Cuaderno
de crisis/ 9
Albert
Recio
¿Pacto
social?
I
Cada
vez que tenemos para masivo surge un clamor a favor de un pacto social.
La visión de la economía nacional como una especie de organismo
colectivo constituye una representación cultural potente, reforzada
cuando las cosas van realmente mal. Una visión socialmente aceptable
porque se fundamenta en una cuestión esencial: la importancia de la
cooperación social para alcanzar cualquier objetivo importante y,
especialmente, cuando se trata de hacer frente a situaciones graves. Al
fin y al cabo la concepción orgánica de la economía nacional no hace
sino proyectar a una escala superior la cultura de la cooperación y el
objetivo colectivo que cohesiona el funcionamiento cotidiano de todas
las instituciones de menor nivel que organizan nuestra vida material y
social. Familias, empresas, organizaciones sociales, clubs
deportivos…desarrollan esta misma idea de interés colectivo que promueve
la cooperación, aunque a menudo ello sirva también para esconder las
desigualdades, jerarquías, conflictos de intereses que conforman su
verdadera realidad.
La
idea de una economía nacional tiene también su significado cuando se
advierte que los estados nacionales son aún un espacio significativo de
regulación de la actividad económica y laboral, donde persisten fuertes
diferencias tanto en la regulación pública como en los modelos de
especialización y organización productiva privada de cada país. Aunque
el capitalismo es un sistema global, su realidad se manifiesta en un
mundo caracterizado por fuertes desigualdades nacionales, no reducibles
a un mero proceso de división mundial del trabajo decidido desde un
centro mundial. Subsisten espacios de intervención nacional nada
despreciables, que explican que países de parecido nivel de desarrollo
(por ejemplo en términos de PIB per cápita) mantengan importantes
diferencias en la distribución de la renta, el peso del sector público o
el nivel de innovación tecno-productiva.
A
la
izquierda radical nunca le han gustado los pactos sociales. Su rechazo
incluye razones estratégicas y tácticas. En el primer plano la cuestión
crucial es la legitimación del sistema capitalista en general o de
alguna de sus variantes particulares, lo que se supone impide
desarrollar una conciencia social crítica. En el plano táctico, el
contenido concreto de las concesiones. Esta fue por ejemplo la crítica
que muchos realizamos a las políticas de pactos de la década de los
ochenta, que coincidieron con la introducción del capitalismo neoliberal
y conllevaron importantes concesiones en términos de salarios reales y
derechos laborales. Pero sin negar que estos riesgos existen, no puede
pasarse por alto que cualquier estrategia pacífica de transformación
social incluye procesos sociales que de algún modo incluyen acuerdos
sociales más o menos tácitos. La cuestión central es ver en que
condiciones, bajo que supuestos, se realizan dichos acuerdos. En qué
medida suponen mejoras sociales importantes y abren o cierran vías de
transformación social.
II
La
paradoja del momento actual es que ha sido la CEOE la que ha renunciado
a un pacto social. Creo que una vez más ha mostrado tener una estrategia
mucho más definida que la de sus interlocutores (gobierno y sindicatos).
Más allá de sus demandas maximalistas, los líderes empresariales tienen
claro que poco pueden sacar de un pacto que sólo les reportaría mejoras
menores (aunque no despreciables, como la rebaja de cuotas de la
Seguridad Social) a cambio de dar alas a un Gobierno del que desconfían.
A pesar de su vacuidad y de sus incoherencias, Rodríguez Zapatero sigue
siendo demasiado estricto en no sobrepasar algunos límites que la
patronal quiere superar. No hace falta pensar en una conspiración para
entender que la patronal prefiere un gobierno de derecha dura y confía
que el desgaste generado por el paro masivo acabará por desplazar del
poder al PSOE. Pocos gobiernos en el mundo consiguen repetir en una
situación de paro masivo y la experiencia española también apoya esta
conjetura: Felipe González perdió las elecciones en 1996 cuando el país
llevaba tres años de paro masivo, no en 1993 cuando era más agudo el
debate sobre los GAL y la corrupción. Una victoria del PP quizás no
traiga consigo todo el programa maximalista que ha lanzado la patronal.
Pero puede conducir a la aprobación de muchas de las reformas del estilo
de las propuestas en el manifiesto de los cien, que si tenemos que
valorarlo por la machacona insistencia y la variedad de canales por los
que se trata de propagar es, de forma aproximada, el programa de
reformas que trataran de colar.
Por
ello
es tan necesario que quienes defienden otro pacto social, o quienes
simplemente piensan que hay que acumular fuerzas sociales para resistir
a esta ofensiva y tratar de empezar a cambiar la orientación esencial de
la política económica, empiecen por desarrollar algunas ideas-fuerza y
alguna explicación clara que permita ganar audiencia, generar respuestas
y minar los argumentos neoliberales.
III
El
debate
sobre el pacto social puede ser útil si empezamos por formular la
cuestión en términos de “¿para qué un pacto?”, cuya respuesta lógica es
“para crear las bases de un modelo económico más sostenible, estable,
justo”. Hay que esperar que la respuesta convencional sea la conocida
salmodia de la competitividad. Sobre la misma, la derecha y los
neoliberales han construido su canon de propuestas simples en forma de
reducción de salarios, de derechos sociales, de impuestos. Hay en cambio
más de una evidencia para mostrar que ha sido la continuidad en este
modelo la que ha conducido a la situación actual.
Los
datos
están ahí y son fácilmente consultables en la página de Eurostat. España
ha sido el país europeo que en la última década ha reducido más los
costes de salarios unitarios (un 6,4% entre el año 2000 y el 2007,
frente a una reducción en la UE-15 del 2,8%), Estamos también a la cola
en gasto social, salario mínimo, etc. Y en cambio nuestra balanza
comercial, la que sirve para medir la relación social con el exterior,
no ha parado de empeorar (excepto en el último año, debido a la
recesión). No parece que insistir en bajos salarios y bajos costes
sociales sea una vía útil ni siquiera para los planteamientos
convencionales de la competitividad.
