Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales

Religión científica de la humanidad (La)
 
Emmanuel Lizcano
Universidad Naconal de Educación a Distancia

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Las relaciones entre ciencia y religión, entre el saber sobre lo natural/inmanente y lo sobrenatural/trascendendente, se han venido entendiendo de muy diversas maneras. Las respuestas hoy más comunes no difieren gran cosa del abanico de posibilidades que ya barajó la disputa medieval sobre la compatibilidad o incompatibilidad, la conmensurabilidad o inconmensurabilidad de Fe y Razón. De las cuatro combinaciones posibles a que da lugar la conjunción de esas cuatro variables, la más habitual aún hoy es la heredera del espíritu ilustrado: ambos saberes son inconmensurables pero compatibles, si bien el irrefrenable progreso de la Razón va reduciendo cada vez más el ámbito de discurso sobre el que la Fe pueda mantener alguna competencia.

Las formas de conocimiento se van sucediendo y superando así las unas a las otras: conocimiento mágico, religioso y científico para Frazer, o estadios teológico, metafísico y positivo para Comte... En cualquier caso la racionalidad científica se opone y supera -más o menos dialécticamente- a la religiosa, si es que a ésta se le dota algún grado de racionalidad que vaya más allá de ciertas concesiones de pre-racionalidad o pre-logicidad. No obstante, fue el propio espíritu ilustrado el que aportó la pista para otra perspectiva -aún hoy casi desatendida- radicalmente diferente. Al entronizar a la Razón como nueva diosa, al proclamar por boca del mismo Comte a la Ciencia como la Nueva religión de la Humanidad, sorprende cómo -dos siglos más tarde- apenas se ha indagado sobre la posible realización efectiva de aquella proclamación. Lo cual no deja de ser un dato significativo, sobre todo si consideramos -con Ortega- que el rasgo decisivo que pone de manifiesto que una creencia está funcionando como creencia es el hecho de que no se puede constituir en objeto de pensamiento, pues creencia es lo que se su-pone, lo que se pone debajo del pensamiento para que éste puede funcionar. Pueden pensarse las creencias de los otros, nunca las propias. ¿Será la creencia en el complejo científico-técnico la forma de religiosidad específica del hombre moderno?

Acaso sea ya el momento de tomarme en serio precisamente el núcleo duro de aquel papel que la Ilustración reservó para la ciencia, es decir, considerar que la ciencia funciona efectivamente en las sociedades desarrolladas como una forma específica de religión. Su extensión misionera en forma de desarrollo científico-técnico, fuera del cual no cabe salvación, revelaría entonces la llamada modernización como un proceso intrínsecamente religioso. La valoración habitual de numerosos fenómenos sociales o de posicionamientos teóricos consagrados resulta entonces invertida: las posturas más progresistas resultan ser las más reaccionarias, los avances de las luces y el ‘tren de la modernidad’ no son sino reinmersiones en las tinieblas de la superstición (la superstición científica, claro está).

Con todo, un acercamiento al fenómeno de la ciencia en nuestras sociedades como un fenómeno específicamente religioso no debería entenderse como una degradación o una profanación del conocimiento científico. El hecho de que sí suela entenderse así no hace sino corroborar -precisamente- el carácter sagrado que se ha atribuido a la ciencia y la desvalorización que, en consecuencia, se ha inducido hacia las formas de conocimiento no-científico, reducidas al ámbito de la superstición, la superchería y el irracionalismo.



BIBLIOGRAFIA

LIZCANO, E., "La sacra scienza", Volontà, Milan, anno XLIX, nº 1 del 6/1995.
- "Le fondamentalisme scientifique", en La culture libertaire, Atelier de Création Libertaire, Grenoble, 1997
    (Actas del Colloque International, Centre de Sociologie des Répresentations et des Pratiques Sociales, Grenoble, 1996).
- "La construcción retórica de la imagen pública de la tecnociencia: impactos, invasiones y otras metáforas",
    Política y Sociedad, 23(1996):137-146.
- "Pureza, ciencia y suciedad", Archipiélago, 33(1988);105-108.


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