NOMADAS.1 | REVISTA CRITICA DE CIENCIAS SOCIALES Y JURIDICAS | ISSN 1578-6730

La delincuencia de las grandes empresas
[Edwin H. Sutherland] (*)

Hace unos veinte años empecé a estudiar las violaciones de la ley realizadas por hombres de negocios y hasta hoy he continuado intermitentemente este estudio. Esta investigación comenzó con el propósito de mejorar las explicaciones generales de la conducta delictiva. Las teorías del crimen que entonces estaban en boga, y que aún continúan en boga hoy, subrayaban las patologías sociales y personales como causas del delito. Las patologías sociales incluían especialmente la pobreza y las condiciones sociales relacionadas con la pobreza, tales como las malas condiciones de vivienda, la falta de facilidades recreativas organizadas, la ignorancia de los padres y la desorganización familiar. La patología personal que se subrayaba en el primer período era la debilidad mental; la teoría temprana afirmaba que la debilidad mental se hereda y es la causa tanto de la pobreza como del crimen. Mas o menos a la vez que yo empezaba a estudiar los delitos de negocios, la patología personal que se usaba para explicar el crimen estaba pasando de la inteligencia defectuosa a las emociones defectuosas, reorientadas por conceptos tales como el de frustración, el complejo de inferioridad y el complejo de Edipo.

Estas teorías que achacan el delito a patologías sociales y personales se veían refrendadas en gran medida por el hecho de que en una gran proporción las personas detenidas, acusadas y enviadas a prisión perteneciesen a una clase económicamente inferior.

En contraste con esas teorías, mi teoría era que la conducta criminal se aprende exactamente igual que se aprende cualquier otra conducta y que las patologías personales y sociales no juegan ningún papel esencial en la causación del delito. Yo pensaba que esta tesis se podía corroborar mediante un estudio de la violación de la ley por los hombres de negocios. Normalmente los hombres de negocios no son pobres, no son débiles mentales, no les faltan facilidades recreativas organizadas y no sufren de las otras patologías sociales y personales. Si se puede demostrar que los hombres de negocios, sin esas patologías, cometen muchos delitos, entonces tales patologías no se pueden usar como explicación de los delitos de otros tipos. Los criminólogos que han formulado las teorías de la delincuencia recogen sus datos de entrevistas personales con delincuentes en los juzgados de lo penal, las comisarías y las prisiones, o de estadísticas de delincuencia que se basan en hechos relativos a esos delincuentes. Pero cuando los hombres de negocios cometen delitos, sus casos suelen presentarse ante juzgados de lo civil o ante comisiones semijudiciales, pero casi nunca ante juzgados de lo penal. Por lo tanto, los criminólogos no entran en contacto con estos hombres de negocios y no han incluido sus violaciones de la ley en las teorías generales sobre la conducta delictiva.

Me he servido del término delincuente de cuello blanco para referirme a una persona de la clase socioeconómica superior que viola las leyes diseñadas para regular su ocupación profesional. El término cuello blanco se usa aquí en el sentido en el que lo usó el Presidente Sloan de la General Motors, que escribió un libro titulado La Autobiografía de un trabajador de cuello blanco. El término se usa en un sentido más general para referirse a la clase asalariada que viste bien en el trabajo, como los administrativos de los grandes almacenes.

Quisiera referirme específicamente a una parte de mi estudio sobre el delito de cuello blanco. Seleccioné las setenta corporaciones industriales y comerciales más grandes de los Estados Unidos, sin incluir los servicios públicos ni las corporaciones del petróleo. He intentado recoger todos los registros de violaciones de la ley cometidas por cada una de estas corporaciones, en la medida en que estas violaciones han sido determinadas oficialmente por juzgados y comisiones. He incluido las leyes relativas a restricciones comerciales; representaciones inadecuadas en la publicidad; violación de patentes, derechos de copyright y marcas registradas; descuentos; prácticas laborales injustas prohibidas por la Ley Nacional de Relaciones Laborales; fraude financiero; violaciones de regulaciones de guerra; y un pequeño grupo misceláneo de otras leyes. Los registros incluyen las trayectorias de las corporaciones, que tienen una media de unos cuarenta y cinco años, y las corporaciones subsidiarias a su vez como las principales. En esta búsqueda, he estado limitado por los registros disponibles en una biblioteca universitaria, y esto dista de ser exhaustivo. Estoy seguro de que el número de delitos de los que informaré es mucho menor que el número de delitos detectados de hecho por juzgados y comisiones contra estas corporaciones.

Este recuento de los crímenes en las setenta corporaciones más grandes de los Estados Unidos da un total de 980 decisiones adversas. Todas las setenta corporaciones tienen alguna sentencia en contra, y la media de sentencias es de 14,0. De estas setenta corporaciones, el noventa y ocho por ciento son reincidentes; es decir, tienen dos o más sentencias en contra. Varios Estados han puesto en marcha leyes penales habituales, que definen como delincuente habitual a una persona que ha sido acusada de felonías cuatro veces. Si nos servimos de este criterio y no limitamos las acusaciones a las felonías, el noventa por ciento de las setenta mayores corporaciones de los Estados Unidos son delincuentes habituales. Sesenta de las corporaciones tienen sentencias contra ellas por restricciones comerciales, cincuenta y cuatro por violaciones de patentes, cuarenta y cuatro por prácticas laborales injustas, veintisiete por representaciones inadecuadas en la publicidad, veintiséis por descuentos y cuarenta y tres por delitos misceláneos.

