mientrastanto.e Num. 54 del 01-2008
mientrastanto.e
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Deseos para un año incierto
Aunque el calendario es sólo una, útil, convención...
Las agencias de
rating y la crisis financiera
El tema de la crisis financiera relacionada con las hipotecas
subprime es muy complejo de entender para un lego...
En
la muerte de Josep Guinovart
El pintor Josep Guinovart era uno de los nuestros. Desde siempre...
A vueltas con el
neoconservadurismo
En la actual época de hegemonía neoliberal, la diferencia entre el
discurso “progresista” y el “conservador” ...
XI Jornadas
Economía Crítica. Bilbao 27-29 marzo 2008
Una vez más llega el encuentro bianual de los economistas críticos |
La biblioteca
de Babel
·
Boaventura Sousa
Santos y César Rodríguez (eds.), El derecho y la globalización
desde abajo. Hacia una legalidad cosmopolita
·
Domenico
Losurdo,
Contrahistoria
del liberalismo
Devedeando,
que es gerundio
·
Nikolai Karmazinski,
¿Cómo vives, camarada minero? (1932)
·
Daniel Burman,
Iluminados por el fuego
·
Chris Smith, Dan
Ollman, Sarah Price, The Yes Men
·
Carles Balagué,
De Madrid a la Luna
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Fòrum Social Català
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Revista mientras
tanto
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Contenido
del nº 102
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Contenido
del nº 103
|
mt.e mientras tanto mt.e bitartean
mt.e mientras
tanto mt.e
mentrestant |
Deseos
para un año incierto
Aunque el
calendario es sólo una, útil, convención. Y los procesos reales nunca se
ajustan a los períodos institucionalizados (aunque estos se utilizan
para generar estadísticas con las que comparar el paso del tiempo). Pero
es bien cierto que la situación actual está abierta a tantas
incertidumbres que podemos aventurar que quizás estemos en un período en
el que se abren muchas incertidumbres.
La
incertidumbre más inmediata es la que generan las elecciones de marzo.
Aunque es impensable un cambio drástico del comportamiento electoral,
pequeños movimientos de votos (particularmente un aumento de la
abstención), podrían generar una pírrica victoria del Partido Popular.
Esto sería sin duda un desastre: basta con recordar lo que fueron los
últimos cuatro años del aznarismo y proyectar las demandas expresadas
por el bloque social conservador en el mandato de Zapatero. Al menos los
últimos cuatro años han representado un cierto aire fresco en materia
de libertades públicas y de tímido desarrollo de nuevos derechos
sociales. Aunque en el primer aspecto la situación se ha ido
deteriorando a medida que los sectores más conservadores del PSOE han
ganado peso, con la inestimable colaboración de una ETA y unas fuerzas
abertzales incapaces de salirse del laberinto militarista en el que se
metieron hace varias décadas, a medida que el vértigo de la competencia
electoral hacía estragos. El plano de los derechos sociales queda
asimismo limitado por la muy conservadora política económica, una
orientación que ni ha experimentado cambios ni los va a generar: sólo
había que oír los vivas a Solbes de insignes dirigentes patronales (como
el flamante nuevo presidente de la CEOE, el día que se anunció que
volvería a presentarse). Por tanto el dilema electoral básico sigue
estando entre un PSOE socioliberal y un PP neofranquista. No es para
tirar cohetes, a lo más que podemos aspirar es a que las cosas no
empeoren y Rajoy y sus adláteres pasen definitivamente a la jubilación
política.
Aunque la
derrota del Partido Popular alejaría algunos nubarrones, las mayores
incertidumbres provienen de otros campos. De la economía y de la
ecología, o sea de los elementos que configuran nuestra base material.
Aún hoy se sigue considerando la pasada década como un período glorioso
de la economía española, basándose en los datos de producción monetaria
y empleo. Pero la actividad económica es mucho más compleja que esto.
Para empezar hay evidencia que este crecimiento se ha conseguido a costa
de aumentar las desigualdades sociales, de no resolver los problemas de
seguridad económica de la mayoría de la población (empleo estable,
ingresos adecuados), de no reducir un ápice los niveles de pobreza.
Siendo los mayores constructores de viviendas de Europa hemos elevado la
vivienda a problema social número uno (en esto nos igualamos a
Argentina, gran exportadora de alimentos al resto del mundo y con bolsas
de hambruna en su propio país), Y situándonos como los más ineficientes
en materia de emisiones de efecto invernadero. Si los balances
económicos tuvieran en cuenta el bienestar del conjunto y el medio
ambiente los oropeles aparecerían oxidados. No está tampoco garantizada
la continuidad de este modelo de derroche social puesto que, al igual
que nuestro referente mundial, no está claro que en el resto del mundo
estén dispuestos a seguir prestando dinero para favorecer un crecimiento
basado en el endeudamiento exterior. Las primeras crisis inmobiliarias y
las tensiones que afectan a algunas instituciones financieras hacen
pensar que el peligro de terremoto no ha sido cuanto menos conjurado. Y
no está nada claro que puedan funcionar los conjuros del tipo “ahora
pasaremos a un crecimiento basado en el desarrollo tecnológico”.
El peligro
de una nueva crisis es palpable. Y no está claro que las instituciones
económicas dominantes a escala internacional, europea y estatal vayan a
ser capaces de encontrar salidas básicas El dogmatismo intelectual
dominante, la inercia de las instituciones diseñadas en la época
neoliberal, los bloqueos que puedan ejercer los grandes grupos de
interés (especialmente el financiero) son factores limitantes. Por ello
de momento lo que impera es una política de bombeo financiero,
especialmente por parte del Banco Central Europeo, esperando que la
tormenta arrecie y que el fantasma de una nueva crisis global se
disuelva como ocurrió en los anteriores “incidentes” globales (uso el
término en el mismo sentido de camuflaje que se utiliza para disolver la
sensación de peligro ante los accidentes de las centrales nucleares). La
diferencia es que éstos tuvieron una incidencia directa en la
“periferia”: México, Asia. Rusia, y ahora los truenos y relámpagos
pueden caer en el “centro”. Por poco que las cosas vayan mal aumentará
el desempleo y la demanda de ayudas sociales y a menos que existan
respuestas sociales adecuadas la situación puede generar otros males
asociados, especialmente el rebrote del racismo y la xenofobia que caerá
sobre los trabajadores extranjeros residentes en los países ricos (y
especialmente en España con inmigrantes recién llegados y claramente
expuestos a padecer en primer lugar los embates del ajuste.
