mientrastanto.e Num. 86 del 12-2010

 mientrastanto.e
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB

Las grandes preguntas tras el crack
Por Armando Fernández Steinko

Cuaderno de crisis / 23
Por Albert Recio

A vueltas con el Sahara
Por Carles Mercadal

Tanques Leopard made in Spain para Arabia Saudí
Por Eduardo Melero Alonso

La enseñanza no es una excepción
Por José Manuel Barreal San Martín

Cajón Desastre
Por El Lobo Feroz

Noam Chomsky, el 11-s y Afganistán
Por J.L. Gordillo

Informaciones
· Comunicado del AEP  ante las luchas por una UB verdaderamente LAICA

· El gran casino europeo

La biblioteca de Babel
· La política y la justicia del sufrimiento
Antonio Madrid Pérez

· ¿Están en peligro las pensiones públicas
Vicenç Navarro, Juan Torres, Alberto Garzón

· Los cristianos
Jesús Mosterín

· El sastre de Ulm. El comunismo del siglo XX. Hechos y reflexiones
Lucio Magri

IV Muestra de Cine Árabe
Por Josep Torrell

Señora de
Un film documental de Patricia Ferreira

Páginas amigas
· Centre de Treball i Documentació (CTD)
· Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
·
El Viejo Topo
·
La Insignia
· Sin permiso

Revista mientras tanto
· Número 114

 


Número 86
Diciembre de 2010

Créditos · E-mail
Suscripciones

mt.e mientras tanto mt.e bitartean mt.e mientras tanto mt.e mentrestant

 

 

Las grandes preguntas tras el crack

Armando Fernández Steinko

La “gran depresión” que arranca con el crack de 2008 marca el fin de un sueño/pesadilla de un cuarto de siglo. El modelo neoliberal, que consiguió dividir a clases populares y clases medias enriqueciendo a grandes propietarios y rentistas, pilotó alrededor de la creación de una demanda ficticia. Ficticia porque no estuvo alimentada por las rentas del trabajo sino por la renta financiera e inmobiliaria, no por el pago del esfuerzo individual y colectivo, sino por el endeudamiento y la apuesta bursátil. El proyecto fue restaurador en lo social y lo ideológico porque trató de generar crecimiento hundiendo salarios y precarizando empleo. Pero sólo pudo durar casi tres décadas porque se ganó a una parte de las clases medias, e incluso a una fracción de las clases populares: aquellos con salarios regulares y capacidad adquisitiva suficiente para adquirir productos financieros e invertir en bienes inmuebles. Además, creó un sistema en el que la subjetividad y la inventiva ya no debía ser anulada por las cadenas de montaje y los directivos controladores, sino todo lo contrario. Surgió un segmento de asalariados cualificados que se identificaban con lo que hacían distanciándose de las reivindicaciones laborales clásicas. Son hombres y mujeres que se autoexplotan hasta romperse la salud porque han convertido las necesidades de la empresa en sus propias necesidades fisiológicas y a pesar de que la dinámica del máximo beneficio succiona su subjetividad, no por ello se identifican sin más con el resto del cuerpo laboral. El endeudamiento combinado con un trabajar sin fin —gratificante o repetitivo— ha terminado y con ello todo un sistema de reproducción cultural. El capitalismo feo español ha sufrido este cambio de forma más radical pues su sociedad del trabajo fue liquidada por la gran coalición monetarista que triunfó en la transición instalándose en fechas tempranas una economía de rentas, de rentas de todo menos de trabajo ¿qué va a pasar ahora?

Los bancos, que son los grandes ganadores del neoliberalismo, estuvieron a punto de perder el inmenso poder acumulado a lo largo de un cuarto de siglo. La única razón por la que “los expropiadores no fueron expropiados” en esos meses críticos de 2008/2009 no es ni económica ni técnica. La razón es política pues los gobiernos siguen siendo hoy los máximos representantes de los intereses financieros.  Es comprensible que la salida fuera la restitución de la la lógica del funcionamiento privado haciéndoles pagar a los ciudadanos dicho rescate con sus impuestos. Ahora los bancos hacen lo que siempre han hecho con el ahorro recibido: negocios para sus clientes, preferentemente para sus grandes clientes. Como en los años treinta el problema no es de escasez de dinero sino de exceso de dinero en manos equivocadas y ese exceso de liquidez seguirá ahí hasta que se produzca una reforma fiscal progresiva y un control de los flujos de capital. El capital sobreacumulado sin control ahora pasa a la ofensiva. Hace lo que tiene que hacer y lo que siempre ha hecho: buscar su máxima rentabilidad sin preocuparse del interés general. Ayer fue la apuesta sobre el precio del petróleo o las materias primas, hoy es la deuda soberana de un gobierno tras otro, mañana será otra cosa mientras persista la monumental liquidez. Hacia 1970 hubo una oleada de economistas y sociólogos neoliberales —Friedman, Bell, Huttington— que dijeron con claridad que democracia y desregulación financiera eran incompatibles, una verdad que no se han cansado de repetir los gobernadores de los bancos centrales desde entonces. El centro-izquierda español, que creó un Estado del Bienestar con financiarización, parecía demostrar lo contrario. Hoy las aguas retornan al cauce de la lógica y las finanzas fuera de control se meriendan uno a uno los contratos políticos de la postguerra.

La pregunta hoy es: ¿hasta cuándo, hasta cuándo los gobiernos, custodios de enormes maquinarias estatales, podrán cortar su principal fuente de legitimidad?, ¿hasta cuándo permitirán que los mercados les pongan al borde del abismo o incluso les empujen a él? La respuesta principal es otra vez política pero ahora lo es también técnica y económica pues es imposible que se recupere la economía por estas vías. Antes o después habría que domesticar al sector financiero y los primeros pasos ya se están dando, aunque darán sus frutos más adelante y la tasa de beneficios del sector financiero tenderá a caer. Puede ser que haga falta una réplica del crack del 2008, otro vislumbramiento del abismo para provocar los cambios, pero los bancos saben que la cosa no va a seguir como hasta ahora. Por eso se abalanzan sobre las universidades aprovechando el Plan Bolonia, por eso se abalanzan sobre las Cajas de Ahorros para deglutirlas, por eso acumulan provisiones antes que conceder créditos nuevos. La deuda de los bancos que ahora avalan los gobiernos es impagable y todos los coquetean con la idea de provocar inflación para devaluarla. También esto les hará a los bancos tragar aguas amargas, muy distintas a la horchata gratis de la que se venían hartando hasta ahora. Los fiscalistas irán ganando poder frente a los monetaristas y también esto les irá arrinconando ideológicamente. La sociedad se ha quedado sin dinero para financiar las infraestructuras que necesita para su reproducción: la sanidad, la educación, la reconversión energética, el cambio climático, el envejecimiento de la población, la planificación de unas ciudades cada vez más grandes. No va a haber dinero para nada al menos durante media o tal vez incluso una generación entera y esto en medio de una civilización derrochadora de recursos. Los gobiernos seguirán bombeando recursos públicos hacia el sector privado en espera de que éste cree empleo. Se intentará hundir aún más los salarios para ser competitivos hacia fuera, se forzarán aún más las exportaciones para sanearse a costa del vecino y habrá escaramuzas proteccionistas para intentar evitarlo sin que se note, incluidas las devaluaciones directas e indirectas. Pero no será posible continuar mucho tiempo con esta transferencia de recursos colectivos, de salarios e impuestos a las empresas privadas que no van a solucionar nunca por sí mismas el problema del desempleo. Será un juego de suma cero incapaz de sacar a la economía mundial de lo que se antoja como un largo período de “crecimiento estacionario”, de cuasi estancamiento. Al no contemplarse la reforma fiscal, la liquidez seguirá tiranizando a las poblaciones pero ya no se las podrá compensar con una demanda ficticia basada en el endeudamiento. Esto cuarteará las alianzas entre neoliberalismo y sociedad, algo que aquél intentará evitar por todos los medios, por ejemplo recurriendo al populismo, a un shock externo (efecto Pearl Harbour) o a cualquier otra forma extraeconómica que permite una movilización rápida y masiva de las poblaciones. Pero antes o después la economía tendrá que dejar de ser la suma de rentabilidades individuales, antes o después habrá que hablar de una  economía-de-toda-la-casa. Esta no tiene que ser necesariamente progresista: es posible una economía-de-toda-la-casa reaccionaria, conservadora de las actuales estructuras de poder y de propiedad basada en la coerción hacia dentro y hacia fuera.

¿Cómo van a responder las poblaciones? Las dos últimas veces que se dio una situación similar, en el último cuarto del siglo XIX y en el período de entreguerras, el nacionalismo le abrió el campo ideológico a la reacción. En los años 1930 toda Europa, con la excepción de Escandinavia y las dos breves primaveras de España y Francia, se decantó hacia la derecha mientras América prácticamente entera lo hizo hacia la izquierda. Pequeños autónomos y grandes propietarios consiguieron desmontar el sufragio con ayuda del ejército. Puede parecer que el patrón se repite, pero no así la historia. Ecos reaccionarios nos llegan de algunos países del Este destrozados por las curas neoliberales de los noventa y músicas similares cuajan en los intersticios de los partidos del centro-derecha occidental. La primera reacción al crack de 2008 por parte de los gobiernos de Francia y de Rusia fue duplicar el gasto militar: una medida que apunta a la versión reaccionaria de la economía-de-toda-la-casa. Alemania empieza a despertar susceptibilidades en Francia y Gran Bretaña, lo cual explica el reciente pacto de colaboración nuclear. ¿Son sólo escaramuzas?. Las rupturas históricas son siempre el resultado de una acumulación de escaramuzas. No es tan fácil que este patrón se pueda generalizar por mucho que se siga invocando el peligro terrorista para asustar a las clases medias o el problema migratorio para narcotizar a las clases populares. No hay dinero y no lo habrá si no se trastocan los actuales poderes de clase. El rechazo del autoritarismo está fuertemente implantado entre amplios sectores de las clases asalariadas occidentales aunque esto no impide el desarrollo de nuevas formas de movilización en torno a una versión reaccionaria de una economía-de-toda-la casa. Ahí donde los autónomos tipo “Joe el fontanero” de MacCain alcanzan porcentajes muy elevados, como en la Italia de Berlusconi, en la costa mediterránea del Partido Popular o en las profundidades de los Estados Unidos, hay ya materia prima para algo parecido. La llave la tiene el sector profesional, ese trabajador que se ha desvinculado de las reivindicaciones clásicas y que sigue distanciado de las clases populares buscando salidas individuales.