La
razón del fracaso de estas políticas es relativamente fácil de entender:
si la competencia se basa en salarios bajos hay muchos otros países que
nos pueden ganar; no sólo parten de condiciones sociales peores (y por
tanto socialmente más toleradas) sino que, por su tamaño, están en
mejores condiciones de actuar como grandes proveedores internacionales
(la economía española siempre ha padecido de un problema de escala).
Tampoco tenemos el desarrollo tecnológico ni la capacidad productiva y
organizativa de las economías maduras. La economía española lleva años
metida entre dos espacios en los que es incapaz de competir. De hecho,
los problemas de competitividad provienen tanto de la incapacidad de
crear mercados a la producción local como del consumo intensivo de
bienes de importación. Si de estrategia competitiva hay que hablar, la
única posibilidad es, como siempre, la de desarrollar “nichos” de
mercado especiales, que indudablemente requieren mas tecnología y mejor
organización y cooperación social. Y ello requiere un trato más
cuidadoso de la fuerza de trabajo y más intervención pública, lo
contrario a recortar salarios e impuestos, como la derecha y buena parte
de los economistas
convencionales
proponen.
La
única medalla de oro española en el mundial de atletismo se la ha
llevado Marta Domínguez en 3000 metros obstáculos. Creo que parte de su
mérito ha sido el saber elegir una prueba que por ser nueva en el campo
femenino, y relativamente técnica, era más fácil de ganar que otras más
convencionales donde caribeñas y africanas tienen un monopolio
consolidado. Si quieren es un ejemplo tonto, pero expresa bastante bien
la lógica del éxito competitivo: buscar un espacio adecuado a los
propios recursos, con una cierta posibilidad de desarrollo productivo
autónomo, relativamente nuevo, y no entrar a competir en aquellos campos
donde los oligopolios ya están asentados.
IV
Si
hay
que hacer algún pacto social éste debe orientarse a cambiar en serio las
limitaciones del modelo vigente. No es posible sostener el tipo de
especialización que ha explicado los presuntos años de “vacas gordas”, y
también resulta evidente que el modelo tiene otra deficiencia grave en
su insostenibilidad ambiental y social. La sociedad española es más
desigual que muchas de su entorno y el modelo de familia mediterránea al
que históricamente recurrió para cubrir muchas deficiencias (recurso
basado sobre todo en el trabajo no reconocido de las mujeres y en una
potente solidaridad intergeneracional) ya no tiene capacidad de soportar
las cargas sociales que genera el sistema actual. Por razones como los
cambios en la propia estructura familiar, la nueva y creciente demanda
de cuidados que genera el (por otra parte deseable) alargamiento de la
vida humana, la incorporación masiva de las mujeres adultas al mercado
laboral, o el creciente endeudamiento generado por el propio modelo de
distribución y consumo.
Poner
la economía sobre nuevas bases es introducir cambios estructurales que
posibiliten vivir con dignidad y un grado satisfactorio de seguridad. Y
eso será imposible de realizar sin cambios significativos en los
mecanismos de distribución de la renta, tanto primaria (reduciendo el
elevado diferencial de salarios, aumentando el salario mínimo y poniendo
límites a las rentas más altas) como secundaria (cambios en el sistema
impositivo que castigue las fórmulas de ganancia parasitaria, mejoras en
la provisión de servicios básicos), así como sin un pacto que garantice
una dotación adecuada de servicios públicos de cuidado. Cambios que son
a la vez distributivos, del papel del sector público y del empleo. En la
misma línea, se deben empezar a potenciar planes para alterar aquellas
actividades que generan los mayores impactos ambientales negativos, como
el transporte, el consumo energético. etc. Cualquier cambio que no vaya
en esa dirección tiene poca capacidad de cambiar el modelo. Y por tanto
la continuidad del actual “pacto social implícito” (el que de facto
determina el modelo impositivo, distributivo actual) sólo puede generar
la repetición o el agravamiento de los problemas que hemos padecido los
últimos años.
En
una propuesta de cambio serio del modelo actual cabe preguntarse si no
se requieren, también, algunas reformas en la reorganización del mercado
laboral. Hay algunos casos donde ello es evidente. Empezando por todo el
complejo de formación profesional-cualificación-organización del
trabajo. Cuando en España se insiste en la existencia de un diferencial
negativo en la educación de la fuerza de trabajo se suele pasar por alto
que la diferencia se encuentra sobre todo en la formación profesional.
Hablando en plata, este es un país regido por señoritos que han ignorado
la importancia de la formación laboral y han primado una educación
superior asociada al estatus. Y en ello han tenido la complicidad de un
empresariado poco interesado en desarrollar una formación que a la larga
podía traducirse en mayores salarios y en un modelo organizativo más
democrático. La reforma de toda la línea que supone formación
profesional-formación ocupacional-formación de adultos es sin duda una
importante prioridad. Un cambio que, por otra parte, puede tener efectos
positivos sobre el tan preocupante problema del fracaso escolar.
La
segunda
reforma fundamental debe ir en la línea de lo propuesto anteriormente.
Un modelo de negociación colectiva y de “voz” sindical orientado a
reducir las enormes desigualdades laborales y a permitir la
implementación real, especialmente en la diáspora de las pymes, de los
derechos laborales en temas como seguridad e higiene laboral,
contratación irregular, conciliación de la vida personal, desigualdades
de género, etc. Una vía que pasa por lo opuesto de lo que proponen los
“economistas teóricos” defensores de la fragmentación de la negociación
colectiva. Sólo con políticas centralizadas es posible generar derechos
comunes. Sólo con mayores derechos reales de participación democrática
es posible evitar los abusos.
