La
opción por Bush
de 59 millones de
norteamericanos
59 millones de norteamericanos son
indiferentes ante los crímenes de guerra, ante los crímenes contra la
humanidad. Ellos primero. La carnicería de Falluja ha sido la
consecuencia directa e inmediata de ese consentimiento electoral. Tal
vez otros muchos norteamericanos no quieran esos crímenes, pero también
los consienten con su ignorancia, con su individualismo y con su
inhibición política.
59 millones de norteamericanos han
aprobado la guerra contra el pueblo de Iraq, la represión de los
resistentes iraquíes, las matanzas de civiles, las torturas de la
prisión de Abu Ghraïb. Han aprobado Guantánamo. Han aprobado las
mentiras de la CIA que sirvieron para tratar de justificar la "guerra
preventiva". Han aprobado y aprueban los fondos destinados a publicar
falsas informaciones, a corromper a periodistas, a ocultar datos,
siempre que eso favorezca a la clique dirigente de Estados
Unidos.
Decenas de millones de norteamericanos no
aceptan que un solo norteamericano se someta al Tribunal Penal
Internacional que ha de juzgar los crímenes de guerra y contra la
Humanidad. No quieren siquiera el Protocolo de Kioto, ese apaño
mercantilista para mantener la destrucción de la Naturaleza a un ritmo
simplemente más lento que el actual. Esas personas pretenden estar por
encima de la ley que vincula a los Estados y a sus
habitantes.
Simone Weil decía que los crímenes de
Hitler seguirían siendo crímenes aunque los hubiera decidido una
autoridad democrática, un razonamiento que parecen haber olvidado todos
los creadores de opinión que ahora afirman o sugieren que el
resultado de las elecciones obliga a pasar página sobre todo lo ocurrido
en los últimos cuatro años.
Bush es una autoridad democrática, en el
sentido neoliberal de la palabra 'democracia'. Como Truman -una
autoridad democrática- al lanzar las bombas de Hiroshima y Nagasaki.
Como Churchill -otra autoridad democrática- al ordenar los bombardeos de
saturación sobre las ciudades alemanas, con Hamburgo y Colonia a la
cabeza. Hay mucho "demócrata" que necesita que le recuerden
periódicamente principios tan elementales como que la fuerza
legitimadora de la democracia se acaba donde se acaban las fronteras de
los Estados, y que la regla de las mayorías electorales no puede ser
invocada para justificar, entre otras cosas, crímenes de guerra,
crímenes contra la humanidad y la violación de derechos tan
fundamentales como el de no ser torturado ni objeto de malos
tratos.
Dirigentes como Bush usan la palabra
'democracia' de la misma manera que Stalin usaba 'comunismo': se amparan
en las palabras para hacer justamente lo contrario de lo que sus
palabras significan.
Y los que le han votado son tan
responsables de sus acciones como lo fueron millones de alemanes cuando
apoyaron electoralmente a los dirigentes nazis. Hay que tener la lucidez
y el valor de ver la realidad con los dos ojos bien abiertos: Hitler
está resucitando con los modos populistas del pavo asado y el Día de
Acción de Gracias, con la supuesta fe en Dios y la mano hipócrita en el
pecho compasivo. Y sabemos que eso está ocurriendo porque, precisamente,
esas elecciones en la primera potencia militar e industrial del mundo -y
no en un país pobre, endeudado y dependiente- han mostrado que hay una
base social muy amplia para las políticas de mano dura.
Hemos entrado de lleno en tiempos
terribles. Aunque aún no nos afecten de lleno a nosotros. La
pesadilla del fin de la era del petróleo empieza a materializarse. Y
lo primero que es arrojado a la basura son la cultura y los principios
democráticos.
***
La pregunta es: ¿cómo defendernos de lo
que se nos viene encima?
¿Cómo defendernos de la imposición de las
políticas neoliberales por la fuerza desnuda? ¿Cómo defendernos de la
pérdida de significado de la palabra democracia? ¿Cómo defendernos no
sólo de los que van a golpearnos, sino también de quienes creen que para
sobrevivir lo mejor es obedecer, lo mejor es aceptar, lo mejor es
someterse un poco?
¿Cómo defendernos de los reformistas que
pretenden materializar esas mismas políticas neoliberales por otros
medios?
¿Cómo abrir los ojos a quienes, al día
siguiente de las elecciones del imperio, decían que era urgente acercar
las posiciones de las dos Américas? ¿Acercar? ¿Para qué? ¿Cómo rechazar
a los que quieren acomodarse con realismo a la situación, a los
que aplauden al rey -un hombre de Washington desde antes de su
designación como sucesor de Franco- porque ha ido a hacer las paces, a
apaciguar a Bush?
¿Cómo defendernos de las informaciones
falsas, de los editorialistas soterradamente proyankees? ¿Cómo
defendernos de los servicios de inteligencia, que tratarán de
infiltrarse en los movimientos antiglobalización?