¿Cómo van a responder las poblaciones? En un primer momento la distancia entre clases medias y clases populares, la clave del futuro político del mundo occidental, aumentará con la privatización de servicios públicos que no se van a poder financiar por falta de recursos. La esperanza de vida entre ricos y pobres aumentará, las ciudades se degradarán junto a las universidades públicas, los espacios comunes que hoy comparten clases medias y populares —barrios, plazas, colegios— irán borrándose poco a poco. Pero esto sólo podrá ir un poco lejos en las zonas más lindas del capitalismo, aquellas con una alta concentración de profesionales autónomos cualificados y un alto poder adquisitivo: las grandes ciudades, el eje que atraviesa Europa desde el sur de Inglaterra hasta el norte de Italia pasando por el Benelux y el valle del Rin. En el resto del territorio la clase media no tendrá recursos para pagarse los servicios que necesita y caerá en una espiral de empobrecimiento. En los parques abandonados a su suerte se encontrará con las clases populares aún más empobrecidas que ellas ¿Para hacer el qué? Tal vez para formar un bloque social con capacidad de forzar una versión no autoritaria de una nueva economía-de-toda-la-casa, de-todo-el-planeta.

—Madrid, noviembre 2010
[A. Fernández Steinko es Profesor de la Universidad Complutense de Madrid]

  

 

Cuaderno de crisis/23

Albert Recio

Economía del colapso

Aunque en nuestra imaginación las catástrofes suelan adoptar una forma apocalíptica, como en el desastre de Hiroshima y Nagasaki, a menudo tienen formas menos teatrales: una sucesión de pequeños desastres que acaban por generar un resultado brutal. Muchas de las mayores tragedias de la humanidad, como la sucesión de grandes guerras, han venido precedidas por esta dinámica de los pequeños fallos que al final han conducido a una crisis inevitable. Ésta es la forma que siempre he pensado que va a tomar posiblemente ya ha tomado la crisis ambiental y la forma que está adoptando la evolución de la actual crisis mejor, recesión económica. Mientras suceden una serie de desastres intermedios aún queda espacio para enderezar el rumbo, pero el apego a una línea de conducta inadecuada bloquea esta posibilidad y conduce a una situación fuera de control.

Estamos asistiendo a un nuevo episodio de este espiral de tragedias. Una nueva tormenta irlandesa (siempre hay un país que sirve para nombrar cada capítulo, un nombre que sirve para eludir el carácter sistémico del proceso) que, de momento, ya ha justificado un plan de rescate y su contrapartida de costes sociales, pero que anuncia nuevos episodios (como los viejos comics de “aventis”) enfocando a Portugal, a España y, más allá, a Italia y Bélgica. Si el rumbo no cambia parece evidente que el ajuste español, por su tamaño, acarrearía un salto cuantitativo importante. Que el modelo irlandés era inestable lo veía cualquiera que no hubiera sido adoctrinado en la dogmática de la economía neoclásica moderna. Pero el ajuste actual no se explica sólo en los fallos del modelo sino también en la contumacia de las recetas.

Por una parte desde el crac de Lehman Brothers la consigna ha sido no dejar quebrar ningún banco más. En teoría esto se limitaría a aquellos con un tamaño multinacional, pero en la práctica la cobertura se ha extendido a un número mucho mayor de entidades. Ello supone una ruptura de la lógica normal de la economía mercantil, que permite la quiebra o concurso voluntario. (El acreedor deja de pagar, negocia una “quita” o reducción de su deuda, unos plazos de pago generosos y, si todo ello es insuficiente, se liquida; lo que supone que los deudores pierden parte de sus ingresos, pagan por sus errores a la hora de evaluar riesgos). La única forma de evitar este proceso es transfiriendo la deuda al sector público, impidiéndo a éste actuar como un ente privado y por tanto endeudando de sopetón al conjunto de la población. La justificación que se da al impedimento de la quiebra bancaria es que, de producirse, afectaría gravemente al hipersensible sistema financiero, lo que generaría un proceso en cadena de incalculables y peligrosas consecuencias. Pero si se acepta este razonamiento, lo que hay que hacer es una regulación/reordenación del sistema financiero que reduzca su hipersensibilidad, que imponga cortafuegos, impida comportamientos erráticos, corte la especulación generadora de desastres. El sistema financiero siempre ha sido una fuente de problemas, pero no cabe duda que la liberalización neoliberal ha incrementado su inestabilidad y sin reconducir este problema sólo queda averiguar dónde estallará la próxima bomba y a qué país le tocará aplicar un ajuste/rescate.

Por otra parte está la Unión Europea. Creada con un modelo que por un lado deja sin control los movimientos del capital y por otro genera directrices rígidas a seguir por los gestores públicos. Un modelo de actuación impuesto al alibi por la dogmática neoliberal y por la pretensión de los grandes países (especialmente Alemania) de imponer sus directrices al resto. El resultado es un modelo que ha fallado en la prevención de los problemas (es notorio el nulo control del pomposo Banco Central Europeo sobre la actuación de la banca privada) y constituye un fracaso en el tratamiento de la enfermedad. La política de austeridad impuesta a los países con problemas no sólo genera enormes costes sociales sino que convierte el endeudamiento en un mal endémico para muchos años. La negativa del BCE a intervenir en el mercado de la deuda (como sí lo ha hecho la Reserva Federal comprando cantidades ingentes de bonos basura) alimenta las tensiones financieras de los estados en dificultades, pues permite a los piratas financieros hacer “apuestas” que fuerzan a incrementos criminales de los tipos de interés. Muchas de estas presiones no se hubieran desencadenado si el BCE hubiera adquirido deuda griega e irlandesa y mucho menos si no se hubiera forzado a los estados a “socializar” las deudas privadas de sus bancos.

El camino del desastre está marcado por políticos y técnicos incompetentes que no saben reconocer que el manual con que se orientaban lo había escrito gente fantasiosa pero poco realista. La fuerza de los intereses creados, de un sistema financiero todopoderoso impone un guión de tragedia griega. Con sujetos que no pueden escapar de una lógica atroz. La combinación de poderosos, y obsesivos, intereses de la elite mundial con la desorientación, seguidismo y conservadurismo de los dirigentes públicos (políticos y asesores) configura un cóctel letal para el bienestar de la inmensa mayoría de la población.

Nos quieren hacer pagar por un endeudamiento que es, básicamente, el resultado de los problemas generados por el modelo neoliberal: el desequilibrio exterior recurrente de muchos países, las desigualdades de renta intolerables y un sistema financiero desbocado. Sin atajar estas tres grandes cuestiones la sucesión de sociedades con problemas será persistente (y su injusta traducción en graves costes sociales para la mayoría). Y por ello hay que partir de la base de que el tema de la deuda no tiene solución sin una reducción de la misma. Y la vía que se me ocurre más sencilla es dejar que los grandes deudores privados, los bancos con problemas, quiebren y funcionen los mecanismos clásicos de la quita y el aplazamiento de pagos. Evidentemente no es la solución global. Pero sí puede ayudar a impedir la expansión de una dinámica enloquecida, al tiempo que ponga a debate las estructuras profundas que están en el origen principal de los problemas: la dinámica de la globalización, las políticas neoliberales, el modelo de construcción europea...

En manos de los pirómanos

Tras examinarse ante los grandes financieros internacionales, ahora Rodríguez Zapatero ha repetido ante los verdaderos amos del país. Sólo ha sacado de la convocatoria, por razones de imagen, a las principales empresas de capital multinacional que controlan posiciones clave en el sector industrial (aunque la presencia de multinacionales es tan grande que no ha podido evitarlas del todo, Agbar y Cepsa se han colado en la convocatoria). Se trata de una muestra representativa de quién manda en el país, de cuáles son sus intereses reales, de cuál es su grado de control sobre las decisiones públicas.

Si adoptamos un punto de vista sectorial, encontramos 7 empresas financieras (Santander. BBVA, Banco Popular, Banco Sabadell, la Caixa, Caja Madrid y la aseguradora Mapfre), 8 ligadas a la construcción y a la gestión de servicios públicos (ACS, FCC, Acciona, OHL, Sacyr, Ferrovial y las ingenierías Técnicas Reunidas y Abengoa ), 5 energéticas (Repsol, Cepsa, Gas Natural, Endesa, Iberdrola), 5 gestoras de servicios públicos (Hispasat, Telefónica, Abertis, Agbar y la aeronaútica Iberia), 3 turísticas (Sol Melià, Globalia y Riu), 3 de distribución (el Corte Inglés, Inditex-Zara, Mercadona, más el representante de Anfac), 2 de medios de comunicación (Telecinco, Planeta) y sólo 5 ligadas a distintas actividades industriales y tecnológicas: Gamesa (equipos eólicos), Indra (electrónica), MCC (grupo de las cooperativas vascas), Grifols (farmaceútica) y Ebro Foods (alimentaria). Esta sola enumeración es significativa del peso que tienen las distintas actividades en el núcleo central de nuestro capitalismo. La mayor aglomeración sectorial se encuentra también en aquellos que han protagonizado la burbuja financiero-constructora. Por el contrario conviene subrayar que el único grupo con una presencia claramente industrial es, no casualmente, un grupo cooperativo que, por muchas cuestiones críticas que tiene abiertas, sigue funcionando con una lógica bastante distinta que la que ha regido en las empresas capitalistas prototípicas.