Estas sentencias se han concentrado en un periodo a partir de1932. Aproximadamente el sesenta por ciento de ellas se dictaron en el periodo de los diez años subsiguientes a 1932, y sólo el cuarenta por ciento en el periodo de cuarenta años anterior a 1932. Una explicación de esta concentración puede ser que las grandes corporaciones estén cometiendo más delitos ahora que antes. Mi propia impresión es que las demandas contra las grandes corporaciones han sido más vigorosas durante el periodo posterior y que las corporaciones no han aumentado su delictividad de manera apreciable.

De las setenta grandes corporaciones, treinta eran ilegales en origen o bien comenzaron las actividades ilegales inmediatamente después de su origen, y otras ocho corporaciones deberían tal vez añadirse a estas treinta. Es decir, aproximadamente la mitad de las setenta corporaciones, o bien eran ilegítimas desde su nacimiento, o fueron delincuentes infantiles y juveniles, además de criminales adultos.

Todas las 980 decisiones adversas eran decisiones en la línea de que estas corporaciones violaron leyes. Únicamente 159 de estas 980 sentencias fueron dictadas por juzgados de lo penal, mientras que 425 fueron dictadas por juzgados de lo civil y 361 por comisiones. El asunto más importante con respecto al delito de cuello blanco es si este es verdaderamente delito. Este es un asunto difícil y en cierto modo técnico, y no intentaré tratarlo aquí puesto que he publicado otro artículo sobre esta cuestión.

La conclusión general que se formula en ese artículo es que las violaciones de la ley que se probaron en decisiones de juzgados civiles y comisiones administrativas son delitos con muy pocas excepciones.

Las estadísticas que he presentado son bastante secas y pueden no significar mucho para el estudiante medio que no sea especialista en este campo, pero la prevalencia de los delitos de cuello blanco cometidos por grandes corporaciones se puede ilustrar de modos más concretos. Si consideramos la vida de una persona, encontraremos que, desde la cuna hasta la tumba, ha estado utilizando artículos que se vendieron o distribuyeron violando la ley. Los delincuentes profesionales utilizan la palabra caliente para referirse a un artículo que ha sido robado recientemente. Por simplificar la expresión, quisiera recurrir a esta palabra para referirme a artículos manufacturados por corporaciones, pero expandiré el significado para incluir cualquier registro oficial sin restringirlo a tiempos recientes, y me referiré a un tipo de artículos más que a artículos manufacturados por un negocio concreto. Usando la palabra en este sentido, podemos decir que un bebé llega a este mundo con la ayuda de material quirúrgico caliente, se le frota con aceite de oliva caliente, se le envuelve en una manta caliente, se le pesa con instrumentos calientes. Al escuchar la buena nueva del nacimiento, el padre coloca una bandera caliente en su mástil, va al campo de golf y golpea por el campo una pelota de golf caliente. El bebé crece rodeado de artículos de este tipo y finalmente descansa en paz en un ataúd caliente bajo una lápida también caliente.

A continuación quisiera describir con mayor detalle las violaciones de algunas leyes concretas y empezaré con la
representación inadecuada en publicidad. Si bien la Ley sobre Comida y Medicamentos Puros contiene una disposición que prohibe el engaño en las etiquetas de comidas y medicamentos, los administradores de esa ley no han publicado informes frecuentes con los nombres de las corporaciones a las que se ha encontrado violando la ley. Por lo tanto, restringiré la discusión al engaño en anuncios que ha sentenciado la Comisión Federal de Comercio.

Este es uno de los delitos de cuello blanco menos importantes en comparación con los otros. Se han sentenciado noventa y siete casos contra veintiséis de las setenta corporaciones. Bajo esta ley no hubo sentencias contra cuarenta y cuatro de las setenta grandes corporaciones. Entre estas cuarenta y cuatro corporaciones contra las que no hubo sentencias, veintiséis se pueden considerar como corporaciones sin publicidad. Es decir, no anuncian para vender, aunque pueden anunciar por el bien general, o por el bien de periódicos y revistas. Vende sus productos a compradores expertos, a quienes la publicidad no les puede influir. Para Aceros de EE.UU. sería un desperdicio de dinero distribuir panfletos entre los expertos compradores de sus productos, afirmando que sus productos están extraídos de las minas más selectas o de acero Bessemer importado de Inglaterra, o exhibir una foto de una actriz de cine en un Pullman diciendo "Yo siempre elijo ruedas que circulan por raíles hechos por Aceros de EEUU, porque son las mejores", o una foto del presidente de un club de béisbol diciendo "Tengo la sensación de que mis jugadores estarán más seguros si viajan en trenes que circulan por raíles fabricados por Aceros de EE.UU., porque estos raíles son más seguros".

Si eliminamos estas grandes corporaciones que no se anuncian para vender, aproximadamente el 60% de las grandes corporaciones que se anuncian para vender tienen sentencias contra ellas por representación inadecuada en publicidad.

