Román Reyes (Dir): Diccionario Crítico de Ciencias Sociales |
Psicohistoria (Coordenadas antropológicas de la): El concepto de "conflicto de normas irresuelto personalmente" |
Juan B. Fuentes Ortega
Universidad Complutense de Madrid
|
En la
presente entrada pretendemos ensayarla construcción
de la idea de "campo antropológico", con la vista puesta en discutir
la cuestión de la modalidad que el psiquismo (por tanto, ya el "psiquisimo
humano") pueda adoptar en semejante contexto.
1.1.
Desde la metología de construcción filosófica que
asumimos, la idea de "campo antropológico" brotará - constructivamente
- del entretejido (dialéctico: por tanto no siempre armónico,
sino conflictivo) de los contenidos de aquellas disciplinas que, no ya antes
ni después, sino en el curso mismo de la construcción, nos
muestren su posible significado específicamente antropológico.
Se precisa, pues, movilizar una compleja variedad de disciplinas, cuyos
ámbitos temáticos (categoriales) se mueven a escalas muy distintas,
no siempre conmensurables entre sí, como podrían ser: para
empezar, ciertamente,la antropología biológica
(y en particular,la paleontología de los restos
homínidas); pero también, desde luego, la arqueología
prehistórica yla etnología, así
como otras disciplinas ya propiamente históricas (las que versan sobre
los contenidos socio-culturales de las sociedades históricas o civilizadas).
Ahora
bien, la cuestión más nuclear e inexcusable por la que ha
de comenzar la construcción de la idea de "campo antropológico"
es sin duda la cuestión del "origen", es decir, la cuestión
de la génesis y constitución de
dicho campo a partir del ámbito zoológico del que proviene
por evolución biológica. Y a este respecto, las disciplinas
críticascuyo entretejido debe ensayarse son,
sin duda,ante todo, la paleontología homínida y la arqueología prehistórica.
Y son, en efecto, básicamente estas dos disciplinas aquéllas
cuyo entretejido nos llevaa preservar, en todo momento
de la construcción, como principio metodológico irrenunicabley básico de la misma,aquél
que pideconjugarel reconocimiento
de la procedencia íntegra del orden derealidad
antrolopológica a partir de sus fuenteszoológicas
con la posible diferencia específica de estructura de dicho
orden de realidad respecto del ámbito zoológico del que sin
embargo procede.
Y
es éste el sentido en que la génesis y constitución
del campo antropológico se nos muestracomo
un caso ejemplar de "anamórfosis"(1)),
esto es, de aquel tipo de situaciones (ontológicas)en
las que determinado orden estructural de realidad cristaliza por confluencia
o convergencia de cursos o procesos diversos y heterogéneos,
de suerte que la estructuraespecífica resultante
no resulta reductible (su "especie" lógica desborda "trans-genéricamente")
a ninguno de los cursos genéricos a partir de los cuales sin embargo
se ha formado, por confluencia,íntegramente.
En
el caso que nos ocupa, los cursos o procesos a partir de los cuales ha
debido formarse inicialmente el campo antropológico no pueden ser
otros, desde luego,que los de índole zoológica,
como es sin duda obligado reconocer al menos a partir del evolucionismo
darwinista, esto es, ese tipo de procesos que nos ofrece ordenados evolutivamente
lapaleontologíahomínida, a saber,las (trans)formaciones
evolutivas de las morfologías orgánicas de los hómínidos
en sus respectivos hábitats naturales - pongamos (por tomar como
referencia la familia hominoidea), desde las especies del género
australopitecino, hace unos cuatro millones de años, hasta
la especie sapiens sapiens del género homo (la nuestra),
aparecida hace unos cuarenta mil años -. Peropuede,
a su vez, que, como apuntábamos, en el seno de este proceso biológico
evolutivo nos sea dado reconocer la formación, por convergencia
de ciertos cursos biológicos en él generados,de ciertas estructuras que no resulten ya reductibles a
los cursos de donde por convergencia proceden: nos referimos, ante todo,
a los objetos fabricados porlas técnicas
productivas de estos organismos - y, como ahora veremos, a todo lo que esto
conlleva-, es decir, a esos contenidos que, por su parte, nos ofrece asimismo
cronológicamente ordenados la arqueología prehistórica ("cultura de los cantos rodados", cultura "achelense",
"musteriense", "magdaleniense"...), y ordenados según una escala
que no resulta ya formalmente reductible (que no es conmensurable) con
la escala de ordenación paleontológica, sin perjuicio de
formarse a partir de los contenidos de esta última última
e intercalada entre ellos.