Hay otras lecturas posibles de esta “selección nacional”. Por ejemplo, resulta palpable que once de las empresas participan del patronato de la Fundación Fedea, el principal productor de propuestas neoliberales y de reformas estructurales del país (sólo cuatro de sus empresas-patrones han sido excluidas del magno evento, la extranjera BP, las menores Bolsa de Madrid e Ibercaja y el grupo March, ya representado a través de sus participadas ACS y Abertis). Muchos de los presentes han firmado asimismo el documento, también neoliberal, de la Fundación Everis. El peso de empresas cuyo negocio se basa en la gestión de servicios públicos o el suministro público es aplastante (incluidas aquellas que provienen directamente de las privatizaciones de la década pasada). No era por tanto imaginable que de la mayoría de estas empresas salieran propuestas orientadas a un cambio profundo del modelo productivo, sino más bien demandas que refuercen sus líneas de negocio. Ellas han sido las principales creadoras-beneficiarias del modelo que nos ha conducido al desastre. Y en lugar de exigirles responsabilidades y emprender su reforma estructural, se les pide una vez más que sigan orientado nuestro futuro.

El resultado de la reunión ha seguido la pauta esperada. Más bien han sido las empresas las que le han marcado el camino al Gobierno, y le han exigido “que no le tiemble el pulso”, que no ceda ante las presiones sociales. Y han sido precisos en sus demandas: culminar la concentración/privatización de las cajas, aclarar el modelo energético (freno a las renovables que complican el modelo de negocio) y, sobre todo, reforma laboral y de pensiones. Ya ha salido la propuesta de crear un organismo nacional de control de la competitividad para “poner presión”, o sea institucionalizar el desguace de derechos sociales, la eliminación de barreras ambientales, condicionar la entera vida social al evanescente objetivo de la competitividad.

En una lectura crítica, el grado de sumisión de los poderes públicos a los intereses de una minoría que globalmente representa un modelo de capitalismo rentista y parasitario resulta absolutamente escandalosa. Desde una perspectiva democrática, constituye un acto absolutamente irresponsable que las únicas voces que escuche un presidente de Gobierno de izquierdas sean las de estos intereses oligárquicos o las de sus asesores áulicos (los 100 insignes). Desde una perspectiva reformista, el desprecio que se hace al tejido social (incluso a los segmentos más vivos del mundo empresarial) demuestra la estolidez de unas elites dirigentes que sólo son capaces de pensar la economía en clave de unos pocos intereses. El gobierno se rebaja a ser un mero ejecutor de los grandes intereses, con unas formas que nos llevan a recordar las más esquemáticas formulaciones marxistas sobre el papel del Estado. Podemos pensar en inculpar a estos dirigentes políticos por alentar a los que han creado un grave problema de inseguridad económica.

Macroproyectos y saqueo público

Los grandes proyectos de infraestructuras se hacen más en función de los beneficios que de las necesidades reales. Sus promotores y propagandistas exageran siempre los beneficios potenciales y minimizan sus impactos sociales y ambientales. Para el negocio todo vale. Es algo que economistas ecológicos como José Manuel Naredo y Federico Aguilera llevan años demostrando. La “crisis de las autopistas” constituye un ejemplo de libro de todo este entramado de intereses, despilfarro y saqueo público.

El Gobierno del PP impulso la construcción de una nueva generación de autopistas de peaje, la mayoría en las cercanías de Madrid (radiales, eje Aeropuerto, Madrid-Ocaña-La Roda, Madrid-Toledo) y en el Sureste (circunvalación de Alacant, Alacant-Cartagena,  Cartagena-Vera). Una vez realizados estos proyectos, que se han financiado con avales públicos que totalizan 3.513 millones de euros, se han demostrado un fiasco. Por dos razones básicas: porque el tráfico real es muy inferior al previsto para justificar el proyecto (en el caso más escandaloso, la Madrid-Barajas, sólo se ha llegado al 13% del tráfico previsto) y porque algunos fallos judiciales elevaron sustancialmente el pago de las indemnizaciones a los propietarios de los terrenos expropiados para construir las vías. Todo un clásico de los macroproyectos: exageración de los beneficios potenciales y saqueo de los intereses de personas con poco poder social. Lo lógico, de seguir los manuales de capitalismo competitivo, es que las empresas que erraron sus previsiones apechuguen en forma de pérdidas. Pero en el neocapitalismo oligárquico los problemas se resuelven apelando una vez más al paternalismo sumiso de papá Estado, y así las autopistas (sus promotores) van a ser salvadas con dinero público: Por una parte con créditos participativos del Gobierno (inicialmente 135 millones de euros, hasta alcanzar los 250 millones), esto es, créditos que pasan a convertirse en capital no recuperable en caso (seguro) de pérdidas. Y por otra parte con una aportación de 80 millones de euros como “adelanto de ingresos”, justificados como la diferencia entre los ingresos reales por peajes y el 80% de los ingresos teóricos previstos en los próximos tres años (algo totalmente fantasioso visto el bajo nivel de uso de estas autopistas). Como parece que el PP está poniendo trabas a esta última cuestión, el Gobierno ya ha aprobado el pasado 26 de noviembre un nuevo régimen tarifario y una prolongación del plazo de concesión a alguna de estas empresas (la RII de Madrid, la Alicante-Cartagena). Seguramente el siguiente paso será la nacionalización completa, regada eso si de una nueva compensación.

A riesgo de pasar por demagogo no me resisto a transcribir los nombres de los propietarios beneficiados por la medida. No hace falta ser muy experto en economía para adivinar los nombres de los interfectos: Abertis, Acciona. ACS, OHL, FCC, Ferrovial, Sacyr, OHL, Caja Madrid (todos invitados por Zapatero) a los que se suman algunos elementos de la segunda línea de empresas constructoras (Comsa Emte, ICC, Ploder, Sando, Azvi). Puestos a ser malpensados vale la pena anotar que casi todas las empresas del núcleo duro aparecen implicadas en varios de los más importantes escándalos de corrupción que asolan el país, como el caso Brugal (Sacyr),  Orihuela (ACS, Acciona), Telde (ACS) o el Palau de la Música (Ferrovial). Eso sí: todos ellos empantanados en complejos procesos de los que nunca se llega a ver la salida. Es incluso morboso detectar que ha sido el grupo parlamentario de CiU el principal promotor de la medida. Una buena muestra de su modelo de colaboración público- privada.

Más allá de la anécdota cruel de inflar con fondos públicos la cuenta de resultados de unas empresas incompetentes (pues ello y no otra cosa es invertir en una actividad que no tiene mercado) lo que este caso muestra a las claras es la lógica de muchas de las políticas de infraestructuras: megaproyectos pensados sobre todo desde el punto de vista de conseguir transferencias públicas a costa de construir equipamientos infrautilizados, de tronchar el territorio, de destruir otras formas de actividad y de generar graves problemas ambientales. Tdo ello da una idea de cómo estamos sometidos al poder obsceno de una oligarquía despiadada y unos políticos sin sentido de lo público.

 

 

A vueltas con el Sahara

Carles Mercadal

El pasado 8 de noviembre, fuerzas policiales marroquíes desalojaban con gran brutalidad el campamento de Agdaym Izik, emplazado en las afueras de El Aaiún, en el que unos 20.000 civiles saharauis estaban instalados desde hacía un mes para protestar por las draconianas condiciones de vida impuestas por Marruecos a los habitantes del Sahara Occidental. Aunque, a estas alturas, la férrea censura impuesta por Rabat todavía no ha permitido esclarecer qué sucedió exactamente en esas jornadas dramáticas ni qué cantidad de víctimas mortales ocasionó la violenta intervención de la policía marroquí, fuentes saharauis e independientes han hablado de una represión durísima, con varias decenas de muertos, más de medio millar de heridos y al menos doscientos desaparecidos, cifras todas ellas mucho más elevadas que las proporcionadas por el gobierno de Marruecos, que ha insistido sobre todo en el fallecimiento de una docena de agentes propios y sólo ha reconocido la muerte de dos civiles saharauis, que, para más inri, ha achacado a causas accidentales.

Lo sucedido el pasado mes en El Aaiún supone otra vuelta de tuerca, la más feroz de los últimos años, en una situación caracterizada desde hace ya tres decenios y medio por las míseras condiciones en que se ven forzados a vivir los saharauis de los campamentos de refugiados de Argelia y por la opresión y el hostigamiento constantes a que se ven sometidos los saharauis residentes al otro lado del muro de casi 2.800 kilómetros levantado por Marruecos en pleno desierto, en el territorio no autónomo —es decir, pendiente de descolonizar— que dicho país controla ilegalmente desde 1975. Pocas novedades, pues, en las escasas noticias que nos han llegado desde El Aaiún en las últimas semanas: como de costumbre, siguen produciéndose detenciones arbitrarias, encarcelamientos en condiciones infrahumanas, torturas sistemáticas, violaciones de mujeres, ejecuciones... sólo que ahora a una escala mucho mayor. Y pocas novedades, también, en la respuesta ofrecida por el gobierno de España, el del Estado que lleva 35 años sin asumir sus responsabilidades como antigua potencia ocupante, obligada según el derecho internacional a liderar un proceso de descolonización que debería haber conducido a la celebración de un referéndum de autodeterminación. Hasta el momento, las declaraciones realizadas por los diferentes representantes del gobierno español han constituido un cúmulo vergonzante de despropósitos, desde las del ministro del Interior Pérez Rubalcaba (“El ministro de Interior marroquí me ha dado una explicación de todos los acontecimientos que refuta las acusaciones graves”) hasta las de la ministra de Exteriores, Trinidad Jiménez —Trini la de la Trila para los amigos—, que declaró que “no puede calificarse a Marruecos de potencia ocupante puesto que el ejercicio de facto que hace en el territorio de El Aaiún no es producto de un conflicto bélico ni de un elemento de fuerza sino de un acuerdo”. Y esto último lo ha dicho sin empacho alguien que en julio de 2003 se manifestó en Madrid por un “Sahara libre” y exigió al gobierno del PP que se comprometiera con la causa saharaui.

