Reformas
estructurales de veras
M.A. Lorente y J.R. Capella*
La
transformación
económica del país va por mal camino: el de la acentuación de la
desigualdad y con ella del estancamiento. Resulta muy difícil una
política de defensa del capital social, de estímulo a una economía
sostenible y redistributiva al estar atrapados por el euro y la
especulación financiera.
La
política
económica de la Unión Europea, definida por una mayoría de gobiernos de
la derecha social, impide a los estados endeudarse más allá de límites
estrechos. ¿Qué se está haciendo? Sacrificar al mercado cantidades
ingentes de capital social, de acumulación pasada de los trabajadores,
de bienes públicos, y también exigir sacrificios enormes a la población:
prestarle menos o peores servicios, obligarla a trabajar por más tiempo
en la precariedad y con bajos salarios. Pero todo se sacrifica en vano:
la especulación succiona todo eso. Ante el hundimiento de los activos
financieros que llevaron a la crisis, los agentes de la especulación
buscan alternativas: hoy, las primas de riesgo de los países intermedios
sustituyen a las securitizaciones-basura hipotecarias de hace tres o
cuatro años.
La
fijación
a la moneda única impide abaratar las exportaciones, ajustar vía
devaluación. Y como el euro es de todos, pero sobre todo de los grandes,
se demoniza cualquier política tímidamente neokeynesiana: La UE prefiere
el estancamiento al déficit. Con el neoliberalismo, el estímulo del
crecimiento fue el crédito desbordado; antes de él, el keynesianismo
estimulaba la economía a través de la demanda. Ahora ya no hay ni lo uno
ni lo otro: queda la acumulación clásica, consistente en trabajar más
por menos y en la destrucción del fruto del ahorro de generaciones para
asegurar derechos sociales disminuidos.
Así
pues,
las políticas económicas de la UE van en la dirección opuesta a la de
las grandes reformas estructurales que España necesita para producir y
distribuir mejor. Pero a pesar de eso creemos que es necesario seguir
nuestro propio camino, salir a flote pese a esas realidades: aspirar a
defender el trabajo y el capital social a través de una economía
equilibrada y sostenible.
Los
principales
defectos estructurales de la economía española son, a nuestro modo de
ver, los siguientes:
Un
sistema
financiero lastrado por el peso del hundimiento de la construcción que
precisa ayudas públicas. Un sistema fiscal cada vez menos progresivo y
un gasto público ineficiente e ineficaz en el estímulo económico. Una
economía excesivamente dependiente del petróleo, lo que forma parte de
un grave problema energético. Un sistema caro y anticuado de transporte
de mercancías. Una dependencia excesiva del sector turístico. Una
legislación laboral que no suscita la innovación y el empleo sino la
falta de equidad. Un sector exterior demasiado pequeño, que puede ser
fagocitado fácilmente por multinacionales. Un sistema de resolución de
las "externalidades del mercado" (la Administración de Justicia), lento,
inseguro, ineficaz. Un sistema educativo descapitalizado. Ausencia de
una buena política agraria e hídrica.
En
suma:
sistema monetario y financiero, energía, transporte, turismo, mercado de
trabajo, deslocalización, justicia y educación, agricultura y agua. O
sea: es necesario que cambien muchas cosas y los comportamientos de
muchas personas para que se pueda crear trabajo e incrementar el capital
social.
Esbozaremos
algunas vías de cambio estructural que consideramos dignas de meditación
seria. Un cambio fundamental es el relativo a los sistemas financiero y
fiscal, que condicionan pesadamente todo lo demás. Pero estos
instrumentos no son los únicos existentes: una programación cuatrienal
del gasto público, y medidas fiscales y otras de fomento, esto es, una
buena política de incentivación, pueden estructurar una economía menos
basada en el crecimiento que en el cambio técnico, que redistribuya
eficiente y mucho más equitativamente el producto social, que afronte
con audacia los problemas ecológicos, y que sea, por esto, capaz de
exportar tecnologías e ideación en este ámbito básico de la economía
mundial. En fin, que estimule una producción sostenible.
Veamos
cuáles son las vías más importantes:
Sistema financiero:
Tenemos
una gran oportunidad de realizar, a la vez, una liquidación ordenada de
los activos basura de las cajas de ahorro y construir, a partir de
éstas, un sistema crediticio de preponderancia pública que dinamice la
economía real. La aportación de fondos públicos para el reflotamiento de
las cajas debe dar lugar a una proporcional propiedad estatal. Lo que no
se puede hacer es tomar decisiones precipitadas como la que se nos viene
encima: que el Estado se quede con los activos no realizables de las
cajas de ahorros y el resto se medio regale al mercado para obtener
fondos de cualquier manera.
Sistema fiscal:
Replanteamiento
impositivo general: un impuesto sobre la renta fuertemente progresivo,
con bonificaciones a la inversión en activos públicos y cooperativos
internos; impuestos sobre el valor añadido y demás utilizados
políticamente para fomentar ciertas actividades y disuadir de otras. Y
aplicar esa imposición a un protocolo presupuestario fundamentalmente
diferente, en el sentido sugerido: planificación a más de un año,
austeridad en gastos corrientes, estímulo del cambio tecnológico y, si
hace falta, fortalecer las cuentas de la seguridad social con partidas
presupuestarias. Gastar e invertir de manera más responsable y
estimulante.
Energía: De la concentración a la
descentralización energética. Fomento de la energía solar en
actividades diurnas; de la eólica en las nocturnas, y de instalaciones
industriales y domésticas de producción y ahorro
energético.
Un sistema transparente de costes reales y de formación de precios de la
energía que fomente el uso de la menos costosa en cada momento.
Separación de los negocios internos y exteriores de las empresas
energéticas. Revisión de los supuestos del "déficit de tarifa" en
función del nuevo sistema de formación de precios. El uso como gran
política frente al pago de subvenciones.
Transportes:
en grandes distancias, del camión al tren. Ancho de vía
europeo
prioritario en las rutas exportadoras, con aprovechamiento de la
producción nocturna de energía. Pequeñas distancias: fomento de la
electrificación prioritaria de los vehículos industriales. Implantación
de "Programas Hoy No Circula" en las megalópolis para prohibir el uso
del automóvil privado un día laborable semanal. Ampliación de la red de
transportes colectivos en las áreas metropolitanas y ni una autopista ni
un AVE más.
Turismo:
fomento de la calidad, del turismo cultural y del turismo interior.
Modificación del calendario de vacaciones para que las de los españoles
no
coincidan
con las de los europeos, ampliando así la capacidad y las temporadas de
negocio.
