NÓMADAS - REVISTA CRÍTICA
DE CIENCIAS SOCIALES Y JURÍDICAS 13-2006/1 | Universidad Complutense de Madrid | ISSN 1578-6730 |
Alfred
Jarry Patafísica, virtualidad y heterodoxia |
Adolfo Vásquez Rocca >>> CV |
1.- Alfred
Jarry precursor del Dadaísmo.
Alfred
Jarry precursor del Dadaísmo, del Surrealismo y del Absurdo, recién
llegado a París desde Laval, la ciudad que le viera nacer el 8 de septiembre
1873, se convirtió en un habitué de los cenáculos
frecuentados por los poetas simbolistas.
Alumno
de Henri Bergson en la Sorbona, el aún incipiente dramaturgo era
ya un hombre extremadamente cultivado, cuyos versos y artículos eran
ya colaboraciones habituales en la 'Revue Blanche’, llegando el mismo a ser
el fundador de 'L’imagier'. Consigue el aplauso del gran París en 1896
con Ubu rey, comedia satírica en la que se entremezclan referencias
a 'Macbeth' con los excesos de un monarca tan tirano con nobles y plebeyos
como cobarde en la guerra.
Contra
todo pronóstico, el éxito que conoce 'Ubu rey' en el París
del final de la belle époque es tal que Jarry escribe una segunda parte
con el título de 'Ubu encadenado' (1900). La gloria literaria corre
a la par de la autodestrucción a la que el dramaturgo parece condenado
irremediablemente. Alternando realidad y ficción en sus delirios de
borracho, escribe 'El amor absoluto' (1899), 'Mesalina' (1901) y la curiosa
novela ‘El supermacho’, definida en su edición española como
"una muestra de los juegos a los que la teoría y la práctica
del amor pueden entregarse teniendo por rival a las máquinas, a la
velocidad, a todas las fantasías de los avances científicos
de comienzos del siglo XX". Para la crítica, tan singular obra vino
a ser un curioso ejemplo de "futurismo grotesco".
El
teatro del siglo XX comienza a avizorar sus nuevas posibilidades –anticipando
a Beckett– en la noche del 10 de diciembre de 1896 con el estreno de Ubu rey, Jarry no sólo renovó la escritura dramática,
sino también los conceptos de la puesta en escena, pasando por el vestuario,
el maquillaje, y –fundamentalmente– la actitud del actor.
Alfred
Jarry, de quien André Bretón diría años más
tarde que “aniquilo como principio la diferencia entre arte y vida”, montaba
en bicicleta y pescaba, era diestro en el uso de la espada y llevaba casi
siempre dos pistolas descargadas con las que disparaba simbólicamente
contra todo pseudo-artista o impostor intelectual que
se cruzaba en su camino. Pese a todo, fue fulminado
a quemarropa por sus propias pulsiones autodestructivas. Jarry muere alcoholizado
en 1907, no llegando a ver la publicación de ‘Gestas y opiniones del
doctor Faustroll, patafísico'. A raíz de su lectura, sus muchos
admiradores querrán poner en marcha una ciencia llamada "patafísica",
dedicada al estudio de las soluciones imaginarias y las leyes que regulan
las excepciones.
2.- El Collége de Pataphysique.
Alfred
Jarry inventa así la Patafísica, “ciencia de las soluciones
imaginarias que otorga simbólicamente a las delineaciones de los cuerpos
las propiedades de los objetos descritas por su virtualidad”, en su obra Gestos y opiniones del Dr. Faustroll, patafísico[3].
A partir
de esta obra fundacional el colegio de Patafísica se define como una
"sociedad docta e inútil dedicada al estudio de las soluciones imaginarias".
La
Patafísica sobrevivió a Jarry, creándose el 11 de mayo
de 1948 como contrapunto irónico al prestigioso Collége de France,
el Collége de Pataphysique. Este Collége ha contado con ilustres
socios, entre los que se cuentan Raymond Queneau, Jacques Prevert, Max Ernst,
Eugene Ionesco, Joan Miró, Boris Vian, Marcel Duchamp, Jean Dubuffet,
René Clair, entre otros. Aquí Boris Vian, Jacques Prévert
y su gata Labyronette acogieron las fiestas mayores del Colegio y más
precisamente todas las que celebraban al Barón Mollet.
El
Colegio de Patafísica decretó un periodo de ocultación,
pero según parece el 20 de Abril del 2000 celebraron la Desocultación.
Anunciaban una exposición de "Agujeros, Nadas y Espejismos" pero al
parecer nadie la encontró.
3.- La Patafísica como
ciencia de las soluciones imaginarias.
