mientrastanto.e Num. 72 del 09-2009

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Cuaderno de crisis/ 9
Por
Albert Recio

Bases USA en Colombia
Por
José A. Estévez Araújo

¿Educación inclusiva o cicatería social?
Por Joaquim Dodero i Curtani

Por qué no pude aceptar un premio
Por Juan Goytisolo

Cine: Mudanza: vacío y silencio
Por
Josep Torrell

En telegrama
Por El Lobo Feroz

La biblioteca de Babel
· Xavier Montagut y Esther Vivas (eds.), Del campo al plato. Los circuitos de producción y distribución de alimentos

· Robert Fisk, La era del guerrero

· Luis García Montero, Mañana no será lo que Dios quiera

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Número 72
Septiembre de 2009

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Cuaderno de crisis/ 9

Albert Recio

¿Pacto social?

I

Cada vez que tenemos para masivo surge un clamor a favor de un pacto social. La visión de la economía nacional como una especie de organismo colectivo constituye una representación cultural potente, reforzada cuando las cosas van realmente mal. Una visión socialmente aceptable porque se fundamenta en una cuestión esencial: la importancia de la cooperación social para alcanzar cualquier objetivo importante y, especialmente, cuando se trata de hacer frente a situaciones graves. Al fin y al cabo la concepción orgánica de la economía nacional no hace sino proyectar a una escala superior la cultura de la cooperación y el objetivo colectivo que cohesiona el funcionamiento cotidiano de todas las instituciones de menor nivel que organizan nuestra vida material y social. Familias, empresas, organizaciones sociales, clubs deportivos…desarrollan esta misma idea de interés colectivo que promueve la cooperación, aunque a menudo ello sirva también para esconder las desigualdades, jerarquías, conflictos de intereses que conforman su verdadera realidad.

La idea de una economía nacional tiene también su significado cuando se advierte que los estados nacionales son aún un espacio significativo de regulación de la actividad económica y laboral, donde persisten fuertes diferencias tanto en la regulación pública como en los modelos de especialización y organización productiva privada de cada país. Aunque el capitalismo es un sistema global, su realidad se manifiesta en un mundo caracterizado por fuertes desigualdades nacionales, no reducibles a un mero proceso de división mundial del trabajo decidido desde un centro mundial. Subsisten espacios de intervención nacional nada despreciables, que explican que países de parecido nivel de desarrollo (por ejemplo en términos de PIB per cápita) mantengan importantes diferencias en la distribución de la renta, el peso del sector público o el nivel de innovación tecno-productiva.

A la izquierda radical nunca le han gustado los pactos sociales. Su rechazo incluye razones estratégicas y tácticas. En el primer plano la cuestión crucial es la legitimación del sistema capitalista en general o de alguna de sus variantes particulares, lo que se supone impide desarrollar una conciencia social crítica. En el plano táctico, el contenido concreto de las concesiones. Esta fue por ejemplo la crítica que muchos realizamos a las políticas de pactos de la década de los ochenta, que coincidieron con la introducción del capitalismo neoliberal y conllevaron importantes concesiones en términos de salarios reales y derechos laborales. Pero sin negar que estos riesgos existen, no puede pasarse por alto que cualquier estrategia pacífica de transformación social incluye procesos sociales que de algún modo incluyen acuerdos sociales más o menos tácitos. La cuestión central es ver en que condiciones, bajo que supuestos, se realizan dichos acuerdos. En qué medida suponen mejoras sociales importantes y abren o cierran vías de transformación social. 

II

La paradoja del momento actual es que ha sido la CEOE la que ha renunciado a un pacto social. Creo que una vez más ha mostrado tener una estrategia mucho más definida que la de sus interlocutores (gobierno y sindicatos). Más allá de sus demandas maximalistas, los líderes empresariales tienen claro que poco pueden sacar de un pacto que sólo les reportaría mejoras menores (aunque no despreciables, como la rebaja de cuotas de la Seguridad Social) a cambio de dar alas a un Gobierno del que desconfían. A pesar de su vacuidad  y de sus incoherencias, Rodríguez Zapatero sigue siendo demasiado estricto en no sobrepasar algunos límites que la patronal quiere superar. No hace falta pensar en una conspiración para entender que la patronal prefiere un gobierno de derecha dura y confía que el desgaste generado por el paro masivo acabará por desplazar del poder al PSOE. Pocos gobiernos en el mundo consiguen repetir en una situación de paro masivo y la experiencia española también apoya esta conjetura: Felipe González perdió las elecciones en 1996 cuando el país llevaba tres años de paro masivo, no en 1993 cuando era más agudo el debate sobre los GAL y la corrupción. Una victoria del PP quizás no traiga consigo todo el programa maximalista que ha lanzado la patronal. Pero puede conducir a la aprobación de muchas de las reformas del estilo de las propuestas en el manifiesto de los cien, que si tenemos que valorarlo por la machacona insistencia y la variedad de canales por los que se trata de propagar es, de forma aproximada, el programa de reformas que trataran de colar.

Por ello es tan necesario que quienes defienden otro pacto social, o quienes simplemente piensan que hay que acumular fuerzas sociales para resistir a esta ofensiva y tratar de empezar a cambiar la orientación esencial de la política económica, empiecen por desarrollar algunas ideas-fuerza y alguna explicación clara que permita ganar audiencia, generar respuestas y minar los argumentos neoliberales.

III

El debate sobre el pacto social puede ser útil si empezamos por formular la cuestión en términos de “¿para qué un pacto?”, cuya respuesta lógica es “para crear las bases de un modelo económico más sostenible, estable, justo”. Hay que esperar que la respuesta convencional sea la conocida salmodia de la competitividad. Sobre la misma, la derecha y los neoliberales han construido su canon de propuestas simples en forma de reducción de salarios, de derechos sociales, de impuestos. Hay en cambio más de una evidencia para mostrar que ha sido la continuidad en este modelo la que ha conducido a la situación actual.

