Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Liberalismo  

Felipe Giménez Pérez
Filósofo, Madrid

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El liberalismo es la ideología burguesa por excelencia. Acompaña al capitalismo en todas sus formas de dominación y explotación, y por tanto, su periodización, etapas y evolución van ligadas inextricablemente a la suerte del modo de producción que lo vio nacer con su propio despliegue de fuerzas productivas y ello tanto en su momento de surgimiento como en la consolidación del poder burgués así como en el repliegue defensivo a la desesperada en la etapa del capitalismo monopolista tardío. Esta doctrina política y social aparece en la historia europea con J. Locke. Desde su surgimiento hasta aproximadamente 1870 fue la ideología dominante. Luego, atravesó por una etapa de decadencia hasta 1945, a partir de entonces renació con Von Mises, Von Hayek, Popper, etc. El liberalismo es una ideología nominalista, individualista. Sólo existen individuos. La sociedad no es más que un aggregatum de individuos. El hombre es un sujeto de derechos e intereses naturales innatos anteriores a la sociedad política. Tales derechos son irrenunciables y necesarios. La política ha de defender los intereses individuales, entre los que se encuentra la propiedad privada. El Estado y la ley están al servicio del individuo. El Estado procede de los individuos, de un contrato celebrado libremente entre ellos para garantizar sus derechos. El análisis liberal supone el individualismo metodológico. Las relaciones colectivas, la existencia misma de la sociedad y de la política son resultado de elecciones individuales movidas por intereses egoístas.

Esta ideología burguesa tan influyente e importante en la historia de las ideologías tiene una doble faz: la política y la económica que muchas veces se entrecruzan, resultando a la postre difícil discernir los dos momentos del doble movimiento de tal discurso legitimador del capital. Realizaremos primero un análisis diacrónico-histórico del liberalismo en sus dos aspectos y luego formularemos unas cuantas conclusiones generales sobre tal configuración ideológica.

I. Liberalismo político. El liberalismo político nace en Gran Bretaña, la formación social económicamente más evolucionada de Europa Occidental, en el siglo XVII. El liberalismo británico es como dice Josep María Colomer en "Ilustración y liberalismo en Gran Bretaña", Madrid, 1991, en "Historia de la Teoría política" en primer lugar, un movimiento político laico. En segundo lugar es un movimiento empirista, lo que significa que la racionalidad es analítica, instrumental y calculística. En tercer lugar, tiene una concepción antropológica pesimista. Los hombres se mueven por motivaciones egoístas e individualistas. Es utilitarista. En cuarto lugar, es convencionalista. Las instituciones sociales descansan sobre el convenio libre de los individuos y a ellos y su interés y protección están orientadas. Sin ellos, carecen de vida propia.

John Locke (1632-1704) es el fundador del liberalismo. Es asimismo el principal ideólogo de la revolución inglesa de 1688. Partiendo del iusnaturalismo lo desborda sin embargo al sostener la hipótesis individualista utilitarista respecto a la praxis. Los hombres se mueven por el propio interés.

El hombre es un ser racional egoísta que busca primeramente autopreservarse y trata de conseguir placer y evitar dolor. Lo bueno es lo placentero y lo malo es lo que produce dolor. Este supuesto hedonista permite analizar las conductas humanas observables. Así, es bueno lo que los hombres dicen que es bueno, puesto que buscan el placer.

Hay tres tesis presentes ya en Locke que son el núcleo básico de la tradición liberal inglesa posterior: a) Los derechos fundamentales de la persona. b) La propiedad privada y el libre mercado y c) El gobierno representativo o parlamentarismo.

La propiedad privada es un derecho natural. Para Locke, no cabe la menor duda de ello. En Locke se vinculan entonces propiedad y estado de naturaleza. El Estado tiene como única finalidad el proteger los derechos naturales de los individuos. El Estado tiene un origen contractual. Ello requiere leyes y sanciones para los infractores (jueces y policías). "Un Estado no puede tener otro fin que la defensa de la propiedad" Segundo Tratado sobre el gobierno civil., Cap. VII, 94 y Cap. XI, 138. En su "Carta sobre la tolerancia" afirma que "la comunidad política me parece una sociedad de hombres constituida únicamente para procurar, preservar y promover sus propios intereses civiles..." . De tal manera que "La autoridad política es así, un juez imparcial entre derechos e intereses contrapuestos de los ciudadanos" op. cit. p. 26. El Estado ha de preservar por todos los medios legítimos a su alcance los derechos individuales del hombre. Ahí entra en juego la represión contra los delincuentes que atacan a los honrados ciudadanos para despojarles de sus posesiones o de su vida. "Considero, pues, que el poder político es el derecho de dictar leyes bajo pena de muerte y, en consecuencia, de dictar también otras bajo penas menos graves, a fin de regular y preservar la propiedad y ampliar la fuerza de la comunidad en la ejecución de dichas leyes y en la defensa del Estado frente a injurias extranjeras. Y todo ello con la única intención de lograr el bien público." Cap. 1, 3. Este bien público no es otra cosa que la preservación de la propiedad. "Por consiguiente, el grande y principal fin que lleva a los hombres a unirse en Estados y a ponerse bajo un gobierno, es la preservación de su propiedad, cosa que no podían hacer en el estado de naturaleza, por faltar en él muchas cosas" cap. 9, 124. La sociedad sólo deriva su legitimidad de la conveniencia y utilidad individual de cada uno de los individuos componentes de tal sociedad. "El fin principal de los hombres al entrar en sociedad es disfrutar de sus propiedades en paz y seguridad", cap. 11, 134.

Por lo que se refiere a los derechos, todo hombre tiene derecho a la vida, la salud, la integridad física, la libertad y la propiedad privada: "ningún hombre debe dañar a otro en lo que atañe a su vida, salud, libertad o posesiones" (Segundo tratado, 6). Ello es por la igualdad de todos los hombres: "siendo todos los hombres iguales e independientes, ninguno debe dañar a otro en lo que atañe a su vida, salud, libertad o posesiones". Cap. 2, 6.

El hombre tiene derecho a matar en defensa propia para defender su libertad y para defender su propiedad. "Esto hace que sea legal el que un hombre mate a un ladrón que no le ha hecho el menor daño ni ha declarado su intención de atentar contra su vida, y se ha limitado, haciendo uso de la fuerza, a tenerlo en su poder arrebatando a ese hombre su dinero o cualquier otra cosa que se le antoje. Pues cuando alguien hace uso de la fuerza para tenerme bajo su poder, ese alguien, diga lo que diga, no logrará convencerme de que una vez que ha quitado la libertad, no me quitará también todo lo demás cuando me tenga en su poder." cap. 3, 18.

De todos modos, los ladrones suelen ser más astutos que los propietarios. Por ello, es conveniente la constitución de un Estado mínimo que garantice la paz social y que cada individuo se desenvuelva como él crea conveniente. La legitimidad del Estado deriva de los individuos que lo han instituido. La libertad es un derecho prepolítico que debe ser garantizado por el Estado. "La libertad del hombre en sociedad es la de no estar más poder legislativo que el que haya sido establecido por consentimiento en el seno del Estado, ni bajo el dominio de lo que mande o prohíba ley alguna, excepto aquellas leyes que hayan sido dictadas por el poder legislativo de acuerdo con la misión que le hemos confiado." cap. 4. 22. El consentimiento es el fundamento del poder político, que tiene así una naturaleza convencional, contractual. "Al ser los hombres, como ya he dicho, todos libres por naturaleza, iguales e independientes, ninguno puede ser sacado de esa condición y puesto bajo el poder político de otro sin su propio consentimiento" cap. 8, 95.

Ahora bien, tal Estado nunca podrá atacar a la propiedad privada de ninguno de los ciudadanos. "El poder supremo no puede apoderarse de parte alguna de la propiedad de un hombre, sin el consentimiento de éste; pues como el fin del gobierno es la preservación de la propiedad, y ésa es la razón por la que los hombres entran en sociedad, ello implica necesariamente que al pueblo ha de permitírsele tener propiedades" cap. 11. 138.