El complejo militar-industrial, quien de
verdad manda, sigue siendo el mismo de siempre. Ahora ha sacado las
consecuencias de su superioridad militar en términos militares, por
decirlo así -ya que hay cosas para las que la superioridad militar no
sirve de nada-. Y trata de prevalerse de ello para establecer su
prioridad en el orden de picoteo predatorio global.
***
No podemos defendernos mediante la
violencia. No salvo si nos va la vida.
Ellos tienen la capacidad de violencia, y
la cultura de la violencia. Nosotros tenemos la capacidad de salirnos de
esa cultura.
Tenemos la capacidad de la resistencia,
del boicot, de la desobediencia.
Tenemos la capacidad de la risa, de la
amistad, de la solidaridad.
Tenemos la capacidad de
inventar.
Y vamos a necesitar todas estas
capacidades, y algunas más, para hacer frente a lo que se nos viene
encima.
***
Lo primero que hemos de hacer es exigir lo
que venimos exigiendo: que la Unión Europea no siga el camino de Estados
Unidos. Hemos de rechazar el Tratado que se pretende "constitucional", y
que lo será en el mismo sentido en que lo eran las Leyes Fundamentales
franquistas: superleyes que no se pueden modificar. Aunque los
neoliberales impongan ese Tratado, pues tienen a su favor todos los
instrumentos del poder público y privado para conseguir el aprobado,
hemos de lograr una minoría significativa de rechazo y de abstención
para deslegitimar esa opción.
Y lo tenemos fácil: basta preguntar a la
gente si sabe lo que vota respecto de ese Tratado
Hemos de exigir otra Europa, del Atlántico
a los Urales, y no la Europa que quiere Estados Unidos; una Unión
Europea de derechos sociales y no de desregulaciones neoliberales. Una
Europa de acogida a los inmigrantes y no de explotación de trabajadores
sin papeles en regla. Una Europa contrapuesta a la derecha
norteamericana y a su pretensión de imponer al mundo una única
cultura.
Hemos de denunciar el carácter no
democrático e irresponsable del poder legislativo europeo. Pero también
hemos de combatir a la derecha europea, que es amplia y significativa.
Si no lo hacemos, acabaremos como la minoría activa norteamericana,
impotente y corta de vista. Por eso es necesario que la sociedad se
vuelva a politizar.
Hemos de combatir a la derecha europea
ante todo en nuestro propio país. A la derecha española, que pretende
volver a gobernar. Hemos de combatir a sus aliados: la conferencia
episcopal, los e-cristians, el Opus Dei, los legionarios de Cristo,
sabiendo que en la Iglesia Católica también hay gentes que están en
contra de ese conjunto de cristianos ultraderechistas. Hemos de
denunciar las falsedades de la derecha. Pero no podemos callar ante las
falsedades de la izquierda: eso debe ser cosa del pasado y nada
más.
Hemos de exigir el cumplimiento del
protocolo de Kioto; hemos de exigir la Tasa Tobin para frenar las
deslocalizaciones del capital; hemos de pedir el 0,7% de ayuda a los
países que precisan esa ayuda, y controlarla. Hemos de luchar contra el
capitalismo que se avergüenza de su nombre y ahora se hace llamar
'economía de mercado'. Hemos de imponer obligaciones al capital en vez
de desregularlo. (Y, así, por ejemplo, hemos de exigir que las empresas
que detentan servicios públicos, como las eléctricas, las de
comunicaciones, etc., inviertan para que esos servicios no se
deterioren, como está ocurriendo a ojos vistas.)
Debemos extender la lucha por objetivos
que no son inmediatos, pero que han de estar en la consciencia de las
gentes porque son simbólicos: la liquidación de las bases
norteamericanas en España, los valores federales, los principios
republicanos.
Debemos ser pacientes, convertir nuestra
paciencia en un instrumento. La izquierda ha de reconquistar las
consciencias libres de las personas antes de poder dar pasos nuevos sin
repetir los errores del pasado. Nunca más pensar en términos de pura y
simple estatización. Nunca más identificar socialismo con meras medidas
económicas. Defender la verdadera democracia frente a la democracia
desactivada que utilizan los tecnócratas de la política y de la
economía que son los que realmente gobiernan. La izquierda alternativa
se basa en principios de democracia política y social. No pertenece a
ella ningún oportunismo. [JRC y JLG, nov. de 2004]
Un
memorial
para consolidar la democracia
Recuperar la memoria histórica es
imprescindible para impedir la involución democrática. La creación en
Cataluña de una institución pública denominada Memorial Democrático
puede contribuir a esa recuperación, si no deriva en un mero museo
anecdótico de los horrores del franquismo.
El proyecto de Memorial democrático "Un
futur per al passat", redactado por Ricard Vinyes, Montserrat Iniesta,
Manel Risques, Francesc Vilanova y Pere Ysàs, historiadores del Centre
d'Estudis sobre les èpoques franquista i democràtica (CEFID, http://www.cefid.uab.es/index2.html)
a instancias de la Generalitat de Cataluña, enfoca las cosas en el buen
sentido y viene a confluir con las múltiples y diversas iniciativas que
desde hace mucho tiempo reclaman el reconocimiento institucional de la
lucha antifascista y antifranquista. Es ésta una cuestión crucial para
la vida democrática, puesto que la transición política, tras la muerte
del dictador Franco, encadenó la interpretación de la historia a
condicionantes claramente antidemocráticos.