Los datos están ahí y son fácilmente consultables en la página de Eurostat. España ha sido el país europeo que en la última década ha reducido más los costes de salarios unitarios (un 6,4% entre el año 2000 y el 2007, frente a una reducción en la UE-15 del 2,8%), Estamos también a la cola en gasto social, salario mínimo, etc. Y en cambio nuestra balanza comercial, la que sirve para medir la relación social con el exterior, no ha parado de empeorar (excepto en el último año, debido a la recesión). No parece que insistir en bajos salarios y bajos costes sociales sea una vía útil ni siquiera para los planteamientos convencionales de la competitividad.

La razón del fracaso de estas políticas es relativamente fácil de entender: si la competencia se basa en salarios bajos hay muchos otros países que nos pueden ganar; no sólo parten de condiciones sociales peores (y por tanto socialmente más toleradas) sino que, por su tamaño, están en mejores condiciones de actuar como grandes proveedores internacionales (la economía española siempre ha padecido de un problema de escala). Tampoco tenemos el desarrollo tecnológico ni la capacidad productiva y organizativa de las economías maduras. La economía española lleva años metida entre dos espacios en los que es incapaz de competir. De hecho, los problemas de competitividad provienen tanto de la incapacidad de crear mercados a la producción local como del consumo intensivo de bienes de importación. Si de estrategia competitiva hay que hablar, la única posibilidad es, como siempre, la de desarrollar “nichos” de mercado especiales, que indudablemente requieren mas tecnología y mejor organización y cooperación social. Y ello requiere un trato más cuidadoso de la fuerza de trabajo y más intervención pública, lo contrario a recortar salarios e impuestos, como la derecha y buena parte de los economistas convencionales proponen.

La única medalla de oro española en el mundial de atletismo se la ha llevado Marta Domínguez en 3000 metros obstáculos. Creo que parte de su mérito ha sido el saber elegir una prueba que por ser nueva en el campo femenino, y relativamente técnica, era más fácil de ganar que otras más convencionales donde caribeñas y africanas tienen un monopolio consolidado. Si quieren es un ejemplo tonto, pero expresa bastante bien la lógica del éxito competitivo: buscar un espacio adecuado a los propios recursos, con una cierta posibilidad de desarrollo productivo autónomo, relativamente nuevo, y no entrar a competir en aquellos campos donde los oligopolios ya están asentados.

IV

Si hay que hacer algún pacto social éste debe orientarse a cambiar en serio las limitaciones del modelo vigente. No es posible sostener el tipo de especialización que ha explicado los presuntos años de “vacas gordas”, y también resulta evidente que el modelo tiene otra deficiencia grave en su insostenibilidad ambiental y social. La sociedad española es más desigual que muchas de su entorno y el modelo de familia mediterránea al que históricamente recurrió para cubrir muchas deficiencias (recurso basado sobre todo en el trabajo no reconocido de las mujeres y en una potente solidaridad intergeneracional) ya no tiene capacidad de soportar las cargas sociales que genera el sistema actual. Por razones como los cambios en la propia estructura familiar, la nueva y creciente demanda de cuidados que genera el (por otra parte deseable) alargamiento de la vida humana, la incorporación masiva de las mujeres adultas al mercado laboral, o el creciente endeudamiento generado por el propio modelo de distribución y consumo.

Poner la economía sobre nuevas bases es introducir cambios estructurales que posibiliten vivir con dignidad y un grado satisfactorio de seguridad. Y eso será imposible de realizar sin cambios significativos en los mecanismos de distribución de la renta, tanto primaria (reduciendo el elevado diferencial de salarios, aumentando el salario mínimo y poniendo límites a las rentas más altas) como secundaria (cambios en el sistema impositivo que castigue las fórmulas de ganancia parasitaria, mejoras en la provisión de servicios básicos), así como sin un pacto que garantice una dotación adecuada de servicios públicos de cuidado. Cambios que son a la vez distributivos, del papel del sector público y del empleo. En la misma línea, se deben empezar a potenciar planes para alterar aquellas actividades que generan los mayores impactos ambientales negativos, como el transporte, el consumo energético. etc. Cualquier cambio que no vaya en esa dirección tiene poca capacidad de cambiar el modelo. Y por tanto la continuidad del actual “pacto social implícito” (el que de facto determina el modelo impositivo, distributivo actual) sólo puede generar la repetición o el agravamiento de los problemas que hemos padecido los últimos años.

En una propuesta de cambio serio del modelo actual cabe preguntarse si no se requieren, también, algunas reformas en la reorganización del mercado laboral. Hay algunos casos donde ello es evidente. Empezando por todo el complejo de formación profesional-cualificación-organización del trabajo. Cuando en España se insiste en la existencia de un diferencial negativo en la educación de la fuerza de trabajo se suele pasar por alto que la diferencia se encuentra sobre todo en la formación profesional. Hablando en plata, este es un país regido por señoritos que han ignorado la importancia de la formación laboral y han primado una educación superior asociada al estatus. Y en ello han tenido la complicidad de un empresariado poco interesado en desarrollar una formación que a la larga podía traducirse en mayores salarios y en un modelo organizativo más democrático. La reforma de toda la línea que supone formación profesional-formación ocupacional-formación de adultos es sin duda una importante prioridad. Un cambio que, por otra parte, puede tener efectos positivos sobre el tan preocupante problema del fracaso escolar.

La segunda reforma fundamental debe ir en la línea de lo propuesto anteriormente. Un modelo de negociación colectiva y de “voz” sindical orientado a reducir las enormes desigualdades laborales y a permitir la implementación real, especialmente en la diáspora de las pymes, de los derechos laborales en temas como seguridad e higiene laboral, contratación irregular, conciliación de la vida personal, desigualdades de género, etc. Una vía que pasa por lo opuesto de lo que proponen los “economistas teóricos” defensores de la fragmentación de la negociación colectiva. Sólo con políticas centralizadas es posible generar derechos comunes. Sólo con mayores derechos reales de participación democrática es posible evitar los abusos.