El actual gobierno español, que además de estar adscrito a la Internacional Socialista destaca también por el entusiasmo con que suele adherirse a los postulados de la Internacional de la Razón de Estado, siempre se ha escudado, en lo tocante a este asunto, en los lazos e intereses que unen a España con Marruecos. Y la verdad es que razón, valga la redundancia, no les falta. Por eso, no está en modo alguno fuera de lugar preguntarse: ¿tendrá algo que ver la postura del gobierno español respecto de lo sucedido en el Sahara Occidental con que Marruecos sea el séptimo importador mundial de armamento de fabricación española, el segundo entre los países no pertenecientes a la UE?; ¿tendrá algo que ver que en la última década España haya vendido armas a Marruecos por valor de más de 200 millones de euros?; ¿tendrán algo que ver los intereses pesqueros españoles en las aguas territoriales saharauis, donde el acuerdo pesquero firmado en 2007 entre la Unión Europea y Marruecos permite a la flota española esquilmar los caladeros de un territorio que formalmente sigue siendo una colonia?; ¿tendrá algo que ver la factoría de envasado que tiene en El Aaiún la empresa conservera Damsa, de capital gallego, que cada año suministra más de 30 millones de latas de sardina y caballa a las empresas Rianxeira y Escuris y a las marcas blancas comercializadas por Mercadona?; ¿tendrán algo que ver las cuantiosas importaciones de fosfatos por parte de empresas químicas como la catalana FMC Foret, un recurso abundante en el Sahara Occidental que se encarga de explotar en exclusiva una empresa propiedad del rey de Marruecos —ese que se gasta un millón de dólares diarios sólo en el mantenimiento de sus palacios— y por el que la población autóctona no recibe ninguna compensación económica?; etcétera, etcétera (puede consultarse en este sentido la excelente página web http://www.wsrw.org/index.php?dl=es)

Ni las empresas españolas son las únicas en participar en el saqueo impune de los recursos saharauis, ni España es el único exportador de armas a Marruecos (en eso Francia se lleva de largo la palma), pero ello no quita que sea plenamente exigible un cambio de rumbo inmediato a los responsables de un gobierno que, con su postura y sus declaraciones, ha estado restando importancia a un acto de represión bárbaro, sigue colaborando en el aplazamiento sine die de la resolución pacífica y justa del conflicto, y contribuye a que el Frente Polisario se plantee retomar la vía armada tras la tregua que declaró en 1991. 

 

 

 

Tanques Leopard made in Spain para Arabia Saudí 

Eduardo Melero Alonso

Según el diario El País (25/10/2010), España está negociando la venta de carros de combate Leopard a Arabia Saudí. La operación incluiría entre 200 y 270 tanques y podría superar los 3.000 millones de euros, lo que la convertiría en la mayor exportación de armamento de la historia española.

La noticia aporta pocos datos sobre cómo se ha llevado a cabo la negociación, salvo que comenzó en mayo de 2008, a partir de una visita del Rey Juan Carlos a dicho país. A buen seguro ha jugado un importante papel la Agregaduría de Defensa española en Arabia Saudí. Las Agregadurías de Defensa actúan como medio representantes medio intermediarios de la industria de guerra española, siendo un engranaje más de la organización administrativa que se encarga de poner en práctica la política de fomento de las exportaciones de armamento españolas.

Es muy probable que el contrato ya esté firmado. A principios de noviembre visitó nuestro país el príncipe Khaled bin Sultan, Ministro adjunto de Defensa y Aviación de Arabia Saudí, quien se entrevistó con la Ministra de Defensa, con el Presidente del Gobierno y con el Rey de España.

Aunque el contrato ya esté firmado, hay que tener en cuenta que para poder exportar armamento se requiere una autorización administrativa. En concreto, el órgano administrativo que decide sobre la autorización es la Junta Interministerial Reguladora del Comercio Exterior de Material de Defensa y de Doble Uso, la JIMDDU.

Uno de los criterios que ha de tenerse en cuenta a la hora de autorizar las exportaciones de armamento es el respeto a los derechos humanos en el país de destino. La situación de los derechos humanos en Arabia Saudí no es nada ejemplar. Según Amnistía Internacional, en Arabia Saudí se persigue a los opositores al régimen, se detiene a las personas por sus creencias religiosas o por su orientación sexual, las mujeres son discriminadas y sometidas a violencia, y se ejerce tortura en las prisiones del país. Además, los carros de combate Leopard podrían utilizarse en el norte de Yemen. Por todas estas razones, varias ONG han criticado la venta de tanques Leopard a Arabia Saudí, entendiendo que ello vulneraría la legislación española.

La legislación sobre el control del comercio de armamento no deja de ser problemática. La Posición Común de la Unión Europea 2008/944/PESC no prohíbe taxativamente la exportación a países en los que se haya constatado graves violaciones de los derechos humanos. Además, permite que los Estados exportadores tengan en cuenta sus intereses económicos, sociales, comerciales e industriales. En este sentido, según la noticia de El País, el Ministerio de Defensa español estaría encantado de ceder los 50 tanques Leopard que tiene pendientes de recibir en 2011, con el consiguiente ahorro presupuestario. Según ha informado posteriormente Infodefensa.com (9/11/2010), el Ministerio de Defensa solamente va a recibir 14 tanques Leopard durante el año 2011. Además, el contrato garantizaría carga de trabajo a Santa Bárbara para casi una década y beneficiaría a decenas de empresas españolas. Arabia Saudí es un buen cliente de la industria armamentista española. Durante el período 1999-2008 se exportó a Arabia Saudí armamento por un valor de 69 millones de euros. También hay que tener en cuenta los intereses estratégicos de Estados Unidos. Este país venderá a Arabia Saudí armamento por valor de 43.000 millones de euros, incluyendo aviones de combate F-15, 70 helicópteros de combate tipo Apache y 72 tipo Black Hawk, así como sistemas de misiles THAAD. De esta forma Estados Unidos rearma a su aliado con la vista puesta en Irán.

Con todos estos datos, no hace falta ser adivino para deducir que la JIMDDU no pondrá ningún reparo a la exportación de tanques Leopard a Arabia Saudí. En cualquier caso, no podremos saber qué argumentos se utilizarán para autorizar la exportación. Y ello porque el Gobierno ha clasificado como secreto de Estado el contenido de las actas de la JIMDDU.

Según la Ley sobre Secretos Oficiales sólo puede clasificarse una información como secreto de Estado si su conocimiento público puede dañar o poner en riesgo la seguridad y defensa del Estado. Resulta curioso ver cómo se utiliza el secreto de Estado en materia de comercio de armamento. El Gobierno no considera que se pueda poner en peligro la seguridad y defensa del Estado si se publica una noticia sobre la venta de tanques Leopard a Arabia Saudí. De hecho, si nos hemos enterado de la venta es porque algún miembro del Gobierno o algún alto cargo del Ministerio de Defensa ha querido que se supiera, y por eso se lo contó al periodista que escribió la noticia. Sin embargo, para el Gobierno conocer las concretas razones en las que se basa la autorización de la exportación sí pone en peligro la seguridad y defensa del Estado y, por tanto, estas razones no pueden ser conocidas por los ciudadanos.

La noticia tiene también algunos flecos y algunas cuestiones que, aunque no se han planteado, no dejan de tener interés. En primer lugar, se nos informa que el Ministerio de Defensa se comprometió en su día a adquirir más carros de combate Leopard de los que eran necesarios. ¿Influyó en dicha decisión el complejo militar-industrial patrio? ¿Ello es una muestra más de que el ejército español está sobredimensionado?

La noticia no hace ninguna referencia a las partidas presupuestarias que se han destinado al desarrollo en España de los carros de combate. Durante el período 2006-2010, la empresa General Dynamics–Santa Bárbara, fabricante del Leopard en España, ha recibido un total de 507 millones de euros de los Presupuestos Generales del Estado en concepto de préstamos a largo plazo y anticipos sin intereses. Ahora que parece que han conseguido una buena venta y teniendo en cuenta las previsiones de reducción del déficit público: ¿le exigirá el Gobierno español a Santa Bárbara la devolución de dicho dinero?

Esos 507 millones de euros proceden de las partidas presupuestarias del Ministerio de Industria destinadas a investigación y desarrollo. Los tanques Leopard han sido diseñados por dos empresas alemanas, Krauss-Maffei Wegmann y Rheinmetall, que son las dueñas de las patentes y tienen que dar el visto bueno a la venta de los tanques. Según El País como recibirán al menos el 30% del precio del contrato, es muy probable que las empresas alemanas no veten la operación. De ello se deduce que Santa Bárbara se limita a fabricar un producto ajeno, sin haber llevado a cabo ninguna actividad que pudiera considerarse como auténtica investigación. Uno de los argumentos que se suelen utilizar para justificar la inversión en I+D militar es que esta investigación es también aprovechable por la industria civil. Sería muy de agradecer que algún responsable público nos explicara qué aplicaciones civiles se han obtenido de los 507 millones de euros destinados al desarrollo en España de los carros de combate Leopard.

Y para concluir, si Santa Bárbara fabrica bajo licencia unos tanques diseñados y patentados en Alemania, ¿por qué razón prefiere Arabia Saudí comprar la copia española en vez del producto original alemán? ¿Porque Santa Bárbara va a instalar aire acondicionado en los Leopard?