En la mayoría de los casos, estas representaciones inadecuadas en publicidad no son simples violaciones técnicas de la ley. La Comisión Federal de Comercio hace una encuesta anual sobre varios cientos de miles de anuncios en publicaciones periódicas y en las radios. Entre ellas seleccionan unos 50.000 que son cuestionables, y entre estos encuentran que unos 1.500 son patentemente falsos, emitiendo sentencias contra unos 1.000 cada año. Además, al realizar la selección se suelen concentrar en ciertos productos un año y en otros productos en otros años. Alrededor de 1941, se concentraron en anuncios falsos de vitaminas y decretaron órdenes de cesación contra veinticinco empresas dedicadas a este producto. En aquella época los anuncios de vitaminas afirmaban, prácticamente sin más matices, que las vitaminas recuperaban el vigor, ayudaban a la digestión, eliminaban la esterilidad, prevenían el aborto, aumentaban el vigor sexual, bajaban la presión sanguínea, reducían la neuritis o el insomnio, frenaban la caída del cabello, curaban el resfriado y el asma o el alcoholismo, prevenían la caída de los dientes, eliminaban los granos, hacían que las gallinas pusieran más huevos y mantenían al perro en buena salud.

Las representaciones inadecuadas pueden ser fundamentalmente de tres tipos: En primer lugar, algunos anuncios están diseñados para vender productos que conllevan peligro físico, pero niegan, minimizan o dejan sin mencionar ese peligro. La mayoría de estos anuncios se producen en la industria farmacéutica y cosmética. Sólo dos de las setenta grandes corporaciones tienen sentencias contra ellas por anuncios de esta naturaleza.

En segundo lugar, algunos anuncios exageran los valores de los productos. Un caso extremo de anuncios de esta naturaleza sería una sentencia que se dictó contra dos golfos en Chicago alrededor de 1930. Vendieron una botella de medicina a un ciego por un precio de diez dólares, afirmando que le curaría la ceguera. Al analizar la medicina, se descubrió que consistía en dos aspirinas disueltas en agua del Lago Michigan. Los golfos fueron acusados y sentenciados a seis meses de prisión. Los anuncios de grandes corporaciones son frecuentemente de este tipo, excepto que no son tan extremos y no van seguidos de acusaciones en juzgados penales ni de penas de prisión. Se anuncian y venden como seda o lana prendas que son casi completamente de algodón. Zapatos de cocodrilo que no están hechos de piel de cocodrilo, muebles de nogal que no están hechos de madera de nogal, crema facial de aceite de tortuga que no está hecha de aceite de tortuga, alfombras orientales que no se hicieron en Oriente y pieles de foca de Hudson que no están hechas de piel de foca, podrían ser citados como otros ejemplos de engaños de este tipo. Estuches que se anuncian como inoxidables no son inoxidables, se anuncian prendas a prueba de polillas que no son a prueba de polillas, medias de tres capas que son sólo de dos capas y radios para todo tipo de ondas que no reciben todo tipo de ondas. Se anuncian almohadillas eléctricas que permiten seleccionar calor alto, medio y bajo, cuando en realidad sólo tienen dos niveles de calor. Se venden huevos almacenados como huevos frescos, hornos viejos y reacondicionados como hornos nuevos, y sombreros usados y reparados como sombreros nuevos. Cremas faciales que se venden como nutritivas y correctivas de las arrugas no nutren la piel ni corrigen las arrugas. Algunas corporaciones anuncian que su té está hecho de hojas tiernas, especialmente recolectadas para estas corporaciones, cuando de hecho su té lo compran por remesas a importadores que venden el mismo té a otras compañías. Se anuncian cigarrillos como hechos con el tabaco más selecto, por el cual la compañía paga un 25% más, pero otros cigarrillos también se hacen con el tabaco más electo por el cual los fabricantes pagan un 25% más de lo que pagan por tabaco de mascar.

El tercer tipo de representación inadecuada se solapa con los dos anteriores y difiere de ellos principalmente porque ciertos anuncios cometen ofensas especiales contra los competidores más que contra los consumidores. Una compañía de venta por correo anunciaba sus hornillos como si tuvieran características que no tenían ningún otro hornillo, cuando de hecho los hornillos de los competidores tenían las mismas características. Se descubrió que el Servicio de Investigación de los Consumidores, que afirmaba hacer evaluaciones imparciales y no sesgadas de automóviles, estaba recibiendo pagos de una compañía de automóviles por informar que sus coches eran superiores.