Por tal razón, el Estado liberal del liberal Locke es el Estado de régimen parlamentario. Es éste un Estado garantista con división o equilibrio de poderes y representativo. En un régimen parlamentario el poder legislativo es el supremo. "El poder ejecutivo que se deposita en una persona que no es parte de la legislatura, es claramente un poder subordinado al poder legislativo y debe rendir cuentas a éste; y puede cambiar de manos y ser depositado en otra persona, si así lo desea la legislatura" Cap. 13, 152.

La tradición liberal, desde Locke, hasta hoy es la tradición de la aceptación de la economía de libre mercado en la sociedad capitalista.

En el siglo XVIII el liberalismo es escéptico y relativista. Tal relativismo axiológico desemboca en un emotivismo y en un utilitarismo. La razón es y sólo puede ser esclava de las pasiones y tales pasiones se orientan hacia lo útil, hacia el placer. La razón busca la optimización en la relación medios-fines. Se introduce el cálculo de placeres como guía de la conducta individual.

Comienza asimismo la apología del mercado libre capitalista aludiendo a las ventajas de éste para el crecimiento económico frente al intervencionismo feudal del Absolutismo del Ancien Régime. Hume afirma que no puede restringirse el comercio. El mercado se evalúa por sus consecuencias beneficiosas para la mayoría. Se defiende el lujo porque es fuente de creación de riqueza.

Los liberales utilizarán mecanismos automáticos y teleológicos ocultos para justificar el capitalismo. Las acciones humanas tienen efectos no deseados, inintencionados. Es la mano oculta, la armonía preestablecida leibniziana para explicar por qué las mónadas individuales coinciden sin existir comunicación entre ellas por carecer de ventanas. Es, en definitiva Die List der Vernunft (la asutucia de la razón) hegeliana. Esto explica los intercambios con mutuo beneficio de personas movidas por egoísmo. Ciertas conductas egoístas, viciosas, tienen consecuencias benefactoras. Vicios privados se convierten en virtudes públicas. Hay una cierta sympathy o mano invisible que armoniza las conductas individuales y resuelve los conflictos de intereses constituyendo el bien público o interés general.

Jonathan Swift critica el liberalismo afirmando irónicamente que las conductas criminales o viciosas son ventajosas desde un punto de vista de utilidad social.

Mandeville observa que las conductas egoístas traen beneficio público, descalificando así a la moral tradicional por inútil.

Hume afirma que la obligación política de obedecer descansa en la costumbre y en la utilidad del Estado. Rechaza la teoría contractualista de Locke. Los Estados duran por la costumbre y por lo incómodo que resulta desobedecer, por sus costes.

La justicia es una virtud artificial para armonizar los intereses contradictorios de la sociedad. De ahí la defensa de la propiedad privada.

Los individuos no sólo son egoístas, también sienten benevolencia hacia los otros.

Según Hume, es conveniente el régimen parlamentario con división de poderes, el gobierno de las leyes, garantías judiciales. La actividad política es por el propio interés individual. En las instituciones políticas los gobernantes persiguen su propio beneficio aunque sea a costa de los ciudadanos. Defienden sus propios intereses individuales. Ello hace necesarios pues, los contrapesos y cautelas constitucionales para evitar que el gobernante sea un tirano. Sabiendo que los gobernantes son delincuentes o criminales en potencia, deben ser controlados y dirigidos para beneficio público.

Bentham (1748-1832) es un apologista declarado de la dominación burguesa que suministrará argumentos para la apologética burguesa posterior. Igual que Helvetius, el fin del gobierno y de la legislación no puede ser más que la felicidad general. Rechaza el contractualismo y el iusnaturalismo como legitimaciones del Estado y del derecho.

Los principios básicos del utilitarismo benthamiano son la motivación de la autopreferencia individual y una opción ética igualitaria.

El principio de utilidad está vinculado al placer y al dolor. "Cada individuo es el mejor juez de sus propios intereses". El valor de la mercancía no depende de sus costes de producción sino de la satisfacción subjetiva que experimenta el consumidor al usarla, supuesto que se adelanta al adoptado por la economía neoclásica o marginalista y del bienestar.

Según Bentham los intereses individuales se armonizan artificialmente por medios políticos y legislativos. Como principio normativo, el utilitarismo apunta a la consecución de "la mayor felicidad para el mayor número de personas".

Los objetivos de la legislación son la seguridad, la abundancia, la subsistencia y la igualdad. Bentham llega a la concepción del sufragio universal en el régimen burgués parlamentario o presidencial.

El discurso apologético de Bentham se encuentra presente en otros liberales posteriores tales como Von Hayek, Schumpeter, Pareto, Friedmann, etc. Ello ocurre en temas típicamente ideológicos como:

1. La fundamentación misteriosa de la propiedad privada como algo natural en el hombre.

2. La garantización del orden burgués como algo sagrado e intangible así como el más adecuado.

3. La justificación de la dominación de una élite y de la represión de la mayoría no poseedora por tal minoría poseedora.

En este último punto se puede advertir claramente cómo el liberalismo adopta un carácter autoritario creciente a medida que las contradicciones sociales del capitalismo se van agravando.

El carácter reaccionario del liberalismo se advierte ya con toda claridad en Bentham: "La igualdad sólo debe favorecerse cuando no perjudica a la seguridad, cuando no turba las esperanzas que la ley ha promovido y cuando no descompone la distribución actualmente establecida" Tratados de legislación civil y penal, p. 107. También afirma que "Cuando la seguridad y la igualdad se hallan en oposición no se debe dudar ni un instante: la igualdad es la que debe ceder, pues si se trastornara la propiedad con la intención de establecer la igualdad de bienes, el mal resultante sería irreparable: adiós a la seguridad, adiós a la industria, adiós a la abundancia...La sociedad volvería al estado salvaje del que había salido", op. cit. p. 125.

De todos modos, no debemos olvidar que otros teóricos políticos no pertenecientes a la tradición liberal han defendido radicalmente también el derecho de propiedad como sacrosanto. Rousseau es un ejemplo claro de ello: "...el derecho a la propiedad es el más sagrado de todos los derechos de la ciudadanía e incluso más importante en algunos respectos que la libertad misma...la propiedad es el cimiento de la sociedad civil" "Discurso sobre la Economía política", (1758). Sin embargo, cuatro años más tarde publica "El Contrato social", en donde Rousseau señala la imposibilidad de una sociedad en la que el reparto de riqueza resulte demasiado injusta.

Con Bentham y James Mill, el liberalismo adopta la forma de utilitarismo moral y político. El único criterio defendible racionalmente para pensar el bien o la utilidad pública es la mayor felicidad del mayor número posible. La felicidad se define cuantitativa y calculísticamente como cantidad de placer individual una vez restado el dolor. Hay una verdadera aritmética del placer en el utilitarismo. La prudencia es el cálculo. Al calcular la felicidad total neta de una sociedad hay que contar con que cada individuo es una unidad.

Cada individuo busca el máximo de placer, sin ningún límite. El dinero da la felicidad y sirve para medir el dolor y el placer. El dinero es un instrumento muy útil para medir la cantidad de placer. Cuanto más dinero, más placer y más felicidad consiguientemente. Dice Bentham: "El dinero es el instrumento con el que se mide la cantidad de dolor o de placer. Quienes no estén satisfechos con la precisión de este instrumento deben encontrar otro que sea más preciso, o decir adiós a la política y la moral". Además, al pensar a los individuos como reductibles a su determinación abstracta, se convierten ellos en elementos susceptibles de posesión.

Además, dinero y poder están unidos muy estrechamente. La felicidad es luchar por el dinero y el poder, esto es, por el placer. El poder es dominio de unos sobre otros, someter a los otros para satisfacer nuestras necesidades a costa de ellos. El hombre es un depredador. La sociedad liberal es una sociedad de fieras, de depredadores que compiten por someter a los demás para sentir mayor placer. "El deseo de un ser humano de someter a la persona y la hacienda de otro a sus placeres, pese al daño o a la pérdidad de placer que ello ocasione al otro individuo, es la base del gobierno. El deseo del objeto implica el deseo del poder necesario para obtener el objeto. El deseo, pues, del poder que es necesario para sometera las personas y las haciendas de seres humanos a nuestros placeres es una de las grandes leyes que rigen a la naturaleza humana...El gran instrumento para lograr lo que le agrada a un hombre son los actos de otros hombres. El poder, pues, significa la seguridad para la conformidad entre la voluntad de un hombre y los actos de otros hombres. Esta proposición, suponemos, no será objeto de disputa." James Mill, Del Gobierno, 1820.