La crisis
convencional es sin embargo una parte de un problema más grave que ya se
empieza a percibir: el de una crisis ecológica multidimensional que pone
en cuestión las bases del desarrollo económico: agotamiento de recursos
no renovables como el petróleo, cambio climático, desertización, etc. Un
desastre que pone de manifiesto la pésima gestión ambiental del
capitalismo (y de las pretendidas alternativas que compilieron a crecer
más). Habrá que ver si el encarecimiento de los alimentos no es más que
un reflejo de este mismo problema, como hace años ha indicado el World
Watch Institute. No sólo el desvío de parte de la producción alimentaria
para biocombustible, sino el efecto de políticas económicas y
territoriales que han afectado a espacios agrarios de gran productividad
y han reducido la producción de alimentos. Como todo el mundo sabe
también los impactos de esta crisis ambiental afectarán de forma
desigual (y añadirán nuevas dimensiones a la desigualdad global), pero
difícilmente dejarán incólumes unas estructuras de vida sustentadas
sobre el despilfarro ambiental. También ahí las respuestas pueden ser
irracionales, desde la ignorancia del problema a la búsqueda de
soluciones particulares que darán buenas oportunidades al autoritarismo
y la barbarie social. Y, al igual que ocurre con el manejo de la
economía convencional, tampoco parece que nuestros gobernantes tengan
una mínima conciencia de la cuestión. O esto es al menos lo que se
colige del apoyo entusiasta de Zapatero a la Ministra “que va a
construir más kilómetros de AVE y de autovía que ningún otro” (por esto
se la debería cesar, por incompetencia ambiental), o el del Gobierno
aragonés (aupado por la lucha antitrasvase) a un proyecto de ocio en los
Monegros que parece un insulto a la inteligencia cultural y ambiental
del país.
No trato de
pintar un cuadro apocalíptico. Los procesos sociales casi nunca toman la
forma de cambios súbitos, y especialmente en sociedades tan complejas
institucionalmente (y por ello tan difíciles de cambiar sustancialmente
a corto plazo). Pero podemos entrar en un cuadro de problemas crecientes
que requiere de respuestas sociales adecuadas. Y aquí es donde entran
los buenos deseos.
Parece
evidente que estos nuevos, y viejos, problemas, son difícilmente
abordables en las claves dominantes en los últimos treinta años. Y
también es evidente que la relación entre las cuestiones de la vieja y
la nueva izquierda se perciben claramente como parte de una misma
problemática social: la de construir un mundo habitable y deseable para
todos y todas. Un nuevo empuje social que es más necesario que nunca,
pero que percibimos más difícil de poner en marcha. El lamento sobre el
relevo organizativo es hoy común en una gran cantidad de asociaciones,
organismos y movimientos. Precisamente en el momento en que sólo una voz
y una acción enérgica puede ayudar a plantear otras vías. Quizás el
único punto en el que podemos hacer algo para avanzar es en el de
cambiar esta situación de desconcierto. Cuanto menos tratando de generar
un mínimo de entramado social consolidado. Un deseo que se traduce en
diversas lecturas: electoral —el mantenimiento de una fuerza política
que al menos permita dar alguna voz a este entramado (y ahí sin duda
creo que lo único viable, con todas sus contradicciones, es el espacio
Izquierda Unida- Iniciativa Verds-EUiA) —, un trabajo por avanzar en la
interrelación de problemáticas en los distintos sectores implicados
—especialmente enrojecer lo verde y lo violeta, y verdear el discurso
social—, la consolidación de las organizaciones sociales existentes y de
los canales de mediación-colaboración entre ellas, y el desarrollo de
iniciativas culturales capaces de dotar de discurso a estos proyectos.
Hay una precondición para que algo de esto sea posible, el abandono del
sectarismo (cuando no el sentido de superioridad) que caracteriza a
muchas de las “familias” que residen en este magma social. Quizás una
buena cosa sería empezar practicando experiencias de resolución no
violenta, discursiva, de conflictos entre muchos espacios del arco
alternativo.
Soy
consciente que la parte final de la nota suena a carta a los Reyes
Magos. Y que es posible que al final sólo nos traigan carbón. Pero los
de mi generación, quizás ingenuamente, aprendimos que la única forma de
no recibirlo era haciendo bien los deberes. Y ahí cada uno debe ser
consciente de la parte de responsabilidad que le toca.
[Albert Recio Andreu]
Las
agencias de rating y la crisis financiera
El tema de
la crisis financiera relacionada con las hipotecas subprime es
muy complejo de entender para un lego. El mejor análisis que he leído al
respecto es la nota editorial publicada en el nº 103 de mientras
tanto y firmada por Albert Recio. Es un artículo claro, a pesar de
la dificultad del tema y aborda de forma muy sintética prácticamente
todos los aspectos relevantes del problema. Este texto pretende sólo ser
una apostilla a aquél en relación con el papel jugado por las agencias
de rating en la crisis. Pues diversas informaciones recientes
aparecidas en el Financial Times parecen poner de manifiesto que
las agencias de rating fueron cómplices y no víctimas del engaño.