Quisiera describir algunos de los casos importantes de engaño en publicidad. Un prominente fabricante de automóviles originó en 1935 el plan de compra e instalación al 6%. Este plan se anunciaba diciendo que la tasa de interés sobre saldos sin pagar por coches comprados dentro del plan de instalación sería sólo del 6%. Tras una investigación, la Comisión Federal de Comercio informó que la tasa de interés tenía de hecho un exceso del 11% y que la exageración en la tasa de interés era casi de un 100%. Antes de que la comisión hubiera ordenado a esta compañía adelantada que cesara este mensaje inadecuado, casi todas las demás grandes compañías de automóviles adoptaron el mismo método de llevarse dinero con engaños. De nuevo, en 1936 se ordenó por dos veces a todas las compañías importantes de automóviles que cesaran de engañar en los anuncios de sus coches. En primer lugar, señalaban un precio que no incluía partes y accesorios necesarios, siendo el precio del coche adecuadamente equipado un 10% más alto que el precio anunciado. Además, añadían un coste de manejo independientemente de los costes de transporte, lo cual aumentaba más el precio requerido. En segundo lugar, se anunciaban con una foto de un coche que no era el modelo nombrado y tasado. De nuevo, en 1941 se ordenó a tres de los cuatro principales fabricantes de ruedas de automóviles cesar los engaños en sus anuncios de rebajas especiales para el Cuatro de Julio y el Día de los Trabajadores. Estas compañías anunciaban precios que eran reducciones de entre un 20% y un 50% respecto a los precios regulares. Cuando la Comisión Federal de Comercio investigó, encontró que el descuento del 20% era de hecho sólo una reducción del 8% y el descuento del 50% sólo una reducción del 18%. Además, se descubrió que una compañía de ruedas había cometido engaños en dos sentidos. En primer lugar, anunciaba que con sus ruedas un coche frenaría un 25% más rápido. No decía un 25% más rápido que qué, pero lo que se daba a entender era que frenaría un 25% más rápido que con las ruedas de otros fabricantes, cosa que en absoluto era cierta. En segundo lugar, defendía la mayor seguridad de sus ruedas sobre la base de que estas ruedas se usaban en las carreras del Circuito de Indianápolis, cuando de hecho las ruedas para el Circuito se habían construido expresamente para el Circuito, de manera que no había seguridad de que las ruedas de la compañía para el viajero regular fueran más seguras que el resto de las ruedas.

Cuando la Oficina Federal de Investigaciones busca a unos secuestradores, intenta encontrar a cualquiera que pueda haber colaborado de alguna manera en el secuestro. De manera similar, la Comisión Federal de Comercio ha intentado hasta cierto punto involucrar a aquellos que colaboraron en la representación inadecuada en publicidad. Por ejemplo, ha decretado órdenes de cesación a muchas de las agencias de publicidad que preparan las campañas de publicidad de los fabricantes. Si bien estas órdenes de cesación han incluido a muchas agencias de publicidad pequeñas y poco importantes, también han incluido a las agencias más grandes y prominentes.

Además, casi todos los periódicos y revistas populares han participado en la diseminación de anuncios falsos. Aquí se incluyen publicaciones que van desde las publicaciones de Gannett hasta el Journal of the American Medical Association. Aunque el Journal of the American Medical Association afirma que no publica anuncios que no hayan sido revisados y considerados veraces, durante años ha publicado anuncios de los cigarrillos Philip Morris. Hace años, la Compañía Philip Morris había afirmado que estos cigarrillos curaban las gargantas irritadas y años después afirmaba que producían menos irritación en la garganta que otros cigarrillos. Como prueba de su verdad, estos anuncios citaban las opiniones y los experimentos de médicos.

Muchos de ellos, si no todos, habían recibido pagos por sus afirmaciones. Algunas compañías de tabaco competidoras emplearon a otros médicos, que realizaron experimentos y dieron testimonios que contradecían el testimonio publicado en el Journal of the American Medical Association. La Compañía Philip Morris dio una subvención de diez mil dólares a la Universidad de St. Louis para comprobar estas afirmaciones. La escuela de medicina insistió en la absoluta libertad de sus métodos para comprobar y realizar este informe. El informe concluía que no se había llegado a establecer ningún método riguroso para comprobar la irritación de la garganta o para comprobar el efecto de las sustancias en cuestión, y que las afirmaciones contradictorias de los experimentadores eran todas un timo. La Compañía Philip Morris no dio publicidad a ese informe, pero sus anuncios siguieron apareciendo en el Journal of the American Medical Association.

No quiero tomarme el tiempo para comentar con tanto detalle sobre otros tipos de violaciones de la ley, pero sí describiré algunos incidentes que tienen que ver con violaciones de la Ley Nacional de Relaciones Laborales. Esta ley entró en vigor primero en 1933, y en 1935 de una manera más desarrollada. Afirmaba que la negociación colectiva se había demostrado como una política deseable y prohibía a los empresarios interferir con los esfuerzos de los empleados por organizar sindicatos para propósitos de negociación colectiva. Una violación de esta ley se consideraba una práctica laboral injusta. Ha habido sentencias contra cuarenta y tres de las setenta grandes corporaciones, un 60%, con un total de 149 sentencias. Entre estas cuarenta y tres corporaciones, el 72% son habituales o reincidentes; treinta y nueve utilizaron la interferencia, la contención o la coacción; treinta y tres cometieron discriminación contra miembros de los sindicatos; treinta y cuatro organizaron sindicatos de la compañía; trece introdujeron espías entre los trabajadores; y cinco usaron la violencia. La violencia ha estado fundamentalmente confinada a las industrias del acero y del automóvil. Una compañía del acero compró 143 escopetas de gas entre 1933 y 1937, mientras que el departamento de policía de Chicago sólo compró trece en los mismos años; esta corporación del acero también compró 6.714 balas y granadas de gas, mientras que el departamento de policía de Chicago sólo compró 757. Las corporaciones suelen afirmar que compran este material militar sólo para protegerse frente a la violencia de los sindicatos. No cabe duda que el material se usa para propósitos de protección, pero también se usa en algunas ocasiones para agredir. Quisiera informar aquí sobre una decisión de la Comisión Nacional de Relaciones Laborales sobre la Compañía Ford Motor. Se cuenta que Henry Ford dijo en 1937: Nunca reconoceremos al Sindicato Unido de Trabajadores del Automóvil ni a ningún otro sindicato. La Corporación Ford organizó un departamento, bajo la supervisión de Harry Bennett, un ex-pugilista, y lo ocupó con 600 miembros equipados con escopetas y porras. Frank Murphy, que entonces era Gobernador de Michigan y antes había sido alcalde de Detroit, dijo refiriéndose a este departamento: Henry Ford emplea a algunos de los peores gangsters de nuestra ciudad.