Recuperar la memoria ha de servir para
saber dar razón de la situación política en la que estamos y, a su vez,
para continuar el proceso político democratizador desde una posición
consolidada que termine con las indefiniciones y las fuerzas que
arrastran la vida política hacia autoritarismos de nuevo estilo. No se
trata, pues, sólo de restituir lo que es debido, es decir, de recordar
los méritos de las víctimas del franquismo y de restituirles la
dignidad, aunque por supuesto éste sea un aspecto también importante. El
principal problema pendiente y urgente no es el de la justicia
reparadora, sino el problema político de rescatar la historia de las
manos de una interpretación sesgada en función de la continuidad de los
intereses de las fuerzas antidemocráticas que impusieron sus
condicionantes durante el proceso de la transición política y que al
cabo de veinticinco años persisten en su labor de obstaculizar la
profundización en la vida democrática. Han pervivido así el olvido, el
silencio y una gestión de la memoria del pasado propicia a la
continuidad -aunque con un lenguaje cambiado- de lo que caracterizó la
dictadura fascista en España: la instrumentalización de la
interpretación histórica para manipular el presente.
El Memorial Democrático no es un memorial
de agravios. Es el reconocimiento del derecho de la sociedad a saber
acerca de su propio pasado. Y ha de ser, principalmente, un espacio de
reflexión y conocimiento que influya en la transformación de la actual
situación de hecho en diferentes ámbitos (desde el educativo hasta el
legislativo) a partir de la aplicación consecuente del espíritu
democrático recuperado del pasado.
En esta institución pública confluyen,
pues, los esfuerzos de parte de la sociedad civil por recuperar sus
derechos, el trabajo de los historiadores por recuperar el conocimiento
de los hechos más allá de interpretaciones unilaterales y la esperanza
del conjunto de la sociedad de avanzar hacia una democracia realmente
efectiva. Porque investigar el pasado es una de las maneras de romper
los falsos imponderables del presente; de ahí que todas las dictaduras,
en todas sus formas y tipos, recurran siempre a secuestrar la memoria
sustituyéndola por la "verdad única" oficial, método de opresión que
pretende reducir la vida consciente a una sola dimensión: la sumisión al
poder de la fuerza del vencedor.
El Memorial no puede ser la foto fija de
un pasado nuevamente a olvidar, una vez definido; ha de ser un
componente fluido y activo que vivifique y mantenga alerta nuestra
conciencia democrática. [María Rosa Borrás]
Israel nuclear
Los lectores tendrán pocas dudas: Israel
es un estado terrorista. Desde el paseo de Sharon por la explanada de
las mezquitas -que dinamitó los esfuerzos del gobierno Clinton para
establecer un modus vivendi con un estado palestino en Gaza y
Cisjordania- golpea indiscriminadamente a los palestinos. La protección
norteamericana salva por el momento a sus abyectos dirigentes políticos
y militares del Tribunal Penal Internacional que los tendrá que
condenar.
Pero ésa no es la única peligrosidad de
Israel. Es un estado nuclear que no ha firmado el tratado de no
proliferación nuclear y que rechaza toda inspección; posee armamento
atómico, además de otro armamento de destrucción masiva. Es una amenaza
no sólo para los países limítrofes sino también para otros países
vecinos, como Irán.
Sus servicios secretos, que secuestran
(recuérdese el caso Vanunu, el israelí secuestrado en Roma por hablar
del programa nuclear secreto de Israel) y matan, son un peligro serio
para las libertades ciudadanas en todo el mundo.
Nada de antisemitismo, pero denuncia de
los crímenes del estado de Israel. Amistad con los judíos, en particular
con sus pacifistas; pero exigencia de intervención del Tribunal Penal
Internacional contra los dirigentes israelíes. [JRC]
Por
una Europa social:
no a la constitución
europea
Cominicado del sector
crítico de CC.OO. de Madrid
Desde la adhesión de España a la Comunidad
Europea, en 1986, los trabajadores hemos venido sufriendo, como deja de
manifiesto la crisis de los astilleros de IZAR, la reconversión
permanente de una parte de nuestro tejido industrial; el sector público
ha sido prácticamente privatizado, se han abierto servicios públicos tan
importantes como el sanitario, educativo, correos, ferrocarril y
comunicaciones a la empresa privada, con graves y negativas
consecuencias en las prestaciones que recibe el ciudadano, y en las
condiciones laborales y de empleo de los trabajadores. Todo ello se ha
hecho amparándose en decisiones de la Unión Europea sobre las que los
ciudadanos españoles nunca han podido pronunciarse.
Ante el referéndum consultivo convocado el
próximo 20 de febrero por el Gobierno, para ratificar la Constitución
Europea, el sector crítico de CC.OO. expresa su voluntad de trabajar por
el No. Estas son algunas de nuestras razones:
No es una Constitución
democrática