Legislación laboral:
estabilización de los puestos de trabajo. Excepcionalidad de la
contratación temporal salvo en producciones
estacionales.
Regulación controlada del empleo adaptada exclusivamente a la
elasticidad de la demanda.
Empresas, sector exterior y deslocalizaciones:
Normativa "china" para evitar
deslocalizaciones
y descapitalizaciones de empresas.
Administración de Justicia:
revisión drástica de formulismos y tratamientos, de las normas
procedimentales, de los plazos legales. Computerización de los actos
jurisdiccionales. Nueva regulación del
acceso
a las funciones judiciales y de su control.
Sistema educativo:
Aseguramiento en primaria de la comprensión lectora y de la capacitación
matemática de los alumnos. Formación humana básica en Historia y
actividades intelectuales y/o físicas. O sea: lengua,
matemática,
historia y actividad. Secundaria en tres ramas: ciencias, tecnologías,
letras. Post-secundaria: aprendizaje de la búsqueda de información, del
pensamiento propio y del trabajo e investigación práctica en común.
Cierre del abanico de titulaciones. Fuerte inversión educativa, ante
todo en formación del profesorado y en medios materiales. Fomento de la
exigencia escolar. Disuasión de la enseñanza como empresa lucrativa, ya
que es de utilidad social.
Lo que proponemos es discutir estas cuestiones. Discutir de esto y de
cosas como estas. Es preciso dar cuanto antes a las gentes la
oportunidad
de ponerse las pilas en vez de obligarlas a poner el cazo. Buscar, entre
todos, una perspectiva para la que tengan algún sentido los sacrificios
a los que nos han abocado las políticas neoliberales de estímulo a la
financierización de la economía.
* [Miguel Ángel Lorente y Juan-Ramón Capella son autores de El
crack del año ocho. La crisis. El futuro (Trotta, 2009)]
Cuaderno
de
crisis/26
Albert Recio Andreu
La revolución del mundo árabe
I
La
cadena de revueltas populares que sacude el Norte de África y Oriente
Medio nos coloca a los espectadores europeos
—otra
cosa no somos—
ante la visión de una oleada de revoluciones como las que conocíamos
por lectura: 1848, 1868, el ciclo del final de la Primera Guerra
Mundial... Sabemos poco de los procesos sociales que han conducido a
esta situación. Para la mayoría de nosotros el mundo islámico sigue
siendo, pese a la proximidad, un gran desconocido. Aunque alguno de
nuestros pocos informadores fiables (Edmund Said, Juan Goytisolo, Gemma
Martin...) llevaban tiempo advirtiéndonos que la gente estaba harta de
la represión y la miseria a las que les sometían los corruptos gobiernos
que dominan la región. Las imágenes de estos días son realmente
asombrosas y nos retrotraen a experiencias de otros tiempos, como las de
algunas fases de la transición española, o las movilizaciones contra la
guerra de Irak, por poner dos referencias locales. Gente variopinta,
manifestándose masivamente por un cambio en la situación. Y es que, ya
nos lo explicó E.P. Thomson en su análisis de los orígenes de la clase
obrera británica, los procesos sociales profundos suelen atraer a
personas de diferente extracción social, por más que el carácter del
movimiento lo den unas determinadas ideas o demandas sociales. También
en el mundo árabe, se ha generado esta especial coalición de personas,
de procedencias sociales diversas (por más que en el caso egipcio parece
que el papel de las huelgas obreras de los trabajadores textiles de
Mahalla el Kubra y de los operadores del canal de Suez ha tenido un
papel importante en la gestación y marcha del proceso). Una coalición
que además incluye a personas de diferente credo religioso, a mujeres
vestidas a la occidental o portadoras del velo... Ha sido, de nuevo, una
revuelta social compleja, en la que seguramente coexisten distintas
aspiraciones y demandas sociales que, al menos para nosotros, quedan más
o menos encubiertas por la ausencia de un liderazgo claro que exprese
cuál es el núcleo de demandas básico, más allá del odio al tirano de
turno, a la corrupción de la oligarquía y a la necesidad de garantizar
libertades básicas. Es también un toque de atención a todos aquellos que
sólo ven fundamentalistas potenciales en nuestros vecinos árabes y han
podido presenciar una tensión cívica, democrática, parecida la que hemos
vivido nosotros en épocas de euforia social.
II
Como
no soy experto en el mundo árabe no voy a tratar de explicar las
revueltas, sus movimientos, sus corrientes políticas. Supongo que aunque
la misma se haya extendido como un reguero por distintos países, en cada
uno de ellos hay dinámicas, fuerzas políticas, correlaciones de fuerza
distintas y habrá que ver en los próximos meses cómo evolucionan estos
procesos. Lo que sí me parece oportuno plantear es la relación de
nuestras sociedades con el conflicto, los retos que plantean estas
revoluciones democráticas y su imbricación con la crisis general.
Había
muchos motivos para las revueltas, pero no parece descabellado
considerar que la economía haya jugado algún papel, en especial el alza
de los precios alimenticios. Una cuestión que empieza a afectar a
bastantes países y que es especialmente relevante en un mundo árabe que
es, globalmente, un importador neto de cereales. De hecho estos países
habían experimentado un aumento importante de las importaciones en los
últimos años fruto de su crecimiento demográfico y del aumento del
consumo per capita. El alza de los precios alimentarios es siempre un
desastre para los pobres. En las tensiones actuales subyacen diversos
factores: un aumento de la demanda (especialmente en los países en
desarrollo) por la combinación de crecimiento demográfico y cambios en
el consumo, una relativa restricción de la oferta generada tanto por
algunas políticas específicas (particularmente la de la Unión Europea) y
el desvío de parte de la producción de alimentos hacia la producción de
biocombustibles, una climatología inestable (esta vez ha sido la sequía
rusa), aunque queda por ver si es un efecto directo del cambio climático
o si simplemente estamos ante un fenómeno normal de inestabilidad
climática magnificado por la creciente especialización espacial que está
generando la globalización. Y todo ello magnificado por el
funcionamiento de los mercados especulativos de materias primas, que no
hacen sino incrementar los efectos en los precios de los desequilibrios
estructurales.