En 1937, el Sindicato Unido de Trabajadores del Automóvil estaba intentando organizar a los empleados de la planta que la Compañía Ford Motor tiene en River Rouge. Se anunció públicamente que los organizadores distribuirían impresos en esta planta a cierta hora. Antes de la hora llegaron periodistas y otras personas. Cuando un periodista preguntó a un guardia qué iban a hacer cuando llegaran los organizadores, el guardia replicó: Vamos a echarlos de aquí y mandarlos al infierno. Los organizadores llegaron y fueron con sus impresos por un puente hasta una de las entradas. Allí se les informó que estaban entrando en propiedad privada. Según muchos testigos, se volvieron tranquilamente y empezaron a abandonar el lugar. Según se iban, fueron atacados por el personal de servicio. Fueron golpeados, tirdos al suelo y pateados. Los testigos describieron esto como una paliza terrible y como increíblemente brutal. Las palizas no sólo se dieron en el puente sino que continuaron en la vía pública. A un hombre le rompieron la espina dorsal y a otro le fracturaron el cráneo. Los guardias arrebataron sus cámaras a los periodistas que estaban sacando fotos de la refriega y destruyeron las películas. Un guardia vio como un periodista sacaba una foto desde la calle y gritó: ¡Machaca esa cámara!. El periodista saltó al automóvil de otro periodista y los guardias les persiguieron a una velocidad de 120 kilómetros por hora por las calles de Detroit hasta que pudieron encontrar refugio en una comisaría de policía. Según los planes convenidos de antemano, las mujeres organizadoras llegaron poco después para repartir impresos. Según se bajaban del tranvía a la entrada de la planta, los guardias las atacaron y las empujaron de nuevo a los tranvías. Una mujer fue golpeada y pateada en el suelo. Mientras se cometían estos asaltos, los policías municipales estaban presentes pero no interfirieron; también estaba presente el director del departamento.

A continuación quisiera dar algunas ilustraciones de desfalcos y abusos de confianza perpetrados por jefes de corporaciones. Seiberling organizó la Compañía de Caucho Goodyear y fue su director durante muchos años. Por dificultades financieras en la corporación, en 1921 perdió el control sobre ella. Sus sucesores encontraron que Seiberling debía casi cuatro millones de dólares a la compañía; es decir, había desfalcado esa cantidad a la compañía. Los pleitos que se desarrollaron resultaron en un acuerdo según el cual Seiberling aceptaba indemnizar a la compañía. No sólo lo hizo sino que también consiguió créditos de financieros de Ohio y empezó la Compañía de Caucho Seiberling, que ha tenido bastante éxito.

El Presidente Sloan, el Sr. Raskob y otros jefes de la General Motors desarrollaron un plan para pagar bonificaciones a los jefes y directores de la General Motors. Con este plan, entre 1923 y 1928 el Presidente Sloan consiguió de la corporación una paga total de veinte millones de dólares. Cuando se presentaron pleitos en años posteriores, estas pagas excesivas anteriores a 1930 no se incluyeron en los pleitos por la regulación de las limitaciones. Sin embargo, el tribunal mantuvo que esos jefes se habían apropiado de unos cuatro millones de dólares por métodos fraudulentos de cálculo de sus bonificaciones y les ordenaron devolver esta cantidad a la corporación.

George Washington Hill y otros jefes de la Compañía Americana de Tabaco fueron criticados y acusados de apropiarse de fondos de la corporación para sus enormes salarios y bonificaciones. Uno de estos juicios iba a tener lugar ante el Juez Manton en la corte federal de la Ciudad de Nueva York. Poco antes del juicio, el Juez Manton comunicó al abogado de la Compañía Americana de Tabaco que necesitaba un préstamo de 250.000 dólares. El abogado mencionó esto al ayudante del presidente de la Compañía Americana de Tabaco, quien se lo mencionó a Lord And Thomas, la empresa de publicidad de la compañía, y Lord And Thomas prestó los 250.000 dólares al Juez Manton. El Juez Manton sentenció el caso a favor de la Compañía Americana de Tabaco. Puede que esta sentencia fuese correcta, pero se le acusó de recibir un soborno, el abogado de la compañía fue expulsado de la práctica en tribunales federales, y el ayudante del presidente, que había realizado los acuerdos, fue promocionado inmediatamente después de la sentencia a la posición de vicepresidente, en la que tenía derecho a una bonificación. En otro juicio, la Compañía Americana de Tabaco pagó de su propia tesorería 260.000 dólares al demandante, 320.000 dólares a su empresa de abogados y realizó otros pagos que ponían la solución de su caso en un precio aproximado al millón de dólares. Más tarde, un juzgado ordenó a los jefes contra quienes se habían hecho las acusaciones que indemnizaran a la corporación por estos pagos.