Sin
duda todo es revisable. Y si hay una negociación real deberán matizarse
muchas cuestiones. Pero creo que cualquier propuesta de pacto debería
comenzar por lo que he tratado de proponer: un diagnóstico adecuado de
los males y defectos del actual modelo económico y social, una propuesta
en positivo de la orientación de los cambios. Y un trabajo cultural, de
debate social al respecto. Mucha gente ha pensado, comentado, escrito al
respecto. Parece, sin embargo, que la pretendida izquierda política y
sindical sigue demasiado perpleja, tímida o incapaz de formular algunas
ideas clave, en contraste con una patronal irresponsable pero que sigue
teniendo claro como defender sus privilegios. El tiempo de las
respuestas se acorta.
Brotes
verdes o más de lo mismo
Los
augures están optimistas. Algunas economías importantes han empezado a
tener tasas de crecimiento positivo. Algunos de los bancos que
recibieron ayudas voluminosas no sólo las han devuelto sino que anuncian
beneficios. Y en bastantes lugares la bolsa sube. Los augures dicen que
la pandemia ha sido sólo una gripe pasajera y que en un par de años
volveremos a estar en pleno crecimiento. Eso sí, seguirá habiendo mucho
paro. Ya se sabe que todos los problemas no se pueden resolver a la vez
y los parados y paradas, como corresponde a gente modesta y sin
ambiciones, deben tener paciencia. Cuando los negocios vuelvan a marchar
a toda vela ya vendrán tiempos mejores y hasta puede que consigan un
empleo temporal.
Que
los datos de crecimiento den valores positivos no significa que el
malestar económico vaya a desaparecer. En cualquier recesión importante
hay fluctuaciones (al igual que en las fases de crecimiento) ligadas a
los ciclos cortos, las intervenciones públicas, etc. La cuestión, desde
esta perspectiva, es si persisten las razones que han abocado a la
economía a una fase de recesión profunda. Y la experiencia de periodos
pasados da para prever que podemos haber entrado en una fase de enorme
incertidumbre y estancamiento. Por ejemplo, en la crisis de los años 70
del pasado siglo la caída del PIB en las economías capitalistas
avanzadas no fue tan brutal como la actual y el período de
incertidumbre, recesión y elevado desempleo se prolongó desde 1973 hasta
mediados de los años ochenta.
El
problema principal es que no parecen haberse resuelto, ni siquiera
enfocado correctamente, ninguno de los determinantes estructurales que
dieron lugar a la crisis. Empezando por el principal responsable, el
sistema financiero. Nada serio ha cambiado en las regulaciones
financieras. Los trabajos más rigurosos de los economistas críticos
(algunas referencias importantes ya, como el número de julio del
Cambridge Journal of Economics, o el libro colectivo editado por la
Real World Economic Review, o las propuestas de Paul Davidson)
inciden en la necesidad de una reforma radical tanto del sistema de
divisas internacionales como del sistema financiero en su conjunto,
principal factor de creación de riesgo sistémico y de una economía de
rentistas. Más bien parece que, pasado el peligro, cedido el riesgo al
sector público, los bancos que han salvado la quiebra, debidamente
engrasados, vuelven con sus prácticas de siempre. En las páginas de la
prensa económica leemos a diario noticias que dan cuenta de la
reaparición de los productos estructurados (precisamente el tipo de
productos financieros que desencadenó la crisis), de captación de dinero
con bonos preferentes, o de la recompra con fuertes descuentos de bonos
que se vendieron a inversores privados a 100 y se recompran a 70
(primero se les vende un producto basura, después se les espanta con que
el producto será más basura y se recompra a un precio menor, con lo que
el banco consigue una notable plusvalía).
Que
algunos de los bancos que ha recibido ayudas haya podido devolverlas en
tan poco espacio de tiempo, más que indicar una economía sana apunta a
tres cosas: a) que realmente se ha transferido toda la porquería
financiera al sector publico, y que por tanto lo que se transfiere es un
enorme agujero que afectará a las cuentas públicas en los próximos años;
b) que con el dinero recibido se ha vuelto a las operaciones
especulativas que son las que permiten grandes ganancias a corto plazo;
c) que se está permitiendo a los bancos nuevas modalidades de
contabilidad creativa con las que hacer aparecer buenos resultados allí
donde no existen. Posiblemente la historia real sea una combinación de
todo ello.
También
en España las llamadas a la regulación son contradictorias.
Recientemente por ejemplo se ha procedido a liberalizar la forma como
los bancos contabilizan los créditos hipotecarios impagados y las
aseguradoras sus inversiones en títulos financieros. Hasta ahora, si un
banco tenía una hipoteca impagada tenía que provisionar al cien por cien
el valor del impagado (o sea si le debían 200.000 euros, debían crear un
depósito de sus fondos con este valor) y si tenía muchos impagados debía
provisionar mucho dinero que ya no quedaba libre para prestar (y por
tanto se reducía su rentabilidad). Ahora, puede calcular cuál es el
verdadero valor de mercado del activo (el valor del piso) y sólo debe
provisionar por la diferencia entre el total del crédito y ese valor. La
cuestión es que no queda claro quién determinará dicho valor y ello deja
la puerta abierta a que los propios bancos hagan una valoración
optimista para reducir sus provisiones, aumentando su riesgo. De la
misma manera, las aseguradoras se enfrentaban al problema de que las
caídas en bolsa de sus activos financieros generaban grandes pérdidas.
Ahora, se abandona la idea de que el mercado es quien mejor evalúa los
títulos financieros y se incluye otro método que deja más libertad a las
aseguradoras para evaluar sus activos. En definitiva, la quiebra del
mercado como buen evaluador se está traduciendo en dejar que sean las
propias entidades financieras las que se autoevalúen. Y aunque la
cuestión quizás tenga algo de razonable, todo apunta a que la voluntad
de restablecer la liquidez del sistema financiero está abriendo nuevas
vías de especulación que plantearán nuevos cracks futuros.