Sea
cual
fuere el papel que hayan jugado estos aumentos de precios en el
desencadenamiento del proceso hay un hecho destacable: la probabilidad
de nuevos aumentos de precios alimentarios, con un impacto sin duda más
desestabilizador en países como los del mundo árabe, que difícilmente
van a conseguir capacidad de autoabastecimiento en años venideros. El
alza de los precios alimentarios afecta siempre a los consumidores más
pobres (y pocas veces sirve para cambiar la fortuna de los campesinos
pobres), genera graves problemas de supervivencia. Garantizar una
alimentación sana y suficiente a todo el mundo debe formar parte de
cualquier proyecto político decente. Y sabemos que ello conlleva
reorganizar el funcionamiento de todo el ciclo alimentario, desde las
formas de producción a los modelos de consumo, pasando por las pautas de
regulación y organización del proceso.
III
Los
alimentos
no explican ni la revuelta ni la historia pasada. Es evidente que la
desastrosa historia de dictaduras en el mundo árabe está directamente
relacionada con el pasado colonial y el presente neocolonial. Con la
existencia y con la política expansionista del estado de Israel, él
mismo un producto nacido en parte por la mala conciencia europea por los
crímenes perpetrados a la población judía, y en parte por la voluntad de
implantar una “marca europea” en medio del mundo islámico (al fin y al
cabo las cruzadas fueron el primer intento, fracasado, de crear “nuevas
europas” y algo tiene el estado israelí de “nueva cruzada occidental”).
Y sin duda también tiene mucho que ver el papel de estos países como
principales productores de petróleo (o controladores del flujo de
suministros, papel que juega Egipto en el canal de Suez). O su
contribución al “control del flujo migratorio” hacia Europa. Los
emires, los Mubarak, Gadafi, Ben Alí etc., han explotado por cuenta
propia, pero también han sido unos aliados imprescindibles a la hora de
garantizar petróleo barato y flujos migratorios controlados. Las
economías capitalistas reales dependen crucialmente del control de estos
elementos y temen más a una democracia igualitaria que a los tiranos.
Han conseguido que una parte sustancial de la población occidental apoye
estas políticas. La sangre y la miseria del Oriente Medio, la historia
de represión, de marginación social y de explotación semiesclavista
(especialmente funcional en la economía de los estados del Golfo
Pérsico) es la contrapartida al suministro de petróleo barato. También
han garantizado la paz de los turistas en Marruecos, Túnez o Egipto. Y
se han presentado como una barrera a la invasión de los bárbaros. El
miedo al integrismo ha constituido la mejor coartada moral para que
millones de europeos siguieran mirando de espaldas o con desprecio a la
otra orilla del Mediterráneo y se despreocuparan cuando sus gobiernos
apoyaban un golpe de estado en Argelia, o vendían armas a los tiranos.
Una realidad que no permite muchos optimismos sobre el devenir de estas
revoluciones. Demasiadas fuerzas van a conspirar para que al final el
“statu quo” no se rompa.
IV
Seguramente
las aspiraciones de los millones de personas que han salido a la calle
en las ciudades del Norte de Africa y Oriente Medio son variopintas.
Pero parece razonable suponer que muchas de sus exigencias son parecidas
a las nuestras, o que simplemente tratan de alcanzar nuestras
condiciones de vida, tanto materiales como políticas. Empleos dignos, un
nivel de bienestar aceptable, posibilidades de realización personal,
libertad en la vida cotidiana... Unas demandas que exigen, como siempre,
una combinación de derechos sociales y políticos.
Pero
es
difícil que este “programa básico” pueda realizarse sin cambios
generales. Nuestro modelo de consumo es imposible de universalizar. Los
cambios que se están produciendo en las sociedades occidentales más bien
indican que estamos experimentado un proceso de jibarización de derechos
para la mayoría y de reforzamiento de privilegios. Sin un plan de acción
común, sin una transformación de la economía global, va ser difícil que
las esperanzas actuales no acaben en una nueva frustración.
Desde
este
punto de vista tenemos que asumir estas revoluciones como una llamada al
cosmopolitismo activo. Si algo ponen en cuestión estos procesos es la
estrechez de miras del eurocrentrismo que ha predominado en buena parte
de la izquierda tradicional. Los insurgentes egipcios, tunecinos,
libios, yemeníes, marroquíes, bahrenianos... nos apelan a plantearnos
tres cuestiones clave: la necesidad de reformular los proyectos
económicos en clave universal, la necesidad de construir un verdadero
movimiento planetario en defensa de un modelo social igualitario y
sostenible, la obligación de luchar siempre contra cualquier modelo de
tiranía política sea cual sea su vestimenta. Una salida justa de la
crisis actual también pasa por dar respuestas a estas demandas. Nuestra
solidaridad con estos millones de personas no puede reducirse, una vez
mas, a la mirada compasiva del occidental colonizador: debe ser
agradecida y responsable hacia aquellos que nos han vuelto a recordar
dónde esta uno de los nudos gordianos que es urgente cortar.
También los salarios
En
esta
crisis la derecha económica parece seguir la “estrategia del
salchichón”: primero se corta una punta, después el trozo que sigue y
así sucesivamente hasta comérselo todo. Pasito a pasito. No han tenido
tiempo los sindicatos de tratar de presentar como victoria su aceptación
del recorte de las pensiones (en la que sólo han conseguido introducir
pequeños paliativos), cuando ya están siendo atacados en un nuevo
flanco: el del modelo salarial.
Como
ha
ocurrido en el tema de la austeridad fiscal y las pensiones, la
presidenta alemana Angel Merkel se ha erigido en portavoz de unas
propuestas que en seguida han contado con la aprobación de los corifeos
del neoliberalismo patrio (neoliberales que no desdeñan sus cargos de
funcionarios públicos, sea en el Banco de España o en las
Universidades).
No sé si con los pactos se ha conseguido parar el desmantelamiento del
modelo de negociación colectiva y la instauración del modelo a la
americana, donde solo existen convenios en aquellas empresas donde los
sindicatos consiguen sobrevivir. Es más probable que al final se salven
las formas pero se introduzcan tantos mecanismos de flexibilización que
se produzca una pérdida de la cobertura efectiva de los convenios en las
pequeñas empresas. Un espacio donde ya actualmente los convenios y las
leyes no siempre se cumplen. La andanada actual se dirige hacia otro
elemento de la negociación: el papel que tiene la evolución de los
precios en la fijación de los salarios.
Como
la
evolución de los precios afecta al salario real (a nuestro poder
adquisitivo) los sindicatos siempre han considerado que hay que tomar el
nivel de inflación como un elemento a tener en cuenta a la hora de
negociar salarios. Como aquella es a menudo difícil de prever, uno de
los mecanismos posibles es el introducir una cláusula de revisión que
compense la caída de salario real que se ha producido desde la firma del
convenio. Las fórmulas para introducir esa cláusula son diversas, pero
el principio es el mismo.