Finalmente, quisiera discutir la violación de las leyes contra las asociaciones de empresas. La Ley de Sherman Contra las Asociaciones de Empresas de 1890 y varias leyes posteriores, así como las leyes de la mayoría de los Estados, prohiben las restricciones comerciales. Ha habido sentencias de violación de esas leyes contra sesenta de las setenta grandes corporaciones, acumulando un total de 307 casos. Tres corporaciones de cine lideran la lista de restricciones comerciales con veintidós, veintiuna y veintiuna sentencias, respectivamente. Es decir que el 86% de las setenta corporaciones tienen sentencias contra ellas por restricciones comerciales, y el 73% de las corporaciones con esas sentencias son reincidentes. Si bien no se han dictado sentencias contra las otras diez corporaciones, otras evidencias indican que tal vez de hecho todas ellas hayan violado esas leyes. Estas sentencias tienden a corroborar la afirmación que hizo Walter Lippmann: La libre competencia sólo ha sobrevivido allí donde los hombres han sido incapaces de abolirla. Lo que ha determinado los límites de las restricciones comerciales no ha sido la ley sino la conveniencia y la practicabilidad. Al Gran Capital no le gusta la competición y realiza cuidadosas operaciones para reducirla e incluso eliminarla. En ciertas industrias, las negociaciones entre las grandes corporaciones para evitar la competición son muy similares a la diplomacia internacional, con la diferencia de que tienen más éxito.

Estos hombres de negocios han sustituido la competición por el colectivismo privado. Se reúnen y determinan cuáles serán los precios y cuánto se producirá; también regulan otros aspectos del proceso económico. La mejor manera de ilustrar esto es con las asociaciones de comercio, aunque estas prácticas no se limitan a ellas. Estas asociaciones de comercio no sólo fijan los precios y limitan la producción, sino que también han establecido sistemas de tribunales con penas por la violación de sus regulaciones. Su sistema de justicia se aplica tanto a sus propios miembros, en cuyo caso tienen una apariencia de democracia, como también a los no miembros, en cuyo caso se parecen a la dictadura y a la extorsión. Entre las noventa y dos asociaciones de comercio que se investigaron entre 1935 y 1939, veintiocho tenían medios para investigar o entrometerse en las actividades de sus miembros, once tenían medidas para multar a aquellos que incumplieran sus regulaciones y dieciocho disponían de medidas para boicotear a los ofensores.

Aunque es común que los hombres de negocios se quejen de que la ley contra las asociaciones de empresas es tan vaga que no pueden determinar si están violando la ley o no, una proporción muy grande de las sentencias contra estas setenta corporaciones son por realizar acuerdos para tener precios uniformes; es decir, para no competir en cuanto a precios. Esta práctica viola claramente la ley contra las asociaciones de empresas, y ninguna persona conocedora de estas medidas y de las sentencias que se realizan a través de la ley podría tener la más mínima duda de que tal conducta es ilegal. Además, muchos de los acuerdos limitan la producción. Durante al menos setenta y cinco años, los hombres de negocios han insistido en limitar la producción para evitar que los precios caigan. Aunque mucha gente ha considerado ridícula la política agrícola de matar alechones, en principio es la política que durante muchas generaciones han estado practicando las corporaciones industriales, mucho antes de que se llegara a aplicar en la agricultura.

¿Qué significado tienen estas violaciones de la ley antitrust? El sistema económico, tal y como lo describían los economistas clásicos, era un sistema de competición libre , un sistema de laissez faire o de libre empresa, como lo llamamos hoy. La competición libre era reguladora del sistema económico. Las leyes de la oferta y la demanda, si operaban bajo la competición libre, determinaban los precios, los beneficios, el flujo del capital, la distribución del trabajo y otros fenómenos económicos. Cuando los beneficios de una industria eran altos, otros hombres de negocios acudían a esa industria con la esperanza de asegurar beneficios similares. Esto resultaba en un aumento en el abastecimiento de bienes, que producía una reducción de precios y esto a su vez reducía los beneficios. Así se eliminaban los beneficios excesivos, se reducían los precios y el público disponía de un mayor abastecimiento de bienes. Según los economistas clásicos, a través de esta regulación controlada por la competición libre, la Divina Providencia producía el mayor bienestar para toda la sociedad. De hecho, la competición libre era un regulador tosco. Las prácticas asesinas estaban generalizadas y era común que en la consecución del bienestar de toda la sociedad se arruinara a los propietarios más débiles.

Puesto que la competición libre regulaba el sistema económico, la regulación gubernamental era innecesaria. El sistema económico de los economistas clásicos se desarrolló primariamente porque los negocios se rebelaron contra las regulaciones gubernamentales del periodo feudal, que no estaban adaptadas a las condiciones cambiantes del siglo dieciocho. Después de establecerse este sistema, el gobierno se mantuvo apartado del negocio, excepto en cuanto a hacer cumplir contratos, proteger al público contra el robo y el fraude, y hacer cumplir los principios de la competición libre mediante la prohibición de las restricciones comerciales en el derecho común.