El
problema
está en que en el nivel de endeudamiento que han asumido los estados un
nuevo rebrote de crisis financiera puede encontrarse con más
dificultades de intervención. Por lo elevado del endeudamiento y por la
persistencia del tabú de los bajos impuestos. Y es que si algo han
conseguido generar treinta años de hegemonía neoliberal es una base
social de clases medias ignorantes y ensimismadas que consigue bloquear
las propuestas reformistas más elementales, como la reforma sanitaria
norteamericana o la progresividad impositiva en general. Por eso, más
que nunca es necesaria una intervención colectiva sostenida de educación
económica y de desarrollo de un programa económico alternativo.
Bases
USA en Colombia
José A.
Estévez Araújo
Todos
los países sudamericanos, con la excepción de Perú, han manifestado una
honda preocupación por el anuncio de que Colombia va a ceder el uso de
siete bases militares al ejército norteamericano. Las negociaciones para
el acuerdo estaban siendo llevadas en secreto y las “destapó” la revista
colombiana Cambio, el mes de julio. Obama replicó, diciendo una verdad a
medias, que Estados Unidos no tenía planes de instalar una base en
Colombia. Y es verdad que no va a haber ninguna base titularidad
norteamericana en ese país. Pero también lo es que las fuerzas del
Comando Sur podrán utilizar las instalaciones de siete bases de
titularidad colombiana con autonomía operativa. El tema de las bases ha
ocupado el centro de atención de las dos reuniones que la Unión de
Naciones Suramericanas (UNASUR) ha llevado a cabo en agosto.
Las
bases militares han sido uno de los instrumentos fundamentales de la
política imperialista de Estados Unidos en relación con Latinoamérica. E
imperialista ha sido casi constantemente esa política desde la
proclamación de la doctrina Monroe en 1822. Las excepciones relativas
las constituyen las presidencias del segundo Roosevelt y de Jimmy
Carter. No está nada claro que la presidencia de Obama vaya a ser una
tercera excepción.
Las
bases militares han jugado un papel primordial en las numerosas
intervenciones del ejército estadounidense en los países de la zona.
Guantánamo, por ejemplo es una buena muestra de la tradición
imperialista norteamericana. La base se creó en 1902 como un instrumento
para garantizar el derecho de intervención que los norteamericanos se
habían reservado en la constitución cubana.
Con
la devolución del canal a Panamá en el año 2000, los estadounidenses
tuvieron que desmantelar las bases que tenían en ese país. De ese modo,
perdieron unas instalaciones estratégicas para el control del
subcontinente. Dos años después llegaron a un acuerdo con el gobierno de
Ecuador que les cedió el uso parcial de la base de Manta. Los
norteamericanos utilizaron las instalaciones ecuatorianas para
operaciones de detección y rastreo del tráfico de drogas (o eso
dijeron).
Este
año el presidente Correa se negó a prorrogar el acuerdo que permitía a
las tropas del Comando Sur usar la base situada en Ecuador. De hecho, la
nueva constitución ecuatoriana prohíbe la presencia de bases extranjeras
en su territorio. Pero la razón más inmediata de la decisión de Correa
tiene que ver con la incursión que el ejército colombiano realizó en
Ecuador para atacar el campamento del jefe de las FARC, Raúl Reyes, en
marzo de 2008. Pues esa operación contó con el apoyo logístico de los
militares norteamericanos de la base de Manta.
No
es extraño que tanto Ecuador como Venezuela vean la presencia
norteamericana en las bases colombianas como una amenaza para su
seguridad. Ecuador porque ha sufrido una invasión de su territorio y
Venezuela, porque, coincidiendo con la negociación sobre las bases,
Chávez ha sido acusado en repetidas ocasiones de proporcionar armas a
las FARC. Hay que tener en cuenta que Obama, cuando aún era candidato a
Presidente, apoyó sin reservas la incursión colombiana en Ecuador. Dijo
literalmente a un periódico de Miami: “apoyamos el derecho de Colombia
de combatir terroristas que buscan ponerse a salvo cruzando su
frontera”.
Desde
la perspectiva de Sudamérica en su conjunto, la instalación de las bases
en Colombia constituye una estrategia de socavamiento de la UNASUR. La
Unión de Naciones Suramericanas es una organización, promovida por
Brasil, que pretende servir de instrumento para resolver los conflictos
regionales y plantear estrategias de seguridad y defensa comunes. Su
creación fue posible por el cambio en la correlación de fuerzas que se
ha producido en Latinoamérica en la última década. El único presidente
decididamente pro-norteamericano que ha sido elegido en ese periodo ha
sido el colombiano Uribe.
La
importancia de la UNASUR no puede ser minimizada si se tienen en cuenta
los esfuerzos que ha realizado Estados Unidos para que Europa no tuviera
una política de defensa propia y autónoma y siguiese sometida a la OTAN.
Lo que Europa no había conseguido, sí que parecían a punto de lograrlo
los países sudamericanos cuando crearon el Consejo de Defensa
Suramericano en el seno de la UNASUR en marzo de este año. Para minar
esa iniciativa regional Estados Unidos ha utilizado una táctica que
conocemos sobradamente en Europa: la táctica del caballo de Troya. El
papel que aquí ha jugado Gran Bretaña y, en ocasiones, Dinamarca, allí
le ha tocado a Colombia. El gobierno de Uribe, mientras apoyaba
nominalmente la creación del Consejo de Defensa Suramericano en la
UNASUR, estaba ya negociando la cesión del uso de las bases a Estados
Unidos. El sueño de una Sudamérica libre de instalaciones militares
norteamericanas se ha ido, de ese modo, al traste, cuando parecía que
había sido finalmente alcanzado.
¿Educación
inclusiva o cicatería social?
Joaquim
Dodero i Curtani
El
Conseller d’Educació de la Generalitat, Ernest Maragall, ha presentado
recientemente, con amplio eco mediático, el “Plan de acción 2008-2015
para la educación inclusiva en centros ordinarios”, que tiene por
finalidad la ampliación del número de alumnos con discapacidad
escolarizados en los Centros ordinarios de educación.