Hace ya
muchos años que estos mecanismos de indexación de los salarios han sido
cuestionados por los economistas neoliberales, alegando que su
existencia refuerza las espirales inflacionistas. Ya en los Pactos de la
Moncloa se cambió el sistema de evaluación de la inflación (en lugar de
compensar la pérdida de poder adquisitivo en 1977
—más
del 27%—
se introdujo la previsión para 1978
—menor—)
y después el diseño de las cláusulas de revisión ha tratado de
compatibilizarse con la moderación salarial. Es cierto que en este
período los mecanismos de revisión se eliminaron en bastantes países,
pero hay que ser cuidadosos con las comparaciones porque las diferencias
entre sistemas de negociación colectiva se encuentran en muchos
aspectos.
Ahora
el “diktat” dice que hay que olvidarse de la inflación y negociar sólo
los aumentos de productividad. Una variable por sí misma difícil de
medir y no exenta de trampas diversas. Pero aun aceptando que esta
variable fuera de fácil medición, se siguen planteando preguntas
importantes. Cualquier buen estudiante de economía aprende que un
aumento de los salarios equivalente al aumento de la productividad y la
inflación deja inalterados los costes laborales medios reales y la
distribución del producto entre salarios y beneficios. Fijar los
aumentos salariales en términos de productividad implica que los
patronos van a beneficiarse de toda la caída de salario real generada
por la inflación. En este caso cualquier proceso inflacionario provoca
una caída de la participación de los salarios en la renta. Más o menos
esto es lo que se pretende al apelar a la productividad (algo que suena
a bueno) y criticar la inflación. Los defensores del argumento aluden
(otra vieja historia, de los años setenta) que en muchos casos se trata
de una inflación “importada” vía aumento de las materias primas
(petróleo. etc.) y que la indexación de los salarios lo único que haría
sería reforzar la inflación interna. O sea que los salarios se deben
comer por entero la caída de poder adquisitivo que afecta al país cuando
crecen los precios foráneos. En el caso de nuestra historia económica
reciente no está claro que el diferencial de inflación se haya debido a
esta causa. Hay otros factores que han jugado, como los aumentos de
beneficios en sectores poco competitivos (como es el caso de todo lo
referente a ocio y restauración), o los aumentos de precios de servicios
públicos. Sin contar que el índice de precios al consumo no ha incluido
los precios de compra de viviendas que durante muchos años han tenido un
crecimiento desbocado y han condicionado el gasto de muchas personas.
En
España
los salarios son bajos. Aunque su medición es siempre difícil, si
tomamos una medida convencional, la que ofrece Eurostat para 2006
(último año para el que se dan cifras completas), el salario medio
español equivalía al 68% de la media de toda la UE, y el 54% respecto al
salario medio alemán. Si nos atenemos a la participación de los salarios
en la renta, en la última década los ingresos salariales (salarios más
seguridad social) han oscilado entre el 47 y el 49% de la renta total,
mostrando una notable estabilidad. Pero ésta solo se ha mantenido a
causa del continuado proceso de asalarización del país (reducción del
peso de autónomos y aumento de asalariados). Si la proporción de
asalariados se hubiera mantenido constante, los salarios habrían visto
disminuir notablemente (unos 5 puntos) su participación en la renta. La
razón fundamental no está sólo en las políticas de negociación colectiva
(donde la moderación salarial con el objetivo de crear empleo ha estado
presente), sino sobre todo a lo que llamamos “derivas” salariales
provocadas tanto por los cambios en la estructura del empleo
(crecimiento de sectores de bajos salarios) como de las políticas
empresariales (externalización de empleos, sustitución de trabajadores
antiguos por jovenes, etc.).
Es
cierto
que el sistema de negociación colectiva y de fijación de salarios
requiere una reforma, Pero no por las razones que esgrimen nuestros
neoliberales y que exige la señora Merkel. Sino porque nuestro sistema
salarial rebosa de desigualdades, segmentaciones que en gran parte se
explican por la inercia de un enmarañado y fragmentado sistema de
negociación y por la debilidad estructural de la clase trabajadora,
especialmente de la que queda fuera de las escasas “ciudadelas obreras
en declive”. Pero para hacer una reforma que mejore la equidad y la
racionalidad, que garantice un salario básico a todo el mundo, hace
falta primero que los sindicatos aclaren sus propuestas, expliquen
objetivos y avancen una plataforma. Algo que han sido incapaces de
realizar hasta el presente porque el modelo sindical (incluido el de los
sindicatos minoritarios implantados en algunas grandes empresas) ha sido
más el de mantener las inercias que el de ofrecer una propuesta
inclusiva para el conjunto de las clases trabajadoras, hombres y
mujeres, de todos los sectores. Visto lo ocurrido con las pensiones nos
tememos que, si este esfuerzo no se realiza, viviremos otra vez el
recorrido entre el “no pasarán” y la derrota presentada como victoria. O
sea más moderación salarial y más desigualdades.
Porqué
no votamos el acuerdo de pensiones
Las compañeras y compañeros que conformamos el sector crítico de CCOO
hemos votado en contra, en el Consejo Confederal del día 1 de febrero,
el Acuerdo al que han llegado los sindicatos y el gobierno sobre la
modificación del sistema de pensiones por los siguientes motivos:
CONSIDERACIONES GENERALES
1. La modificación de la pensión de jubilación no es asunto de “urgente
necesidad” desde el momento que, incluso con los cálculos que hacen los
interesados catastrofistas de siempre, se reconoce que nuestro Sistema
tal y como está hoy configurado no tendría problemas hasta el 2030 y
goza de un superávit, aún en tiempo de crisis como el actual, de 64.000
millones de Euros. Por ello, consideramos que la reforma (que habría que
desarrollar para mejorar el Sistema Público de Pensiones y nunca para
empeorarlo sobre la base de recortes) podría realizarse en un futuro no
marcado por el lastre de la crisis y la presión de los especuladores.
2. Tenemos un gasto en pensiones 3 puntos inferior a la media de la UE y
lo seguiremos teniendo al menos hasta el 2030, momento en el que aún
estaremos un punto por debajo.
3. La crisis económica que sufrimos no tiene nada que ver con las
pensiones ni su futuro, sino con un sistema financiero descontrolado y
depredador unido a la especulación inmobiliaria. En lugar de controlar
estos excesos, esta reforma provocará un trasvase de ahorro hacia los
fondos de pensiones privados, alimentando la misma lógica que ha causado
la crisis y poniendo en severo riesgo ese mismo ahorro de los
trabajadores.