Sin duda todo es revisable. Y si hay una negociación real deberán matizarse muchas cuestiones. Pero creo que cualquier propuesta de pacto debería comenzar por lo que he tratado de proponer: un diagnóstico adecuado de los males y defectos del actual modelo económico y social, una propuesta en positivo de la orientación de los cambios. Y un trabajo cultural, de debate social al respecto. Mucha gente ha pensado, comentado, escrito al respecto. Parece, sin embargo, que la pretendida izquierda política y sindical sigue demasiado perpleja, tímida o incapaz de formular algunas ideas clave, en contraste con una patronal irresponsable pero que sigue teniendo claro como defender sus privilegios. El tiempo de las respuestas se acorta.

Brotes verdes o más de lo mismo

Los augures están optimistas. Algunas economías importantes han empezado a tener tasas de crecimiento positivo. Algunos de los bancos que recibieron ayudas voluminosas no sólo las han devuelto sino que anuncian beneficios. Y en bastantes lugares la bolsa sube. Los augures dicen que la pandemia ha sido sólo una gripe pasajera y que en un par de años volveremos a estar en pleno crecimiento. Eso sí, seguirá habiendo mucho paro. Ya se sabe que todos los problemas no se pueden resolver a la vez y los parados y paradas, como corresponde a gente modesta y sin ambiciones, deben tener paciencia. Cuando los negocios vuelvan a marchar a toda vela ya vendrán tiempos mejores y hasta puede que consigan un empleo temporal.

Que los datos de crecimiento den valores positivos no significa que el malestar económico vaya a desaparecer. En cualquier recesión importante hay fluctuaciones (al igual que en las fases de crecimiento) ligadas a los ciclos cortos, las intervenciones públicas, etc. La cuestión, desde esta perspectiva, es si persisten las razones que han abocado a la economía a una fase de recesión profunda. Y la experiencia de periodos pasados da para prever que podemos haber entrado en una fase de enorme incertidumbre y estancamiento. Por ejemplo, en la crisis de los años 70 del pasado siglo la caída del PIB en las economías capitalistas avanzadas no fue tan brutal como la actual y el período de incertidumbre, recesión y elevado desempleo se prolongó desde 1973 hasta mediados de los años ochenta.

El problema principal es que no parecen haberse resuelto, ni siquiera enfocado correctamente, ninguno de los determinantes estructurales que dieron lugar a la crisis. Empezando por el principal responsable, el sistema financiero. Nada serio ha cambiado en las regulaciones financieras. Los trabajos más rigurosos de los economistas críticos (algunas referencias importantes ya, como el número de julio del Cambridge Journal of Economics, o el libro colectivo editado por la Real World Economic Review, o las propuestas de Paul Davidson) inciden en la necesidad de una reforma radical tanto del sistema de divisas internacionales como del sistema financiero en su conjunto, principal factor de creación de riesgo sistémico y de una economía de rentistas. Más bien parece que, pasado el peligro, cedido el riesgo al sector público, los bancos que han salvado la quiebra, debidamente engrasados, vuelven con sus prácticas de siempre. En las páginas de la prensa económica leemos a diario noticias que dan cuenta de la reaparición de los productos estructurados (precisamente el tipo de productos financieros que desencadenó la crisis), de captación de dinero con bonos preferentes, o de la recompra con fuertes descuentos de bonos que se vendieron a inversores privados a 100 y se recompran a 70 (primero se les vende un producto basura, después se les espanta con que el producto será más basura y se recompra a un precio menor, con lo que el banco consigue una notable plusvalía).

Que algunos de los bancos que ha recibido ayudas haya podido devolverlas en tan poco espacio de tiempo, más que indicar una economía sana apunta a tres cosas: a) que realmente se ha transferido toda la porquería financiera al sector publico, y que por tanto lo que se transfiere es un enorme agujero que afectará a las cuentas públicas en los próximos años; b) que con el dinero recibido se ha vuelto a las operaciones especulativas que son las que permiten grandes ganancias a corto plazo; c) que se está permitiendo a los bancos nuevas modalidades de contabilidad creativa con las que hacer aparecer buenos resultados allí donde no existen. Posiblemente la historia real sea una combinación de todo ello. 

También en España las llamadas a la regulación son contradictorias. Recientemente por ejemplo se ha procedido a liberalizar la forma como los bancos contabilizan los créditos hipotecarios impagados y las aseguradoras sus inversiones en títulos financieros. Hasta ahora, si un banco tenía una hipoteca impagada tenía que provisionar al cien por cien el valor del impagado (o sea si le debían 200.000 euros, debían crear un depósito de sus fondos con este valor) y si tenía muchos impagados debía provisionar mucho dinero que ya no quedaba libre para prestar (y por tanto se reducía su rentabilidad). Ahora, puede calcular cuál es el verdadero valor de mercado del activo (el valor del piso) y sólo debe provisionar por la diferencia entre el total del crédito y ese valor. La cuestión es que no queda claro quién determinará dicho valor y ello deja la puerta abierta a que los propios bancos hagan una valoración optimista para reducir sus provisiones, aumentando su riesgo. De la misma manera, las aseguradoras se enfrentaban al problema de que las caídas en bolsa de sus activos financieros generaban grandes pérdidas. Ahora, se abandona la idea de que el mercado es quien mejor evalúa los títulos financieros y se incluye otro método que deja más libertad a las aseguradoras para evaluar sus activos. En definitiva, la quiebra del mercado como buen evaluador se está traduciendo en dejar que sean las propias entidades financieras las que se autoevalúen. Y aunque la cuestión quizás tenga algo de razonable, todo apunta a que la voluntad de restablecer la liquidez del sistema financiero está abriendo nuevas vías de especulación que plantearán nuevos cracks futuros. 

