Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Participación ciudadana
Tomás Alberich Nistal
Area de Investigación de la Red-CIMS, Madrid

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Recordemos que democracia significa "gobierno del pueblo", y democracia también nos remite a una acción y obrar democráticos. Bajo este concepto, democracia y participación son términos sinónimos y complementarios: "no hay un camino hacia la democracia, la democracia es el camino. Participación es actuación participativa y participación cívica es la manera de obrar en que consiste la democracia, considerada como forma de actuar y no como estructura ... la democracia es un obrar que tiene su fin y su valor en sí misma..." (José Luis Ramírez González, 1992).

La participación ciudadana, como veremos, se puede dar de diferentes formas y a diferentes niveles, que son más o menos medibles y por tanto comparables. La participación ciudadana es, por tanto, un buen indicador cuantitativo y cualitativo de la "temperatura democrática" de una sociedad concreta (ya sea una comunidad local, regional, una nación, etc.).

El objetivo, por tanto, que persigue la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos es darle contenido y ampliar la democracia, caminando por un sendero democrático, avanzando en lo que se conoce como democracia participativa. En contraste, cuando en un país sólo existen las libertades básicas (voto cada cuatro años, libertad de expresión,...) hablamos de democracia formal, democracia que puede acabar "vacía de contenido". En las sociedades complejas la participación persigue hacer que los habitantes de un lugar sean más sujetos sociales, con más capacidad para transformar el medio en que viven y de control sobre sus órganos políticos, económicos y administrativos (superando ser meros objetos sociales).

Desde las instancias del poder se presta atención a cómo evoluciona el nivel de participación ciudadana sólo en algunos aspectos, como, por ejemplo, en las consultas electorales (porcentaje de abstención), pero no se presta ningún interés a otros indicadores de la participación. Algunos de los indicadores cuantitativos y cualitativos de la temperatura democrática que deberíamos conocer son:

- Mayor o menor descentralización político-administrativa. Órganos de control sobre los poderes políticos y administrativos. Separación de poderes.

- Elecciones: nivel de abstención. Diversidad de los partidos representados en las cámaras y su relación con votos emitidos. Proporcionalidad votos/diputado.

- Libertad de prensa: nivel de monopolios y oligopolios de los medios de comunicación.

- Democracia directa: Referéndums (requisitos, número anual, ámbitos,...). Iniciativas legislativas de los ciudadanos. Movilizaciones.

- Indices en relación con el asociacionismo (según sexo, edad, clases sociales, territorios):

1. - Tasa de Afiliación o Asociatividad: porcentaje de la población que está afiliada a asociaciones (en España en torno al 35%, la media europea se acerca al 50%). Porcentajes y formas de voluntariado, afiliados/activos, participación en las entidades (asistencia a reuniones, frecuencia, formas de participación interna...).

2. - Tasa de multiafiliación: número medio de asociaciones en que está cada persona afiliada (en la actualidad es alrededor de 1,5 asociaciones por asociado).

3. - Diversidad y pluralidad. Número de asociaciones por mil habitantes.

4. - Tipologías. Actividades y tipos de asociaciones predominantes, porcentajes, tendencias,...

Conocer estos indicadores nos permitirá hacer un seguimiento adecuado y comparativo de los niveles y formas de la participación. También tomar el pulso a nuestra democracia.
 

Los niveles de la participación

Es habitual, desde los estamentos del poder, confundir participación con información. Sin embargo, la información es sólo el primer nivel, o requisito previo, por el que se abren vías para la participación. Así podemos distinguir los siguientes niveles:

1. Información. Tener información suficiente sobre cualquier actuación pública es imprescindible para que pueda existir la participación de los vecinos y afectados por dichas actuaciones. Información implica también Formación: la información que no es comprendida no sirve, por lo tanto a veces es necesaria una labor previa de formación. Por ejemplo, para iniciar un proceso de participación ciudadana en urbanismo es necesario informar no sólo de lo que el ayuntamiento quiere realizar sino, previamente, de las diferentes posibilidades existentes con arreglo a las normativas legales, las repercusiones económicas y sociales de los procesos urbanísticos, etc.

2. Consulta y Debate. Significa que los afectados den su opinión, realicen sugerencias y alternativas, y se abra una fase de diálogo entre administración-representantes del poder elegido y los ciudadanos, que posibilitará llegar a conseguir acuerdos por consenso.

Mediante una adecuada información-formación y la consulta también posibilitaremos la existencia de un control real y público (control social) sobre las actividades del Estado y del Mercado.

3. Gestión compartida o trabajo en común (Cogestión). Toma de decisiones conjunta y ejecución compartida por los miembros de una colectividad. Es el nivel de la participación que tiende hacia formas de cogestión y autogestión ciudadanas, al darse una participación directa en el gobierno, en el poder ejecutivo concreto.
 

Decálogo de la participación

A partir de lo citado se pueden plantear diferentes propuestas para que se dé la participación ciudadana. Las que se formulan a continuación en forma de decálogo tienen la ventaja de que existen, o han existido, en diferentes municipios españoles y que ya han demostrado su utilidad. Son sólo algunos de los aspectos normativos más positivos, y todo reglamento local podría recogerlos, adecuándolos a sus características (tamaño, cultura, costumbres...). La mayoría son también de aplicación fuera del municipio, como, por ejemplo, para las comunidades autónomas.

Siendo el municipio la parte del Estado más cercana a los ciudadanos es también donde más fácilmente se pueden dar formas avanzadas de participación. Para ello, en el caso español, la legislación consagra amplias competencias de autogobierno para la organización interna de los ayuntamientos en base a su autonomía municipal.