4. El que se haga la reforma con esta premura es, en palabras de la
Ministra de Economía y del Presidente de Gobierno, para dar
“confianza” a los especuladores financieros (los mercados), pero
ello no quiere decir que estos dejen de especular. La cuestión es clara,
se está actuando en beneficio, no de la ciudadanía, sino de los poderes
financieros.
5. Las proyecciones en las que se basan los que quieren rebajar el gasto
para el sostenimiento del sistema no tienen en cuenta ni el crecimiento
del PIB futuro ni de la productividad. Con un crecimiento modesto de la
productividad habrá muchos más recursos que los actuales para las
pensiones.
6. La financiación de las pensiones, en caso hipotético de que pudiera
tener déficit en el futuro, no tiene porqué ser siempre financiada con
cuotas sobre los salarios, también puede hacerse con tributos
progresivos sobre los beneficios o de los PGE.
ASPECTOS CONCRETOS DEL ACUERDO
El
Acuerdo
Gobierno-Sindicatos contiene medidas que consideramos inasumibles, en
especial las siguientes:
Aumento
de la edad legal de jubilación y exigencia de más años cotizados
• Se aumentan tres años y medio los años obligatorios de cotización para
tener derecho a la jubilación ordinaria a los 65 años, con el 100% de la
base reguladora (pasando de 35 a 38,5 años).
• Se necesitarán 37 años cotizados para jubilarse a los 67 años con el
100% de la base reguladora, lo que supone dos años más de cotización y
aumento de dos años de la edad de jubilación.
• Desaparece la jubilación especial a los 64 años.
El
aumentar
la edad mínima obligatoria de jubilación para la práctica totalidad de
las personas trabajadoras a los 67 años es un recorte de derechos muy
importante, con las consecuencias
sociales de tener que estar trabajando hasta una edad inasumible
físicamente muchas veces, por lo que es fácil prever un aumento
importante de las situaciones de incapacidad temporal entre los futuros
trabajadores de más de 65 años, con el agravante de que el empresario
puede despedir cuando quiera con las facilidades que da la reforma
laboral, aplicándosele a la persona despedida los coeficientes
reductores (un 7,5% cada año que se jubile antes de la edad ordinaria,
67 años en la mayoría de los casos). A todo ello se añade la dificultad
que tienen estos colectivos de seguir trabajando, como lo demuestra que
la tasa de ocupación de las personas de 60 a 64 años es del 32,1% frente
al 66,5% de los de 50 a 54 años.
El
retraso
de la edad de jubilación supone además cerrar la puerta dos años más a
los millones de jóvenes que están en paro y a los que se les niega la
posibilidad de trabajar.
El
aumentar
el periodo de cotización a 38,5 años es poner un listón inalcanzable
para una mayoría de trabajadores y trabajadoras, con carreras de
cotización inestables, que verán disminuida notablemente su pensión, y
que además consigue por sí misma el aumento de la edad de jubilación.
Se
aumentan los años a computar para el periodo de cálculo de la pensión
Se
pasa
de los 15 años actuales a 25 en un periodo de diez años, medida que
supone otro recorte para la práctica totalidad de los trabajadoras y
trabajadoras, que verán mermar sus ingresos seriamente sobre la
situación actual.
CONCLUSIONES
Toda
la filosofía y el objetivo del Acuerdo inciden en el gasto, pero no
existen medidas claras y computables sobre los ingresos, haciendo fuerza
en la “contributividad” y la “sostenibilidad” del sistema
en lugar de en la solidaridad.
Se
acepta
una falsa idea de equidad
—dar
prestaciones según lo aportado— que prepara el terreno ideológico para
los sistemas de capitalización.
Los
jóvenes
y mujeres que se incorporan al mercado de trabajo en situaciones
precarias, con bajas cotizaciones, empleo discontinuo o tiempo parcial,
van a ser los mayores perdedores con esta reforma, condenándoles a
pensiones de miseria.
El
retraso
de la edad de jubilación de 65 a 67 años y el aumento del cálculo hasta
25 años, supone, para la mayoría de los futuros jubilados y jubiladas,
una reducción de su pensión (como reconocemos en trabajos y estudios del
propio Sindicato). Para el gobierno y los sectores económicos más
poderosos, el objetivo del acuerdo es producir un fuerte recorte en los
derechos sociales y en las expectativas de pensión actuales y futuras de
millones de personas trabajadoras, para favorecer el negocio de los
planes y fondos privados de pensiones.
La reforma
va a generar en el medio y largo plazo una importante segmentación en la
sociedad española, en la que las pensiones garantizadas por el sistema
de Seguridad Social, a las que accede la población trabajadora en
general, se aproximarán cada vez más a las no contributivas o
asistenciales, lo que puede incentivar la no declaración de todas las
rentas percibidas. Muy pocas personas podrán acceder a los niveles
máximos de pensión del sistema y por ello, se está “invitando” a
que, quien tenga niveles altos de renta y capacidad de ahorro, busque
sistemas alternativos, evidentemente, sistemas de capitalización en el
mercado financiero. Una lógica absolutamente perversa.
Por
último,
hacemos un llamamiento a militar en CCOO, defendiendo sus opiniones, la
democracia y la pluralidad, de esta organización, que sigue siendo el
sindicato donde cientos de miles de trabajadores y trabajadoras cada día
luchan por un mundo mejor.
La
(contra)reforma de las pensiones
José María Zufiaur
– Consejo Científico de ATTAC España
Los
dos
siguientes
enlaces de ATAC ESPAÑA contienen una valiosa aportación crítica del
consejero del Comité Económico y Social Europeo
José María Zufiaur
acerca de la contrarreforma del sistema español de pensiones:
http://www.attac.es/la-contrareforma-de-las-pensiones-1/
http://www.attac.es/la-contrareforma-de-las-pensiones-2/
Radios
libres: crónica de un nuevo asalto a la libertad de expresión
Adrián Soler Pastor*
La radio sería el más fabuloso aparato de comunicación imaginable de la
vida pública, un sistema de canalización fantástico; es decir, lo sería
si supiera no solamente transmitir, sino también recibir, por tanto, no
solamente oír al radioescucha, sino también hacerle hablar, y no
aislarle, sino ponerse en comunicación con él. La radiodifusión debería
en consecuencia apartarse de quienes la abastecen y constituir a los
oyentes en abastecedores.