El problema está en que en el nivel de endeudamiento que han asumido los estados un nuevo rebrote de crisis financiera puede encontrarse con más dificultades de intervención. Por lo elevado del endeudamiento y por la persistencia del tabú de los bajos impuestos. Y es que si algo han conseguido generar treinta años de hegemonía neoliberal es una base social de clases medias ignorantes y ensimismadas que consigue bloquear las propuestas reformistas más elementales, como la reforma sanitaria norteamericana o la progresividad impositiva en general. Por eso, más que nunca es necesaria una intervención colectiva sostenida de educación económica y de desarrollo de un programa económico alternativo.

 

Bases USA en Colombia

José A. Estévez Araújo

Todos los países sudamericanos, con la excepción de Perú, han manifestado una honda preocupación por el anuncio de que Colombia va a ceder el uso de siete bases militares al ejército norteamericano. Las negociaciones para el acuerdo estaban siendo llevadas en secreto y las “destapó” la revista colombiana Cambio, el mes de julio. Obama replicó, diciendo una verdad a medias, que Estados Unidos no tenía planes de instalar una base en Colombia. Y es verdad que no va a haber ninguna base titularidad norteamericana en ese país. Pero también lo es que las fuerzas del Comando Sur podrán utilizar las instalaciones de siete bases de titularidad colombiana con autonomía operativa. El tema de las bases ha ocupado el centro de atención de las dos reuniones que la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) ha llevado a cabo en agosto.

Las bases militares han sido uno de los instrumentos fundamentales de la política imperialista de Estados Unidos en relación con Latinoamérica. E imperialista ha sido casi constantemente esa política desde la proclamación de la doctrina Monroe en 1822. Las excepciones relativas las constituyen las presidencias del segundo Roosevelt y de Jimmy Carter. No está nada claro que la presidencia de Obama vaya a ser una tercera excepción.

Las bases militares han jugado un papel primordial en las numerosas intervenciones del ejército estadounidense en los países de la zona. Guantánamo, por ejemplo es una buena muestra de la tradición imperialista norteamericana. La base se creó en 1902 como un instrumento para garantizar el derecho de intervención que los norteamericanos se habían reservado en la constitución cubana.

Con la devolución del canal a Panamá en el año 2000, los estadounidenses tuvieron que desmantelar las bases que tenían en ese país. De ese modo, perdieron unas instalaciones estratégicas para el control del subcontinente. Dos años después llegaron a un acuerdo con el gobierno de Ecuador que les cedió el uso parcial de la base de Manta. Los norteamericanos utilizaron las instalaciones ecuatorianas para operaciones de detección y rastreo del tráfico de drogas (o eso dijeron).

Este año el presidente Correa se negó a prorrogar el acuerdo que permitía a las tropas del Comando Sur usar la base situada en Ecuador. De hecho, la nueva constitución ecuatoriana prohíbe la presencia de bases extranjeras en su territorio. Pero la razón más inmediata de la decisión de Correa tiene que ver con la incursión que el ejército colombiano realizó en Ecuador para atacar el campamento del jefe de las FARC, Raúl Reyes, en marzo de 2008. Pues esa operación contó con el apoyo logístico de los militares norteamericanos de la base de Manta.

No es extraño que tanto Ecuador como Venezuela vean la presencia norteamericana en las bases colombianas como una amenaza para su seguridad. Ecuador porque ha sufrido una invasión de su territorio y Venezuela, porque, coincidiendo con la negociación sobre las bases, Chávez ha sido acusado en repetidas ocasiones de proporcionar armas a las FARC. Hay que tener en cuenta que Obama, cuando aún era candidato a Presidente, apoyó sin reservas la incursión colombiana en Ecuador. Dijo literalmente a un periódico de Miami: “apoyamos el derecho de Colombia de combatir terroristas que buscan ponerse a salvo cruzando su frontera”.

Desde la perspectiva de Sudamérica en su conjunto, la instalación de las bases en Colombia  constituye una estrategia de socavamiento de la UNASUR. La Unión de Naciones Suramericanas es una organización, promovida por Brasil, que pretende servir de instrumento para resolver los conflictos regionales y plantear estrategias de seguridad y defensa comunes. Su creación fue posible por el cambio en la correlación de fuerzas que se ha producido en Latinoamérica en la última década. El único presidente decididamente pro-norteamericano que ha sido elegido en ese periodo ha sido el colombiano Uribe.

La importancia de la UNASUR no puede ser minimizada si se tienen en cuenta los esfuerzos que ha realizado Estados Unidos para que Europa no tuviera una política de defensa propia y autónoma y siguiese sometida a la OTAN. Lo que Europa no había conseguido, sí que parecían a punto de lograrlo los países sudamericanos cuando crearon el Consejo de Defensa Suramericano en el seno de la UNASUR en marzo de este año. Para minar esa iniciativa regional Estados Unidos ha utilizado una táctica que conocemos sobradamente en Europa: la táctica del caballo de Troya. El papel que aquí ha jugado Gran Bretaña y, en ocasiones, Dinamarca, allí le ha tocado a Colombia. El gobierno de Uribe, mientras apoyaba nominalmente la creación del Consejo de Defensa Suramericano en la UNASUR, estaba ya negociando la cesión del uso de las bases a Estados Unidos. El sueño de una Sudamérica libre de instalaciones militares norteamericanas se ha ido, de ese modo, al traste, cuando parecía que había sido finalmente alcanzado.

 

¿Educación inclusiva o cicatería social?

Joaquim Dodero i Curtani

El Conseller d’Educació de la Generalitat, Ernest Maragall, ha presentado recientemente, con amplio eco mediático, el “Plan de acción 2008-2015 para la educación inclusiva en centros ordinarios”, que tiene por finalidad la ampliación del número de alumnos con discapacidad escolarizados en los Centros ordinarios de educación.