Se citan las propuestas de forma esquemática pero no se pueden tomar como receta, ni como fórmulas mágicas: lo más importante en la participación es el proceso, el cómo y para qué participar. Y no es tan importante un reglamento como el que exista una voluntad política de funcionar en democracia:

1. Descentralización política del poder como requisito de partida. Tanto territorial como de áreas y órganos sectoriales. En los grandes municipios, que superen el millón de habitantes, elección directa (por sufragio universal) de las juntas de distrito, que ya fue planteada por el movimiento ciudadano en los primeros años de la transición.

La creación de Consejos Sectoriales de Participación, para cada área municipal, si bien puede ser conveniente se debe realizar con las debidas cautelas, para que no se conviertan en un mareo permanente de dirigentes vecinales, con interminables reuniones ineficaces (por ser sólo consultivas).

2. Gestión compartida o colegiada (cogestión). De tres tipos:

1º) De procesos municipales, especialmente los urbanísticos. Control democrático y cesión de aspectos concretos de la gestión a asociaciones. La experiencia de la operación de Barrios Remodelados de Madrid, con más de 40.000 viviendas construidas en los años ochenta, no hubiera sido posible sin esta concertación. Las Asociaciones participaron en la realización de Censos, Sorteo de ubicación de las nuevas viviendas, Comisiones de Control de Obra, etc.

También hay numerosas experiencias positivas de gestión compartida en la organización de otras actividades públicas, como el desarrollo de actos culturales, sociales, festejos...

2º) De los órganos autónomos municipales: gestión compartida de patronatos y equipamientos municipales. En estas instituciones, y en empresas municipales, mixtas, consorcios,...: voz (como mínimo) y voto (preferiblemente) para las entidades ciudadanas y para los representantes de los usuarios y de los trabajadores en sus juntas rectoras.

3º) Cesión de la gestión de servicios y equipamientos públicos a entidades ciudadanas y a los usuarios (que mediante la asamblea de usuarios de un centro eligen a una comisión representativa que se ocupe de la gestión concreta). Las formas de adjudicación se realizan con concursos públicos y la firma de convenios de colaboración.

Estas medidas permiten el fomento de la economía y la gestión social, controlada democráticamente por el ayuntamiento y los ciudadanos.

3. Formación, asesoramiento, apoyo a las asociaciones. Un porcentaje mínimo del presupuesto anual para fomento de la participación. Menos subvenciones económicas tipo limosna y más presupuesto para:

- Personal técnico (recursos humanos) para funciones de asesoramiento ciudadano y de formación.

- Recursos materiales a disposición de las asociaciones. Cesión de Recursos: locales cedidos en su uso o pagar un porcentaje del alquiler de la sede de asociaciones.

- Análisis participativo de la realidad social de la Ciudad y de las problemáticas reales de cada barrio: Iniciar Procesos de Investigación-Acción-Participativa (IAP), con equipos mixtos formados por investigadores sociales municipales y miembros de asociaciones.

4. Participación estable de representantes ciudadanos en las Comisiones Informativas municipales.

5. Consejo Municipal de Asociaciones intersectorial, común a todas las entidades, para tratar los temas generales de la Ciudad.

6. Consulta popular: derecho de propuesta de referéndum municipal a partir de la solicitud realizada por un porcentaje de firmas del censo electoral (del 5 al 20% según el tamaño de la población).

7. Iniciativa Ciudadana o Popular: posibilidad de realizar actuaciones públicas a partir de una propuesta ciudadana, para la cual los proponentes aportan alguna forma de colaboración (medios económicos, bienes, trabajo voluntario, suelo,...).

8. Asamblea General Informativa o Audiencia Pública para debatir periódicamente y de forma directa los temas de la Ciudad.

9. Creación de medios de comunicación municipal (T.V., radios, revistas,...), controlados por una institución autónoma, con participación plural de partidos y asociaciones.

- Apoyo permanente en estos medios a la difusión de las actividades de las asociaciones, de los colectivos, de los artistas y creadores de cultura local.

- Realización de "guías de recursos ciudadanos".

10. Y, por último, elaboración democrática del proceso de participación. En definitiva, participación ciudadana desde el principio, en la organización y desarrollo de las propuestas citadas, en su seguimiento y en la elaboración de reglamentos.

A modo de conclusión indiquemos que hay que apostar decididamente por la no separación entre la participación política (general) y la participación social-asistencial: la primera se reserva como exclusiva para los "políticos" y los partidos políticos, y la segunda para las asociaciones. 


BIBLIOGRAFIA

RAMÍREZ GONZÁLEZ, JOSÉ LUIS. Ponencia para la "Conferencia Europea sobre Participación Ciudadana en Municipios". Córdoba, 1992).

RODRIGUEZ-VILLASANTE, TOMÁS. LAS DEMOCRACIAS PARTICIPATIVAS. Ediciones HOAC. Madrid, 1995.

Varios Autores:
- MUNDO ASOCIATIVO. En: DOCUMENTACIÓN SOCIAL, Revista de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada. Ed. Cáritas (C/San Bernardo, 99 bis 7º. 28015 Madrid). Nº 94. Madrid, 1994.
- "EXPERIENCIAS DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA EN MUNICIPIOS: ANÁLISIS Y PROPUESTAS". En revista: ALFOZ. Ed. CIDUR. (Infantas, 13). Nº 104/105. Madrid, 1993.


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