Al
parecer la inclusión educativa —un principio de contenidos difusos,
límites evidentes para una parte de personas con discapacidad, pero que
goza de gran aceptación y predicamento entre amplios sectores de
teóricos y profesionales de la psicopedagogía— es el “mantra” elegido
para contrarrestar/anestesiar la contestación social a la ley de
educación de Catalunya aprobada recientemente.
Durante
el Curso 2008-09, el sistema educativo catalán ha acogido a 15.668
alumnos con discapacidad, un 43,8% escolarizados en Centros de
educación especial (6.868 alumnos) y el 56,2% restante (8.800 alumnos)
en Centros de educación ordinaria.
El
objetivo
final del plan es que en el año de su conclusión —2015— únicamente el
30% de los alumnos con discapacidad permanezcan en los Centros de
Educación especial (conocidos por las siglas CEE) y el 70% restante
sean escolarizados en Centros Ordinarios (conocidos por las siglas CO).
En
la presentación del plan, el Conseller Maragall soslayó las cifras de
distribución del alumnado con discapacidad entre CO de titularidad
pública y los centros concertados. Tampoco cuantificó los recursos
disponibles actualmente por los CO para atender a los alumnos con
discapacidad (casi inexistentes para quien conozca la realidad docente
de los centros ordinarios o la haya padecido).
Todo
ello apunta a que el peso de la inclusión de los alumnos con
discapacidad seguirá recayendo sobre los CO de titularidad pública, que
deberán atender, con escasos recursos, las múltiples necesidades
educativas especiales de los “nuevos incluidos”. Una vez más, llueve
sobre mojado.
No
parece
que el Conseller vaya a disponer de los recursos necesarios destinados
a levantar la pesada carga de su “ambicioso proyecto inclusivo”. Entre
la documentación que acompaña al Plan no se incluye su Presupuesto por
programas, desglosado por ejercicios presupuestarios (la traducción en
compromisos reales y concretos de las previsiones de incrementos de
recursos anunciados en el acto de presentación del plan).
La
dotación económica del Plan —21,3 millones de €— equivale a un
escuálido 0,36% del Presupuesto anual de educación de la Generalitat.
La
anunciada contratación de 765 profesionales especialistas —cuyo coste
estimado es de 19,4 millones de €, equivalente al 0,74% de la partida
de gastos de personal del Presupuesto anual de educación– supone en
realidad la aportación de 1 nuevo profesional por cada 11 alumnos con
discapacidad escolarizados actualmente en CO.
La
amplia tipología de discapacidad de los alumnos escolarizados
actualmente en CO —el 83% de alumnado con d. auditiva, el 93% con d.
visual, el 63% con d. física, el 54% con d. intelectual, el 25% con
trastornos generales del desarrollo, el 62% con alteraciones graves de
conducta y el 6% con discapacidades múltiples— nos advierte de las
múltiples y variadas necesidades educativas especificas del alumnado,
perfila la insuficiencia de los recursos anunciados y nos avisa de los
riesgos asociados a la misma: el estancamiento y/o deterioro del
alumnado con afectaciones graves o medias.
Por
ello, bajo la rúbrica de “optimización de recursos existentes” se
pretende paliar la insuficiencia de recursos transfiriendo 234
unidades escolares de los CEE existentes en la actualidad a los CO (lo
que supone en realidad lo transferencia de una parte del presupuesto
dedicado a CEE a los CO), incrementando el número de “Unidades de
Soporte educativo de educación especial a los CO” (de 284 unidades
disponibles se pasará a 518 a lo largo del año 2015) y se incrementarán
en 85 las unidades destinadas actualmente a “educación post
obligatoria”.
Si
a
lo referido anteriormente añadimos lo que el Conseller anuncia como un
“proceso de ampliación del número de CEE convertidos en centros de
referencia para la educación del personal con discapacidad en CO”,
descubriremos que lo que eufemísticamente se presenta como
“optimización de recursos” supone en realidad “un proceso de
reconversión de los CEE” cuyas consecuencias recaerán sobre los alumnos
cuyas limitaciones impiden la participación en el proyecto inclusivo.
La
reconversión
llevará aparejada el despido o prejubilación de una parte de la
plantilla de personal docente (compuesta por 749 maestros) y de personal
técnico especializado (compuesta por 750 personas) de los centros de
educación especial de titularidad privada. Es oportuno recordar que el
65% de los CEE son centros concertados, constituidos en tiempos no
demasiados pretéritos por padres y/o profesionales del sector ante la
falta de centros públicos. Los CEE de titularidad pública también verán
menguados sus recursos docentes, ya que la reconversión supondrá un
trasvase de “enseñantes” y personal técnico de soporte a los Centros
Ordinarios. Ello supone desvestir un santo para malvestir otro.
Siguiendo
la consigna de la optimización, se ha iniciado un proceso de revisión a
la baja de los conciertos educativos suscritos con los CEE.
Por
tanto,
cabe concluir que lo que el Conseller Maragall ha presentado como “un
proyecto de inclusión educativa” es en realidad un ampuloso disfraz
para “un lenitivo” a la precaria situación del alumnado con discapacidad
escolarizado actualmente en Centros ordinarios, obtenido del recorte de
los recursos que disponen los Centros de educación especial.
El
lema
del Plan, “Apendre junts, per viure junts”, quedará reducido a una
simple coexistencia en un medio precario (Centros ordinarios de
titularidad pública), de dudosos beneficios para un sector del alumnado
con discapacidad, comprometiendo seriamente la cobertura de las
necesidades educativas de los alumnos cuya discapacidad presenta serias
limitaciones que precisan de intervenciones educativas intensivas en
recursos, con contenidos específicos y adaptados al perfil concreto del
alumno, que exigena menudo acciones individualizadasy requieren espacios
educativos diferenciados —ésta y no otra es la aportación de los
centros de educación especial—.
Para
quien quiera advertirlo, bajo el principio de la inclusión educativa se
esconde a menudo un falso igualitarismo que sirve de pretexto a
prácticas de cicatería social como las expuestas.