A lo largo del último siglo, este sistema económico y político ha cambiado. Los cambios provienen fundamentalmente de los esfuerzos de hombres de negocios. Si la palabra subversivo se refiere a los esfuerzos por producir cambios fundamentales en un sistema social, los dirigentes de negocios son la influencia más subversiva de los Estados Unidos. Estos dirigentes de negocios han actuado como individuos o en grupos pequeños, buscando para sí mismos ventajas preferenciales. La lealtad primaria del hombre de negocios ha sido lealtad a los beneficios y ha sacrificado voluntariamente los principios generales y abstractos de la competición libre y la empresa libre en circunstancias que le prometían una ventaja pecuniaria. Además, ha estado en una posición de poder y ha sido capaz de asegurar estas ventajas preferenciales. Aunque los hombres de negocios no tenían intención de modificar el sistema económico y político, han producido este resultado. La restricción del principio de competición libre se ha demostrado con la política prácticamente universal de restricción de comercio entre las grandes corporaciones.

Las restricciones a la empresa libre también han venido principalmente de los hombres de negocios. La empresa libre significa, por supuesto, libertad respecto de las regulaciones gubernamentales y de la interferencia gubernamental. Aunque los hombres de negocios han sido vocingleros con las virtudes de la empresa libre, y en general han insistido en que el gobierno aparte sus manos de los negocios, los hombres de negocios más que nadie han presionado al gobierno para que interfiera en el negocio. No han hecho esto en masa, sino como individuos o como grupitos dedicados a asegurarse ventajas. Estos esfuerzos de los hombres de negocios por expandir las regulaciones gubernamentales de los negocios son numerosos y hay una amplia variedad. Una de las mejores ilustraciones es la presión temprana y continuada de los intereses del negocio por asegurar tarifas que les protegieran de la competición extranjera. Se han puesto en vigor muchas leyes como resultado de presiones de intereses comerciales particulares para proteger a una industria contra la competición de otra, como ilustra la tasa sobre la margarina vegetal. Otra ilustración serían las leyes de comercio justo de los gobiernos federal y estatales, que prohiben a los comerciantes menores recortar los precios de artículos con marca registrada. La ley federal de comercio justo entró en vigor en 1937. El Senador Tydings presentó esta ley como un aditamento contra una ley de créditos del Distrito de Columbia, donde no se podía discutir por sus méritos. El asociado legal del Senador preparó el texto y este asociado legal era el abogado de la Asociación Nacional de Farmacéuticos al Detalle. La ley recibió el apoyo de muchas asociaciones nacionales de fabricantes y comerciantes, que se oponían al principio de competitividad y a la libre empresa. El Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comercio, que han estado intentando preservar el principio de libre competición y libre empresa, se opusieron a la ley.

De hecho, los intereses de los hombres de negocios han pasado, en buena medida, de la eficacia en la producción a la eficacia en la manipulación pública, incluyendo la manipulación del gobierno para la obtención de ventajas preferenciales. Esta atención a los favores gubernamentales ha tendido a producir dos resultados: En primer lugar, ha tendido a pauperizar el negocio en el mismo sentido en que la caridad tiende a pauperizar a la gente pobre; en segundo lugar, ha tendido a corromper al gobierno. Pero el resultado más significativo de las violaciones de las leyes contra las asociaciones de empresas por los intereses del gran capital es que estas violaciones han hecho que nuestro sistema de libre competición y libre empresa deje de funcionar. Ya no tenemos la competición como un regulador de los procesos económicos; no tenemos un sustituto para la regulación gubernamental eficaz. No podemos regresar a la competición. Debemos avanzar hacia algún nuevo sistema; tal vez el comunismo, tal vez el cooperativismo, tal vez una regulación gubernamental mucho más completa que la que tenemos ahora. No sé qué nos espera y no me preocupa demasiado, pero sí sé que lo que era un sistema bastante eficiente ha sido destruido
por la conducta ilegal de la gran empresa.

Además, los hombres de negocios prácticamente han destruido nuestro sistema de patentes por los mismos procedimientos. El sistema de patentes fue autorizado en nuestra Constitución para promover el desarrollo de la ciencia y las artes. El sistema de patentes se ha convertido en uno de los principales métodos para promover el monopolio. Ni siquiera una de cada cien patentes paga los costes de registro. Para las empresas de negocios las patentes son importantes primariamente porque se pueden usar para eliminar o regular a los competidores. Esto se puede ilustrar con la variación de la medida en que las corporaciones solicitan patentes y llevan a otros a juicio por violaciones de patentes. En industrias como la del acero, se aseguran muy pocas patentes y se inician muy pocos juicios por violación de patentes, porque las empresas de este país están protegidas de la competición por la gran inversión de capital. Por otra parte, en industrias como la industria química y la fabricación de equipamiento eléctrico, los nuevos competidores pueden empezar con una inversión muy pequeña. Las grandes
compañías se protegen de la competición sacando patentes de toda modificación de sus procedimientos, iniciando juicios con todo pretexto y otorgando licencias para usar patentes sólo con un control muy regimentado y burocrático. La patente es importante principalmente porque es un arma para luchar contra los competidores. Esto se puede observar en la práctica de algunas de las pequeñas empresas, donde el monopolio general no está amenazado. La Corporación de Golf en Miniatura obtuvo una patente para su recreación de ocio y acumuló cantidades de juicios contra cualquiera que usara este método sin pagarles una licencia. La Corporación del Buen Humor se implicó durante más de una década en litigios por patentes contra la Compañía Popsicle y otros fabricantes de barras de helado, para determinar qué compañía había inventado esta contribución a la ciencia y las artes. De manera similar, la Compañía de Sujetadores Maiden-form y la Corporación de las Snug-Fit Foundations se encontraron en los tribunales durante muchos años por sus diseños patentados, cada una acusando a la otra de violar sus respectivas patentes.