ABN Amro,
un banco holandés que opera a escala mundial (recientemente comprado por
el Santander) fue uno de los que diseñó los bonos que han causado la
crisis. Su propósito era ofrecer unos títulos con un tipo de interés
superior al de los bonos del estado norteamericano y con el mismo grado
de seguridad. Para ello necesitaba que una agencia de rating les
concediese la calificación AAA o su equivalente (que quiere decir máximo
grado de liquidez y mínimo riesgo).
A fin de
conseguir este propósito entró en contacto con la agencia Standard &
Poors, una de las dos más importantes del mundo. Ambas entidades
mantuvieron conversaciones que se desarrollaron durante varios meses
para poner a punto el producto. Parece difícil creer que en ese periodo
de tiempo tan dilatado Standard & Poors fuera incapaz de descubrir que
detrás de los bonos estaban las famosas hipotecas subprime.
Resulta más plausible pensar que la agencia, en lugar de cumplir con su
obligación de conceder a los bonos una calificación baja (alto riesgo y
baja liquidez), aconsejó al banco cómo diseñar el producto para que
fuera lo más opaco posible. Luego le concedió la calificación AAA. Unos
bonos con ese rating y un interés superior en dos puntos al de
los bonos estadounidenses se vendieron como churros, tal como era de
esperar. Fue una especie de timo de la estampita, sofisticado, pero timo
al fin y al cabo.
La actuación
de las agencias de rating en este caso plantea un problema de
fondo sobre el que es necesario reflexionar detenidamente. Se trata del
proceso de privatización de las tareas de regulación y control que antes
realizaba el estado y que ahora han pasado a manos de empresas o
asociaciones privadas. Estas entidades están floreciendo en todos los
ámbitos. Están, p. ej. las agencias de normalización (como la española
AENOR o la internacional ISO), entidades privadas que dictan normas
técnicas por delegación expresa o tácita de los estados. Y en el ámbito
financiero, tenemos desde el Comité de Basilea para la Supervisión
Bancaria en el ámbito internacional, hasta la FASB, la entidad privada
que dicta las normas de contabilidad en Estados Unidos, pasando por las
empresas auditoras.
Por lo que
respecta a las agencias de rating, se trata de entidades privadas
que evalúan la solvencia de quienes quieren acceder a los mercados de
capitales. Estos pueden ser empresas y bancos, o entidades públicas
(ayuntamientos o estados que quieren emitir deuda, p. ej.). Hoy en día
estas agencias controlan de facto el acceso a estos mercados y el
interés que los solicitantes de crédito van a tener que pagar a sus
acreedores (mayor cuanto mas baja sea la calificación). Y dos de ellas
monopolizan prácticamente el mercado financiero internacional y muchos
mercados nacionales: Moody’s y Standard & Poors.
Las agencias
de rating ejercen también facultades normativas por delegación
implícita. Así, tanto en Estados Unidos como a nivel internacional se
permite que los bancos tengan en bonos las reservas de capital a que
están obligados, siempre que dichos bonos estén calificados con un
rating alto por determinadas agencias (entre las que se encuentran
las dos citadas). Esto puede explicar por qué tantos bancos se han visto
pillados por los títulos garantizados por hipotecas subprime.
Así, pues, las agencias de rating ejercen tanto funciones de
regulación como funciones de control en los mercados financieros.
Una cosa que
pone de manifiesto la actual crisis financiera (como pasó también en el
caso Enron) es que un sistema normativo en el que la regulación y el
control se convierten en negocio no puede funcionar. Así, en el actual
sistema, las agencias de rating cobran de aquéllos a los que
tienen que calificar. Y el deslizamiento desde las tareas de control a
las de asesoramiento es muy fácil. Y de asesorar sobre cómo cumplir los
requisitos a hacerlo sobre cómo saltarse los controles no hay más que un
paso. De hecho, en 2005, a preguntas de un investigador universitario,
los representantes de Standard & Poors declararon que ellos no
asesoraban a los clientes ni mantenían contactos informales con ellos.
Se limitaban a recibir información objetiva y emitir la correspondiente
calificación. Ahora lo que dicen es “los bancos vienen a nosotros con
una propuesta de transacción y nosotros les explicamos cómo pueden ser
calificados de acuerdo con nuestros criterios (…) No hay nada siniestro
en este proceso” (“How S&P put the triple A into CPDO”, en Financial
Times, 17 mayo, 2007). Eso es lo que dicen. ¿Qué será lo que
hacen durante todos esos largos meses de conversaciones?
La actividad
de las agencias de rating y la de la mayor parte de las entidades
privadas de regulación y control plantean graves problemas de
legitimidad. El principal es su falta de responsabilidad. Así, las
agencias de rating son virtualmente invulnerables a pesar de la
trascendencia de sus decisiones. No sólo los estados son incapaces de
exigirles responsabilidades (Japón lo intentó sin éxito), sino que ellas
controlan la actividad de los estados por medio de sus calificaciones.
Una medida de política económica inadecuada puede llevar a la
degradación de la calificación de un estado, con consecuencias
desastrosas para su solvencia financiera (así pasó con Tailandia y
Corea). Y todo ese inmenso poder está absolutamente fuera de control. Ni
siquiera se ha conseguido que las agencias hagan públicos los criterios
que utilizan para conceder sus calificaciones. Tampoco han perdido un
solo caso por negligencia, pues los tribunales norteamericanos
consideran la actividad de rating como la formulación de una
“opinión”, protegida por la Quinta Enmienda.
A la vista
de este panorama, parece claro que uno de los problemas con el que nos
enfrentamos quienes creemos que otro mundo es posible es el de
reabsorber ese inmenso caudal de poder decisorio que se ha delegado a
instituciones privadas para ponerlo en manos de instituciones públicas
sometidas a control democrático (y no independientes como el Banco
Central Europeo). Se trata de una cuestión sobre la que debemos
reflexionar, crear conciencia y elaborar propuestas, porque si no, toda
nuestra crítica y nuestra actividad pueden dirigirse en una dirección
equivocada, dejando de lado los lugares donde realmente está el poder de
tomar decisiones.