Al parecer la inclusión educativa —un principio de contenidos difusos, límites evidentes para una parte de personas con discapacidad, pero que goza de gran aceptación y predicamento entre amplios sectores de teóricos y  profesionales de la psicopedagogía— es el “mantra” elegido para contrarrestar/anestesiar la contestación social a la ley de educación de Catalunya aprobada recientemente.

Durante el Curso 2008-09, el sistema educativo catalán  ha acogido a 15.668 alumnos  con discapacidad, un 43,8% escolarizados en Centros de educación especial (6.868 alumnos) y el 56,2% restante (8.800 alumnos) en  Centros de educación ordinaria.

El objetivo final del plan es que en el año de su conclusión  —2015— únicamente el 30% de los alumnos con discapacidad permanezcan en los Centros de Educación especial (conocidos por las siglas CEE) y el 70%  restante sean escolarizados en Centros Ordinarios (conocidos por las siglas CO).

En la  presentación del plan, el Conseller Maragall soslayó las cifras de distribución del alumnado con discapacidad entre CO de titularidad pública y los centros concertados. Tampoco cuantificó los recursos disponibles actualmente por los CO para atender a  los alumnos con discapacidad (casi inexistentes para quien conozca la realidad docente de los centros ordinarios o la haya padecido).

Todo ello apunta a que el peso de la inclusión de los alumnos con discapacidad seguirá recayendo sobre los CO de titularidad pública, que deberán atender, con escasos recursos, las múltiples necesidades educativas especiales de los “nuevos incluidos”.  Una vez más, llueve sobre mojado.

No parece que el Conseller vaya a disponer de los recursos necesarios destinados a  levantar la pesada carga de su “ambicioso proyecto inclusivo”. Entre la documentación que acompaña al Plan no se incluye su Presupuesto por programas, desglosado por ejercicios presupuestarios (la traducción en compromisos reales y concretos de las previsiones de incrementos de recursos anunciados en el  acto de presentación del plan).

La dotación económica del Plan —21,3 millones de €— equivale a un  escuálido  0,36% del Presupuesto anual de educación de la Generalitat.

La anunciada contratación de 765 profesionales especialistas —cuyo coste estimado es de 19,4 millones de €,  equivalente al 0,74% de la partida de gastos de personal del Presupuesto anual de educación– supone en realidad la aportación de 1 nuevo  profesional  por  cada 11 alumnos con discapacidad  escolarizados actualmente en CO.

La amplia tipología de discapacidad de los alumnos escolarizados actualmente  en CO —el 83% de alumnado con d. auditiva, el 93% con d. visual, el  63% con d. física, el 54% con d. intelectual, el 25% con trastornos generales del desarrollo, el  62% con alteraciones graves de conducta y el 6% con discapacidades múltiples— nos advierte de las múltiples y variadas necesidades  educativas  especificas  del alumnado, perfila la insuficiencia de los recursos anunciados y nos avisa de los riesgos asociados a la misma: el  estancamiento y/o deterioro del alumnado con afectaciones graves o medias.

Por ello, bajo la rúbrica de “optimización de recursos existentes” se pretende paliar la  insuficiencia de  recursos  transfiriendo 234 unidades escolares de los CEE existentes en la actualidad a los CO (lo que supone en realidad lo transferencia de una parte del presupuesto dedicado a CEE a los CO), incrementando el número de “Unidades de Soporte educativo de educación especial a los CO” (de 284 unidades disponibles se pasará a 518 a lo largo del año 2015) y se incrementarán en 85 las unidades destinadas  actualmente a “educación post obligatoria”.

Si a lo referido anteriormente añadimos lo que el Conseller anuncia como un “proceso de ampliación del número de CEE convertidos en centros de referencia para la educación del personal con discapacidad en CO”, descubriremos que lo que  eufemísticamente  se presenta como “optimización de recursos”  supone en realidad “un proceso de reconversión de los CEE”  cuyas consecuencias recaerán sobre los alumnos cuyas limitaciones impiden la participación en el proyecto inclusivo.

La reconversión llevará aparejada el despido o prejubilación de una parte de la plantilla de personal docente (compuesta por 749 maestros) y de personal técnico especializado (compuesta por 750 personas) de los centros de educación especial de titularidad  privada. Es oportuno recordar que el 65% de los CEE son centros concertados, constituidos en tiempos no demasiados pretéritos por padres y/o profesionales del sector ante la falta de centros públicos. Los CEE de titularidad pública también verán menguados sus recursos docentes, ya que la reconversión supondrá un trasvase de “enseñantes” y personal técnico de soporte a los Centros Ordinarios. Ello supone  desvestir un santo para malvestir otro.

Siguiendo la consigna de la optimización, se ha iniciado un proceso de revisión a la baja  de los conciertos educativos suscritos con  los CEE.

Por tanto, cabe concluir que lo que el Conseller Maragall ha presentado como “un proyecto de inclusión educativa” es en realidad  un ampuloso disfraz para “un lenitivo” a la precaria situación del alumnado con discapacidad escolarizado actualmente en Centros ordinarios, obtenido del  recorte de los recursos que disponen los Centros de educación especial.

El lema del Plan, “Apendre junts, per viure junts”, quedará reducido a una simple coexistencia en un medio precario (Centros ordinarios de titularidad pública), de dudosos beneficios para un sector del alumnado con discapacidad, comprometiendo seriamente la cobertura de las necesidades educativas de los alumnos cuya discapacidad presenta serias limitaciones que precisan de intervenciones educativas intensivas en recursos, con contenidos específicos y adaptados al perfil concreto del alumno, que exigena menudo acciones individualizadasy requieren espacios educativos diferenciados —ésta y no otra es la aportación de los  centros de educación especial—.