La sociedad es un agregado de individuos egoístas ansiosos de placer y de imponer su poder y dominio sobre los demás, a expensas de otros para obtener placer y felicidad.

Esta sociedad de depredadores necesita una legislación para que los vicios privados reviertan en virtudes públicas y beneficien al mayor número. La legislación sirve para "facilitar la subsistencia, producir la abundancia, favorecer la igualdad, mantener la seguridad".

Bentham, por lo demás, acepta la propiedad privada sin cortapisa alguna. Ello implica el Estado mínimo, el Estado vigilante y represor. De ahí el interés con el que Bentham estudió el Panóptico con la finalidad de perfeccionar la vigilancia y la represión.

La ley nada tiene que hacer sobre la subsistencia de las masas. Es un asunto individual y privado. "?Qué pueden hacer las leyes en pro de la subsistencia? Directamente, nada. Lo único que pueden hacer es crear motivos, es decir, castigos o recompensas, que lleven a los hombres a atender su propia subsistencia. Pero la naturaleza misma ya ha creado esos motivos, y les ha insuflado suficiente energía. Antes de que existiera la idea de las leyes, las necesidades y los placeres habían hecho a ese respecto todo lo que podrían hacer las leyes mejor concertadas. La necesidad, armada de sufrimientos de todos los tipos, incluso de la misma muerte, ha inducido al trabajo, excitado el valor, inspirado la previsión, desarrollado todas las facultades del hombre. El placer, compañero inseparable de la satisfacción de todas las necesidades, ha formado un fondo inagotable de recompensas para quienes han superado obstáculos y han cumplido los objetivos de la naturaleza. Como la fuerza de la sanción física es suficiente, el empleo de la sanción política sería superfluo" Bentham, Tratado sobre legislación civil y penal, op. cit. pp. 39-40.

Las leyes pueden "proveer a la subsistencia indirectamente, al proteger a los hombres en su trabajo y hacer que tengan asegurados los frutos de éste. Seguridad para el trabajador, seguridad para los frutos del trabajo; para eso valen las leyes, y son de un valor inestimable". op. cit. p. 40.

Bentham admite la propiedad privada y por consiguiente la existencia de clases y la desigualdad, de tal manera que la clase trabajadora está condenada a la indigencia como él mismo reconoce por lo demás. Cuanto mayor haya de ser la indigencia de los trabajadores tanto mayor será la prosperidad general. Esto es por el principio de suma cero. Esto es por el principio de suma cero. Si la riqueza social es una totalidad resultante de la suma de las riquezas individuales, según el capitalismo o el liberalismo utilitarista de Bentham, cuanta más riqueza dentro del todo social tengan unos cuantos, menos tendrán los demás: "En el estado más elevado de prosperidad social, la gran masa de los ciudadanos no tendrá más recurso que su industria diaria, y por consiguiente estará siempre próxima a la indigencia" op. cit. p. 41. La ley ha de garantizar la seguridad de la propiedad privada individual. Por su parte, William Petty, un liberal del siglo XVII ya había llegado a conclusiones parecidas puesto que como sostiene crudamente William Petty: "sólo debe concederse a los trabajadores aquello con lo que puedan vivir, puesto que si se les concede el doble, por ejemplo, sólo trabajarán la mitad de lo que podrían y harían en otras condiciones, lo que representaría en general una pérdida en trabajo". Tratado sobre los impuestos y la contribución", pp. 137-138.

Resumiendo el utilitarismo de Bentham, llegaríamos a lo siguiente:

1. Toda persona actúa siempre en su propio interés para maximizar el placer y minimizar el dolor, esto es, aumentar el dinero, el poder y la capacidad de sometimiento de los otros a sus placeres.

2. La gran masa de los hombres permanecerá en la indigencia.

3. El móvil de ellos será el miedo al hambre y no las recompensas.

4. Para los más afortunados, la esperanza de recompensa es un incentivo suficiente para alcanzar el máximo de productividad.

5. Para que esta esperanza actúe como incentivo, ha de existir una seguridad absoluta de la propiedad.

6. La seguridad de la propiedad es el principio supremo por encima del principio de la igualdad.

La función del gobierno es la seguridad y protección del libre mercado. El gobierno adecuado a tal fin es el parlamentario. El hombre es entonces, un animal deseante insaciable que consume infinitamente y cuya motivación suprema es maximizar las satisfacciones o utilidades.

En el continente, el liberalismo fue más débil que en Gran Bretaña. Se fundamentó en otras bases. Kant coqueteó con el liberalismo, suministrándole una base más sólida que el utilitarismo y el empirismo y superando asimismo el iusnaturalismo, iniciando así la escuela del positivismo jurídico al separar derecho y moral. Como dice John Gray (1986): "Kant evita el iusnaturalismo, esto es, el radicar los derechos del hombre en su naturaleza. Kant argumenta que conceptualizar a los seres humanos como portadores naturales de derechos de libertad y justicia es una presunción de nuestra concepción de ellos como fines en sí mismos y no como simples medios para los fines de otros." p. 83 Según esta interpretación liberal de Kant, "Una sociedad liberal es, en efecto, el único orden social aceptable para las personas que se conciben a sí mismas como agentes racionales autónomos y fines en sí mismas". De todos modos se puede observar la contradicción kantiana entre las consecuencias lógicas objetivas e inexorables de sus premisas prácticas no necesariamente liberales, sino más bien democráticas y las consecuencias subjetivas que él extrae de ellas que son claramente liberales.

Kant supera la manera de pensar lo colectivo del liberal empirista. Se trata del mundo nouménico. La voluntad colectiva será voluntad general si, y sólo si, los individuos adoptan la decisión y deliberan no según sus intereses particulares e individuales sino por la razón, por el imperativo categórico, por su autónoma voluntad. La voluntad general de Rousseau es un concepto aquí universal y general abstraído de las inclinaciones e intereses particulares de los ciudadanos. Esto exige obrar por mor del deber, autonomía de la voluntad, el imperativo categórico, tratar a los demás como fines en sí mismos y no como medios. Hay una clara distinción en Kant entre un Estado republicano (conforme al imperativo categórico y a la razón de los sujetos) y Estado democrático, sometido a la opinión empírica y los intereses de la mayoría empírica del pueblo, o sea, un despotismo.

El kantismo, por lo menos en la versión que le da el propio Kant, deriva hacia un liberalismo e individualismo: "Nadie me puede obligar a ser feliz a su modo (tal como él se imagina el bienestar de otros hombres), sino que es lícito a cada uno buscar su felicidad por el camino que mejor le parezca, siempre y cuando no cause perjuicio a la libertad de los demás para pretender un fin semejante, libertad que puede coexistir con la libertad de todos según una posible ley universal (esto es, coexistir con ese derecho del otro)". Teoría y práctica, pp. 27 y 28 AK, 290-291.

Esto no excluye interpretaciones socialistas como las del socialismo kantiano de finales del siglo XIX tales como la de Vorländer. En cierta manera, el imperativo categórico y la noción de dignidad humana apuntan más bien hacia el socialismo que hacia el liberalismo y ello a pesar de la voluntad empírica y subjetiva del propio Kant.

Otros liberales importantes en Alemania y Francia fueron Wilhelm von Humboldt (1767-1835) autor en 1792 de un importante ensayo delimitador de la esfera de la acción del Estado que no llegó a publicarse hasta más tarde, y Benjamin Constant (1767-1830). Este último afirma que la libertad individual es la base sobre la que reposan la moral privada como la pública. Libertad individual es la independencia del individuo. La propiedad es el criterio determinante a la postre de los derechos políticos. Hay distinción entonces entre ciudadanos pasivos y ciudadanos activos. Por su parte, Alexis de Tocqueville (1805-1859) describió la evolución social europea como un irresistible impulso hacia la democracia, hacia la igualdad, que ponía en peligro la libertad. Esto nos tiene que instruir sobre la diferencia entre democracia y parlamentarismo y entre democracia y liberalismo. Hablar de "democracia liberal" es un sinsentido y un absurdo. Lo mismo se puede decir acerca de la expresión "democracia parlamentaria".