[José A. Estévez Araujo]
En
la muerte de Josep Guinovart
El pintor
Josep Guinovart era uno de los nuestros. Desde siempre. Pintor de
paredes como su padre y sus hermanos, decidió dedicarse a la otra
pintura, con unos pocos estudios formales de dibujo, y se convirtió casi
inmediatamente en uno de los grandes de la pintura española
contemporánea. Obras suyas como Des de el galliner, o sus
Homenatges a Picasso, o La brotxa-bandera son ejemplares
tanto estética como éticamente. Pinturas que contribuyen a la educación
moral de quienes las contemplan.
Guinovart
fue ajeno al manierismo artístico individualista que caracteriza a
tantos contemporáneos suyos. Cambió de estilo, de manera, cuanto
quiso, pues no se sentía atado estéticamente ni a sí mismo.
Políticamente fue un rojo afín al partido comunista, aunque nunca militó
formalmente en él porque le resultaban incómodas todas las estructuras
jerarquizadas. Pero su militancia material fue real. Su casa acogió
muchas veces a la Taula Rodona de los partidos y movimientos de
la oposición antifranquista barcelonesa; su esposa, Maria Antonia
Pelauzy, militante del PSUC, y él mismo, animaron la participación
política de los artistas plásticos de Cataluña y de España en
actividades solidarias de la oposición; su masia-estudio de
Castelldefels fue prestada a veces para las reuniones del comité
ejecutivo del PSUC; y la donación de obra para sostener la solidaridad
fue una constante de su vida. Guinovart entregó a los otros su energía y
corrió riesgos; con ello fue de los que contribuyó de verdad a la
recuperación de nuestras libertades. Y eso, con ser mucho, es lo menor,
pues su participación civil no fue obstáculo para que haya aportado
también una obra artística de enorme envergadura y comprometida hasta el
final, como testimonia su trabajo La ópera de Bagdad de su
última exposición barcelonesa.
La obra de
Guinovart se caracteriza significativamente, a mi juicio, por poner al
descubierto nuestras raíces. Y con raíces, justamente, trabajaba cuando
inopinadamente le salió al encuentro la Segadora. En este diciembre de
2007 en que había cumplido ochenta años de vida en plenitud.
[J.-R. C.]
A
vueltas con el neoconservadurismo
En la actual
época de hegemonía neoliberal, la diferencia entre el discurso
“progresista” y el “conservador” (me refiero fundamentalmente a las
ideologías que confluyen en los partidos mayoritarios) ha quedado
reducida a una política de tipo cultural (postmaterialista según
la cacareada versión de Ronald Inglehart), que no afecta en absoluto al
despliegue de una economía y una política según la teoría y práctica
neoliberal. Adaptaciones a esta nueva forma de hacer política han sido
la Tercera Vía y el Neoconservadurismo. Así como para el
“progresismo” la Tercera Vía ha supuesto el abandono del keynesianismo
en la política económica y su sustitución por la doctrina neoliberal, el
Neoconservadurismo ha consistido en la adaptación de los postulados del
viejo conservadurismo a la hegemonía neoliberal: prueba de ello es que
no dispone de una política económica propia original y este aspecto
queda delegado a la teoría económica neoliberal.
Y es por
ello que sería un gran error pensar que el neoconservadurismo existe
sólo desde el 11 de septiembre de 2001, como así parece para la prensa
que lo presenta como un fenómeno coyuntural propio de George W. Bush y
sus halcones, y que fuese a desaparecer en las próximas elecciones, como
una marca de ropa que pronto pasará de moda. En realidad estos
neocons sólo serían la última expresión de un fenómeno político de
larga duración que tiene sus raíces al acabar la Segunda Guerra Mundial
y su desarrollo a partir de la década de los setenta. Y es que el
conservadurismo, aquella vieja ideología que había surgido como la
reacción de la clase aristocrática al proyecto ilustrado, antes de la
Segunda Guerra Mundial había coqueteado con el fascismo: sobre
ello bastaría con recordar la Revolución Conservadora en la Alemania de
Weimar o si se prefiere a Inglaterra la conocida admiración que Winston
Churchill profesaba por el Duce Benito Mussolini. Es por este
tipo de razones que el conservadurismo, para continuar existiendo como
opción política válida, estaba necesitado de actualizar sus postulados y
adaptarlos al triunfo liberal de la Segunda Guerra Mundial en el bando
“Occidental”.
Dicha
actualización consistió en los tres pilares del discurso neoconservador:
la asunción del Neoliberalismo como la base político-económica,
con su metafísica del mercado (bueno, verdadero y bello) que sirvió para
la gran reestructuración del sistema capitalista que consistió en
desmontar el Estado Social y cuyos artífices fueron premiados con el
Nobel (recordemos a autores como Friedrich Hayek o Milton Friedman). El
Neotradicionalismo como un tradicionalismo depurado de sus
elementos afuncionales al sistema capitalista, que incluye las
adaptaciones del conservadurismo cultural de Michael Novack en el
catolicismo (en su versión anti Teología de la Liberación), Leo Strauss
en la filosofía política a través de su “recuperación” de los clásicos
para la “alta filosofía” de la élite dirigente y Allan Bloom con su
cierre de la cultura de masas, entre otros. Y por último el Belicismo
que responde al “complejo militar-industrial”, al que ya se refirió
Eisenhauer, que incorpora desde el neorrealismo de la época de
Ronald Reagan al “idealismo” del grupo de los neocons del
último Bush, con autores como William Kristol y Robert Kagan, cuyo
ideario sobre la guerra preventiva y la extensión de la democracia
aportó el discurso legitimador de la Invasión de Irak.