El mercado armamentístico está fuertemente intervenido por los gobiernos. Lo normal es que el país que compra armamento exija al vendedor contrapartidas, que pueden ser de carácter militar o civil. ¿Qué contrapartidas ha exigido Arabia Saudí al gobierno español? En la base sevillana de Morón de la Frontera se están entrenando pilotos saudíes. De hecho, uno de ellos murió en agosto al estrellarse el Eurofigther que pilotaba. Alguna contrapartida más tiene que haber, ya que hay en juego 3.000 millones de euros. O quizá no se trata de contrapartidas, sino que se le ha adjudicado el contrato a Santa Bárbara para agradecer los servicios prestados por el ejército español en Irak y en Afganistán.

 

 

La enseñanza no es una excepción

José Manuel Barreal San Martín

La crisis económica y social en la que estamos ubicados lo justifica todo. Es un momento crucial en el que los derechos adquiridos por la ciudadanía están en entredicho y de la noche a la mañana, sin preaviso ni negociación, se esfuman como azucarillo en agua. Y esta devaluación de derechos se está instaurando, ahora, en el sistema de enseñanza en sus diferentes modalidades.

En nuestro país, durante el proceso del buscado y nunca encontrado Pacto Educativo, el ministro Gabilondo sostuvo que mantendría, aún sin firma, los 1.500 millones de euros (en este momento no se sabe qué fue de ellos) adicionales para las “medidas de mejora” que consideraba imprescindibles para situar nuestra enseñanza en los niveles que le corresponde en Europa. Parece, a la luz de lo que está ocurriendo, que los centros escolares se conformarían, aunque no hubiera esas mejoras prometidas, con mantener al menos las condiciones de años anteriores. Sin embargo, parece que el camino es otro.

Así, para que no hubiese duda de que esas “mejoras” eran pura entelequia se empezó por un ataque en toda regla a los funcionarios públicos (entre ellos al profesorado) acompañado con las restricciones del gasto público haciendo caso omiso de todo compromiso, acuerdo o convenio.

En los datos publicados con el inicio del curso escolar se resaltaba que hay 140.000 alumnos más en la enseñanza pública, paradójicamente producto de trasvases de la privada no subvencionada, y 6.400 profesores menos, sin que en ese momento se tuviese el cómputo de todas las comunidades, si añadimos la supresión en muchas autonomías de itinerarios de transporte escolar, becas de comedor o de estudios para el alumnado, así como  licencias por estudio remuneradas para los profesores y profesoras, etc. La alegría no es precisamente la protagonista en la enseñanza de este país. Unos años atrás, cualquiera de esas agresiones hubiera sido motivo suficiente para que el profesorado lanzase sus protestas a la calle. Sin embargo, el clima de desmoralización, de aceptación resignada de los efectos “inevitables” de la crisis,  es lo que domina en  gran parte del colectivo de enseñantes.

Se podría volver, por enésima vez, al discurso crítico sobre los gastos millonarios en “guerras humanitarias”, los 10.000 millones a la Iglesia católica, los apoyos a fondo perdido a empresarios tramposos y sectores especulativos, la permisividad con el fraude fiscal, las subvenciones a la enseñanza privada, etc. Sin embargo, centraré el tema en las contradicciones entre los hechos y el discurso oficial sobre la educación, campo que el actual gobierno maltrata, el PP señala como bocado apetecible para privatizar y ambos dicen que es la clave para salir de la crisis.

Así, a propósito del “Pacto social y político por la Educación”, tema que ocupó durante el curso pasado la atención de los implicados, se enfatizaba, tanto desde el ministerio correspondiente como desde los medios de comunicación, la perentoria necesidad de elevar el nivel formativo de la población como recurso para competir en la “sociedad de la información y del conocimiento” y ponernos al nivel que nos corresponde en Europa.

Se esperaba, aunque con escepticismo, que lo dicho se operativizase con una política educativa acorde con las expectativas, pero ¡ay!, como era previsible el discurso dio un giro  hacia  motivos puramente económicos, utilitaristas y competitivos. Mostrando una vez más que el cambio en las prioridades pasa por calmar a los mercados, sostener el sistema financiero, mantener los compromisos militares y seguir subvencionando a la Iglesia católica; de este modo los intereses privados se anteponen por delante de la educación y la formación, que otra vez son sacrificadas ante el altar de “la crisis”. Ahorrar en el gasto público es la única y verdadera prioridad impuesta por los “mercados” que siguen teniendo como arma estratégica la especulación pura y simple y el canibalismo de todo lo que huela a público, en este caso la enseñanza, pero también la sanidad.

Insistir en la vacuidad del discurso oficial empeñado en subordinar la enseñanza a los imperativos del “desarrollo económico” y al mercado laboral es tarea imprescindible. Un discurso acompañado con las protestas de “boca pequeña” de la izquierda política, que no así de los sindicatos de enseñanza. La defensa incondicional del derecho a la educación, por encima de las “necesidades del mercado”, nos permitirá preservar el marco de la escuela, con sus objetivos y exigencias, contra los vientos y tempestades desencadenados por los que tienen como interés aumentar sus inmensos beneficios personales a costa de la destrucción de conquistas sociales históricas.

 

 

Cajón Desastre

El Lobo Feroz

Pequeño apunte

La constitución española y el sistema político están necesitados de reforma. El sistema del bipartidismo imperfecto no funciona. Conviene recordar las circunstancias en que se hizo esa constitución: una situación internacional de guerra fría que ya no existe; amenazas de un "partido militar" que pretendía implantar un franquismo sin Franco; constitución hecha por un parlamento surgido de unas elecciones que no se presentaron como constituyentes ante el pueblo; y elecciones con pocas semanas de libertad política antes de que se celebraran, tras casi cuarenta años de dictadura, y con la gente todavía con el miedo en el cuerpo. Con algunos de los partidos más importantes de entonces que no existen ya.

Aprobada popularmente, claro es, porque devolvía las libertades fundamentales.

Hay varias generaciones de ciudadanos que nunca han podido opinar políticamente acerca de la Constitución que cada día se les recuerda —¿se les refriega?— oficialmente. Y que ni siquiera pueden influir en una reforma constitucional, que sería lo propio de un sistema político democrático.

Preguntémonos para qué sirven, en concreto, nuestra libertades políticas: hasta dónde llegan. Siendo fundamentales para todos, sin embargo se ejercitan en un sistema mudo para lo que podemos esperar.

Los patriotas

En el momento en que los especuladores se lanzan, país por país, para asegurarse ganancias haciendo caer las bolsas, y logrando cantidades ingentes de dinero con la deuda pública de los estados en la crisis, esto es, cuando las políticas neoliberales han puesto en manos de los especuladores que agigantaron esa misma crisis cantidades enormes de dinero público, en ese momento, justamente, llegan los patriotas del PP para decir que las cuentas públicas españolas no son claras, que la economía española está desgobernada y que hay que recortar más los derechos sociales de los trabajadores españoles. Los patriotas aliados a los especuladores.

No debería sorprendernos demasiado: hay numerosísimos patriotas electos procesados por llenarse los bolsillos de dinero público: en Madrid, Baleares, Castellón, Valencia, Alicante, Castilla-León... Todos recibiendo votos de los que están encantados de vivir en dinero negro.

El comodín

Al Qaeda, al parecer, se ha convertido en una gigantesca organización terrorista mundial. Los del Polisario, según Marruecos, obtienen algo de Al Qaeda. Los secuestradores subsaharianos de civiles occidentales son, según se dice, de Al Qaeda. En Pakistán los aviones norteamericanos machacan viviendas donde se supone que hay gente de Al Qaeda. Al Qaeda estaría detrás de los palestinos, y en Iraq (donde no había nada de eso antes de la guerra), y de los atentados en estados de Oceanía, en el cuerno de África, en los propios Estados Unidos. El gobierno español se pliega a Marruecos porque sus delicados gobernantes nos protegen de Al Qaeda.

Con la mirada para otra parte de Obama, el ex-presidente Bush se congratula de haber ordenado torturas, y los miembros de su gobierno también, "para salvar vidas humanas" —en riesgo de atentado según estos virtuosos especialistas en decir la verdad—. Todos estamos vigilados —nuestros pasos, nuestras compras, nuestro correo electrónico, nuestros telefonillos— para nuestra seguridad. La Otan se apresta a ejercer su radio de acción militar prácticamente a todo el orbe precisamente para combatir el terrorismo de Al Qaeda.

Seguro que hay terroristas enloquecidos que se reclaman de unas siglas, Al Qaeda, que se han prestigiado entre mucha gente del mundo desdichado por contraponerse a las acciones de los ejércitos de los ricos.

Pero el Lobo es por esencia desconfiado y no se lo cree todo. Al Qaeda parece más bien el comodín que necesitaban Estados Unidos y la Otan para controlar poblaciones, desplegar ejércitos, instalar bases militares y asegurarse el futuro suministro de petróleo.

Para el Lobo, para luchar contra el terrorismo basta con la policía. Y si no, que lo demuestren, no que lo prediquen.

Wikileaks, 1

Al Fiscal General del Estado, Conde Pumpido, y al anterior, el de Aznar, se les debería caer la cara de vergüenza. Haciendo de palanganeros de los norteamericanos para que no se establezcan las responsabilidades penales por el asesinato del periodista Couso en Iraq. Ya sabéis: se toma a un funcionario, se le nombra cargo político, y ya está dispuesto a todo.

En las Facultades de Derecho deberían enseñar empleando el llamado método del caso. Y explicar caso por caso. Éste de Couso, por ejemplo, es de manual.

Wikileaks va a dar juego sobre la verdadera cara de las administraciones norteamericanas, del amigo americano. El Lobo empieza a dudar hasta de Franklin Delano Roosevelt.

Elecciones catalanas

A buenas horas se le ocurrió a Maragall que quería un nuevo Estatut.