El liberalismo luchó con denuedo contra el Antiguo Régimen y los privilegios y por los derechos naturales e inalienables del individuo. El Estado sólo tenía razón de ser para proteger la libertad del indiviuo. Esto fue, claro al principio. La lucha de clases entre proletariado y burguesía obligó a los liberales a ser más cautos y conservadores y a dar marcha atrás. El liberalismo sufrió una cierta variación inclinándose así de forma creciente hacia el más rancio conservadurismo y reaccionarismo:

"Mientras la burguesía luchaba contra el orden feudal, esto es: mientras fue revolucionaria, siguió manteniendo esta concepción. Pero una vez realizado el ascenso de la burguesía y al constituirse una nueva clase integrada por el proletariado industrial, la cual luchaba a su vez contra la burguesía para reivindicar sus derechos, el liberalismo tuvo que someterse a una reinterpretación más acorde con las nuevas circunstancias, para poder justificar sus propias prerrogativas y evitar que se llevara a la práctica la libertad e igualdad para todos." "El liberalismo", Reinhard Kühne, en "Wolfgang Abendroth y Kurt Lenk eds. "Introducción a la ciencia política", Anagrama, Barcelona, 1971, p. 81.

Hay que señalar que apenas instalada en el poder, la burguesía liberal y su ideología liberal sufrieron la crítica devastadora a izquierda y derecha. Hay una asombrosa coincidencia entre los análisis reaccionarios y marxistas del fenómeno liberal, "contraria sunt circa eadem", lo cual nos dice mucho acerca de su verdad.

Tales críticas señalan la incoherencia entre los principios abstractos y la experiencia práctica y que tales principios no son sino la tapadera para ejercer el dominio, la opresión y la explotación. He aquí, para empezar, la crítica reaccionaria contra el liberalismo:

"El partido liberal mantiene la idea de igualdad frente a la nobleza y frente a todos los estamentos como tales, porque sobre la base de la revolución no puede admitir ningún tipo de articulación orgánica. Sin embargo, si esta igualdad ha de llevarse a la práctica de forma positiva, si la clase proletaria ha de obtener los mismos derechos que la burguesía, entonces ésta renuncia a la idea y políticamente hace diferenciaciones legales en favor de los poseedores. Exige el censo para la representación, cauciones para la prensa, sólo permite la entrada en sus salones a los elegantes, y no concede al pobre la misma amabilidad y el mismo honor que a los ricos. Esta realización parcial de los principios de la revolución caracteriza la postura del partido liberal", Friedrich Julius Stahl, "Die gegenwärtigen Parteien in Staat und Kirche", Berlin 1863, p. 73.

Por su parte, la crítica marxista del capitalismo no se queda atrás en cuanto potencia analítica y crítica de la falsa conciencia deformada liberal en cuanto fenómeno apologético que concibe la realidad de forma invertida:

"(El área) dentro de cuyos límites ocurre la compraventa de la fuerza de trabajo es, en realidad, un Edén de los derechos innatos del hombre. Sólo allí impera la Libertad, la Igualdad, la Propiedad y Bentham. La libertad, porque tanto el vendedor como el comprador de una mercancía, digamos, la fuerza de trabajo, están determinados únicamente por su libre albedrío. Realizan el contrato como agentes libres, y su convenio no es más que la forma mediante la cual dan una expresión legal a su voluntad común. Igualdad, porque cada cual entra en relación con el otro como con el simple poseedor de una mercancía, e intercambia con él cosas equivalentes. La propiedad, porque cada cual dispone sólo de lo que es suyo. Y Bentham porque cada cual vela por sí mismo. La única fuerza que reúne a las partes y las pone en relación es el egoísmo, la ganancia y el interés privado de cada una. Cada cual vela únicamente por sí mismo y nadie se preocupa de los demás; y precisamente por hacer esto, de acuerdo con una armonía preestablecida o bajo los auspicios de una providencia llena de sagacidad, todos trabajan juntos en pro de sus respectivas ventajas, por el bienestar común y el interés de todos." Marx, Kapital, Vol I p. 184 Berlin, 1955.

Marx critica el liberalismo económico con extraordinaria agudeza. Los liberales confunden la libertad con el libre mercado y la libre competencia y la consideran esta libertad burguesa como el más alto grado de libertad alcanzado por la civilización y la humanidad. Ello es falso de todo punto:

"De ahí [...] la absurdidad de considerar a la libre competencia como el último desarrollo de la libertad humana; y la negación de la libre competencia=negación de la libertad individual y de la producción social fundada en la producción individual. Es precisamente sólo el libre desarrollo sobre un fundamento limitado: el fundamento del dominio del capital. Este tipo de libertad individual es por lo tanto, al mismo tiempo, la más completa supresión de toda libertad individual y la completa sujección de la individualidad a las condiciones sociales que toman la forma de potencias materiales, más aun, de cosas omnipotentes, independientes de los individuos mismos que con ellas se relacionan." Rohentwurf, p. 593.

Marx critica al liberalismo en su propio terreno. Como dice A. Schmidt: "Marx refuta el argumento con sus propias armas. El individuo libre, que debería ser supuestamente protegido contra el socialismo, no ha existido nunca en toda la historia pasada en el sentido que proclaman los ideólogos, y sólo será resultado del socialismo correctamente entendido." "El concepto de naturaleza en Marx", p. 168, Madrid, S.XXI, 1976.

John Stuart Mill (1806-1873) puede ser considerado un epígono del liberalismo clásico y podría ser más bien agrupado bajo el epígrafe "Neoliberalismo".

Con el creciente intervencionismo estatal, el liberalismo entró en decadencia. Hay que destacar a H. Spencer, T. H. Green y Hobhouse en la época de 1870 a 1945. El liberalismo en el siglo XX es continuador del liberalismo clásico. En nuestro siglo, el liberalismo es una ideología esclerotizada y reaccionaria que no dudará en apelar al fascismo para garantizar la única libertad que en última instancia considera importante: la económica. El liberalismo se hace conservador en lo político y "liberal" como siempre, en lo económico. Diríase que la burguesía "cierra filas" en torno a unos valores muy simples que han caracterizado las señas de identidad de sus intereses y falsas representaciones o Weltanschauung. El liberalismo confluye así con el conservadurismo y con el tradicionalismo. Es el mismo liberalismo clásico sólo que con menos libertad política. Esto es insistir en los intereses básicos de la burguesía esta vez monopolista de Estado: propiedad, libertad económica, mercado, sin insistir en los aspectos emancipatorios políticos del liberalismo clásico, pues ya no está la cosa como para alegrías, además, teniendo el control y el poder como clase dominante, ni qué decir tiene que el interés se centrará en defender sus intereses en el mercado a toda costa, homogeneizando su posición en torno a un programa muy simple: mercado, propiedad y orden. Su retórica anticomunista nos recuerda al conservadurismo reaccionario clásico y al fascismo. En la defensa de sus intereses, la burguesía es esencialmente homogénea.

Entre los liberales del siglo XX hay que destacar a Von Mises, Von Hayek, R. Aron e I. Berlin.

Von Mises es autor de un libro titulado "Liberalismo" de 1927. Éste comienza su libro defendiendo que el liberalismo no es de este mundo: "Exageraría quien dijera que el mundo llegó a conocer una verdadera era liberal, pues jamás se permitió al liberalismo funcionar en su plenitud" p. 15 de la edición española de Unión Editorial. El liberalismo es como una idea platónica, como un modelo teórico igual que el modelo de los gases nobles, sin ningún correlato empírico. Los hechos no refutan entonces al liberalismo. Ello está en flagrante contradicción tanto con la epistemología liberal neopositivista -con su principio verificacionista de significado- como con la epistemología liberal falsacionista de Popper de las que unos y otros liberales se reclaman fervientes partidarios y deudores a la hora de criticar la "pseudociencia" marxista o "historicismo" "holista" etc.

