Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Volatilidad (Índices de)  
 
Josep Maria Reniu i Vilamala
Universitat de Vic

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RENIU, J.M.: Abstencionismo | Coaliciones electorales | Coaliciones gubernamentales | Coaliciones parlamentarias
Coaliciones políticas | Fragmentación | Procedimiento electoral uniforme (PEU) | Transfuguismo

 Los indicadores o índices de volatilidad son una de las herramientas más comúnmente utilizadas en los estudios electorales, en tanto que son un instrumento útil para formarnos una idea general de los cambios en el comportamiento electoral producidos entre convocatorias electorales consecutivas.

 Son así unos indicadores de la estabilidad o variación del formato del sistema de partidos, a nivel de agregados, puesto que para su confección se toma en consideración las diferencias porcentuales de los votos obtenidos por los diferentes partidos entre dos elecciones. Es por esto que no pueden interpretarse dichos índices como un indicador de cambios individuales de comportamiento, si bien al ser función de las variaciones en la implantación de los partidos entre elecciones nos puede dar una idea genérica de importancia de los cambios de comportamiento entre ambas elecciones. Son, a fín de cuentas, indicadores que como expresión grosso modo del mayor o menor volumen de cambios de comportamiento vienen siendo utilizados.

1.El índice genérico es la volatilidad neta o total, que es el equivalente a la semisuma de las diferencias en términos absolutos en el porcentaje de cada partido entre una elección y otra. El resultado ofrece, de manera aproximada, el porcentaje mínimo necesario de electores que habría cambiado de opción de voto entre una elección y otra para explicar los cambios producidos en los resultados. Su representación algebraica sería:

  |A1-A2|+|B1-B2|+......|n1-n2|
 VT =------------------------------
       2

donde A1 sería el porcentaje obtenido por el partido A en la última elección y A2 en porcentaje obtenido en la elección previa, y así para todos los partidos que hubiesen obtenido votos en cada una de las consultas electorales. No obstante debemos tener presente que es una medida aproximada, puesto que no tiene en cuenta ni las variaciones en la tasa de participación, ni los cambios derivados de la incorporación de nuevos votantes y la desaparición de otros. Una posible forma de suplir dicha carencia es añadir, al cálculo del índice de volatilidad, la correspondiente variación en el porcentaje registrado por la abstención, a modo de partido, con lo que se reflejaría en el resultado final los incrementos/decrecimientos de la participación. No obstante, hemos señalado anteriormente el carácter agregado de esta herramienta, por lo que no puede utilizarse para la explicación de comportamientos individuales.

 De todas formas sí nos permite efectuar una primera aproximación a la realidad de los sistemas de partidos, en tanto en cuanto que podremos inferir, del índice de volatilidad neta o total, el grado de solidificación del sistema de partidos objeto de estudio. Así, podemos observar (cuadro 1) como de entre los países europeos, los mediterráneos (Portugal, España, Italia y Grecia, para el período 1974-1994) presentan una volatilidad media de casi el doble que el resto de países europeos para el período 1974-1989. Exceptuando a Italia, los 3 son países de reciente democratización, cuyos sistemas de partidos han ido solidificándose, factor que explica dichos índices de volatilidad.

 Cuadro 1.- Volatilidad electoral media en los países europeos, 1974-1994.

 País Media  Años
España 16,7 1977-1993
Italia 14,8 1977-1994
Portugal 13,2 1974-1993
Francia 13,0 1978-1988
Grecia 12,4 1974-1993
Noruega 10,8 1977-1989
Dinamarca 9,8 1977-1988
Reino Unido 9,8 1974-1987
Suecia 9,3 1976-1988
Finlandia 9,1 1975-1987
Bélgica 8,7 1977-1987
Holanda 8,3 1977-1989
Irlanda 8,2 1977-1989
Suiza 6,5 1975-1987
R.F. de Alemania 6,2 1976-1987
Austria 4,0 1975-1986
Promedio sur Europa
(1974-1994) 14,1 (25 elecc.)
Promedio resto
(1974-1989) 8,1 (41 elecc.)

Fuente: GUNTHER, Richard y MONTERO, José Ramón: "Los anclajes del partidismo: Un análisis comparado del comportamiento electoral en cuatro democracias del sur de Europa", en DEL CASTILLO, Pilar (Ed.) Op. cit., pág. 471.

 En este sentido, debemos tener presente que se trata de valores promediados, con la consiguiente ocultación de datos puntuales que justifican la aseveración anterior. Así, y centrándonos en el caso español (cuadro 2), podemos ver cómo la volatilidad total (VT) ha ido descendiendo desde el hito que supusieron las elecciones de 1982. En ellas, la aplastante victoria del P.S.O.E. con el consiguiente vuelco dado al sistema de partidos hizo que España obtuviera el mayor índice de volatilidad total alcanzado en Europa para el período reseñado.
 