Por
qué no pude aceptar un premio
Juan
Goytisolo 14/08/2009
El
pasado mes de julio fui informado, primero por teléfono y luego a través
del correo electrónico del Instituto Cervantes de Tánger, de que acababa
de ser galardonado con el Premio Internacional de Literatura dotado de
150.000 euros. Mi interlocutor, el hispanista egipcio Salah Fadl, es una
de las figuras más respetadas del mundo intelectual de su país y cuyas
convicciones democráticas no dejan lugar a dudas.
En
respuesta a mis preguntas sobre la composición del jurado que me
concedió el premio, la noticia de que el presidente del mismo era el
gran novelista libio residente en Suiza, Ibrahim El Kuni, aumentó mi
satisfacción. Admiro profundamente al autor de Polvo de oro: el
insólito y conmovedor relato de la pasión amorosa de un beduino por un
raro ejemplar de camello moteado, pasión a causa de la cual vende a su
mujer al dueño del mismo y emprende la huida con él a desierto traviesa,
hasta un final trágico que suspende al lector, como si la pareja fuera
la de Romeo y Julieta, es en mi opinión una de las mejores
novelas árabes contemporáneas. El libro, traducido al español y con un
prólogo mío, apareció hace unos pocos años con el sello editorial de
Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores.
Los
restantes miembros del jurado, profesores de renombre en diversas
universidades de Europa, Estados Unidos y Australia, mostraban también a
las claras la solvencia e integridad moral del mismo.
Las
razones por las que me fue otorgado en su primera convocatoria eran
asimismo estimables y las acogí con agradecimiento: la creatividad
literaria y artística, mi nunca desmentida, atracción por la cultura
árabe, la defensa de las causas justas. Como escribí al doctor Salah
Fadl, "la honradez y valía de todos los miembros del jurado que me
recompensó es la prueba indiscutible de la independencia que ha guiado
su elección". Soy en efecto uno de los raros novelistas europeos
interesados por la cultura arabomusulmana —un interés que extiendo al
ámbito turco e iranio— y he defendido en la medida de mis medios tanto
la causa palestina de acuerdo a las resoluciones de Naciones Unidas,
como la lucha por la democracia y la libertad de los pueblos árabes
cruelmente privados de ellas.
Esto
me ha valido muchas enemistades y ataques por los "occidentalistas" a
ultranza, que niegan contra toda evidencia demostrable el importante
componente árabe (y judío) de la lengua y la cultura hispanas.
Mi
modesto conocimiento del árabe dialectal de Marruecos —ni mejor ni peor,
pienso, que el del Arcipreste de Hita— me ha procurado una perspectiva
preciosa para captar nuestra singular identidad, compleja y mutante como
lo son todas las identidades culturales y humanas abiertas y ricas.
Pero...
Pues
hay un pero. La dotación económica del premio —los 150.000 euros—
procede de la Yamahiriya Libia Popular Democrática, creada en 1969 por
el golpe militar de Gaddafi. Tras un breve debate interior entre aceptar
el galardón o rehusarlo, por razones a la vez políticas y éticas, me
decidí por la segunda opción.
El
brutal
desequilibrio existente entre Europa y los países árabes no responde
únicamente a razones de índole religiosa sino a causas sociales,
políticas y culturales que debemos analizar cuidadosamente. No carguemos
todas las culpas sobre nuestros hombros. Las suyas son tan graves como
las nuestras. La corrupción de las élites gobernantes, las dictaduras
que se perpetúan en el poder, la farsa electoral que se repite en la
casi totalidad de los Estados de la Liga Árabe, no valen de muralla para
impedir la expansión del islamismo: al revés, lo fomentan y lo
convierten en alternativa viable.
La
democracia, asociada por muchos a los suculentos negocios de los países
de Occidente con las petromonarquías del Golfo y a los magnates y
emires que exhiben indecentemente su riqueza en Casablanca, El Cairo,
Beirut o Marbella ha perdido la fuerza imantadora de antaño para las
masas pobres y analfabetas, a las que se cierra también en la espita de
la inmigración.
Como
escribí al doctor Salah Fadl, "le ruego que comprenda los motivos que me
aconsejan tomar esta resolución. No soy incondicional de ninguna causa y
precisamente por respeto a los pueblos árabes y a su admirable cultura,
he criticado siempre que he podido a las teocracias y dinastías
republicanas que los gobiernan y mantienen en la pobreza y la
ignorancia. El espectáculo de vacuidad e impotencia que ofrecieron
durante la salvaje invasión israelí en Gaza me indignó, como indignó a
toda persona decente. La dificultad de acceder al estatus de ciudadano
es la causa principal de su frustración y de su refugio en una versión
extremista del credo religioso. En conclusión: la coherencia conmigo
mismo pesa más fuerte que todas las consideraciones de agradecimiento y
afecto a personas de tanta integridad como la suya y la de los demás
miembros del jurado".
Escribí
este correo de un tirón y me sentí liberado al punto de un peso
agobiante. Nunca he corrido tras los premios y si los he aceptado ha
sido por cortesía hacia quienes me los concedieron. En este caso
concreto era del todo imposible.
Añadiré
por fin que tanto Ibrahim El Kuni como el doctor Salah Fadl han
comprendido mis razones y me han reiterado su valiosa estima y amistad.
Cine
[El cineasta Pere Portabella participa en el Festival de Venecia como
presidente del
jurado de la sección “Orizzonti”, donde proyecta, fuera de concurso, su
última película, Mudanza (2008), un corto de veinte minutos de
duración.]
* * *
Mudanza:
vacío y
silencio
Josep
Torrell
Cuando
uno toma posesión de un espacio, lo primero que hace es vaciarlo. El
espacio propio será un espacio desnudo, y a partir de su desnudez se
puede trabajar y transformarlo. Esto es precisamente lo que hizo Pere
Portabella con la Huerta de San Vicente (Granada), la Casa Museo de
Federico García Lorca (lugar donde pasó los veraneos desde 1926 hasta su
muerte). La vació, y la rodó. Luego, mostró, al mismo tiempo, la
película y la casa vacía. La película cambia la casa; pero la casa
cambia la percepción de la película.