La
Patafísica es la ciencia que se añade a la Metafísica,
bien sea en sí misma, bien sea fuera de sí misma, y se extiende
más allá de esta, tan lejos como ésta se encuentra de
la física. Un epifenómeno es lo que se añade a un fenómeno.
Al ser con frecuencia el epifenómeno un accidente, la Patafísica
será sobre todo la ciencia de lo particular, por más que se
afirme que sólo hay una ciencia de lo general. La Patafísica
es la ciencia de las soluciones imaginarias que atribuye simbólicamente
a los lineamientos las propiedades de los objetos descritos por su virtualidad.
La
Patafísica estudia las leyes que rigen las excepciones y explica
el universo complementario o, menos ambiciosamente, describe el universo
que podemos ver y que tal vez debemos ver en lugar del tradicional. Las leyes
del universo tradicional que creímos descubrir, al ser también
correlaciones de excepción, aunque más frecuentes, en todo caso
de hechos accidentales, que se reducen a excepciones poco excepcionales, no
tienen siquiera el atractivo de la singularidad.
La
idea central de la Patafísica es la consideración de las leyes
generales de la física como un conjunto de excepciones no excepcionales,
y, en consecuencia, sin ningún interés. En suma, la regla es
una excepción a la excepción. Este es el centro de la “dialéctica”
patafísica. Y sólo la excepción es lo que hace avanzar
a la ciencia. Para ello baste con recordar los principios de Fleming, de Pasteur
o de cualquiera de esos ilustres científicos para constatar que todo
verdadero descubrimiento acontece por azar. En este punto es imposible no
notar las similitudes con lo que 30 años más tarde Popper[4]
enunciaría como el Principio de falsación o de refutabilidad.
4.- Deleuze: Jarry como antecedente
de Heidegger
Ahora
bien, es Deleuze quien ubica a Jarry como un antecedente temprano y fundamental,
un precursor desconocido, de Heidegger. La Patafísica (epi meta ta
phusika), según señala Deleuze[5],
tiene precisa y explícitamente como objeto el gran giro,
la superación de la metafísica, la vuelta atrás más
allá o más acá, “la ciencia de lo que se sobreañade
a la metafísica, sea en sí misma, sea fuera de ella, extendiéndose
tanto más lejos de ésta como ésta de la física”.[6]
Hasta el punto de que cabe considerar la obra de Heidegger como un desarrollo
de la patafísica conforme a los principios de Sófrates el armenio,
y de su primer discípulo, Alfred Jarry. Las grandes similitudes, memoriales
o historiales, conciernen al ser del fenómeno, la técnica y
el tratamiento de la lengua.omo superación de la metafísica
es inseparable de una fenomenología, es decir de un nuevo significado
y de una nueva comprensión del fenómeno. Se trata de una similitud
alucinante entre ambos autores. El fenómeno ya no puede ser definido
como una apariencia; pero tampoco se definirá, como en la fenomenología
de Husserl, como una aparición. La aparición remite a una conciencia
a la que se le aparece, y asimismo puede existir bajo una forma distinta de
aquella que hace aparecer. El fenómeno por el contrario es lo que se
muestra a sí mismo en sí mismo.[7]
Heidegger
El
‘siendo’ puede incluso parecer una degradación del
ser, y la vida, del pensamiento, pero, más aún, se dirá
que “el siendo” corta el paso al ser, lo mata y lo destruye,
o que la vida mata al pensamiento. La metafísica cabe toda ella en
el retraimiento del ser o el olvido, porque confunde el ser con el siendo.
La técnica como dominio efectivo del siendo es la heredera de la metafísica:
la termina, la realiza. La acción y la vida han matado el pensamiento.
Diríase,
en ambos autores, que la técnica es la sede de un combate en el que
ya se pierde el ser en el olvido, en el retraimiento, o se produce lo contrario
y se muestra y se devela. No basta en efecto con oponer el ser y su olvido,
el ser y su retraimiento, puesto que lo que define la pérdida del ser
es más bien el olvido del olvido, el retraimiento del retraimiento,
mientras que el retraimiento y el olvido constituyen el modo en que se muestra
o puede mostrarse. La esencia de la técnica no es técnica, y
“encierra la posibilidad de que lo que salva surja en nuestro horizonte”.[8]
En
Jarry, cabe precisar, esta apertura de lo posible también tiene necesidad
de la ciencia tecnicizada. Y si Heidegger define la técnica por la
ascensión de un “fondo” que borra el objeto en beneficio de una posibilidad
de ser, Jarry por su cuenta considera la ciencia y la técnica como
la revelación de unos trazados que corresponden a las potencialidades
o virtualidades de un objeto: la bicicleta, por ejemplo, constituye precisamente
un excelente modelo, en tanto que constituido por “vástagos rígidos
articulados y volantes impulsados por un rápido movimiento de rotación”[9].