El liberalismo renuncia a construir la felicidad humana: "La política económica, cualquiera que sea, con los medios que a su disposición tiene, puede enriquecer o empobrecer a las gentes; lo que, en cambio no le cabe es ni darles la felicidad ni atender sus más íntimos deseos" p. 19.

Este liberalismo aquí expuesto se autodenomina racionalista. La razón es técnica, instrumental y subjetiva. El liberalismo es racionalista. Recomienda a cada sujeto individual actuar según los dictados de la razón, comportarse racionalmente: "Los problemas que la política social suscitan son simples cuestiones tecnológicas; hay que abordarlos por idénticas vías y con los mismos métodos utilizados para resolver todos los demás asuntos científicos, a saber, mediante racional reflexión y oportuna observación de las circunstancias concurrentes." p. 22.

Además, el liberalismo condensa su pensamiento en torno a la defensa de la propiedad privada. Todo lo demás descansa en ella: "Los principios del liberalismo se condensan en una sencilla palabra: propiedad; es decir, control privado de los factores de producción (pues los bienes de consumo tienen, evidentemente, que ser siempre de condición privada). Todas las restantes exigencias liberales derivan de tal fundamental presupuesto." p. 37.

Un argumento a favor de la propiedad privada es la razón de su utilidad social: beneficia el interés general: "La investigación...hasta ahora, nos dice que el mantenimiento de la propiedad privada es buena y útil para todos" p. 49. Corolario de tal afirmación es la bondad de la desigualdad social de patrimonios y rentas entre los individuos que componen la sociedad civil por la riqueza que ello produce al conjunto. "Y tales logros son precisamente consecuencia de la desigualdad de rentas y patrimonios, pues esa disimilitud es el motor que a todos, ricos y pobres, induce a producir lo máximo que en su mano esté y al costo más bajo posible, lo cual permite atender cada vez mejor, las necesidades de las masas consumidoras" pp. 50-51.

Otro argumento a favor de la propiedad es que es consustancial a la sociedad: "La propiedad privada no precisa de defensa, justificación, apoyo o explicación. La propiedad es consustancial a la pervivencia de la sociedad". Por tal razón "el liberalismo patrocina siempre la propiedad, amparándola contra cualquier ataque, venga de donde viniere." p. 113 y "Tienen por tanto, razón quienes tildan a los liberales de apologistas de la propiedad, siendo destacable que el citado vocablo en griego significa "defensor". ibídem.

Resulta que el lujo es positivo por sus efectos benefactores. Ello posibilita el progreso. La propiedad privad fomenta la desigualdad. La desigualdad fomenta el lujo. "La desigualdad, aunque parezca mentira, desempeña otra función de no menor importancia: la de posibilitar el lujo." p. 51.

La propiedad de los medios de producción, ni qué decir tiene, ha de ser privada. Ello justifica el capitalismo: "Advertido que, desde un punto de vista social, conviene sean de propiedad privada los medios de producción y, además, que la desigualdad de rentas y patrimonios resulta consecuente con lo anterior, patentizada queda la justificación moral del derecho dominical y del sistema capitalista que en él se basa." p. 53. Ello es porque "el capitalismo constituye la única organización posible para una sociedad estructurada bajo el signo de la división del trabajo." p. 111.

Como buen liberal, Von Mises postula el Estado mínimo. "Lo que denominamos Estado no es, a fin de cuentas, más que el aparato de coerción que obliga a las gentes a atenerse a las reglas de la vida comunitaria." p. 56. Este Estado es necesario para proteger la propiedad: "Tiene que haber una institución investida de poder suficiente para controlar a los que no se muestran dispuestos a respetar la vida, la salud, la libertad y la propiedad de los demás, pugnando contra la propia existencia de la convivencia social." p. 57.

Ello tiene que quedar claro para un liberal. "Tal es la precisa misión que el liberalismo asigna al Estado: salvaguardar la propiedad, la libertad y la convivencia pacífica." ibídem. "La acción gubernamental, en opinión del liberal, debe constreñirse a proteger la vida, la salud, la libertad y la propiedad privada individual contra todo asalto" p. 73.

Hay que añadir que cada uno tiene libertad en su vida privada de hacer lo que le plazca. "en cuanto se abandona el principio de que el Estado no debe intervenir en la vida privada de los ciudadanos, acabamos regulándosela a éstos hasta en los más mínimos detalles." p. 75.

El acudir al Estado y pedirle favores es síntoma de servilismo y esclavitud y fomenta el paternalismo. "Esa propensión de nuestros contemporáneos a acudir al Estado en cuanto tropiezan con algo que les desagrada, así como su humilde sometimiento a las prohibiciones administrativas, aunque éstas les priven de cosas que les agradan, demuestra cuán enraizado tenemos aún en nosotros el espíritu servil". p. 76.

Es la propiedad privada un derecho natural prepolítico inalienable y tan importante y básico, fundamental, que hay que defenderlo a cualquier precio, incluido el fascismo, al que Von Mises disculpa considerándolo un mal menor en comparación con el marxismo. Por lo demás, el fascismo utiliza las mismas armas y métodos que el marxismo. "La idea fundamental de los aludidos movimientos, que cabe designar en términos generales como fascistas, de acuerdo con el nombre del correspondiente partido italiano, el mayor y más disciplinado, supone recurrir, en la lucha contra el socialismo, a los métodos despiadados y sin escrúpulos que él mismo emplea". p. 69. El fascismo significa por consiguiente, una lógica y explicable reacción ante la barbarie marxista. "Los actos de los fascistas son reacciones reflejas, provocadas por la indignación que lo efectuado por los marxistas en todas partes desatara" p. 70. En resumen, si hay que elegir entre fascismo y marxismo, se elige el fascismo por su defensa implacable de la propiedad privada. Ello provoca una cierta benevolencia liberal para con el fascismo. "Admitamos que los dictadores fascistas rebosan de buenas intenciones y que su acceso al poder ha salvado de momento, la civilización europea. La historia no les regateará tales méritos." p. 72. El liberalismo opta por el autoritarismo y renuncia a la democracia, a la igualdad en pro de la propiedad. Así lo reconoce también Milton Friedmann en "Freedom to Choose", Avon Books, New York, 1980, p. 126. "El Estado debe ser democrático, de eso no hay duda. Ahora bien, democrático en el sentido de amplia participación en el gobierno, nunca en el sentido político de gobierno de la mayoría".

Por su parte, Von Hayek constituye una fuerte reacción al socialismo y al comunismo. El liberalismo opta por el escepticismo gnoseológico y moral. Se adopta un relativismo radical, lo que supone una crítica a la modernidad, a la ilustración, a los "grandes relatos". El liberalismo se aproxima así al "pensamiento débil", a la posmodernidad. Ello nos hace pensar en el carácter apologético del capitalismo tardío de la ideología posmoderna. La desconfianza en los "grandes relatos", las visiones o concepciones del mundo totalizadoras es desconfianza en la razón ilustrada, a la que se atribuye un sentido holista, totalizador aunque ya un gran ilustrado como Kant había renunciado a los discursos totalizadores, no otra es la filosofía crítica kantiana con su renuncia a hacer discursos metafísicos acerca de la totalidad, de la omnitudo realitatis. Con lo cual cabría concluir que la posmodernidad se enfrenta con un fantasma: el gran relato, que no existe desde hace tiempo y realiza la operación de endosar al discurso ilustrado un carácter de "gran relato", lo que no es sino una falsedad. Su escepticismo (el del liberalismo actual y tal vez del clásico) es conservadurismo puro.

Hayek busca poner al día el liberalismo clásico. Es un economista que desemboca en la política al luchar encarnizadamente contra el intervencionismo estatal en la economía. Su primer libro político es "Camino de servidumbre" (1944) que defiende enérgicamente la economía de mercado y ataca ferozmente a la planificación económica como semilla del totalitarismo y de la incompetencia económica. Pensar es pensar contra algo o alguien. Aquí se piensa contra el socialismo, el comunismo.