[…]
Cuando gobierno o justicia se oponen a esta actividad radiofónica, es
que tienen miedo y no pertenecen sino a tiempos anteriores a la
invención de la radio, aunque no anteriores a la invención de la pólvora.
(Bertolt Brecht, La radiodifusión como medio de comunicación).
No
hace
falta decir que no han sido estas potencialidades de la radio las que, a
nivel general, se han explotado dentro de las sociedades capitalistas
occidentales
desde que Brecht escribió estas palabras. La radio, como en buena parte
la prensa y la televisión, han servido a nivel global como las mejores
herramientas para el frenético avance hacia esa Sociedad del Espectáculo
que Guy Debord anunció en 1967.
Aún
así,
a día
de
hoy, todavía es posible encontrar dentro del ámbito concreto de “la
radiodifusión” proyectos que trabajan en pos de una comunicación libre,
participativa, abierta y horizontal. Y
desgraciadamente, las últimas actuaciones por parte de las instituciones
públicas siguen evidenciado ese miedo a un uso libre de las
posibilidades comunicativas de la radio.
Si nos
centramos
en el caso de las radios libres, hay que señalar que su supervivencia en
Cataluña ha sido tortuosa desde sus inicios, y hasta el momento ha
estado marcada por la indefensión jurídica que supone la falta de
cualquier tipo de reconocimiento legal. A las acometidas represivas a
las que tuvieron que hacer frente la multitud de proyectos de la
efervescente escena de radios libres de finales de los años setenta, le
siguió una política del
laissez faire
que se ha mantenido hasta la actualidad y que ha tenido unos efectos
casi igual de desastrosos para estos proyectos de comunicación
alternativa.
A
parte
de
los problemas de subsistencia, propios de cualquier proyecto
autogestionado de información crítica y no comercial, hay que añadirle,
por citar otro ejemplo, los recurrentes ataques a sus frecuencias
efectuadas por parte de radios piratas comerciales, invasiones que se
han intensificado a medida que el dial se ha ido saturando por el
aumento progresivo de las emisiones.
Tras
largos años de contactos, negociaciones (y promesas) con los diferentes
representantes institucionales de la Direcció General de Mitjans
Audiovisuals, salió por fin a la luz el pasado 29 de julio en las
páginas del DOGC el “Projecte de decret dels serveis de comunicació i
audiovisuals sense ànim de lucre a Catalunya”, que, en teoría, debería
poner fin a esta situación de marginación premeditada. Dicho proyecto
declara que “els
serveis de comunicació audiovisuals prestats sense ànim de lucre són uns
importants instruments per a capacitar la ciutadania i estimular-la per
a participar activament en la societat civil, enriqueixen el debat
social i representen un instrument de pluralisme intern, o d’idees”.
Pese a ello, el proyecto de decreto supone a efectos prácticos un ataque
directo contra la libertad de expresión de la ciudadanía al restringir
de forma escandalosa el libre acceso al espacio radioeléctrico no ya de
las radios libres, sino de todos los integrantes implicados en el
denominado tercer sector de la comunicación.
Entre
las
principales
deficiencias del proceso de regulación llevado a cabo por el Departament
de Cultura i Mitjans de Comunicació como encargado de la elaboración del
proyecto, cabe destacar el no haber contado previamente con la
participación de los medios audiovisuales sin ánimo de lucro para poder
debatir los contenidos del mismo, o el haberlo publicado en pleno
periodo vacacional, dificultando así la organización social y una
discusión pública adecuada (ya que sólo se otorgaron veinte días hábiles
para examinarlo y formular las alegaciones pertinentes).
Si
nos
centramos en sus contenidos, la limitación del derecho a ese supuesto
bien público que es el espacio radioeléctrico se materializa en el
establecimiento de un procedimiento de concurso para poder obtener la
licencia de emisión. Dicho concurso, gestionado por el Consell
Audiovisual de Catalunya, impone una serie de requisitos y trámites
burocráticos de imposible cumplimiento por parte de los medios de
comunicación no comerciales, además de hacerles competir entre ellos con
el consiguiente intento de desarticular su unidad y acción conjunta.
Con
esta flagrante violación del artículo 19 de la Declaración de los
Derechos Humanos y del artículo 20 de la Constitución Española se abre
la veda para la ilegalización y la criminalización de aquellos medios de
comunicación no comerciales que no cumplan con esos parámetros impuestos
en ausencia de cualquier diálogo, o lo que es lo mismo, damos un paso
más hacia la imposición del pensamiento único.
* [Integrante de Contrabanda Fm, Radio libre y no comercial]
La
trampa audiovisual contra las iniciativas sociales
J.M. Martín Medem
En
América
Latina se están elaborando nuevas legislaciones para democratizar los
medios de comunicación (la de Argentina es la mejor) que reparten las
licencias de radio y televisión en partes iguales para el servicio
público, los negocios audiovisuales y las iniciativas sociales.
En
España
parecía que esa era la intención de la nueva Ley General de la
Comunicación Audiovisual al establecer "que la comunicación se preste a
través de una pluralidad de medios (públicos, comerciales y
comunitarios) que reflejen el pluralismo ideológico, político y cultural
de la sociedad" y que se garantizaría un espacio suficiente "para
atender las necesidades sociales, culturales y de comunicación
específicas de comunidades y grupos sociales, así como para fomentar la
participación ciudadana y la vertebración del tejido asociativo".
Pero
la ley no cumple lo que anuncia: limita al 25% la presencia estatal del
servicio publico, reduce al ámbito municipal las iniciativas sociales y
regala el 75% de las licencias a los negocios audiovisuales. Lo peor es
la reclusión municipal de las iniciativas sociales. No podrán, por
ejemplo, tener una radio o una televisión de difusión estatal o
autonómica los sindicatos, las universidades, las asociaciones de
consumidores o las coordinadoras estatal y regionales de las
organizaciones no gubernamentales de cooperación para el desarrollo.
La
reclusión
social se impone mediante una trampa del procedimiento. En
la declaración de intenciones, parecía que la Ley General de la
Comunicación Audiovisual democratizaba el acceso a los medios con la
igualdad en el reparto de licencias entre los negocios y las iniciativas
sociales pero
—mediante
una disposición transitoria— dejaba para un posterior reglamento "tanto
el procedimiento de concesión de la licencia como la concreción del
marco de actuación de los servicios de comunicación audiovisual
comunitarios sin ánimo de lucro".