Pero a estas
alturas, posiblemente lo más preocupante del neoconservadurismo será su
legado, una herencia de degradación de la democracia y las
instituciones internacionales, retroceso en los derechos civiles, la
confusión de los intereses privados y los públicos, reducción de la
laicidad del Estado... que difícilmente un nuevo gobierno dentro de este
paradigma postmaterialista removerá, y que en todo caso será su
continuador bajo otra marca política. Sólo deseo que en el futuro no nos
sorprenda que este legado neoconservador pase a ser asumido por
una nueva potencia capitalista como China.
[Joan Lara Amat y León]
XI
Jornadas Economía Crítica.
Bilbao 27-29 marzo 2008
Una vez más
llega el encuentro bianual de los economistas críticos. Una categoría
abstracta que trata de aglutinar a todos aquellos y aquellas que aportan
visiones diferentes a las del saber económico dominante: marxistas,
post-keynesianos, sraffianos, ecologistas, feministas,
institucionalistas...
El formato
del encuentro incluye sesiones plenarias, este año agrupadas bajo el
lema “Bienestar y Democracia Económica Global”, y grupos de
trabajo específicos por temas. Al margen de debatir proyectos e
investigaciones, se trata de una oportunidad para conocer y contactar
experiencias críticas de otras partes. La visión de la Economía Crítica
está además abierta a la participación de personas que trabajan en otras
áreas de las ciencias sociales.
Es por tanto
una oportunidad de reforzar lazos y consolidar procesos. El plazo para
presentar comunicaciones está abierto hasta el 15 de enero
Toda la
información está disponible en
www.economiacritica.org
Asimismo
resulta de interés la página
www.economiacritica.net que recoge las aportaciones de la red de los
estudiantes por una economía crítica, autogestionada por las nuevas
generaciones de estudiantes con implicación social.
La
biblioteca de Babel
Boaventura Sousa Santos y César Rodríguez (eds.)
El derecho y
la globalización desde abajo. Hacia una legalidad cosmopolita
Anthropos-Universidad
Autónoma Metropolitana de Cuajimalpa, Barcelona, 2007 |
La
coedición de este libro entre Anthropos y la Universidad Autónoma
Metropolitana de Cuajimalpa, México, es una muy buena noticia. Ante
todo, porque siendo un libro de derecho, no se trata del catecismo
normativo con el que medran los catedráticos ni del ladrillo con el
que se aplasta el espíritu de los estudiantes en las Facultades. Su
propósito es otro: analizar el papel que el derecho tiene para los
movimientos sociales que luchan por un mundo más justo y solidario.
No se está, pues, ante una obra con pretensiones “técnicas”, en la
que el derecho aparece como un conjunto de códigos “neutros”, cuya
manipulación se encarga exclusivamente a los “expertos”. Por el
contrario, lo que se propone es asumir la “politización” del derecho
y su caracterización como ámbito de discursos y prácticas
conflictivos y contradictorios.
Los
coordinadores de la obra son el sociólogo portugués Boaventura Sousa
Santos –una de las voces más sugerentes de la izquierda alternativa
contemporánea– y César Rodríguez –director, entre otras
dedicaciones, del Centro de Estudios Socio-Jurídicos de la
Universidad de los Andes de Colombia–. Su intención, precisamente,
es analizar el derecho y la globalización “desde abajo”. Es decir,
no como un simple discurso emitido por el poder, sino como un
discurso y una práctica construidos por los propios destinatarios
del derecho, comenzando por aquellos que por su posición de clase,
de sexo o étnica, se encuentran en una posición de vulnerabilidad.
La adopción de este punto de vista ex populi cuenta con prestigiosos
precursores en otras disciplinas sociales –baste con pensar en el
historiador indio R. Guha y, entre nosotros, en J. Fontana–. En el
ámbito jurídico, incluso, es posible encontrar obras como las de R.
Gopal, cuyo El derecho internacional desde abajo ha sido
recientemente traducido en Colombia.
Lo que
Santos y Rodríguez ponen a consideración del lector es una serie de
experiencias provenientes de diferentes rincones del planeta: desde
Tanzania y Sudáfrica hasta Colombia, Portugal, India o la frontera
de Estados Unidos. Todas ellas intentan mostrar cómo el derecho
suele actuar como instrumento de cobertura del proceso de
acumulación de poder y de mercantilización de diferentes esferas de
la vida que comporta la globalización capitalista. |
Sin
embargo, procuran revelar también cómo ese proceso no es en
ningún caso un proceso unilateral, que condene a las víctimas
al papel de agentes pasivos que sobreviven en una inexpugnable
jaula de hierro. Por el contrario, junto a la globalización y al
derecho creados “desde arriba” por los más poderosos, siempre es
posible rastrear una globalización y un derecho “desde abajo”,
alentados por las luchas y resistencias de los más vulnerables.
Como se desprende del libro, en efecto, el derecho y la
globalización “desde abajo” pueden operar contra la legalidad
vigente, proponiendo nuevas formas de legalidad hasta entonces
impensables. Pero también pueden propugnar un uso alternativo, o
si se prefiere, garantista, de las promesas normativas
contenidas en las constituciones estatales y en el derecho
internacional de los derechos humanos. A diferencia de las
prácticas jurídicas construidas “desde arriba” en el marco de la
globalización hegemónica, estas prácticas alternativas
impulsadas en el ámbito local, estatal y/o internacional,
estarían en la base de lo que los autores denominan una
“legalidad cosmopolita subalterna”.
Comparado con esta clase de propuestas provenientes del “Sur”,
el panorama español de estudios jurídicos resulta un páramo.
Ante todo, por la preocupante ausencia de una tradición
sociológica que permita abordar con realismo y sentido de la
complejidad los límites y las potencialidades emancipatorias del
derecho. Pero, de modo más general, por la numantina resistencia
a incorporar, como algo normal, perspectivas críticas y
pluridisciplinarias capaces de arrojar sobre los fenómenos
jurídicos una luz que nunca generarán los enfoques “de Palacio”.