 Para quien quiera advertirlo, bajo el principio de la inclusión educativa se esconde a menudo un falso igualitarismo que sirve de pretexto a  prácticas de cicatería social como las expuestas.

 

Por qué no pude aceptar un premio

Juan Goytisolo 14/08/2009

El pasado mes de julio fui informado, primero por teléfono y luego a través del correo electrónico del Instituto Cervantes de Tánger, de que acababa de ser galardonado con el Premio Internacional de Literatura dotado de 150.000 euros. Mi interlocutor, el hispanista egipcio Salah Fadl, es una de las figuras más respetadas del mundo intelectual de su país y cuyas convicciones democráticas no dejan lugar a dudas.

En respuesta a mis preguntas sobre la composición del jurado que me concedió el premio, la noticia de que el presidente del mismo era el gran novelista libio residente en Suiza, Ibrahim El Kuni, aumentó mi satisfacción. Admiro profundamente al autor de Polvo de oro: el insólito y conmovedor relato de la pasión amorosa de un beduino por un raro ejemplar de camello moteado, pasión a causa de la cual vende a su mujer al dueño del mismo y emprende la huida con él a desierto traviesa, hasta un final trágico que suspende al lector, como si la pareja fuera la de Romeo y Julieta, es en mi opinión una de las mejores novelas árabes contemporáneas. El libro, traducido al español y con un prólogo mío, apareció hace unos pocos años con el sello editorial de Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores.

Los restantes miembros del jurado, profesores de renombre en diversas universidades de Europa, Estados Unidos y Australia, mostraban también a las claras la solvencia e integridad moral del mismo.

Las razones por las que me fue otorgado en su primera convocatoria eran asimismo estimables y las acogí con agradecimiento: la creatividad literaria y artística, mi nunca desmentida, atracción por la cultura árabe, la defensa de las causas justas. Como escribí al doctor Salah Fadl, "la honradez y valía de todos los miembros del jurado que me recompensó es la prueba indiscutible de la independencia que ha guiado su elección". Soy en efecto uno de los raros novelistas europeos interesados por la cultura arabomusulmana —un interés que extiendo al ámbito turco e iranio— y he defendido en la medida de mis medios tanto la causa palestina de acuerdo a las resoluciones de Naciones Unidas, como la lucha por la democracia y la libertad de los pueblos árabes cruelmente privados de ellas.

Esto me ha valido muchas enemistades y ataques por los "occidentalistas" a ultranza, que niegan contra toda evidencia demostrable el importante componente árabe (y judío) de la lengua y la cultura hispanas.

Mi modesto conocimiento del árabe dialectal de Marruecos —ni mejor ni peor, pienso, que el del Arcipreste de Hita— me ha procurado una perspectiva preciosa para captar nuestra singular identidad, compleja y mutante como lo son todas las identidades culturales y humanas abiertas y ricas.

Pero...

Pues hay un pero. La dotación económica del premio —los 150.000 euros— procede de la Yamahiriya Libia Popular Democrática, creada en 1969 por el golpe militar de Gaddafi. Tras un breve debate interior entre aceptar el galardón o rehusarlo, por razones a la vez políticas y éticas, me decidí por la segunda opción.

El brutal desequilibrio existente entre Europa y los países árabes no responde únicamente a razones de índole religiosa sino a causas sociales, políticas y culturales que debemos analizar cuidadosamente. No carguemos todas las culpas sobre nuestros hombros. Las suyas son tan graves como las nuestras. La corrupción de las élites gobernantes, las dictaduras que se perpetúan en el poder, la farsa electoral que se repite en la casi totalidad de los Estados de la Liga Árabe, no valen de muralla para impedir la expansión del islamismo: al revés, lo fomentan y lo convierten en alternativa viable.

La democracia, asociada por muchos a los suculentos negocios de los países de Occidente con las petromonarquías del Golfo y a los magnates y emires que exhiben indecentemente su riqueza en Casablanca, El Cairo, Beirut o Marbella ha perdido la fuerza imantadora de antaño para las masas pobres y analfabetas, a las que se cierra también en la espita de la inmigración.

Como escribí al doctor Salah Fadl, "le ruego que comprenda los motivos que me aconsejan tomar esta resolución. No soy incondicional de ninguna causa y precisamente por respeto a los pueblos árabes y a su admirable cultura, he criticado siempre que he podido a las teocracias y dinastías republicanas que los gobiernan y mantienen en la pobreza y la ignorancia. El espectáculo de vacuidad e impotencia que ofrecieron durante la salvaje invasión israelí en Gaza me indignó, como indignó a toda persona decente. La dificultad de acceder al estatus de ciudadano es la causa principal de su frustración y de su refugio en una versión extremista del credo religioso. En conclusión: la coherencia conmigo mismo pesa más fuerte que todas las consideraciones de agradecimiento y afecto a personas de tanta integridad como la suya y la de los demás miembros del jurado".

Escribí este correo de un tirón y me sentí liberado al punto de un peso agobiante. Nunca he corrido tras los premios y si los he aceptado ha sido por cortesía hacia quienes me los concedieron. En este caso concreto era del todo imposible.

Añadiré por fin que tanto Ibrahim El Kuni como el doctor Salah Fadl han comprendido mis razones y me han reiterado su valiosa estima y amistad.

 

Cine

[El cineasta Pere Portabella participa en el Festival de Venecia como presidente del jurado de la sección “Orizzonti”, donde proyecta, fuera de concurso, su última película, Mudanza (2008), un corto de veinte minutos de duración.]