Todo
empezó cuando Portabella recibió el encargo de hacer algo con la Casa
Museo de Federico García Lorca, en el marco del Everstill / Siempre
todavía, que coordina Hans Ulrich Obrist. El proyecto de Portabella
tenía dos partes. La primera, la filmación del vaciado de la casa. La
segunda, la exhibición de la casa sin los muebles, los platos, el piano
o los cuadros.
La
primera
parte tuvo como resultado Mudanza (2008). Su único argumento es
rodar el vaciado y empaquetado del mobiliario de la casa. Lo que ocurre,
no obstante, es que sus planos tienen ritmo propio. La cámara recorre la
casa mediante travelín, pero pocos reparan en la belleza del plano,
porque por todas partes aparecen operarios. Aunque estos obreros han
sido puestos allí, y no por casualidad. Su presencia tiene que ver con
eso que hemos denominado ritmo. Hay una coreografía milimétrica entre a
quién vemos en el plano y el desplazamiento de la cámara. De pronto,
silencio. Cuando sacan el piano, el silencio se extiende por la
pantalla, y aguanta hasta el final. Cuando se ha hecho el vacío, llega
el silencio. Las travelín se lentifican: la cámara se demora por la
casa, casi hasta quedar fija. La cama de García Lorca es el último plano
del principio, y volverá para servir de cierre (cuando los muebles están
en una nave industrial).
Mudanza
no
supone
una obra extraña dentro de la filmografía de Portabella. En realidad,
prosigue una serie —bastante larga, por cierto— de películas cuyo rodaje
era una acción o un acontecimiento. Sin ánimo de ser exhaustivos, cabría
citar Miró l’altre (1969), Play back (1970), Poetes
catalans (1970), Miro tapis (1973), Miro forja (1973),
Advocats laboralistes (1974), El sopar (1974) o Plan
hidrológico (2004). Esta larga fila de rodajes está caracterizada,
además, por otra cosa: son las únicas películas cuyo guión asume él en
soledad. Quizás porque el guión se condensa en una sola frase. Parece
como si Portabella —en los años setenta, en la época del arte
conceptual— hubiese vuelto la mirada hacia el principio del cine, hacia
los Lumiére, a la Sortie des usines Lumiére, pero aprovechando
todos los adelantos del cine. En Mudanza, desde el exacto
movimiento de un travelín, hasta el silencio de la segunda parte, que da
una gravedad a nuestra mirada.
La
segunda
parte del proyecto de Portabella consistía en mostrar la película y la
Huerta de San Vicente completamente vacía, en julio de 2008. Se montó un
tinglado de madera antes de entrar en la casa, y allí se proyectaba su
película antes de que los visitantes pasasen a la casa desposeída de sus
muebles (desposeída de lo que confiere valor: valor de cambio). Estaba
previsto devolver el dinero a quienes lo pidieron: sólo lo pidió una
exigua minoría. Los demás quedaron encantados.
El
arte
conceptual exponía vacíos: huecos. Portabella —destacado miembro del
equipo conceptual conocido como Grup de Treball— era perfectamente
consciente de ello, pero introdujo una variante: mezclar la exposición
del espacio vacío con la proyección de Mudanza, sobre el proceso
de vaciado. Entonces las sinergias explotaron como en una reacción en
cadena. Al ver el espacio desnudo, se rememoraba algo, concreto y vago a
la vez, que había sido visto una vez... mientras veían la película. La
película pesaba mucho sobre todos los visitantes al efectuar su
recorrido. Además, la casa museo de García Lorca, al estar desnuda,
perdía su aura. Pero todo lo que le había sido quitada a la casa estaba,
sin embargo, en la película: así adquiere sentido el plano final de la
cama precintada, que deja fluir el sentido sin encorsetarlo.
Pere
Portabella
es
un artista conceptual, por ideas y por compromiso, que teje sus obras a
partir del concepto de lo mínimo (una acción), pero —y en esto estriba
su radical diferencia— pone en juego todos los procedimientos estéticos
del cine, y también su innegable maestría con ellos.
En
telegrama
Ciudadanía
en inglés y amiguito del alma.
Hilillos
de plastilina.
Muestrario
de tejidos. Enviar a Presidencia de la Comunitat Valenciana.
Chapapote.
— ¿De
qué lado carga usted?
— A
la
derecha, naturalmente.
¿Mediando
precio? Qué va. Eso, los concejales. Más arriba las cosas funcionan de
otra manera.
Poder
judicial. Poder y tanto. Prevarica y exonera, que todo se olvida, hasta
la memoria.
Boda
cheli en El Escorial.
Excelentísimo
Señor Senador y Tesorero del Partido Que Dios Confunda (PQDC).
Lamela,
que algo queda.
Armas
de destrucción masiva cazando rebecos.
Se
espían
entre ellos, y luego dicen.
País.
Paisanaje (del Paisaje más vale no hablar)
[Lobo
Feroz agonizante de calor]
La
biblioteca de Babel
Xavier Montagut y Esther Vivas (eds.)
Del campo al plato. Los circuitos de producción y
distribución de alimentos
Icaria, Barcelona, 2009.