Bienvenida sea, pues, esta obra coordinada por Santos y
Rodríguez. Y ojalá sirva de estímulo para proyectos similares
también en el ámbito hispano, donde existen estudios aislados
que adoptan esta perspectiva, pero no proyectos globales que
permitan sentar las bases de una línea activista de
investigación jurídica.
[Gerardo Pisarello]
|
Domenico Losurdo
Contrahistoria del liberalismo
El Viejo
Topo, Barcelona, 2007 |
No es
inusual que se atribuyan a la tradición liberal algunas virtudes
capitales del legado ilustrado: desde la valorización del individuo,
por ejemplo, frente a las jerarquías religiosas hasta la
preocupación por la limitación del poder político. Esta
identificación entre liberalismo e ilustración ha contribuido a que
el primero conserve, a inicios del nuevo siglo, buena parte del
vigor normativo con el que irrumpió en el mundo europeo entre los
siglos XVII y XIX.
Domenico Losurdo, profesor de Filosofía en la Universidad de Urbino,
parte de esta constatación. Pero su visión, lejos de las
hagiografías habituales, tiene como propósito mostrar el lado oscuro
de la tradición liberal, así como las contradicciones que la han
atravesado a lo largo de su historia.
La idea
central del libro de Losurdo es que el pensamiento liberal, pese a
su declarada defensa de la dignidad y la libertad del individuo, ha
convivido con una frecuente hostilidad hacia la democracia y la
participación de las mayorías en la vida pública. Esta hostilidad se
explicaría por la presencia en dicha corriente de pensamiento de dos
elementos patológicos que minan su sedicente compromiso con la
emancipación humana: el clasismo y el racismo.
Racistas y clasistas serían, según Losurdo, posiciones como las de
John Locke, cuya férrea oposición al absolutismo monárquico y a la
intolerancia de la Iglesia católica no le impidió apoyar la
esclavitud en América o la presencia imperial de Inglaterra en
Irlanda. Pero no sólo Locke. También Benjamin Constant o Alexis de
Tocqueville, al tiempo que elogiaban la conquista de libertades en
Inglaterra o Estados Unidos, contemplaron con horror la irrupción de
las masas parisinas pidiendo la ampliación de la democracia política
y social. Incluso reputados republicanos como Thomas Jefferson,
pudieron compatibilizar su simpatía por un cierto democratismo
agrario con la perpetuación de la esclavitud en su país o con la
cerrada condena de gestas libertarias como la revuelta de esclavos
de Santo Domingo, a comienzos del siglo XIX.
Naturalmente, Losurdo es consciente de que lo que hoy puede
considerarse como “tradición liberal” dista de ser un todo homogéneo
y sin fisuras. Y de que el virus del clasismo y del racismo no caló
del mismo modo en liberales conservadores a la Benjamin Constant que
en liberales igualitarios a |
la
John Stuart Mill. Ello obligaría, en realidad, a distinguir y a
resaltar matices en las posiciones de Locke o Kant, de Franklin
o Jefferson, de Tocqueville o Spencer. Es más, junto a estos
nombres, cabría señalar otros “liberales” –que Losurdo prefiere
situar en el ámbito del “radicalismo”– que plantearon serias
objeciones al racismo y al clasismo de su época: desde un
inclasificable M. de Montaigne, en el siglo XVI, hasta Condorcet,
en el siglo XVIII, o el atípico liberal inglés John Hobson, a
comienzos del XX.
Lo
que Losurdo procura poner de relieve, en todo caso, es que más
allá de estas disidencias internas, la tradición liberal
dominante ha permanecido presa de dos pulsiones en tensión. Por
una parte, la celebración de la “libertad”, el “autogobierno” y
el “derecho del individuo a sí mismo”. Por otra, la defensa de
estos valores en el marco de una concepción anti-democrática,
obsesionada por la “tiranía de la mayoría” o, como mucho, de una
Herrenvolk democracy, es decir, de una democracia
reducida al “pueblo de los señores”. Esta última concepción,
sobre la que Losurdo ofrece numerosos ejemplos históricos,
excluye, precisamente, y hasta consiente la opresión y el
exterminio, de quienes no forman parte del “pueblo de los
señores”: esclavos, siervos, indígenas, campesinos, trabajadores
asalariados, minorías (y a veces mayorías) étnicas.
Sólo llevando a la superficie este lado oscuro de la tradición
liberal es creíble plantearse el rescate de sus potencialidades.
“Es banalmente ideológico –sostiene Losurdo– caracterizar la
catástrofe del siglo XX como una especie de nueva invasión
bárbara que de improviso agrede una sociedad sana y feliz y
arremete contra ella. El horror del siglo XX proyecta su sombra
sobre el mundo liberal, incluso si se ignora la suerte reservada
a los pueblos de origen colonial”.
Cuando se contempla la indiferencia, cuando no la
condescendencia, con la que conspicuos voceros del liberalismo
afrontan los crecientes brotes de islamofobia, la existencia de
centros de internamiento de inmigrantes o a la descalificación
de reivindicaciones indias y campesinas, se toma conciencia de
que los viejos demonios continúan sueltos. Por eso la
“contrahistoria” de Losurdo es de todo punto pertinente. Porque
la única manera de mantener viva la aspiración a la emancipación
de toda la humanidad, sin exclusiones, es asumiendo, no el anti-liberalismo
político, quizás, pero sí la necesidad de ser algo más que
simples liberales.
[Gerardo
Pisarello] |
Devedeando,
que es gerundio
Nikolai Karmazinski
¿Cómo
vives, camarada minero? (1932)
Cortometraje incluido en La felicidad (1934) de Alexander
Medvedkin, que a su vez está incorporado al cofre Obras
INcompletas de Chris Marker (4 DVD)
Intermedio, Barcelona, 2007 |
Dicen
que bajo un régimen autoritario se termina haciendo películas
autoritarias. Dicen. Lo dudo. Mucho. Es decir: lo dudo mucho.