Por
lo que toca a los contenidos paleontológicos, proponemos caracterizarles
como componentes somáticos, para referirnos a las morfologías
orgánicas de los individuos de las diversas especies de los géneros
de la familia hominoidea, y en cuanto que dichas morfologías son morfologías
operatorias, esto es, morfologías dotadasde
efectores y receptores capaces de desenvolverse operatoria o conductualmente
en sus hábitats respectivos. Quiere ello decir que las conductas de estos organismos deberán considerarse como
formando parte de su propia evolución orgánica: y
no ya porque a estas conductas se las entienda comohereditarias,
puesto que en cuanto que conductas deberán ser genuinamente aprendidas;
pero sí en cuanto que - si entendemos el darwinismo ampliado o desarrollado
por la "teoría de la selección orgánica" enel sentido que hemos precisado en la entrada
Condiciones
biológicas de la Psicohistoria - determinadas transformaciones
conductuales del hábitat podrán reconocerse como la ocasión
respectodel cual nuevas variaciones morfológicas
(azarosas) podrán converger en el desarrollo o "perfeccionamiento"
de las propias morfologías operatorias en curso. Y éste es
elsentido en el que se han de entender las (trans)formaciones
evolutivas de las morfologías homínidas que la paleontología
nos muestra justamente como críticas en el proceso de hominización:
nos referimos, ante todo, a las (trans)formaciones morfológicas
que tienen que ver con el bipedismo, la morfología manual (incluyendo
especialmente la forma oponible entre el pulgar y el índice) y la
disposición anatómica de la faringe respecto de la laringe
que permite modular sonidos con la musculatura laríngea (2). Así, por ejemplo, el bipedismo no debería
ser visto sólo como una variación útil en el contexto
del paso del bosque tropical al bosque abierto, y de éste a la sabana,
sino también como la condición que hizo posible que las conductas
de desplazamiento y/o exploración por él facilitadas pudieran
precisamente efectuar estos "pasos" o cambios ecológicos, de suerte
que respecto de dichos cambios pudieran convergen nuevas variaciones en la
propia dirección ya en curso del bipedismo (3).
Ahora
bien, semejante proceso de evolución "somática", en principio
enteramente biológico - que incluye, como decimos,a
las conductas -, acaso pueda percibirse, como apuntábamos, como el
contexto en cuyo seno veamos generarse, por convergencia de determinados
cursos heterogéneos suyos, ciertas configuraciones que, sin perjuico
de su procedencia íntegra de (la convergencia de) dichos cursos, se
nos muestrenya como no reductibles precisamente a
cada uno de dichos cursos por separado: se trata, según proponemos,
de los componentes normativos (4) del campo
antropológico. Auqellos cursos tendrían que ver, ante todo,
precisamente con los tres tipos de (trans)formaciones orgánicas
(morfológico-operatorias) anteriormente referidas (esto es: el bipedismo,
la morfología manual y la morfología laríngea), en
cuanto que incluyen precisamente unasmuydeterminadas operaciones o conductas - de "desplazamiento
en un horizonte abierto", de "manipulación" y de "modulación
de sonidos" -, justamente aquéllas decuya convergencia, en las condiciones catalizadoras adecuadas,creemos que podemos ver generase a las configuraciones normativas.
Cuando hablamos de "condiciones catalizadoras adecuadas" (de la mencionada
convergencia) nos referimos, ante todo, desde luego, al que nos parece que
constituye el hilo bioecológico crítico recurrente de
la evoluciónal menos del género homo,
esto es, a la caza (inducida en su origen
porel cambio de régimen trófico experimentado
por los simios arborícolas que fue exigiendo las sucesivos cambios
de hábitats consistentes en el desplazamiento de los árboles
tropicales al suelo firme, y luego del bosque cerradoal
bosque abierto y muy especialmente de éste a la sabana), y muy en
particular a la caza mayor en la sabana de los grandes animales prehistóricos:
pues será, en efecto, ante todoel contexto (bio-ecológico)
de la caza mayor, el que exigirá(precipitará,
catalizará) una eclosióntal
de conductas co-operatorias (y no cualesquiera, sino precisamente,
como decíamos, delas conductas de desplazamiento
en un horizonte abierto, de manipulación y de emisión de sonidos
modulados) de cuya multiplicación convergente puedan surgir el que consideramos que constituye el
núcleo crítico o específico
del campo antropológico, esto es, las configuraciones normativas
(5).