Es el viejo liberalismo adaptado al presente. Busca atacar al racionalismo ilustrado y pensar una "sociedad libre". Se parte de que el conocimiento humano es limitado. La razón no puede conocer plenamente la realidad. La razón tampoco sirve para reformar la sociedad ni crear otra mejor.

Su pensamiento bebe de las fuentes del liberalismo clásico e insiste en la mano invisible y en el componente conservador, tradicionalista con origen en Burke, Savigny, Humboldt o en Spencer.

Según Von Hayek las tradiciones y reglas establecidas son legítimas porque son útiles, son el resultado de la evolución y adaptación conductual de la humanidad y han demostrado su éxito adaptativo por su duración y pervivencia. Representan el producto del proceso de selección de las reglas idóneas para satisfacer los fines, el progreso social y la libertad. Es menester observarlas y obedecerlas. Se trata de ser eficaz.

El mercado es el modelo por antonomasia de orden espontáneo y racional. El mercado es un correcto mecanismo de distribución y asignación de recursos.

No ha de haber justicia distributiva. La espontaneidad social hace que nadie tenga que responsabilizarse de nada en lo que respecta a la distribución de los recursos sociales. El mercado no es ni justo ni injusto, es amoral, está más allá del bien y del mal. Aquí sería pertinente añadir lo que dice Max Weber: "La economía de mercado como tal constituye la relación social práctica más despersonalizada que pueda haber en el trato de unos hombres con otros. Allí donde el mercado funciona espontáneamente sólo se tiene en cuenta a las cosas, nunca a las personas: desaparece cualquier sentimiento de fraternidad y hasta de piedad. en eso consiste justamente la libertad de mercado libre, en carecer de cualquier norma ética" "Wirtschaft und Gesellschaft", J.C.B. Mohr (Paul Siebeck), Tübingen, 1947, (2 vols.) vol. 1, pp. 364-365. El mercado es ciego. Es un sistema autorregulado con carácter anónimo e impersonal. Esto permite una aceptación social de las desigualdades. La libertad encuentra su campo más abonado en el mercado. Sólo el mercado permite un pleno ejercicio de la libertad, ya que en él cada cual puede hacer lo que quiera sin más interferencia que las impuestas por las reglas generales que no persiguen ningún fin concreto salvo permitir el libre despliegue de los distintos intereses.

Isaiah Berlin sostiene que el hombre es un ser autónomo que ha de autorrealizarse libremente. Ahora bien, hay muchas metas y modos de vivir la vida humana. Hay una multiplicidad de valores. No hay base racional para elegir entre unos y otros. El hombre es un agente moral que ejercita su voluntad a través de la libre elección. Para Berlin la historia no obedece a leyes puesto que hay libertad y tal libertad no es predecible.

Hay que distinguir entre libertad positiva y negativa.

La libertad en sentido negativo es estar libre de...Significa la existencia de una esfera privada de libertad fuera del control público o social. El liberalismo tiene una concepción negativa de la libertad.

La libertad positiva es ser libre para algo, tener el poder o la facultad de hacer algo. El socialismo tiene una concepción positiva de la libertad. La libertad positiva significa tener la posibilidad o la oportunidad de autorrealizarse. Es la facultad o poder de autorrealización.

Hay argumentos liberales en contra de la libertad positiva:

1. Libertad y autorrealización son distintas cosas. Además, está lejos de estar claro lo que implica la autorrealización.

2. Conduce a establecer una ecuación entre libertad y poder para actuar que es contraria al ideal liberal de igual libertad, porque el poder no puede, por naturaleza, distribuirse por igual.

Es superior así la libertad negativa a la libertad positiva. Por ello democracia y liberalismo no son términos sinónimos. Para Berlin, el capitalismo es el mejor sistema de todos los posibles ya que "...hay más libertad en él, más variedad, más autoexpresión..."

R. Nozick, por su parte, en "Anarquía, Estado y Utopía" responde al neoliberal Rawls desde el viejo liberalismo clásico y radical y reaccionario, desde luego. Realiza un ingenioso ejercicio especulativo académico propio de individuos ociosos para legitimar el orden social capitalista, al igual que su antagonista Rawls esta vez desde la perspectiva neoliberal.

Rawls es un neoliberal intervencionista que defiende el Estado de Bienestar con funciones redistributivas. Frente a tal discurso, Nozick defiende el Estado mínimo liberal, siguiendo así los pasos dados antaño por John Locke. Para Nozick el derecho de propiedad es absoluto. Esto excluye claro está, cualquier intervención e interferencia. Un Estado no es legítimo si viola algún derecho natural individual. El Estado mínimo del que habla Nozick surge de un estado de naturaleza previo por una evolución guiada por una especie de mano invisible de la misma manera que la describe Locke. Este Estado sólo es justificable para evitar la violencia y el delito.

Nozick es un liberal radical antiutópico que recae en la utopía que él ataca. Su utopía es liberal-libertaria, interpretando al anarquismo de forma sesgada. Todo su discurso es un ataque al Estado de Bienestar. Como dice Rubio Carracedo, "La obra de Nozick se entiende cabalmente sólo en el contexto del actual resurgimiento del liberalismo en sus diversos frentes: económico (M. Friedmann, 1962), político-social (F. A. Hayek, 1960; 1974), jurídico (H. Hart, 1961; 1968, R. Dworkin (1977), etc." p. 245. "Paradigmas de la política" Barcelona, 1990.

Los derechos individuales son absolutos. El Estado sólo tiene una función coercitiva para hacer respetar los derechos individuales. El único Estado legítimo es el Estado mínimo.

Otros liberales de esta hornada son Hart, que es utilitarista liberal y R. Dworkin que se mueve entre Nozick y Hart. Según Dworkin, no existe el derecho de la sociedad o los derechos sociales. Cualquier violación de un derecho individual es injusta se haga en nombre de lo que sea, aunque sea la mayoría quien lo desee y ello pesa más que el coste adicional en política o en eficacia social que pueda derivarse de ello.

II. Liberalismo económico.

Según afirma Luis Martínez de Velasco en "Ideología liberal y crisis del capitalismo", Madrid, 1988, el actual liberalismo económico ha tenido que romper definitivamente con la economía política clásica por el rumbo crecientemente apologético, justificador y deformador de la conciencia, ideológico en su sentido peyorativo, que ha ido adoptando la Economía Política liberal conforme las contradicciones sociales del capitalismo eran más evidentes y sangrantes. "Su nacimiento y desarrollo sólo son posibles tras la ruptura con la Economía política clásica y mediante el mantenimiento, por un lado, de todo un universo mitológico-simbólico de nociones instrumentales (naturaleza, egoísmo, capacidad/incapacidad innatas, imposibilidad de una democracia real, etc.), y por otro, de un cada vez más sofisticado aparato lógico-matemático a sabiendas de su escasísima utilidad explicativa o predictiva" p. 7 op. cit. Por tal razón, hoy, la ideología liberal como tal "representa ya un discurso teórico enfermo, alucinado, dirigido exclusivamente a poblar de mitos la intersección entre lo propuesto teóricamente y lo real existente". p. 12. Tal ideología liberal atraviesa, a decir de Martínez de Velasco, una etapa de extinción como tal discurso justificador y legitimador, "la ideología liberal constituye actualmente un inmenso arsenal de nociones contradictorias comparable a un rompecabezas donde de cuando en cuando se han ido introduciendo descuidadamente, y en función de coyunturas harto diferentes, piezas absolutamente incompatibles entre sí." p. 13.

El liberalismo económico surgió como un producto de las necesidades de la burguesía ascendente en su lucha contra el "Antiguo Régimen". Lo que preocupa al principio a la burguesía no es justificar moralmente la apropiación del producto excedente sino comprender como se formaba la riqueza. Los economistas clásicos se preocuparon de analizar el funcionamiento del capitalismo tal cual. Los temas fundamentales de la economía liberal clásica son la formación de los precios de las mercancías, la distribución del producto entre los trabajadores (salarios) los capitalistas (beneficios) y los terratenientes (renta de la tierra) y la evolución económica de la sociedad a lo largo del tiempo. La base de sus esquemas de análisis fue la teoría del valor trabajo.