La conclusión general de este estudio de las setenta grandes corporaciones es que el hombre de negocios ideal y la gran corporación son en buena medida como el ladrón profesional:

En primer lugar, sus violaciones de la ley son frecuentes y continuadas. Como he afirmado antes, el 97% de las grandes corporaciones son reincidentes.

En segundo lugar, la conducta ilegal de las corporaciones es mucho más frecuente de lo que indican los procesos legales. En otras palabras, sólo una parte de las violaciones de la ley cometidas por cada corporación concreta acaban en demandas y sólo una parte de las corporaciones que violan la ley son demandadas. En general, se establecen procesos contra unas pocas corporaciones por conductas que en la industria están generalizadas.

En tercer lugar, el hombre de negocios que viola leyes reguladoras de los negocios no pierde estatus entre sus negociantes asociados. He mencionado al Presidente Sloan de la General Motors y a Seiberling (antes de la Compañía de Caucho Goodyear) y se podrían mencionar a muchos otros que se han apropiado fraudulentamente de los fondos de sus propias corporaciones y que no han perdido estatus en sus propias corporaciones ni a los ojos de otros hombres de negocios. Leonor F. Loree, presidente de Kansas City Southern, sabiendo que su compañía estaba a punto de comprar existencias de otra empresa de ferrocarriles, fue privadamente al mercado y compró secretamente acciones de estas existencias antes que su corporación; después, cuando el precio de las existencias subió, las vendió al precio mayor, obteniendo un beneficio de 150.000 dólares. Por supuesto, obtuvo este beneficio a expensas de la corporación de la que era presidente, y pudo obtener el beneficio porque como jefe conocía los planes de la corporación. Sin embargo, los tribunales determinaron que su beneficio era fraudulento y ordenaron al Sr. Loree que indemnizara a la corporación por haber violado su confianza. Poco después de que esta sentencia se divulgara, el Sr. Loree fue elegido presidente de la Cámara de Comercio de Nueva York, tal vez como signo de admiración a su talento.

En cuarto lugar, los hombres de negocios sienten y expresan desprecio hacia los legisladores, burócratas, tribunales, entrometidos y otros agentes del gobierno, y hacia la ley como tal. En este sentido, también se parecen a los ladrones profesionales, que sienten y expresan desprecio hacia la policía, los fiscales y los jueces. Tanto los ladrones profesionales como las corporaciones sienten desprecio hacia el gobierno porque el gobierno se inmiscuye en su conducta.

Los hombres de negocios, que comparten con los ladrones profesionales estos cuatro aspectos, participan también en el crimen organizado. Sus violaciones de la ley no son siempre las mismas ni se producen por casualidad, sino que tienen políticas definidas de restricción del comercio, de prácticas laborales injustas, de fraude y engaño.

Los hombres de negocios se diferencian de los ladrones profesionales principalmente en su mayor interés por el estatus y la respetabilidad. Piensan de sí mismos que son hombres honestos, no criminales, mientras que los ladrones profesionales, cuando hablan con honestidad, admiten que son ladrones. El hombre de negocios sí se considera a sí mismo un transgresor de la ley, pero piensa que las leyes están mal hechas, o que al menos no deberían delimitar su radio de acción, aunque muy bien pueden restringir a otros. No se considera a sí mismo un delincuente porque no responde al estereotipo popular del delincuente. Este estereotipo popular siempre se retoma de la clase socioeconómica más baja.

He intentado demostrar que los hombres de negocios violan la ley con mucha frecuencia, sirviéndose de lo que se pueden llamar métodos del crimen organizado. En otro lugar he intentado demostrar que estas violaciones de la ley son de hecho delitos. Si estas conclusiones son correctas, está muy claro que la conducta criminal de los hombres de negocios no se puede explicar por la pobreza en el sentido habitual, ni por problemas de vivienda o falta de recursos recreativos, ni por debilidad mental o inestabilidad emocional. Los dirigentes de negocios son competentes, emocionalmente equilibrados, y de ninguna manera sujetos patológicos. No tenemos razones para pensar que la General Motors tenga un complejo de inferioridad, o que la Compañía de Aluminio de América tenga un complejo de frustración-agresión, o que Aceros de EEUU tenga un complejo de Edipo, o que la Compañía de Blindajes tenga un instinto de muerte, o que los DuPonts deseen regresar al útero materno. El supuesto de que un agresor tenga que tener alguna distorsión tal del intelecto o de las emociones me parece absurdo, y si es absurdo en lo que se refiere a los delitos de los hombres de negocios, es igualmente absurdo en lo que se refiere a delitos de personas de la clase económica baja.



* Texto original redactado en la primavera de 1948 y publicado originalmente en Albert Cohen, Alfred Lindesmith y Karl Schuessler (eds.), The Sutherland Papers, Bloomington: Indiana University Press,1965, pp.78-96

( Traducción del original inglés realizada por Felix Diaz)


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