Afirmo: incluso bajo una dictadura se puede hacer crítica de la dura
y, a veces, por los canales oficiales. Por lo menos así hubo quien
lo hizo en el peor momento del estalinismo (¡y salió vivo del
intento, lo que era más difícil!). Y, si no, vean este cortometraje
titulado ¿Cómo vives, camarada minero?, que no deja demasiadas dudas
al respecto. Es un –como diría yo– un reportaje de la mina Octubre,
la mas importante de la región de Krivoi Rog, hecha por el Cine-tren
(el genial invento de Medvedkin). El Cine-tren veía, discutía,
rodaba, positivaba, montaba y exhibía el mismo día (o, como mucho,
al día siguiente). Ya me dirán: éste no es plan de vida para los
censores estalinistas. Bueno, además el tren era de plazas limitadas
y no había lugar para ellos. (¡Listo, el Medvedkin!) Así, cuando
Moscú se enteraba de lo que habían hecho, la película había hecho su
cometido. En este caso, pone el comité de la mina de vuelta y medio
–una variante del español “calentar sillas”–, muestra el
hacinamiento de las chozas, las letrinas en plena calle (y abiertas
para charlar con la mujer que pasa), la
|
misteriosa evaporación de los fondos para asfaltar las calles, y se
pregunta –¡toma ya!– si está es forma de vivir. Y todo ello en pleno
primer plan quinquenal, cuando fue evidente que alguien se había
confundido sobre la dictadura del proletariado y había instaurado la
dictadura leonina sobre los antedichos. Aunque hay excepciones tan
notorias como ésta. Claro, que cinco años más tarde, no había
Cine-tren y había un poder más siniestro que los censores. ¿Les
suena el año 1937?, ¿y las llamadas de madrugada? Pues eso. Ahora ha
salido al mercado este corto revelador, pero, claro, de tapadillo.
Porque aquí rige la norma no escrita de que aquí no editan un DVD
ruso ni que los mates. Y este “Material adicional” y la película a
la que acompañan (¡de rechupete!, oiga) se venden dentro de un
paquete de Chris Marker –que está muy bien, ¡no seré yo quién lleve
la contraria!–, pero es francés y no ruso. Eso sí, las Obras INcompletas de Chris Marker es un DVD de rigurosa actualidad. Que lo
sepas, pardillo.
El perro Gógol (de la Oficina Soviética para el Cine)
|
A él
dicen que le trajeron oro, incienso y mirra (¿mande?), pero vosotros
podéis ser más modestitos y pediros alguna de estas pelis para
amenizar la velada entre anuncio y anuncio de colonias:
por
Carles Mercadal
- 1-
Daniel Burman
Iluminados
por el fuego
Cameo,
2005 |
Una
película que pasó bastante desapercibida en su momento, pero que
destaca con luz propia (valga la redundancia) entre los filmes
costumbristas a que nos tiene acostumbrado el cine argentino y entre
los filmes engañosamente antibélicos que últimamente nos llegan
desde Hollywood. Digamos, en este último sentido, que Iluminados
por el fuego, que narra la historia de dos muchachos argentinos
llevados a la carnicería de otro conflicto bélico sumido en el
olvido, el de las islas Malvinas, prescinde del |
efectismo propio de producciones como las de Clint Eastwood (sobre
todo el desplegado en Banderas de nuestros padres) y nos
adentra en el corazón del infierno que es siempre una guerra, en el
desgarro tanto de la carne en el campo de batalla como del espíritu
pasados ya muchos años desde la finalización de la contienda.
Iluminados por el fuego es por todo esto, y por su emotivo (que
no lacrimógeno) final, una de las películas antibélicas más sinceras
que se han hecho en muchos años. |
-
2-
Chris Smith, Dan Ollman, Sarah Price
The Yes Men
Documentales Fnac, 2007 |
Ésta es
más gamberra y por ello os va a ayudar más a sobrellevar el empacho
navideño. The Yes Men es una organización real dedicada a importunar
a la OMC (ex GATT): valiéndose de la confusión que todavía genera el
cambio de nombre de la institución, los dos integrantes de The Yes
Men van de reunión en reunión haciéndose pasar por miembros de la
susodicha con el único propósito de sacarles los colores a los sumos
sacerdotes de la sacrosanta liberalización del comercio mundial.
|
Digamos
de entrada que, a pesar de los dineros que se gastan y lo a huevo
que lo tienen, los Yes Men se pierden a veces en numeritos gamberros
que caen en la mera bufonada, pero, aun así, no está de más reírse
un rato de sus ocurrencias y quedarse pasmado ante la naturalidad
con que los verdaderos miembros de la OMC se toman propuestas como…
¡restablecer la esclavitud! |
- 3-
Carles Balagué
De
Madrid a la Luna
Filmax, 2007 |
Muchos
de los lectores y lectoras ya la habrán visto después de haber
permanecido en cartelera infinidad de meses en los cines Meliès de
Barcelona, pero aquellos que se la hayan perdido tienen ahora una
segunda oportunidad. De Madrid a la Luna es la continuación
de La Casita Blanca, un documental que hacía un repaso de lo
que fue la Barcelona de los años cincuenta (también editado en DVD:
Filmax, 2003), pero en el caso de este nuevo filme de Balagué el
centro de atención se sitúa en Madrid y la década tratada es la de
los sesenta. No vamos a engañar al sufrido lector y decirle que la
película va |
a
descubrirle grandes novedades sobre la gris España de esa época,
pero, pese a su carácter eminentemente generalista y divulgativo,
De Madrid a la Luna se deja ver bien y, aparte de los temas
políticos, sociales y económicos por todos conocidos, se adentra
también en otros que, aun siendo menores (como el peculiar mundillo
que se movía en torno al bar Chicote o el desaguisado del inefable
Gil y Gil en Los Ángeles de San Rafael), son asimismo ilustrativos
de la realidad de un régimen cuyo cadáver la derecha actual, su
heredera, se afana en maquillar. |
Fòrum
Social Català
www.forumsocialcatala.cat
El 11 de
septiembre de 2007 fue presentado el Fòrum Social Català (FSCat),
espacio de encuentro abierto, no confesional, no gubernamental y no
partidista. Se trata de un espacio de intercambio de experiencias, de
debate, de movilización y de articulación de entidades y de movimientos
sociales que rechazan el modelo actual de desarrollo de los pueblos y
que se hallan en un proceso permanente de búsqueda y construcción de
alternativas.