Y
ya
han hecho la trampa. En el proyecto de real decreto por el que se
aprueba el reglamento técnico de los servicios de comunicación
audiovisual comunitarios sin ánimo de lucro, el gobierno impone como
zona de servicio la reclusión al ámbito municipal de las iniciativas
sociales en radio y televisión. Añade además una segunda limitación: en
localidades de más de 100.000 habitantes, las radios y las televisiones
de carácter social "no podrán alcanzar una cobertura superior al 20% de
la población del municipio".
Con
un reglamento técnico se introduce una exclusión política de
enorme importancia, al impedir el acceso social a los medios de mayor
difusión que resulta imprescindible para la democratización audiovisual.
Cajón
Desastre
El Lobo Feroz
Huelga Nacional Política
Eso es
lo que han hecho los egipcios, sí señor. Y han determinado una
transición que debe conducir a un régimen laico y democrático. La
agitación del multiverso árabe es una muy buena noticia: significa que
muchas personas saldrán del horizonte mental del feudalismo, la
religión, la desigualdad legal. El escaso apoyo oficial europeo a los
movimientos árabes causa vergüenza.
En
el
fondo Europa y nosotros somos así, señores. A partir de marzo los
turistas europeos surcarán el Mediterráneo en naves imponentes mientras
los emigrantes no europeos lo harán en patera. Eso es lo que tenemos los
europeos: la hipocresía de los gobernantes se corresponde con el
impresentable comportamiento de tantos paisanos, bien adaptados a las
relaciones entre las personas que propone la sociedad capitalista.
Pero ahí esta Gaddafi
En
Libia y en Bahrein se dispara contra la gente inerme. En Libia, se la
bombardea. Un paso más en la barbarie (y mañana, quién sabe, nos
puede tocar a nosotros). Gadafi debe ser juzgado y condenado: en Libia,
en el mejor de los casos, o por un tribunal penal internacional.
Boletín Oficial del Estado
Primera
semana de febrero. Asignación de las subvenciones estatales anuales a
partidos políticos: al Partido Popular, por un importe de 34.470.400,58
euros; al Partido Socialista Obrero Español, por un importe de
32.629.432,74 euros; al PSC-Psoe, 5.716.965,04 euros; a IU, por un
importe de 1.826.649,74 euros; al PNV, 1.151.023,89 euros.
Como
se puede ver, la falta de proporcionalidad entre votos y escaños de la
Ley electoral se traduce en una tremenda y mucha
mayor desproporción entre los fondos públicos asignados a los diferentes
partidos.
No
somos ciudadanos iguales. En subvenciones los votantes del Psoe ganan a
los de Izquierda Unida por 18 a 1 aproximadamente.
La naturaleza del regalo
Se
trata,
naturalmente, de los trajes de Francisco Camps, el presidente de la
Generalitat valenciana. "Nadie se vende por un traje", decía Mariano
Cero Principios Rajoy. Y, ciertamente, la cuantía de unos trajes es
—dada la cuantía de lo defraudado por la trama Gürtel— una migajita.
Pero lo que al Lobo le interesa es sobre todo la naturaleza del
regalo. El Lobo sabe que, en los tiempos que corren, la gente hace
regalos poco tradicionales: unos tickets de viaje, unas entradas para el
teatro, etc. Ahora bien: ¿trajes? ¿Trajes a medida?. Eso
supone una gran familiaridad entre donante y donatario. Comprar un traje
es algo muy personal; sólo los padres o esposas compran trajes a los
hijos o maridos, que por lo común se los compran solitos. Y un traje a
medida, por otra parte, supone una aceptación del regalo
prolongada y sostenida en el tiempo: pues hay que elegir tejidos y tomar
medidas, ir a pruebas del sastre, dar por bueno el resultado final. Son
varias y sucesivas las ocasiones de aceptación: ésta va mucho más lejos
que el recibo de un sencillo regalo ocasional cuya devolución podría
significar una ofensa al que regala. No. Aquí hay más. Complacida
complicidad y dilución del "efecto sorpresa" del regalo. La complicidad
viene establecida por la naturaleza misma de lo dado. Una complicidad
que confirma el "amiguito del alma" y el "te quiero un huevo", que a
pesar de lo modelnos que nos hemos vuelto causan vergüenza ajena.
Camps
es un personaje de Telecinco.
Ya lo
hemos visto en ocasiones anteriores: el PP espera que la justicia la
diriman los votos. O, en otras palabras: que la ciudadanía acepte la
corrupción y se ponga la venda ante los ojos. Al igual que hicieron
tantos italianos con Berlusconi.
Así
son
los que aspiran al gobierno, y no hay dios que nos asista.
González Pons
Ha
llamado
a tomar la calle como en Egipto. Recordémoslo. Puede ocurrir, si llegara
al poder el Partido Popular. Con más recortes sociales, menos servicios,
derogación de derechos civiles, corrupción canonizada y prolongación de
la crisis, ya me dirán.
No
estaría
mal una huelga nacional para reformar en profundidad el sistema
político a base de libertad, igualdad, solidaridad y responsabilidad.
Nucleares, no gracias.
El
lobby
nuclear ha ganado una batalla importante: las centrales nucleares ya no
tienen fecha de caducidad determinada. Un regalo de Zapatero y su
ministro de industria a Endesa e Iberdrola. Antes se sabía lo que decían
que podían durar esas centrales; ahora, ni se sabe.
Sólo
los simplones pueden creer que la energía nuclear es barata y
segura. Las compañías nucleares externalizan los costes y los
cargan a los contribuyentes. Ahí están los cementerios de residuos
nucleares. Y los gastos del Consejo de Seguridad Nuclear, con su deber
de sigilo incluido ("Los
miembros del Pleno deberán guardar sigilo, incluso después de cesar en
sus funciones, de cuantas informaciones reservadas o confidenciales
hubieran tenido", dice el Real Decreto de 5 de noviembre de 2010). El
secretismo que rodea todo lo nuclear habla por sí solo a grandes voces.
El coste del desmantelamiento futuro de las centrales, ¿es amortizado en
el coste de la energía o se traslada al erario público? El sigilo, ¿es
para que no nos inquietemos por los accidentes e incidentes
comunicados?
El
gobierno
ha tenido otra actuación innecesaria y peligrosa, imperdonable. Se abren
nuevos tiempos para las comisiones cívicas antinucleares.
