgracias de la época
franquista. Y lo hizo incluyendo en su relato componentes
culturales, sociales, políticos, religiosos, económicos y
jurídicos. Al narrar con calma la vida de Antonio Bayo, explica
el ambiente en el que le tocó vivir:
Ojo,
que os conozco, y vais a montar un cirio de agárrate y no te
menees. Para que te enteres: hay dos películas con el mismo
título y salidas al mismo tiempo. Una es del oeste y la otra una
de cartujos, a mayor gloria de su dios. La nuestra no es la
segunda —¡ábrase visto!— sino la primera. Que lo sepas, monada.
“¡Joder, si que vais fuertes! ¡Para navidad un espagueti western!”
Oye, vosotros informaros antes de hablar, porque la peli ésta la
recomendaban incluso la Rote Armé Fraktion. Porque éste,
tontolaba, es un espagueti con pedigrí. Por ejemplo, en España
ni se estrenó, porque
la censura se olió el percal. ¿Por qué? Porque ésta es una de
las rarísimas pelis que permite entender la historia de los
Estados Unidos. O séase, una peli del oeste típica acaba bien:
con los malos barridos. |
Al
domingo siguiente, viene otra del oeste, y lo mismo: los malos,
barridos y fregados. Siempre lo mismo, pueblo tras pueblo. Pero
resulta que no se entiende que una vez limpitos los pueblos,
vayan y voten a la banda de carroñeros que mandan a Washington.
Y no se entiende que traten de convertir el planeta en un far
west privado. Entonces, en el 1968, se les ocurrió a unos
chicos que, para entenderlo, habían de terminar la película pero
que muy mal, o sea: con maldad y recochineo.
El
productor no lo veía muy claro y, por si un aquél, mandó rodar
un final alternativo, y si no funcionaba la película, se
remontaba y a otra cosa mariposa. No hizo falta: El gran
silencio funcionó precisamente por su final. Era el 1968,
claro. Algunos propagandistas fueron famosos (a uno le
suicidaron en una cárcel alemana de gran seguridad), como
Andreas Baader, cuando era dirigente estudiantil, que llenó las
salas con su alegato en favor de una peli que dejaba como un
trapo sucio los calzoncillos de banqueros y cazadores de
recompensas. Ahora se ve con la nostalgia de un tiempo que ha
cambiado, y, la verdad, ya no existen pelis comerciales como
ésta. En las navidades, es el plato más suave del menú
audiovisual que he encontrado para estas fiestas, porque iréis
de comida (de la otra) hasta el buche y no os enterareis de lo
que veis.
La Puri (Oficina Soviética para el Cine).
|
Foro de webs
Privacy International
http://www.privacyinternational.org/
Página en
inglés de esta prestigiosa organización formada en 1990 para denunciar
los excesos de las políticas de vigilancia e invasión de la privacidad
por los estados y por los mercados (vigilancia antiterrorista, control
de tarjetas de identificación personal, videovigilancia, control de
datos personales con valor económico, etc.). PI tiene sede en Londres y
delegación en Washington DC, aunque las campañas e investigaciones que
promueve tienen un alcance mundial.
Revista
mientras tanto
Contenido del número
102
mientras
tanto
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Primavera 2007
102
NOTAS EDITORIALES
Capitalismo intangible A. Recio Memoria democrática o memoria fascista
X. Doménech ¿Un doctorado en crímenes de guerra y daños
colaterales? J. L. Gordillo
ARTÍCULOS EL ORIGEN NORTEAMERICANO DE LA IDEOLOGÍA DEL TERCER REICH
Domenico Losurdo
LA CABEZA DE
JANO. EL DERECHO DE EXCEPCIÓN NORTEAMERICANO EN EL PRIMER
MANDATO DE GEORGE BUSH Ramón Campderrich
NUEVO CAPITALISMO, PRISIÓN Y LÓGICAS DEL CASTIGO
Brandáriz García
LA PROPIEDAD INTELECTUAL DESDE UNA PERSPECTIVA SOCIAL: UNA CRÍTICA
AL MODELO VIGENTE Eduardo Melero Alonso
LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA Y JURÍDICA DEL
GÉNERO. REFLEXIONES DESDE UNA PERSPECTIVA INCLUSIVA
Antonio Giménez Merino
EDUCAR COMO TAREA POLÍTICA José Manuel Barreal San Martín y
Manuel García-Morán Escobedo
RESEÑA Pedro de la Llosa, 'Retratos plumistas',
Pepe Gutiérrez
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mientras
tanto bitartean mientras tanto mentrestant
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Contenido del número
103
mientras
tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
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Otoño 2007
103
NOTAS
EDITORIALES La historia interminable: nueva crisis financiera
A. Recio Dilemas constitucionales en
Venezuela G. Pisarello
La
sombra de un ciudadano ejemplar
J. Torrell En la muerte de Lluís Maria Xirinacs
J. Sempere
ARTÍCULOS LOS SERVICIOS SOCIALES Y LA CUARTA PATA (¿COJA?) DEL
ESTADO DEL BIENESTAR EN ESPAÑA José Adelantado
EL
CUIDADO DE LA DEPENDENCIA: UN TRABAJO DE CUIDADO Teresa Torns
SINDICATOS Y JÓVENES: EL RETO DE SUS VÍNCULOS Antonio Antón
DERECHOS
FORMALES Y DERECHOS REALES DE LOS TRABAJADORES EN LA ESPAÑA
DE COMIENZOS DEL SIGLO XXI Daniel Lacalle
L’ESGLÈSIA CATÒLICO ROMANA A ESPANYA: PODER I PRIVILEGI Ángel Zaragoza i Tafalla
RESEÑA
Entrada en la Barbarie
Joaquim Sempere
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mientras
tanto bitartean mientras tanto mentrestant
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
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