—Noviembre 2010

 

 

Noam Chomsky en la Televisión iraní: “La invasión de Afganistán fue ilegal, ya que nunca ha habido pruebas de que los autores del 11-s planificaran los atentados en ese país”

J.L. Gordillo

El eminente intelectual estadounidense Noam Chomsky ha declarado recientemente que la invasión de Afganistán por EE.UU. fue ilegal debido a que nunca ha habido pruebas de que el 11-S se planificara en ese país de Asia Central. Chomsky hizo estas declaraciones a la Televisión iraní Press TV (www.presstv.ir), en concreto al programa “A Simple Question”  (Una simple pregunta) del 3 de noviembre de 2010. Dichas declaraciones suponen un giro radical respecto a lo dicho sobre el 11-S por Chomsky, y autorizan a añadir su nombre a la larga lista de personas que no se creen la versión oficial de los famosos atentados.

Entre otras cosas, el veterano activista dijo: "El motivo explícito y declarado de la guerra de Afganistán fue obligar a los talibanes a entregar a los Estados Unidos a las personas acusadas de haber perpetrado los ataques al World Trade Center y el Pentágono (…), los Talibanes de entonces pidieron pruebas de esas acusaciones… y la Administración Bush se negó a proporcionárselas”. Para añadir: "Más tarde descubrimos la razón por la que no aportaron pruebas: no tenían ninguna." La inexistencia de dichas pruebas fue confirmada por el FBI ocho meses más tarde. Chomsky recuerda: "El director del FBI, después de la investigación internacional más intensa de la historia moderna, informó a la prensa que el FBI creía que la trama podía haber nacido en Afganistán, pero que se llevó a cabo probablemente en los Emiratos Árabes Unidos y Alemania."

Chomsky ha dicho también, “Tres semanas después de ganar la guerra los oficiales de EE.UU. y Gran Bretaña dijeron que continuarían con los bombardeos hasta que el pueblo de Afganistán derrocara a los talibanes (...) lo cual, más tarde, se convirtió en la justificación oficial de la guerra hasta hoy." "Todo esto fue totalmente ilegal. Es más, criminal", concluye Chomsky.

Ver entrevista en:
http://www.zerofilm.info/Contenuti/Articolo.aspx?IDContenuto=451
y también en Youtube con el título:
Chomsky: No evidence that Al-Qaeda Carried Out the 9/11 Attacks”.

 

Informaciones

Comunicado

Durante el curso 2008-2009 y con el objetivo de disponer de una aula de estudios, los estudiantes de la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona, organizados en asamblea, llevaron a cabo un proceso de reivindicaciones. Una de las facultades más grandes de Cataluña no contaba todavía con un espacio de funcionamiento y de uso para todos los y las estudiantes. Debido a la presión estudiantil, finalmente el objetivo se logró y el aula de estudio entró en funcionamiento. Sin embargo, con el consentimiento del Decanato de la Facultad, este espacio ha sido reemplazado por una capilla. Es decir, las razones privadas se han impuesto a las razones públicas. Ahora, este espacio tiene un carácter privativo y excluyente, que abre tan sólo una hora a la semana y que genera un trato privilegiado a una confesión religiosa. La realidad es que desde los años ochenta la UB mantiene un convenio con el Arzobispado de Barcelona por el que la UB está obligada a ceder terrenos y espacios a la Iglesia. En este contexto se reproduce el siguiente Comunicado: 

Comunicado del AEP-Asociación de Estudiantes Progresistas ante las luchas por una UB verdaderamente LAICA

Ante los ataques por parte de un reducido sector de la derecha católica más reaccionaria de la sociedad catalana a las luchas que se están llevando a cabo en defensa de una UB verdaderamente pública y laica, la AEP-Asociación de Estudiantes Progresistas, denuncia la manipulación mediática hacia la organización y lucha de los y las estudiantes de la Universitat de Barcelona en la defensa de los espacios públicos. Las informaciones emitidas desde la prensa conservadora y otros medios de comunicación de carácter últracatólico son falsas; éstas no es corresponden a la realidad: se trata de una tergiversación de los hechos con clara intención de desprestigiar a los sectores progresistas de la universidad. Una vez más, estamos ante una muestra del carácter poco democrático de un sector que cree que la organización de una sociedad se tiene que regir por principios morales privados y no bajo principios resultantes de espacios de deliberación pública.

Estos ataques, pues, no son propios de una sociedad democráticamente organizada. En un Estado social y de derecho la libertad de expresión es un derecho inalienable de las personas. Los y las estudiantes manifestamos nuestra opinión, y es tarea nuestra mostrar el rechazo a aquellos aspectos que socavan el carácter público de la universidad. La organización estudiantil no apela a un ataque a ninguna religión concreta, sino que se trata de una estricta defensa de la universidad pública.

El AEP ha trabajado, trabaja y trabajará siempre junto a las asambleas de facultad. Son éstas el espacio legítimo de vertebración del movimiento estudiantil, actor indispensable en la construcción de una universidad verdaderamente pública. El AEP defiende la independencia del Estado y sus instituciones respeto cualquier organización o confesión religiosa. 

¡Por una UB verdaderamente laica, todos y todas a las asambleas!

—Miércoles, 1 de diciembre del 2010

 

El gran casino europeo

http://www.vimeo.com/15248048

Spot producido por Enlazando Alternativas sobre las políticas aplicadas por la Unión Europea, como parte de la campaña “Contra la Europa del capital, la guerra y sus crisis; por la solidaridad entre los pueblos”. Más contenidos en attac.tv

 

La biblioteca de Babel

Antonio Madrid Pérez
La política y la justicia del sufrimiento
Trotta, Madrid, 2010, 191 págs. 

En este recomendable libro Antonio Madrid hace una reflexión acerca del sufrimiento profunda y contextualizada (en relación al entorno sociocultural), muy atenta a la no siempre clara influencia que lo político y lo jurídico (a pesar de su sólita desatención hacia los que sufren) tienen en la creación y perpetuación de un fenómeno que se muestra desigualmente repartido.

Es en torno a dicha desigualdad, característica de la sociedad global, que se articula la particular visión del autor. Madrid analiza cómo las estructuras jurídico-políticas aunque no sólo éstas pueden  imponer límites al sufrimiento, de igual modo que pueden suponer la creación y normalización del mismo. Que la tendencia sea más a esto último invita a una necesaria reflexión acerca de lo que, en definitiva, hacemos con aquello que como seres humanos permite vernos como iguales: el dolor.

[Joan Ramos] 

Vicenç Navarro, Juan Torres, Alberto Garzón
¿Están en peligro las pensiones públicas?
ATTAC, 2010 

La Mesa de economía, ecología y trabajo de Socialisme 21 de Catalunya” informa de la aparición de este libro (“pedagógico y de fácil lectura, da los argumentos principales para desmontar la ofensiva del gobierno y del capital para la ‘contrarreforma’ de las pensiones.”), consultable íntegramente en:

http://www.scribd.com/full/27739006?access_key=key-jydhk73u2fcds25mnm6

 

Jesús Mosterín
Los cristianos
Alianza Editorial, Madrid, 2010, 554 págs.

El cristianismo ha tenido y tiene una amplia influencia en la historia del pensamiento. Mosterín dedica este texto a hacer una exposición y, en ocasiones, una interpretación sobre cuáles han sido los elementos centrales de esta tradición. Su lectura es muy interesante y ayuda a resituar la construcción oficialista realizada dogmáticamente por la jerarquía católica. Trabaja especialmente la etapa que va de los primeros siglos del cristianismo hasta la contrarreforma católica. Los siglos restantes quedan tratados en 16 páginas. A quien le interese la época más contemporánea puede consultar: Rosino Gibellini, La teología del siglo XX, Sal Terrae, Santander, 1998.

[A.M.]

Lucio Magri
El sastre de Ulm. El comunismo del siglo XX. Hechos y reflexiones
El Viejo Topo, Barcelona, 2010. 

Este importante libro ha sido presentado por su autor en Madrid y Barcelona. Mejor que una reseña, ofrecemos el guión de las palabras de Lucio Magri a los asistentes a esos actos en noviembre de 2010: 

Por lo general, no me gustan las presentaciones de libros, ni siquiera cuando se trata de los míos. Los que presentan el libro se ven obligados a ser benévolos, la mayoría del público no lo ha leído aún y a veces está allí únicamente para hacerse una idea del contenido y así evitar su lectura. Casi nunca nace una verdadera discusión a partir de la presentación de un libro. Además tenía muchas dudas de venir a hablar en italiano a ustedes que ya tienen disponible mi libro traducido en castellano. Entonces, ¿por qué estoy  aquí esta noche, sin que nadie me haya obligado a venir?

Por muchos motivos. En primer lugar, he venido aquí para demostrar que, pese a que en este libro hay pocas referencias directas a España, en realidad puede ser útil para los lectores españoles, porque aporta elementos a la reflexión sobre su propia historia nacional, muy a menudo, y no casualmente, arrinconada o amputada  por la narración de la historia internacional.

Empiezo con una pregunta aparentemente obvia y descontada.

¿Por qué ganó Franco, a pesar que el apoyo al gobierno democrático y legítimo que el mismo Franco afrontó proviniera de una fuerza mayoritaria en el país? ¿Por qué ganó Franco, a pesar de la resistencia heroica que lo enfrentó y de la amplia simpatía que el gobierno legítimo y democrático suscitaba en la opinión pública mundial?

La respuesta que Santiago Carrillo da a esta pregunta en su autobiografía es lapidaria: “Franco ganó gracias a la intervención y ayuda que recibió del fascismo italiano” (un ejército organizado y muy bien armado de 60.000 hombres que llegaba de Italia, además de la poderosa cobertura aérea alemana). La respuesta es convincente y, quizás, bastaría por sí sola a explicar la derrota.

Pero plantea una interrogante que ha quedado en la sombra.