Nucleares,
no gracias
Mesas cívicas, comisiones ciudadanas
Construyamos
redes reales, y no solamente virtuales, de personas contrapuestas a las
políticas neoliberales en todos los campos: en los centros de salud, de
educación, de trabajo, entre los jubilados, en la vida cívica, en los
sindicatos, en la ecología, en el transporte, en el uso del agua, en los
proyectos urbanos. Comisiones ciudadanas en pueblos, en barrios, en
empresas, donde se pueda. Eduquemos a nuestros conciudadanos para
impedir que comulguen con ruedas de molino. Critiquemos los modos de
vida que nos son impuestos por el poder. Obliguemos a que instituciones
y partidos den su brazo a torcer a la verdadera voluntad popular que
suplantan.
Poner
en pie un verdadero movimiento cívico exige ser capaz de arrimar el
hombro junto con gentes que no piensan exactamente como uno. Si hay
movimiento de verdad, el debate de ideas se abrirá paso por sí mismo.
Febrero 2011
La
biblioteca de Babel
Santos Juliá
Vida y tiempo de
Manuel Azaña (1880-1940)
Madrid, Punto de lectura, 2010, 560 pp. (1ª ed.: Taurus, 2008)
De
entre todos los
legados que dejaron los protagonistas de la Segunda República española,
el de Manuel Azaña fue uno de los más difíciles de recuperar una vez
iniciado el proceso de la transición a la democracia en España. No podía
ser de otra manera. Su férreo republicanismo era demasiado incómodo para
una clase dirigente que tenía que reformular el entramado político del
país partiendo de la intocabilidad de la institución monárquica. De
manera que Azaña quedó relegado a la paciente labor de los
historiadores, como Santos Juliá, cuya reciente biografía está destinada
a convertirse en una referencia de obligada lectura para los que quieran
acercarse al personaje. Se trata de un trabajo que abarca, con
equilibrio y rigor, las facetas personal, intelectual y política del
político alcalaíno, y del que emerge la imagen de un provinciano atraído
por la vivacidad del Madrid de la Restauración, de un español que miró a
la modernidad de París y de un republicano que intentó traducir el
progreso francés en un proyecto de transformación para una España aún
anclada en esquemas preilustrados. En definitiva, un regeneracionista
alejado del sentido trágico que imbuyó los relatos de la generación de
1898 y convencido de que “La República” no era sólo un régimen político,
sino toda una manera de entender la sociedad en base a los valores de
1789. Sin duda, una buena lectura sobre un gran protagonista del siglo
XX.
[Giaime Pala]
Javier Tébar Hurtado (ed.)
El movimiento
obrero en la gran ciudad: de la movilización sociopolítica a la crisis
económica
Mataró, El Viejo Topo, 2011.
Aunque
la historia del movimiento obrero no sea una de las modalidades
historiográficas en boga, la producción bibliográfica sobre el tema
continúa aportando interesantes novedades. Este libro es el resultado de
la reelaboración de las ponencias presentadas en un seminario
internacional celebrado en Barcelona en septiembre de 2009, y en él se
estudia el desarrollo del movimiento obrero en las mayores áreas urbanas
españolas (Barcelona, Bilbao, Asturias, Sevilla, Madrid, Valencia,
Vigo-Ferrol), además de Oporto, París y el norte italiano. La novedad
del libro reside en la atención que se presta a la interacción entre el
movimiento obrero y el espacio geográfico en que aquel se desarrolló, es
decir, la ciudad y su área metropolitana, buscando los puntos de
encuentro entre la historia urbana y la historia social como vía para
entender el devenir del movimiento obrero. El período estudiado va desde
los años sesenta, en los que vuelve a aparecer con fuerza la clase
obrera como actor social, hasta la nueva situación que se plantea ante
la crisis económica de los ochenta y el inicio de la hegemonía del
pensamiento neoliberal, profundamente antisindical.
Quizá se echa de menos un estudio comparativo entre los modelos
estudiados. La relativa celeridad entre la celebración de las jornadas y
la publicación del libro —algo, por desgracia, poco común— deja esta
comparación para futuros trabajos.
[José Fernando Mota Muñoz]
Günter Walraff
Con los perdedores
del mejor de los mundos
Anagrama, Barcelona, 2010
Walraff
ataca
de nuevo. Una vez más el periodista de izquierdas vuelve a utilizar su
vieja técnica del camaleón para meterse en las entrañas de la
sociedad alemana y sacar sus trapos sucios. Sus aventuras en diversas
empresas, como negro en un país de blancos, como sin techo en un país de
ricos, permite desvelar los posos de explotación brutal, de estafa, de
racismo, de exclusión que predominan en la sociedad alemana. Cualquier
sociólogo de academia debería aprender de sus métodos de investigación.
Muchos activistas pueden sacar ideas para acciones militantes. Más allá
de servir para saber qué ocurre de verdad en espacios habitualmente
fuera de foco, los trabajos de Walraff son una invitación a la
investigación activista, a denunciar con fundamento, a dar voz a los que
no tienen posibilidades de hacerse sentir.
[A. Recio]
Páginas amigas
Centre de Treball
i Documentació (CTD)
http://www.cetede.org
Nómadas. Revista Crítica de
Ciencias Sociales y Jurídicas
http://www.ucm.es/info/nomadas
El Viejo Topo
http://www.elviejotopo.com
La Insignia-
http://www.lainsignia.org
Sin permiso
http://www.sinpermiso.info/
Revista
mientras tanto
Número
115 [en distribución]
mientras
tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
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Invierno 2010
115
OBAMA, LA IZQUIERDA Y LA CRISIS DE LA DEMOCRACIA NORTEAMERICANA Andreu Espasa
CONTINUIDAD Y CAMBIO EN LA POLÍTICA EXTERIOR DE EEUU
Michael T. Klare
SOBRE EL PICO DEL PETRÓLEO. ENTREVISTA A ROBERT H. HIRSCH
Matthieu Auzanneau
ESTATUTO JURÍDICO DEL SAHARA OCCIDENTAL
José Antonio Yturriaga Barberán
CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO
RELIGIÓN Y FE HOY. UNA APORTACIÓN AL FORO MUNDIAL DE TEOLOGÍA Y
LIBERACIÓN
Jaume Botey
IGLESIA CATÓLICA Y ESTADO LAICO
Juan José Tamayo
ATEISMO Y LAICIDAD
Joan Carles Marset
SOBRE LAICISMO Y EDUCACIÓN
José Manuel Barreal
CONTRA LA AUTONOMÍA FEMENINA: EL ABORTO COMO MATERNIDAD NEGADA
Antonio Giménez Merino
CUESTIÓN DE PALABRAS
Álvaro Salvador
CITA
Georges Sorel,
Reflexiones sobre la violencia
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mientras
tanto bitartean mientras tanto mentrestant
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