En este sentido la patafísica comporta ya una gran teoría de
las máquinas, y supera las virtualidades del siendo hacia la posibilidad
de ser.
La
ciencia en efecto trata el tiempo como variable independiente: por eso las
máquinas son esencialmente máquinas de explorar el tiempo,
“tempo-móviles” más que locomóviles. La ciencia bajo
ese carácter técnico hace primero posible un vuelco patafísico
del tiempo.
Jarry
tal vez recuerde a su profesor Bergson cuando recupera el tema de la Duración,
a la que define primero por una inmovilidad en la sucesión temporal
(conservación del pasado), luego como una exploración del
futuro o una apertura del porvenir: “La Duración es la transformación
de una sucesión en reversión, es decir: el devenir de una memoria.”
Se trata de una profunda reconciliación de la Máquina y la Duración[10].
En
ese paso de la ciencia al arte, en esa reversión de la ciencia en arte,
Heidegger recupera tal vez un problema familiar de finales del siglo XIX,
idea que ya encontramos en Jarry, particularmente en su tesis sobre la anarquía:
en el hacer-desaparecer, en la consideración estética del crimen,
al modo como es propuesto por De Quincey[11]
a quien Jarry admira profundamente.
NOTAS:
[2] Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Estética y Pensamiento Contemporáneo. Artista Plástico y Especialista en Filosofía Contemporánea. Profesor del Programa de Postgrado del Instituto de Filosofía de la P. UCV., de Antropología Filosófica en la Escuela de Medicina y Filosofía Política en Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Andrés Bello. Editor de la Revista Observaciones Filosóficas [http://observaciones.sitesled.com/] y la Revista de Antropología Médica, UNAB.E-mail: adolfovrocca@hotmail.com
[3] "Gestes et Opinions Du Docteur Faustroll,
Pataphysique", acabado en 1898 y publicado 4 años después
de la muerte de Alfred Jarry, en 1911.
[4] POPPER, Karl, La lógica
de la Investigación Científica, Ed. Tecnos, Madrid, 1982.
La tesis central de Karl POPPER es el
refutacionismo, una postura mediante la cual este pensador busca establecer
una demarcación entre lo que es ciencia y lo que no lo es: son científicos
aquellos enunciados que pueden ser refutados. Contraponiendo al intento
de confirmar las propias teorías el intento de refutarlas, deduce
su teoría que lo que define el carácter científico de
una teoría es su contrastabilidad, y lo que define a ésta es
la refutabilidad, y que una teoría es científica y significativa
sólo si es en principio incompatible con algunos fenómenos
observables. La falsabilidad de una hipótesis implica más que
un cambio terminológico frente a la verificabilidad inductivista:
implica que toda conjetura se mantiene siempre en conjetura, aunque esté
corroborada, pues no puede ser necesariamente falsada ni necesariamente corroborada.
La fundamentación de la refutabilidad como criterio lleva al desarrollo
de una nueva concepción de ciencia y de teoría científica.
[5] DELEUZE, Gilles, Crítica y clínica,
Traducido por Thomas Kauf, Editorial Anagrama, Barcelona, 1996, pp. 128-139.
Título original: «Critique et clinique», Les Éditions
de Minuit, París, 1993
[6] JARRY, Alfred, Faustroll, II, 8, Pléiade
II, pág. 668 (Hechos y dichos del Dr. Faustroll. Patafísico,
Mandrágora, 1975).
[7] HEIDEGGER, Martin, Ser
y Tiempo, FCE, 1993, párrafo 7 («La ontología sólo
es posible como fenomenología», pero Heidegger reivindica en
mayor medida a los griegos que Husserl).
[8] HEIDEGGER, Martin, Questions IV, «Tiempo
y ser», Gallimard: «sin miramiento por la metafísica»,
ni siquiera «intención de superarla».
[9] «La Pasión considerada
como una carrera en cuesta», La chandelle verte, (Pléiade II,
págs. 420-422) (La Candela Verde, Felmar, 1977).
[10] La construction “pratique”, que
expone el conjunto de la teoría del tiempo de Jarry: se trata de un
texto oscuro y muy hermoso, que debe relacionarse tanto con Bergson como con
Heidegger.
[11] Thomas De Quincey (Manchester, Reino
Unido, 1785-Edimburgo, 1859) Escritor, ensayista y crítico británico.
Poseedor de un humor cáustico, importante gracias sobre todo a su corrosiva
obra Del asesinato considerado como una de las bellas artes (1829).