Según L. Martínez de Velasco, la economía liberal clásica se bifurca en un modelo reflexivo-crítico (Ricardo, Mill y con Marx como su negación y su cumplimiento) y un modelo apologético, (Malthus, Bentham, Petty). Ya los primeros economistas liberales se dividieron en críticos y apologéticos.

El liberalismo económico tiene al principio un enemigo: el Antiguo Régimen, la cosmovisión feudal. La bifurcación es posterior al triunfo del modo de producción capitalista, cuando se derrota al enemigo principal de aquel entonces. Es característica principal de la reflexión económica liberal la anulación en la esfera económica de cualquier género de intervención política, más particularmente, del Estado. La reflexión económica liberal es una reflexión efectuada desde el punto de vista del empresario. La Economía política se convierte así en Economía política burguesa.

Adam Smith (1723-1790) es el primer economista liberal clásico. Su programa es el libre comercio y la limitación del poder estatal para contribuir así al crecimiento económico y al incremento de la producción. Hay que decir en descargo de Smith que el tono empleado por él es un tono crítico. Frente al carácter supuesta y pretendidamente neutral del Estado defendido por Locke, para Smith el Estado resulta ser un instrumento de protección de la propiedad de los ricos o poseedores frente a los pobres o no poseedores. "El Estado civil, en cuanto instituido para asegurar la propiedad, se estableció realmente para defender al rico del pobre, o a quienes tienen alguna propiedad contra los que no tienen ninguna" ("La riqueza de las naciones", Libro V, cap. 1, parte 2).

El análisis económico de Smith parte del libre mercado, en el que se daría el equilibrio entre oferta y demanda y una asignación racional y automática de recursos sin intervención gubernamental y con soberanía plena del consumidor. En tales condiciones de competencia perfecta, la circulación del dinero y de las mercancías entre los trabajadores, empresarios y terratenientes conduce al equilibrio pues se obtiene una óptima asignación de recursos al igualarse la producción de cada mercancía con su demanda efectiva y el precio con el coste de producción.

Los ciudadanos movidos por su propio interés invierten en los sectores productivos más rentables que les proporcionan mayores beneficios o salarios trasladándose a otros sectores cuando la rentabilidad decae.

El interés individual produce relaciones de socibilidad e intercambio entre los individuos. El egoísmo individual es beneficioso para todos. El mercado también es beneficioso. Los intercambios en mutuo beneficio obtienen si el Estado no interviene en tales relaciones. Los resultados de las acciones humanas son independientes de sus motivaciones y de los planes deliberados previamente trazados. Es la mano invisible que ordena teleológicamente las conductas hacia una armonía natural de intereses.

Ya la monadología de Leibniz había anticipado tal descripción del mercado libre. La armonía preestablecida no es otra cosa que la mano invisible de Smith. La monadología es un modelo del mercado libre liberal y de los individuos en él situados: "el sistema de las mónadas, aplicado a la descripción de las relaciones entre los individuos humanos, nos ofrece un cuadro infinitamente próximo al que Adam Smith diseñó en "The Wealth of the Nations". Los individuos son agregados cuasi sustanciales -doctrina del vinculum substantiale- y por tanto casi mónadas, dotados de una vis repraesentativa y una vis appetitiva. Por la vis repraesentativa cada individuo se representa a los demás, conoce, como el productor de la nueva economía de mercado, las necesidades ajenas y sólo en virtud de esta representación la producción es posible. Por la vis appetitiva cada individuo se manifiesta como un sujeto de necesidades, es decir, como fuente de la demanda, como consumidor. La vis appetitiva es entendida por Leibniz en términos fuertemente teñidos de hedonismo -o, mejor, de eudemonismo- tanto en su contenido como en su administración: cada individuo, como los sabios epicúreos, organiza sus elecciones según un cálculo máximo de felicidad -"car la felicité n´est autre chose qu´une joie durable". G. Bueno, Ensayo sobre las categorías de la economía política, Barcelona, Gaya Ciencia, 1972, p. 168. También cabe citar a Newton como otro caso de utilización de nociones económicas en otros contextos teóricos como un ejemplo de ocasionalismo, al tener que recurrirse a Dios para resolver las anomalías del universo generadas por los movimientos planetarios. Igual que en el mercado, Dios, una causa extrínseca al sistema, ha de intervenir para corregir las anomalías que surgen en el libre y espontáneo desenvolvimiento del sistema planetario o universo y del sistema económico o mercado.

El agente económico, en un mercado libre "sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste como en otros muchos casos es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus intenciones"..."no implica mal alguno para la sociedad que tal fin no entre a formar parte de sus propósitos, pues al perseguir su propio interés, promueve el de la sociedd de una manera más efectiva que si esto entrara en sus designios" ("La riqueza de las naciones". Libro IV, cap. 2.) El Estado también hace de mano invisible. Es una especie de mano invisible subsidiaria que trata de corregir los efectos indeseables del mercado y para hacer realidad la máxima prosperidad de los ciudadanos. Los fines del Estado son la justicia, la seguridad de la propiedad, la policía, la recaudación de ingresos fiscales y el derecho de las naciones.

La teoría económica liberal clásica del laissez-faire adquiere su expresión en David Ricardo, "Principles of Political Economy (1817). El libre intercambio produciría un sistema justo. Ninguna intervención se hace necesaria por parte del Estado o de la legislación. El libre juego de los intereses individuales funciona para el mayor bien de la comunidad.

Por su parte, la reflexión apologética burguesa del orden social y económico capitalista adopta en buena medida la forma del monetarismo. Es éste un discurso ideológico sobre la moneda consistente en la identificación entre valor monetario y valor de cambio o riqueza homologando el número de mercancías existentes en un país con la cantidad de dinero monetario circulante.

Por otro lado, se enmascara el hecho de que el enriquecimiento de una clase social implica inevitablemente una pérdida proporcional por parte de otra clase. Según Mill: "Es evidente que por cada persona que gane más de lo acostumbrado tiene que existir necesariamente otra u otras que ganen menos."

Es el instinto de clase de los actuales economistas liberales el que los empuja reiteradamente a dar ese carácter apologético del que estamos hablando a la Economía, a volver a R. Malthus.

Malthus afirma que la miseria humana no es el resultado de las instituciones sociales tales como la de la propiedad privada. Malthus intenta demostrar que la tendencia constante de la población a crecer geométricamente pone en peligro los recursos agrícolas de la tierra, que sólo pueden aumentar en proporción aritmética. Debido a esta desproporción, el incremento de la población debía frenarse mediante mecanismos que actuaran sobre la tase de natalidad. Propuso la abstinencia sexual fuera del matrimonio, retrasar la edad del matrimonio hasta que el hombre estuviera en condiciones de alimentar a su familia o incluso, renunciar al matrimonio. Así criticaba las leyes de pobres cuya derogación solicitaba. No se puede mejorar la situación de los pobres con dinero, sino más bien al contrario, empeorar la sociedad.

Los monetaristas afirman que una mayor cantidad de dinero representa un aumento de riqueza y constituye un estímulo para la realización de una cantidad de trabajo mayor y más productivo. Este punto de vista fue criticado por J. S. Mill, quien habla del engaño psicológico que produce esta concepción de la Escuela de Birmingham.

Cuanto mayor es el fracaso teórico de la ideología liberal, tanto más fraudulento resulta el unánime y tajante cierre de filas en torno a las nociones ideológicas decisivas.

De Bentham surge el marginalismo y también Keynes con la noción de equilibrio precario del capitalismo. El marginalismo se deriva de la noción de optimización y sus cálculos.