* * *

Mudanza: vacío y silencio

Josep Torrell

Cuando uno toma posesión de un espacio, lo primero que hace es vaciarlo. El espacio propio será un espacio desnudo, y a partir de su desnudez se puede trabajar y transformarlo. Esto es precisamente lo que hizo Pere Portabella con la Huerta de San Vicente (Granada), la Casa Museo de Federico García Lorca (lugar donde pasó los veraneos desde 1926 hasta su muerte). La vació, y la rodó. Luego, mostró, al mismo tiempo, la película y la casa vacía. La película cambia la casa; pero la casa cambia la percepción de la película. 

Todo empezó cuando Portabella recibió el encargo de hacer algo con la Casa Museo de Federico García Lorca, en el marco del Everstill / Siempre todavía, que coordina Hans Ulrich Obrist. El proyecto de Portabella tenía dos partes. La primera, la filmación del vaciado de la casa. La segunda, la exhibición de la casa sin los muebles, los platos, el piano o los cuadros.

La primera parte tuvo como resultado Mudanza (2008). Su único argumento es rodar el vaciado y empaquetado del mobiliario de la casa. Lo que ocurre, no obstante, es que sus planos tienen ritmo propio. La cámara recorre la casa mediante travelín, pero pocos reparan en la belleza del plano, porque por todas partes aparecen operarios. Aunque estos obreros han sido puestos allí, y no por casualidad. Su presencia tiene que ver con eso que hemos denominado ritmo. Hay una coreografía milimétrica entre a quién vemos en el plano y el desplazamiento de la cámara. De pronto, silencio. Cuando sacan el piano, el silencio se extiende por la pantalla, y aguanta hasta el final. Cuando se ha hecho el vacío, llega el silencio. Las travelín se lentifican: la cámara se demora por la casa, casi hasta quedar fija. La cama de García Lorca es el último plano del principio, y volverá para servir de cierre (cuando los muebles están en una nave industrial).

Mudanza no supone una obra extraña dentro de la filmografía de Portabella. En realidad, prosigue una serie —bastante larga, por cierto— de películas cuyo rodaje era una acción o un acontecimiento. Sin ánimo de ser exhaustivos, cabría citar Miró l’altre (1969), Play back (1970), Poetes catalans (1970), Miro tapis (1973), Miro forja (1973), Advocats laboralistes (1974), El sopar (1974) o Plan hidrológico  (2004). Esta larga fila de rodajes está caracterizada, además, por otra cosa: son las únicas películas cuyo guión asume él en soledad. Quizás porque el guión se condensa en una sola frase. Parece como si Portabella —en los años setenta, en la época del arte conceptual— hubiese vuelto la mirada hacia el principio del cine, hacia los Lumiére, a la Sortie des usines Lumiére, pero aprovechando todos los adelantos del cine. En Mudanza, desde el exacto movimiento de un travelín, hasta el silencio de la segunda parte, que da una gravedad a nuestra mirada.

La segunda parte del proyecto de Portabella consistía en mostrar la película y la Huerta de San Vicente completamente vacía, en julio de 2008. Se montó un tinglado de madera antes de entrar en la casa, y allí se proyectaba su película antes de que los visitantes pasasen a la casa desposeída de sus muebles (desposeída de lo que confiere valor: valor de cambio). Estaba previsto devolver el dinero a quienes lo pidieron: sólo lo pidió una exigua minoría. Los demás quedaron encantados.

El arte conceptual exponía vacíos: huecos. Portabella —destacado miembro del equipo conceptual conocido como Grup de Treball— era perfectamente consciente de ello, pero introdujo una variante: mezclar la exposición del espacio vacío con la proyección de Mudanza, sobre el proceso de vaciado. Entonces las sinergias explotaron como en una reacción en cadena. Al ver el espacio desnudo, se rememoraba algo, concreto y vago a la vez, que había sido visto una vez... mientras veían la película. La película pesaba mucho sobre todos los visitantes al efectuar su recorrido. Además, la casa museo de García Lorca, al estar desnuda, perdía su aura. Pero todo lo que le había sido quitada a la casa estaba, sin embargo, en la película: así adquiere sentido el plano final de la cama precintada, que deja fluir el sentido sin encorsetarlo.

Pere Portabella es un artista conceptual, por ideas y por compromiso, que teje sus obras a partir del concepto de lo mínimo (una acción), pero —y en esto estriba su radical diferencia— pone en juego todos los procedimientos estéticos del cine, y también su innegable maestría con ellos.

 

En telegrama

Ciudadanía en inglés y amiguito del alma.

Hilillos de plastilina.

Muestrario de tejidos. Enviar a Presidencia de la Comunitat Valenciana.

Chapapote.

— ¿De qué lado carga usted?

— A la derecha, naturalmente.

¿Mediando precio? Qué va. Eso, los concejales. Más arriba las cosas funcionan de otra manera.

Poder judicial. Poder y tanto. Prevarica y exonera, que todo se olvida, hasta la memoria.

Boda cheli en El Escorial.

Excelentísimo Señor Senador y Tesorero del Partido Que Dios Confunda (PQDC).

Lamela, que algo queda. 

Armas de destrucción masiva cazando rebecos.

Se espían entre ellos, y luego dicen.

País. Paisanaje (del Paisaje más vale no hablar)

[Lobo Feroz agonizante de calor]

 

 

La biblioteca de Babel

Xavier Montagut y Esther Vivas (eds.)
Del campo al plato. Los circuitos de producción y distribución de alimentos
Icaria, Barcelona, 2009.