La guerra civil española se desarrolló y concluyó entre 1936 y 1939. Cuando empezó, Hitler estaba en el poder desde hacía tres años. Había proclamado sus intenciones agresivas y había comenzado a realizarlas. Militarización de Renania. Anexión de Austria. Invasión de los Sudetes y luego de Checoslovaquia. Y no era todo, ya que las amenazas se dirigían también a las democracias occidentales; un poco más tarde, las cosas caminarían aún peor: Polonia, Dinamarca y luego Bélgica, hasta llegar a la claudicación de Francia. Inglaterra soportó los bombardeos y se salvó porque el mar la protegió. En fin, todo desembocó en una guerra mundial que costó decenas de millones de muertos. Y no solamente. Mi libro documenta que Hitler podría haber sido parado a tiempo. Las altas jerarquías del ejército que lo habían llevado al poder previeron la derrota e hicieron saber a Londres que estaban listas para destituirlo.

¿Cómo es posible que, en ese momento crucial, Francia e Inglaterra no sólo se quedaran inertes, sino que incluso se convirtieran en cómplices de la intervención de Italia y Alemania en la guerra civil española al bloquear las fronteras a través de las cuales la República podía recibir la ayuda que necesitaba? La explicación que este libro intenta dar es que Chamberlaine y detrás de él Daladier siguieron una estrategia precisa: desviar la agresividad nazi hacia el este, es decir, hacia la Unión Soviética. En cambio, sucedió todo lo contrario. Francia sucumbió en pocas semanas, Hitler efectivamente invadió la Unión Soviética y fue derrotado principalmente por ésta.

No ahondaré en otra causa de la derrota porque mi libro la trata indirectamente y no de manera adecuada: me refiero a las constantes divergencias que caracterizaban el frente democrático a nivel político e incluso militar. En sus orígenes el frente antifascista tuvo objetivos divergentes y un grupo dirigente bastante heterogéneo. Actuaba más como una coalición que como un frente.

Y ahora planteo otra pregunta, más difícil que la primera, ante la cual mi trabajo puede resultar más útil y menos obvio.

¿Por qué el fascismo español y sólo el fascismo español logró sobrevivir tranquilamente durante más de treinta años, después de la plena victoria de la alianza antifacista mundial, sin cambiar ni a su líder, ni sus instituciones autoritarias ni, sobre todo, renunciar jamás a una feroz  represión? Y, al final, ¿cómo pudo incluso determinar quiénes serían sus sucesores?

Mi explicación, documentada, es la siguiente: pocos meses después del final de la guerra mundial y de la repentina muerte de Roosevelt, la política de los Estados Unidos cambió de forma radical, cambio que fue imitado no solamente por los ingleses, sino también por aquellos que prácticamente la víspera habían sido sus enemigos: alemanes, japoneses e italianos. En otras palabras, empezó  la “guerra fría”. Esta constatación ha sido siempre eludida, es más, negada. Pero la sucesión de los acontecimientos es clarísima. En primer lugar, dos bombas atómicas, que no eran necesarias, doblegaron a los japoneses que ya estaban postrados; esas bombas, en realidad, tuvieron como fin demostrar  la superioridad militar apabullante de los Estados Unidos frente a una Unión Soviética destrozada por la guerra. Luego, el discurso en Fulton de Churchill convenido previamente con Truman en el que ya se indicaba el nuevo adversario por liquidar y, además, la expulsión de la izquierda de los gobiernos europeos. Después, el Pacto Atlántico y la creación de la República Federal Alemana. Y, además, la instalación de bases militares americanas en todos los continentes. Todo ello alimentado y justificado por una propaganda verdaderamente histérica. Evidentemente, en este contexto la desestabilización de la España franquista no podía ni siquiera considerarse.

Y ésta fue sólo una primera etapa, la etapa que terminó sin que estallara una tercera guerra mundial, al menos hasta el momento del equilibrio atómico. Más tarde, una segunda etapa permitió que el franquismo siguiera viviendo gracias al apoyo externo. Y esto sucedió en el terreno económico: España se aferró al último vagón del tren del desarrollo del mercado europeo y se modernizó, sin que nadie le exigiera que cambiara su régimen político. No recuerdo que le hayan otorgado el Nobel de  la Paz  a Grimau antes de lo que lo hicieran pedazos, ni tampoco recuerdo que el régimen franquista haya sido amenazado con la imposición de un embargo económico para que modificase la Constitución.

En mi libro se tratan otras cuestiones que podrían interesar a un español, por ejemplo la evolución de la iglesia católica con respecto a la política. Pero yo prefiero detenerme aquí para que no os aburráis.

Sin embargo, debo pedir ayuda para resolver una cuestión que no he logrado resolver. Porque esta tarde he venido aquí no sólo para subrayar algunas cosas que vosotros ya sabéis y que, de todas maneras, podéis fácil y cómodamente encontrar en el momento en que leáis mi libro.

He venido, sobre todo, para plantearos un problema que considero muy importante, no sólo para vosotros sino para todos. El problema es el siguiente:

Es indiscutible que, cuando empezó la guerra civil, los comunistas españoles eran una exigua minoría. Pero es igualmente indiscutible que en los años de la guerra los comunistas se multiplicaron, tanto entre la población como en las instituciones. Esto podría deberse a varios motivos: la ayuda material de la Unión Soviética, la oleada de voluntarios que llegaban de otros países, el papel político que desempeñó Palmiro Togliatti y las cualidades organizativas de Luigi Longo.

También es indiscutible que el Partido Comunista Español, con la energía que le aportaba la juventud socialista, fue el único que, durante décadas y en la clandestinidad, se opuso al régimen franquista. Unas veces cometió errores (como el de un amago de lucha armada), otras obtuvo grandes éxitos (huelgas generales, creación de una sólida red sindical). Pero sus militantes demostraron en todo momento un extraordinario coraje individual, que muchas veces pagaron con sus vidas.

Franco murió en 1975 y debemos otorgar gran atención a ese año. En ese momento el régimen estaba dividido en conservadores moderados, influidos por el Opus Dei y partidarios de una suerte de democracia controlada, y fascistas ortodoxos. Casi simultáneamente se derrumbaban los regímenes semifascistas de Portugal (debido a la insurgencia de los oficiales del ejército orientados hacia la izquierda) y de Grecia. Los principales partidos comunistas europeos intentaban liberarse de la obediencia debida a Breznev. En Francia, el acuerdo entre el PCF y el refundado Partido Socialista estaba por llevar a Miterrand a la presidencia. En Italia, se había registrado hacía poco una clamorosa afirmación electoral del PCI. Todo el Occidente capitalista se veía sometido a una grave crisis económica. De igual modo, en el seno de la socialdemocracia europea se desarrollaba una intensa discusión.

De este conjunto de hechos nace una cuestión sobre la cual he leído y discutido mucho con muchos compañeros, pero sin lograr encontrar una respuesta adecuada: ¿Cómo se explica que el Partido Comunista Español, con el patrimonio histórico del que disponía, en un momento histórico en el que aún la suerte no estaba echada (era 1975 y no 1989), en las primeras elecciones libres tras la muerte de Franco, haya obtenido sólo un miserable 10% de los votos (porcentaje que nunca llegó a superar), por no hablar de las numerosas crisis que sufrió? ¿Cómo se explica que en España, durante décadas, se hayan alternado en el poder exfacistas remozados o socialdemócratas que poco tenían de socialistas?

No es un problema que atañe sólo a los comunistas, o sólo a los españoles. Atañe a toda la izquierda europea que se ha puesto de rodillas ante la  hegemonía de los Reagan, las Thatcher, los Blair, por no hablar del horrendo Berlusconi; atañe a esa izquierda que hoy, a pesar de la crisis económica y de civilización que doblega el planeta, sigue perdiendo fuerza e identidad cultural.

Desde luego no es mi intención ni mucho menos achacaros la responsabilidad de esta decadencia. Al contrario, reconozco que en los últimos años España ha recuperado algunos rasgos de izquierda gracias a Rodríguez Zapatero, que ahora cruje fuertemente ante la crisis económica. Quisiera solamente entender por qué la ocasión de realizar un verdadero cambio fue sofocada por la voluntad de censurar el pasado y convertir en mito la modernidad que homologa a todos. En otras palabras, ¿por qué la movida ha sido más llamativa que el desempleo?

No pido ahora una respuesta, solamente espero que mi libro contribuya a estimular la reflexión. Tal vez un esbozo de respuesta lo encontremos en las palabras del mismísimo Franco cuando, sacando sus propias conclusiones, dijo: “He construido una clase media fuerte”.

 

 

IV Muestra de Cine Árabe

Josep Torrell

La consolidación

Del 16 al 19 de diciembre se celebrará la IV Muestra de Cine Árabe y del Mediterráneo, organizada por SODEPAU y la Asociación CineBaix de Sant Feliu de Llobregat, que es el primer cine autogestionado de España.

El éxito de un festival tiene que ver con las películas que propone y con el público que atrae. Las personalidades invitadas dependen de las películas; y la cobertura mediática suele depender un poco de todo: de los famosos y de la fortuna.

Este año las películas son impecables: nueve películas inéditas y la recuperación de una que pasó por las carteleras con la fugacidad que caracteriza las producciones árabes. Este año proponen Cuscús (La graine et le mulet, 2007) de Abdelatif Kachiche, historia coral de una familia de inmigrantes que luchan contra el destino, ataviado con los trajes de unos cuantos consejeros municipales. Fue el primer papel de la actriz Hafsia Herzi, que inmediatamente obtuvo el premio del Festival de Venecia a la mejor actriz debutante (además del César francés a la mejor actriz). La Muestra exhibe también el último éxito cosechado por Hafsia Herzi, la coproducción franco-marroquí Française (2008), de la joven realizadora Souad El Bouahti. Película que mezcla la aridez del retorno de los inmigrantes al país natal con el punto de vista de los hijos, fuertemente emparentado con el derecho de las mujeres. Souad El Bouahti juega con el título de su película (Francesa) en un final insólito (y reivindicativo).