La Economía liberal marginalista surge hacia 1870. La actual Economía liberal ha roto así con la tradición clásica y contiene una creciente preocupación apologética interesada en defender el actual statu quo social. El carácter apologético de la actual Economía se deriva de la situación surgida a partir de 1870, para lelamente a la aparición del socialismo científico como movimiento de masas poderoso y la formulación del marxismo maduro en 1867 con la aparición del "Capital" de Marx. Esta Economía se concentra casi exclusivamente en el intento de solución ideológica de los problemas esenciales del modo de producción capitalista. Se constituye un doble paradigma conceptual: el paradigma del equilibrio de J.B. Say y el paradigma apologético de Malthus. Ello ocurre por la creciente conciencia de la ilegitimidad tanto moral como económica que aqueja al capitalismo como modo de producción esencialmente contradictorio e irracional.

El marginalismo sustituyó la teoría clásica del valor trabajo por una teoría de los precios que vincula estrechamente el valor de cambio y el valor de uso o utilidad. Las mercancías se llaman ahora bienes. Se parte del comportamiento subjetivo del consumidor y del productor. El individuo se supone siempre que es un ser racional que maximiza beneficios y reduce costos. El consumidor busca la máxima satisfacción de sus necesidades y, si es productor, el máximo beneficio. El valor de un bien es lo que la gente está dispuesta a pagar por adquirirlo.

El objetivo principal es la explicación de la formación de los precios en un mercado perfecto en el que la piedra angular del análisis es el individuo libre y racional y no hay ningún conflicto entre clases antagónicas. Esto a la postre resulta no ser otra cosa que una construcción académica artificiosa y especulativa como la teoría de los gases perfectos. Los acontecimientos económicos no pueden ser estudiados bajo condiciones experimentales controladas, pero se pueden simular con modelos abstractos.

Entonces, la producción es para satisfacer necesidades. Los agentes económicos son todos iguales en su conducta. No hay clases sociales en tal modelo. El valor es algo dependiente de la importancia que tiene para el individuo. La utilidad es el valor. Es la utilidad que tiene para satisfacer una necesidad. La utilidad marginal es decreciente conforme se satisface la necesidad.

Otro principio es que el precio y el valor son lo mismo. El valor viene determinado por su valor de uso (demanda) y los costes de producción (oferta). El mercado se encarga de garantizar el equilibrio, esto es, de satisfacer a trabajadores y empresarios. El mercado consigue siempre el pleno empleo. Si aparece paro es porque alguien se empeña en que el mercado no funcione correctamente, esto es, porque los trabajadores se empecinan en mantener un salario superior al que corresponde a la plena ocupación. Puede haber desequilibrios a corto plazo, porque en la realidad siempre existen fricciones, pero bastaría con que los salarios se redujeran convenientemente para que el paro desapareciera. Por ello, si estamos en paro, ello es totalmente achacable a nosotros mismos, a nuestras interferencia en el orden natural de las cosas. El mercado es la institución perfecta, pues traduce cualquier aumento de la producción en un aumento de la demanda equivalente que hará frente a la misma. No puede haber superproducción. Siempre hay equilibrio entre la oferta y la demanda. Es la teoría de la suma cero.

Keynes es el inspirador del neoliberalismo económico. Formula una nueva política económica capitalista intervencionista del Estado y una variación de su función. La intervención del Estado debe ser activa. Pero, como él mismo concluyó, "si nuestros controles centrales consiguen establecer un volumen de producción tan próximo al correspondiente pleno empleo como sea posible, la teoría neoclásica vuelve a tener su valor a partir de ese momento".

En 1961 Piero Sraffa infligió un golpe de muerte al marginalismo. Hoy el liberalismo económico en forma marginalista está derrotado teóricamente, académicamente, aunque no políticamente, pues inspira la política económica reaccionaria y abierta y cínicamente explotadora y expoliadora de la oligarquía capitalista. La burguesía ya está sólo a la defensiva o tal vez a la ofensiva más feroz y mostrando ahora a las claras su evidente interés en perpetuar la explotación a cualquier precio.

Es hora ya de recapitular lo arriba dicho y hacer balance de la ideología liberal. Si tuviéramos que resumir en qué consiste la ideología liberal diríamos que es individualista, pues odia al colectivismo y de la sociabilidad. El hombre tiene una insociable sociabilidad o sociabilidad insociable según Kant. Toda persona es física e individual.

De este individualismo atomístico, monadológico, derivan el principio incontestable para ellos, de la propiedad privada. Si queremos la libertad individual, queremos la propiedad privada individual, queremos el libre mercado. El liberalismo es la escuela de pensamiento que favorece la propiedad privada de los medios de producción.

El liberal es un individuo autoposesivo y de aquí se deriva su identidad política y económica. Es un individuo prepolítico, antisocial. Es previo a la sociedad. Lo que para un liberal es menester explicar y justificar es el hecho de la sociabilidad no el aislamiento. La sociedad civil y el Estado sólo se pueden explicar desde la perspectiva liberal de forma contractual o convencional o utilitarista para poder promover sus intereses individuales.

Todo individuo liberal es egoísta y sus actos están motivados por el placer. La razón es y debe ser esclava de tales impulsos irracionales para calcular costes y beneficios. La razón no fija fines, calcula. Cada individuo es el mejor juez de sus propios intereses.

Cada individuo está en guerra con los demás. Es un depredador, competitivo. Todos buscan su propio placer aun a costa de los demás. La libertad y el poder se definen según un modelo de suma cero. Yo al aumentar mi riqueza, poder o libertad lo hago a costa de los otros. Lo que yo tento es por que tú no lo tienes.

En el mercado capitalista los intereses mezquinos de todos se ordenan teleológicamente y producen el bien colectivo. Es la mano invisible.

Aunque el liberalismo postula la igualdad, la pone detrás de la libertad. El igualitarismo político se ve corregido por el mercado. Hay, al final, dos tipos de hombres: propietarios y no propietarios.

Según Hayek es necesario dejar a la esfera económica fuera del control de la política, del pueblo. Ello es porque el mercado es justo y deseable y cualquier política legítima ha de ser aneconómica. No puede haber justicia social, pues ello sería a costa de la propiedad privada de los poseedores, que se verían así desposeídos injustamente. Sería también quitar la riqueza a los mejores, los más aptos, los más eficaces y mantendría a los débiles en situación permanente de debilidad y dependencia. Ello aplastaría la iniciativa individual.

El pueblo no debe controlar el mercado. Para el liberal no existe la "voluntad general". Sólo hay que proteger al individuo. El teorema de Arrow-Mc Kenzie sin embargo, trata de demostrar que de la agregación de decisiones individuales no surge ningún tipo de bien común o de elección social racional. Es imposible llegar al nosotros desde el ego esférico monadológico y sin ventanas.

Por lo demás, el liberal desconfía de los gobernantes. Quien es un ladrón cree que los demás son de su misma condición. Este es el argumento liberal de la desconfianza del ciudadano respecto al gobernante. Es menester entonces, control, desconfianza y limitación del poder.

El liberal siempre pedirá diferencia y pluralidad y tolerancia.

Esta tolerancia es limitada. Se es tolerante siempre que no perjudique a la propiedad. La diferencia es digerible si no tiene consecuencias políticas desfavorables. El liberalismo protege el orden establecido. Es conservador, incluso reaccionario. El límite de la tolerancia es el límite del orden establecido.

El liberalismo promueve la autonomía individual. La libertad liberal es negativa. Es libertad "de", no "para".

El liberalismo no tiene contenido positivo alguno y su único criterio sustantivo es la prohibición de interferencias en la esfera individual y asegurar las condiciones políticas del ejercicio individual de la libertad. El individualismo liberal distingue entre Estado y sociedad civil, lo que no es sino una secularización de la distinción cristiana entre Ciudad de Dios y Ciudad terrena, o entre Iglesia y Estado.

Hay que aclarar que el mercado no necesita ni democracia ni derechos humanos, pero produce libertad e igualdad jurídicas. Es una impostura hablar de democracia de mercado o de democracia liberal.

Para terminar, citaré a Polanyi, "la idea de un mercado que se regula a sí mismo era una idea puramente utópica. Una institución como ésta no podría existir de forma duradera sin aniquilar la sustancia humana y la naturaleza de la sociedad, sin destruir al hombre y sin transformar su ecosistema en un desierto". "La gran transformación".


THEORIA  | Proyecto Crítico de Ciencias Sociales - Universidad Complutense de Madrid