 Cuadro 2.- Volatilidad electoral en España. (1979-1993)

  VT  VIB  VEB  IR
1979-1977 10,8 8,6 2,2 20,4
1982-1979 42,3 35,6 6,7 15,8
1986-1982 11,9 9,5 2,4 20,2
1989-1986 8,9 7,2 1,7 19,1
1993-1989 9,5 7,8 1,7 17,9
Promedio 16,7 13,8 2,9 17,4

Fuente: GUNTHER Y MONTERO, Op. cit. pág. 477.

 A este alto índice de volatilidad total alcanzado por España (42,3) en las elecciones de 1982 le sigue, como vemos en el cuadro, el alcanzado por Italia en las elecciones de 1994 (41,9), en las que se modificó el sistema electoral dando paso a la II República. La desaparición y aparición de nuevos partidos en la arena política implica, tal y como se deriva de la fórmula empleada, un incremento significativo de la volatilidad resultante.

 Es, por tanto, una "certificación" de que el formato del sistema de partidos se ha visto modificado por los cambios operados en el comportamiento del electorado, si bien no debemos olvidar las modificaciones del número de partidos en liza, cuya repercusión sobre el índice es asímismo significativa. A sensu contrario, podemos observar cómo, en situaciones de consolidación del sistema de partidos, los índices de volatilidad permanecen entorno (incluso por debajo) de la media del período (8,1): son los casos de las dos últimas elecciones generales en España (8,9 y 9,5 respec.); la última portuguesa (9,5 en 1991-1987); el período 1953-1987 en Italia, con un promedio de 6,4 o el período 1981-1990 en Grecia (5,2).

2.Complementario a este índice es el que mide la volatilidad entrebloques (VEB), definida como "la magnitud del intercambio electoral que atraviesa la línea que divide a los partidos que representan los lados opuestos de una división (cleavage)". Su cálculo se realiza al igual que la volatilidad total o neta pero, en lugar de sobre los resultados de los partidos, se halla sobre los resultados conjuntos de los partidos de las mismas famílias ideológicas.

 Observando el caso español (cuadro 2) se deduce, excepto para las elecciones de 1982, que la frontera ideológica (el cleavage derecha-izquierda) es de difícil franqueo, tendiendo a "endurecerse" mucho más a partir de las elecciones de 1989 y 1993, con unos índices de 1,7 para ambas. De ello se deriva que la competencia electoral se realiza dentro de cada família ideológica, con lo que podemos decir que se estaría produciendo un proceso de concentración bipolar en el sistema de partidos español, con un partido fuerte en la derecha (P.P.) y otro en la izquierda (P.S.O.E.), aglutinantes de los votos y con posibilidades ambos de acceder al gobierno.

3.Respecto a la medición de dicha competencia interna usaremos el índice de la volatilidad intrabloques (VIB), esto es, la volatilidad que se produce exclusivamente en el interior de cada uno de los bloques o grupos de partidos. Para su cálculo restaremos la volatilidad entrebloques a la votalidad total:
VIB = VT - VEB. Observamos así (cuadro 2) que los índices resultantes señalan una ligera tendencia al alza en las últimas convocatorias electorales (7,8 [1993] por 7,2 [1989]), aspecto que pone de relieve la competencia interna en las famílias ideológicas del sistema de partidos español, puesto que ya hemos constatado la reducida proporción de votos que traspasan la "barrera" del cleavage derecha-izquierda (VEB).

4.De esta forma, el último índice que tenemos para explicar dichos cambios en el formato del sistema de partidos es el índice de relieve, cuyo cometido es medir la proporción de la volatilidad total o neta que es explicada por la volatilidad entrebloques. Su cálculo se obtiene multiplicando por cien el cociente de la división entre la volatilidad entre bloques y la total: IR = (VEB/VT) x 100.

 Aplicando este índice al caso español (cuadro 2) constatamos una vez más que los votantes españoles se muestran reacios a dar su voto a partidos de fuera de su bloque preferido, por lo que, una vez más observamos que la competencia se halla delimitada dentro de los bloques o famílias ideológicas.

 En resumen, los índices de volatilidad nos permiten tener una primera aproximación a la geografía de los cambios producidos en el formato del sistema de partidos, si bien dicha visión podría calificarse de "a vista de pájaro". No obstante, su interés y utilidad quedan de manifiesto en tanto en cuanto que nos ilustran acerca de los caminos por los que discurre la competencia electoral, puesto que los índices de VEB y VIB nos marcarán las vías por las que nuestro análisis debe encauzarse.  A fín de cuentas, todo parece indicar que los sistemas de partidos necesitan de una media de 15 años para su consolidación, lo que explicaría los índices de volatilidad registrados en España desde la reciente reintroducción de la democracia y, por ende, del sistema de partidos.

NOTAS:


THEORIA  | Proyecto Crítico de Ciencias Sociales - Universidad Complutense de Madrid