Uno de
los
rostros más dramáticos de la crisis en curso es la extensión del hambre
y, en general, de las malas condiciones de alimentación. Según la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) el número de hambrientos en 2008 ascendió a los 925
millones de personas. Todo ello en un contexto en el que se producen más
alimentos que nunca y en el que las principales víctimas de la situación
son los campesinos y campesinas que trabajan la tierra, sobre todo en
los países periféricos. Tras coordinar los libros ¿A dónde va el
comercio justo? (Icaria, 2006) y Supermecados, no gracias
(Icaria, 2007), Montagut y Vivas, miembros de la Xarxa de Consum
Solidari, vuelven a mostrar con rigor y sentido crítico los
fenómenos de explotación, especulación y alienación que subyacen a este
escenario y que están cambiando la vida tanto de productores como de
consumidores. Del campo al plato reúne trabajos de los propios
editores y de activistas e investigadores vinculados a organizaciones
campesinas y de defensa del derecho a la alimentación en países como
Ecuador, Indonesia, Sudáfrica, México, India, Suiza, Japón, Brasil,
Francia o la República Democrática del Congo. A través de cada uno de
ellos, cobra visibilidad lo que la mirada dominante sobre el tema
prefiere velar: el tremendo impacto de las políticas neoliberales sobre
un modelo alimentario que, regido por la búsqueda del beneficio
inmediato, ha entrado en una deriva productivista, insolidaria y
claramente insostenible en términos energéticos y ambientales. Los temas
abordados y que componen el cuadro global son numerosos: el papel del
agro-negocio y los nuevos “cercamientos” de tierras indígenas y
campesinas; la sobre-explotación de los suelos, la erosión de la
biodiversidad y el éxodo forzado del campo a la ciudad; el recorrido
kilométrico de alimentos de exportación con calidad decreciente y
devoradores de energía; la falsa alternativa de los llamados
“agro-combustibles”; los ingentes beneficios obtenidos por las grandes
cadenas de distribución, la desaparición de las pequeñas tiendas y la
creación paulatina de una “dictadura de la oferta” que se impone a los
consumidores; la complicidad de los gobiernos locales y de instituciones
internacionales como la OMC, el Banco Mundial, el FMI o la propia UE. Y
junto a ello, un análisis comprometido, pero en ningún caso
autocomplaciente, de las alternativas planteadas por diferentes
movimientos sociales involucrados en la cuestión: desde las que tienen
una mayor dimensión individual, como las vinculadas al consumo crítico,
a las que requieren una acción política más global y cambios
estructurales, como las relacionadas con el comercio justo, la
transformación de las relaciones Norte-Sur, y la defensa de la soberanía
alimentaria.
[G. Pisarello]
Robert Fisk
La era del guerrero
Destino, Barcelona, 2008, 340 págs.
Fisk
es sin duda uno de los periodistas que con mayor rigor y claridad
escribe sobre los atropellos que asolan Irak, Afganistán y Palestina.
Sin pelos en la lengua, no sólo explica lo que ocurre, sino que pregunta
por las causas. En este libro se recogen artículos suyos publicados
durante los últimos años (finaliza en diciembre 2007). Aporta
información de primera mano, contradice y cuestiona las versiones
oficiales, se enfrenta a la mendacidad de la clase política, analiza el
lenguaje periodístico y el mundo del miedo en el que nos hallamos
sumergidos. El título del libro responde al ascenso del credo del
guerrero: todo vale con tal de vencer, incluida la barbarie.
[A.Madrid]
Luis García Montero
Mañana no será lo que Dios quiera
Alfaguara, Madrid, 2009, 421 págs.
De
la
honda amistad entre dos grandes poetas nace esta hermosa reconstrucción
novelada de las raíces familiares y de los años de formación de Ángel
González (1925-2008) a cargo de Luis García Montero. Éste devuelve a la
vida —en un ejercicio de primera magnitud sobre un aspecto que atraviesa
la obra de ambos autores, el valor social de la literatura— los
personajes y las circunstancias encerrados en los papeles amarilleados
de una “carpeta azul”, puerta de entrada a un universo sentimental y
moral marcado por la guerra civil. A contracorriente de nuestro tiempo
histórico García Montero recrea en este inolvidable relato la existencia
de “muertos de muerte imposible”, personas inquebrantablemente unidas a
nuestro ser interior, voces siempre prestas a susurrarnos al oído a las
que es obligado prestar atención.
[A. Giménez]
PÁGINAS-AMIGAS
Centre de Treball
i Documentació (CTD)
http://www.cetede.org
Nómadas. Revista Crítica de
Ciencias Sociales y Jurídicas
http://www.ucm.es/info/nomadas
El Viejo Topo
http://www.elviejotopo.com
La Insignia-
http://www.lainsignia.org
Sin permiso
http://www.sinpermiso.info/
Revista
mientras tanto
Número 110-111
mientras
tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Primavera-Verano 2009
110-111
NOTAS EDITORIALES La crisis para quien la trabaja [A.R.]
La prueba pericial
[J.L.G.]
Un tribunal constitucional plurinacional y elegido por
sufragio universal [J.A.E.]
Marx, Einsenstein, Kluge
[J.T.]
La Europa de la exclusión
[A.M.]
ARTÍCULOS Los designios neoliberales para la Universidad LA UNIVERSIDAD EN EL SIGLO XXI
Boaventura de Sousa Santos
LA CRISIS UNIVERSITARIA Y BOLONIA
Juan-Ramón Capella
LA EVALUACIÓN UNIVERSITARIA EN EL CONTEXTO DEL
PENSAMIENTO NEOLIBERAL Ángel Díaz Barriga
LA EVALUACIÓN UNIVERSITARIA ¿TOYOTISMO EN LA
UNIVERSIDAD? José A. Estévez
Otros artículos
OJEADA SOBRE LA CRISIS ENERGÉTICA
Alfons Barceló
LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL CASTIGO
Elena Larrauri
LA CRISIS PALESTINA DESMONTANDO ALGUNOS MITOS
Javier Honorato
F. VIDARTE Y LOS ORÍGENES DE LA TEORÍA QUEER EN ESPAÑA
Laurentino Véllez-Pellegrini
Sobre cine UNA POÉTICA DEL CINE
Pere Portabella
UN TRABAJO CULTURAL EN EL CINE
Josep Torrell
CUESTIÓN DE PALABRAS
(nueva sección de poesía) Antonio Jiménez Millán
RESEÑA DE LA LOCURA MAOÍSTA AL DESENFRENO NEOLIBERAL
(Ramón Campderrich)
CITA
LA OBRA DE LOS PASAJES, (anotación N 9 a, 1) Walter Benjamin
|
mientras
tanto bitartean mientras tanto mentrestant
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
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