Uno de los rostros más dramáticos de la crisis en curso es la extensión del hambre y, en general, de las malas condiciones de alimentación. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) el número de hambrientos en 2008 ascendió a los 925 millones de personas. Todo ello en un contexto en el que se producen más alimentos que nunca y en el que las principales víctimas de la situación son los campesinos y campesinas que trabajan la tierra, sobre todo en los países periféricos. Tras coordinar los libros ¿A dónde va el comercio justo? (Icaria, 2006) y Supermecados, no gracias (Icaria, 2007), Montagut y Vivas, miembros de la Xarxa de Consum Solidari, vuelven a mostrar con rigor y sentido crítico los fenómenos de explotación, especulación y alienación que subyacen a este escenario y que están cambiando la vida tanto de productores como de consumidores. Del campo al plato reúne trabajos de los propios editores y de activistas e investigadores vinculados a organizaciones campesinas y de defensa del derecho a la alimentación en países como Ecuador, Indonesia, Sudáfrica, México, India, Suiza, Japón, Brasil, Francia o la República Democrática del Congo. A través de cada uno de ellos, cobra visibilidad lo que la mirada dominante sobre el tema prefiere velar: el tremendo impacto de las políticas neoliberales sobre un modelo alimentario que, regido por la búsqueda del beneficio inmediato, ha entrado en una deriva productivista, insolidaria y claramente insostenible en términos energéticos y ambientales. Los temas abordados y que componen el cuadro global son numerosos: el papel del agro-negocio y los nuevos “cercamientos” de tierras indígenas y campesinas; la sobre-explotación de los suelos, la erosión de la biodiversidad y el éxodo forzado del campo a la ciudad; el recorrido kilométrico de alimentos de exportación con calidad decreciente y devoradores de energía; la falsa alternativa de los llamados “agro-combustibles”; los ingentes beneficios obtenidos por las grandes cadenas de distribución, la desaparición de las pequeñas tiendas y la creación paulatina de una “dictadura de la oferta” que se impone a los consumidores; la complicidad de los gobiernos locales y de instituciones internacionales como la OMC, el Banco Mundial, el FMI o la propia UE. Y junto a ello, un análisis comprometido, pero en ningún caso autocomplaciente, de las alternativas planteadas por diferentes movimientos sociales involucrados en la cuestión: desde las que tienen una mayor dimensión individual, como las vinculadas al consumo crítico, a las que requieren una acción política más global y cambios estructurales, como las relacionadas con el comercio justo, la transformación de las relaciones Norte-Sur, y la defensa de la soberanía alimentaria.

[G. Pisarello]

Robert Fisk
La era del guerrero
Destino, Barcelona, 2008, 340 págs. 

Fisk es sin duda uno de los periodistas que con mayor rigor y claridad escribe sobre los atropellos que asolan Irak, Afganistán y Palestina. Sin pelos en la lengua, no sólo explica lo que ocurre, sino que pregunta por las causas. En este libro se recogen artículos suyos publicados durante los últimos años (finaliza en diciembre 2007). Aporta información de primera mano, contradice y cuestiona las versiones oficiales, se enfrenta a la mendacidad de la clase política, analiza el lenguaje periodístico y el mundo del miedo en el que nos hallamos sumergidos. El título del libro responde al ascenso del credo del guerrero: todo vale con tal de vencer, incluida la barbarie.

[A.Madrid] 

Luis García Montero
Mañana no será lo que Dios quiera
Alfaguara, Madrid, 2009, 421 págs. 

De la honda amistad entre dos grandes poetas nace esta hermosa reconstrucción novelada de las raíces familiares y de los años de formación de Ángel González (1925-2008) a cargo de Luis García Montero. Éste devuelve a la vida —en un ejercicio de primera magnitud sobre un aspecto que atraviesa la obra de ambos autores, el valor social de la literatura— los personajes y las circunstancias encerrados en los papeles amarilleados de una “carpeta azul”, puerta de entrada a un universo sentimental y moral marcado por la guerra civil. A contracorriente de nuestro tiempo histórico García Montero recrea en este inolvidable relato la existencia de “muertos de muerte imposible”, personas inquebrantablemente unidas a nuestro ser interior, voces siempre prestas a susurrarnos al oído a las que es obligado prestar atención.

[A. Giménez]

  

PÁGINAS-AMIGAS

Centre de Treball i Documentació (CTD)
http://www.cetede.org

Nómadas. Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
http://www.ucm.es/info/nomadas

El Viejo Topo
http://www.elviejotopo.com

La Insignia-
http://www.lainsignia.org

Sin permiso
http://www.sinpermiso.info/

 

Revista mientras tanto

Número 110-111

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Primavera-Verano 2009

110-111

NOTAS EDITORIALES
La crisis para quien la trabaja
[A.R.]

La prueba pericial [J.L.G.]

Un tribunal constitucional plurinacional y elegido por sufragio universal [J.A.E.]

Marx, Einsenstein, Kluge [J.T.]

La Europa de la exclusión [A.M.]

ARTÍCULOS
Los designios neoliberales para la Universidad

LA UNIVERSIDAD EN EL SIGLO XXI
Boaventura de Sousa Santos

LA CRISIS UNIVERSITARIA Y BOLONIA
Juan-Ramón Capella

LA EVALUACIÓN UNIVERSITARIA EN EL CONTEXTO DEL PENSAMIENTO NEOLIBERAL
Ángel Díaz Barriga

LA EVALUACIÓN UNIVERSITARIA ¿TOYOTISMO EN LA UNIVERSIDAD?
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Otros artículos
OJEADA SOBRE LA CRISIS ENERGÉTICA
Alfons Barceló

LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL CASTIGO
Elena Larrauri

LA CRISIS PALESTINA DESMONTANDO ALGUNOS MITOS
Javier Honorato

F. VIDARTE Y LOS ORÍGENES DE LA TEORÍA QUEER EN ESPAÑA
Laurentino Véllez-Pellegrini

Sobre cine
UNA POÉTICA DEL CINE
Pere Portabella

UN TRABAJO CULTURAL EN EL CINE
Josep Torrell

CUESTIÓN DE PALABRAS
(nueva sección de poesía)
Antonio Jiménez Millán

RESEÑA
DE LA LOCURA MAOÍSTA AL DESENFRENO NEOLIBERAL
(Ramón Campderrich)

CITA
LA OBRA DE LOS PASAJES, (anotación N 9 a, 1)
Walter Benjamin

 
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