El FSCat
pretende estimular la reflexión y la acción a partir de una democracia
verdaderamente participativa en torno a las dinámicas políticas,
económicas y sociales actuales, así como proponer alternativas centradas
en la atención a las necesidades del ser humano y en el respeto a la
naturaleza.
El FSCat
quiere articular de forma descentralizada y en red a entidades y
movimientos sociales con inquietudes similares, involucrados en acciones
locales y/o internacionales.
El FSCat
está abierto a todas las entidades, colectivos y personas de la sociedad
civil catalana, a excepción de los partidos políticos, organizaciones
gubernamentales, militares o violentas.
La
participación en el proceso de organización del FSCat resta abierta a
todas las entidades y personas de la sociedad civil y de los movimientos
sociales que se sientan identificadas y se quieran implicar. Los
organizadores del FSCat se encargarán exclusivamente de facilitar la
realización de las actividades propuestas y recogidas a través de los
procesos participativos abiertos del FSCat (asambleas, comisiones,
grupos de trabajo, etc.)
Hay una
lista de distribución para coordinar/organizar/comunicarnos. Se pueden
hacer suscripciones en la página web:
http://www.moviments.net/cgi-bin/mailman/listinfo/fscat
El FSCat
anima a los movimientos sociales catalanes a participar el fin de semana
del 25, 26 y 27 de enero en los actos centrales de Barcelona y/o a
organizar sus propios actos en los días previos o posteriores.
Los mails de
contacto del Fòrum Social Català para contactar con alguna de las
comisiones de trabajo o para obtener información general sobre esta
iniciativa son:
info@forumsocialcatala.cat
(Informació genèrica sobre el FSCat o per col.laborar-hi com a voluntari/a)
finances@forumsocialcatala.cat (Comissió de logística i finances)
programa@forumsocialcatala.cat (Comissió de continguts i programa)
difusio@forumsocialcatala.cat (Comissió d’extensió i manifestació)
premsa@forumsocialcatala.cat (Comissió de comunicació i premsa)
Para estar
informados de las últimas novedades del FSCat hay que apuntarse en la
lista de distribución del Fòrum:
http://www.moviments.net/cgi-bin/mailman/listinfo/fscat
PÁGINAS-AMIGAS
Revista
mientras tanto
Contenido del número
102
mientras
tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Primavera 2007
102
NOTAS EDITORIALES
Capitalismo intangible A. Recio Memoria democrática o memoria fascista
X. Doménech ¿Un doctorado en crímenes de guerra y daños
colaterales? J. L. Gordillo
ARTÍCULOS EL ORIGEN NORTEAMERICANO DE LA IDEOLOGÍA DEL TERCER REICH
Domenico Losurdo
LA CABEZA DE
JANO. EL DERECHO DE EXCEPCIÓN NORTEAMERICANO EN EL PRIMER
MANDATO DE GEORGE BUSH Ramón Campderrich
NUEVO CAPITALISMO, PRISIÓN Y LÓGICAS DEL CASTIGO
Brandáriz García
LA PROPIEDAD INTELECTUAL DESDE UNA PERSPECTIVA SOCIAL: UNA CRÍTICA
AL MODELO VIGENTE Eduardo Melero Alonso
LA CONSTRUCCIÓN POLÍTICA Y JURÍDICA DEL
GÉNERO. REFLEXIONES DESDE UNA PERSPECTIVA INCLUSIVA
Antonio Giménez Merino
EDUCAR COMO TAREA POLÍTICA José Manuel Barreal San Martín y
Manuel García-Morán Escobedo
RESEÑA Pedro de la Llosa, 'Retratos plumistas',
Pepe Gutiérrez
|
mientras
tanto bitartean mientras tanto mentrestant
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Contenido
del número 103
mientras
tanto
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
Otoño 2007
103
NOTAS
EDITORIALES La historia interminable: nueva crisis financiera
A. Recio Dilemas constitucionales en
Venezuela G. Pisarello
La
sombra de un ciudadano ejemplar
J. Torrell En la muerte de Lluís Maria Xirinacs
J. Sempere
ARTÍCULOS LOS SERVICIOS SOCIALES Y LA CUARTA PATA (¿COJA?) DEL
ESTADO DEL BIENESTAR EN ESPAÑA José Adelantado
EL
CUIDADO DE LA DEPENDENCIA: UN TRABAJO DE CUIDADO Teresa Torns
SINDICATOS Y JÓVENES: EL RETO DE SUS VÍNCULOS Antonio Antón
DERECHOS
FORMALES Y DERECHOS REALES DE LOS TRABAJADORES EN LA ESPAÑA
DE COMIENZOS DEL SIGLO XXI Daniel Lacalle
L’ESGLÈSIA CATÒLICO ROMANA A ESPANYA: PODER I PRIVILEGI Ángel Zaragoza i Tafalla
RESEÑA Entrada en la Barbarie
Joaquim Sempere
|
mientras
tanto bitartean mientras tanto mentrestant
BCCBBHBCCBBBCBBBCBBBBCCB
|
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Revista mientras tanto
Web
Icaria editorial:
www.icariaeditorial.com/colecciones2.php?id=22
Sugerencias: Apartado
de correos 30059, Barcelona.
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, icaria@icariaeditorial.com.
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- M. Sacristán. Coordina:
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