También emparentada con el movimiento de mujeres, pero de una forma callada, es Granadas y Mirra (2009) de Natjwa Najjar, una producción libanesa que narra la historia de una mujer casada (aunque sola), porque su compañero está condenado a prisión. Como un velo, que deja simplemente entrever, la película suscita serios interrogantes sobre la situación que retrata.

De tema palestino es la película que cierra el ábanico del panorama de cine árabe: El tiempo que queda (2009) de Elia Suleiman, una sátira mordaz y ácida sobre judíos (y, de paso, palestinos). Elia Suleiman hace un repaso histórico de la opresión de los palestinos en cuatro etapas, desde 1948 hasta el presente. Lo novedoso es la mezcla de un sonsonete burlón y una resolución formal, que deja al espectador asentar tranquilamente su mirada en el encuadre. Y, cuando menos lo esperas, el estallido desusado de las carcajadas y del cachondeo, un movimiento liberador que es, al mismo tiempo, pensamiento crítico frente a Israel.

País invitado: Argelia

Argelia es el país invitado, como el año pasado fue Siria, con realizadores como Omar Amiralay. Este año hay directores con amplia solera —en festivales internaciones, no por estos pagos— como Merzak Allouache, y directores cuyo nombre resuena en los mismos foros, como Rabah Ameur-Zaïmeche (cuya película El último maquis cautiva por su forma plástica y su inequívoco mensaje). 

Rabah Ameur-Zaïmeche hace un cuento para adultos. La película empero entra en la conciencia del espectador por el color (todas las gamas del rojo, estallando en la pantalla) y por el movimiento de cámara y por el tiempo lento, que muestran la sabiduría y el buen hacer de Ameur-Zaïmeche. Cuento de empresa y trasfondo claramente argelino, que marca su alegoría claramente política. El sentido social se percibe en el color que impregna la película y sugiere lo que las imágenes parcamente dicen.

Por el contrario, Merzak Allouache opta por un estilo aparentemente despojado en Los quemados o Los jóvenes quemados (Harragás, 2009). Su película habla de los dos fenómenos sociales más cruentos del Argelia: la oleada de suicidios entre jóvenes sin salida (fenómeno totalmente acallado por las autoridades) y el intento desesperado de ganar las costas europeas mediante pateras (que suelen terminar el detenciones o accidentes mortales). Es la primera película argelina que se aventura a tratar ambos temas. Hay imágenes que quedan para la historia: por ejemplo, éstas.

Los documentales que presenta la Muestra también buscan en el pasado para mejor comprender el presente y el futuro. Carta a mi hermana (2006) de Habiba Djahnine (que es la hermana de Nabila Djahnine, joven dirigente del movimiento feminista, asesinada el 15 de febrero de 1995). El brutal asesinato de una de sus dirigentes fue un mazazo para el movimiento de mujeres, difundiéndose una ola de miedo que hizo que desapareciera lo poco que había de dicho movimiento.

También es muy interesante Frantz Fanon, memoria de asilo (2002) de Abdenour Zahzah. Fanon (1925-1962) fue bastante celebre durante los años sesenta, como teórico de la descolonización de los pueblos oprimidos. Fanon era psiquiatra, pero nadie se ocupó mucho de ello, hasta que llegó este documental de Abdenour Zahzah y Bachir Ridouh. En los años cincuenta del pasado siglo la nueva psiquiatría no existía siquiera: afloraría diez años más tarde. En Francia había un médico catalán (perseguido por Franco), Francesc Tosquelles (1915-1994), que era pionero en estas prácticas, y que tuvo a Frantz Fanon como asistente y discípulo. Cuando fue nombrado en 1951 uno de los jefes del hospital psiquiátrico de Blida en Argelia, puso en práctica lo que había aprendido. Entre 1953 y 1956 —año en que va a Túnez, como embajador itinerante de la revolución argelina— dirigirá el hospital con medios absolutamente insólitos para aquel tiempo.

¿Y el público?

El público está bien: en su casa, imperturbable.

Bromas aparte, la programación de la IV Muestra de Cine Árabe y del Mediterráneo se caracteriza por su excelencia y acierto, en el sentido de atraer público deseoso de ver un cine que las distribuidoras comerciales no suelen traer: documentales atípicos en su manera de indagar la realidad y sacar a la luz una parte del pasado que nos afecta a todos;  ficciones que pretenden decir algo, sin perder de vista a su espectador potencial; obras que dicen sin perder su capacidad de interesar y conmover; u obras que son inequívocamente películas “de autor”, que indagan la forma cinematográfica para tratar de ofrecer nuevas maneras de expresarse con una cámara.

Ahora bien, si bien hay que mencionar la excelencia al escoger las películas, también hay que tener en cuenta las dificultades objetivas. La Muestra se celebra en el único cine autogestionado del país, pero éste no se halla en Barcelona sino a doce kilómetros más allá. Habrá que “concienciar el inconsciente” —con  palabras de Frantz Fanon—  y sugerir a los espectadores que ir a Sant Feliu de Llobregat es una excelente oportunidad de ver buen cine (que normalmente no pasa por canales habituales). Sólo así será posible el aumento de público que va a marcar la consolidación de la IV Muestra de Cine Árabe y del Mediterráneo. 

http://www.cinebaix.com/mostra/

 

 

Señora de, un film documental de Patricia Ferreira

Patricia Ferreira es una de las mejores directoras de cine españolas, y seguramente la dotada de mejor punto de vista. Algunas de sus películas —Sé quién eres, Para que no me olvides— permanecerán siempre en nuestra memoria cinematográfica.

Ahora, en 2010, presenta un documental, Señora de, que no tiene desperdicio. Gracias a él se penetra a fondo en lo que fue la vida de las mujeres del pueblo llano en la sociedad del franquismo. Ha impactado en profundidad en la consciencia personal de quien escribe estas líneas, que recomienda incondicionalmente ver esta película como sea, en el cine o en el eventual formato digital.

Sin embargo también hay que subrayar las dificultades de difusión de una obra de esta naturaleza. En Barcelona se ha estrenado en el especialísimo horario de las 12.15 h. del mediodía. Y, por si esto fuera poco, el pasado 15 de noviembre un tal J. O. publicó en El País una crítica titulada simplemente "Otro documental" (puede leerse en internet) que muestra fundamentalmente dos cosas: la incapacidad del crítico para una tarea que vaya más allá de la propaganda consumista y su decidida voluntad de cargarse una obra de arte. Según J.O. al documental "le pierde la pereza narrativa"; tiene "poco que aportar cinematográficamente hablando"; "acude sin remedio al maniqueísmo" y es "otro documental que pasará por los cines sin pena ni gloria".

Por mi parte sólo puedo decir que las obras de Patricia Ferreira, y en particular este documental de ahora, tienen la cualidad esencial de cualquier obra de arte verdadera: la capacidad para suscitar una emoción auténtica, no sentimental sino estética y moral, en quien las contempla. Cosa que falta, como es natural, en las obras de entretenimiento que los críticos de El País suelen publicitar con engañosos halagos. Esos críticos se desacreditan al llevar a espectadores inteligentes a perder el tiempo en cines con obras de poca monta.

No es el caso de Señora de. Que es hasta ahora una de las más importantes contribuciones cinematográficas a nuestra memoria, a nuestra historia. No de la gente "de palacio", sino de la gente corrient

[J.-R. Capella] 

 

 

Páginas amigas

Centre de Treball i Documentació (CTD)
http://www.cetede.org

Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
http://www.ucm.es/info/nomadas

El Viejo Topo
http://www.elviejotopo.com

La Insignia-
http://www.lainsignia.org

Sin permiso
http://www.sinpermiso.info/

 

Revista mientras tanto

Número 114

 mientras tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB

Otoño 2010

A los 25 años de la muerte de Manuel Sacristán
Presentación
Manuel Sacristán Luzón: Ponencia de las jornadas intelectuales comunistas de Barcelona
Manuel Sacristán Luzón: Introducción a un curso sobre los nuevos movimientos sociales
Juan-Ramón Capella: La obra de Manuel Sacristán Luzón: sugerencias de lectura

 Los crímenes del franquismo y la justicia española
LOS JUECES Y EL APRENDIZAJE DE LA IMPUNIDAD, A PROPÓSITO DE LOS CRÍMENES DEL FRANQUISMO
Ramón Saez

ILEGITIMIDAD FRANQUISTA FRENTE A LEGALIDAD REPUBLICANA
Carlos Jiménez Villarejo

JUECES Y FISCALES ANTE CRÍMENES DEL FRANQUISMO
Antonio Doñate Martín
 

RESEÑAS
Retrato del cerebro
de Adam Zeman
Alfons Barceló

Sobre los escritos filosóficos de Castoriadis
Xavier Pedrol

CUESTION DE PALABRAS
Tres consideraciones
de Luis García-Montero

CITA

mientras tanto bitartean mientras tanto mentrestant
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB

 

 

Contactar con la Revista mientras tanto
Web Icaria editorial: http://www.icariaeditorial.com/colecciones2.php?id=22
Sugerencias: Apartado de correos 30059, Barcelona.
Suscripciones: e-mail: comandes@icariaeditorial.com , icaria@icariaeditorial.com.
Tel. (34) 301 17 23/26 (lunes a viernes de 9 a 17 h.). Fax (34) 93 317 82 42..
Consulta de números atrasados: http://www.icariaeditorial.com/colecciones2.php?id=22
   

Contactar con mientrastanto.e
Edita: la redacción de mientras tanto, Fundación G. Adinolfi - M. Sacristán.
Coordina: Antonio Giménez y Antonio Madrid.
Producción: Francisca Calderón y Agustí Roig
.
Suscribirse y desuscribirse: http://www.grups.pangea.org/mailman/listinfo/mientrastanto.e, o bien suscripciones@mientrastanto.org
Números atrasados: http://www.ucm.es/info/nomadas/mientrastanto/
La suscripción a mientrastanto.e es gratuita.