Las
normas serían, pues, en principio,
el resultante genético dela eclosiónco-operativa de determinadasoperaciones
de estos organismos; ahora bien, aquello que haría de las normas
una estructura específica ya no reductible a sus componentes genéticos
genéricos, habría que ponerlo, según proponemos, en
esto: cuando en dichas co-operaciones, y como resultante suya,veamos abrirse paso una muy determinada estructura, a saber,
aquélla que permite que los distintos individuos operatorios
resulten en principio recíprocamente intercambiables respecto de cada una de las diversas posiciones
operatorias contenidas por la estructura
en cuestión.Las normas son, pues, en este sentido
estructuras sintácticas (o sintáctico-algebraicas),
es decir, un sistema de "posiciones (operatorias)" que funcionancomo las variables de una estructura algebraica
resepcto de las que cada individuo operatorio figurará como un valor
(o argumento) de las mismas. A su vez, la sintaxis que caracteriza
a las operaciones normadas sólo podrá desenvolverse, desde
luego, entre medias de materiales determinados a los cuales en cada
caso las operaciones se aplican, y por tanto ya siempre a la escala de ciertas
unidades morfológicas de la estructura
relevantes en cada caso.
Entendemos
las normas, pues, como genuinas estructuras morfo-sintácticas,
en un sentido enteramente análogo, sin duda, al de las estructuras
morfosintácticas de los lenguajes estudiadospor la linguística; pero no ya, por cierto,porque veamos a las estructuras (morfosintácticas)
lingüísticas como modelo o "primer analogado" del resto de las
normas, puesto que dichas estructuras lingüísticas constituirían
sólo una "especie" (lógica) más del "género"
(lógico) definido como "estructura morfosintáctica" (una
"especie" dotada, por su parte, de "doble articulación": la morfosintáctica
y la fonológica), de suerte que tan primitivas, o básicas,
o radicales,(en la formación del campo antropológico)
como las estructuras morfosintácticas lingüísticas, resultarían
ser esetipo deestructuras morfosintácticas
que asimismo se deben destacar, a saber, las estructuras morfosintácticas
resultantes de la producción o fabricación
de objetos (6).
Destacamos
así, en efecto, como núclero radical de la formación
del campo antropológico, el concepto (de estirpe marxista) de "producción",
pero precisamente en cuanto que entendemos ésta, no ya como cualquier
género de "intervención" o "transformación" del medio
entorno (como lastransformaciones conductuales del
medio llevadas a cabo por otras especies animales), sinoespecífica
y formalmente como un tipo de transformación del medio consistente
en la fabricación (sin duda, operatoria, manual)de estructuras (fisicalistas) morfosintácticas.
Por ello, sólo en el marcode la producción,
en virtud del carácter morfosintáctico de las entidades producidas,podremos hablar, enrigor, de genuina
"construcción", y no ya de mera transformación - genérica
- (zoológica) del medio, y por ello de construcción de genuinos
"objetos": pues objetos serán, en efecto, sólo aquellas
realidades (fisicalistas) dotadas de una estructura tal (ínsita
en su materialidad físico-corpórea) que las diversas posiciones
operatorias de su fabricación (y/o ulterior uso) funcionen, como
decíamos, como lugares-variables respecto de las cuales una multiplicidad
(cardinal) de individuos operatorios resulten recíprocamente intercambiables.
Y es justamente por ello por lo que estas realidades se presentan como
"objetos para los sujetos" (que los producen y/o usan): la "distancia"
u "oposición" (gnoseológica) que en efecto connota la idea
de ob-jeto ("ob-jectum") respecto del sujeto debe entenerse, en
efecto,no ya como una distancia entre un objeto tomadoglobalmente y un sujeto asimismo entendido globalmente,
sino como la distancia entre cada individuo operatorio y los demás,
o incluso entre cada individuo consigo mismo en las sucesivas posiciones
operatorias ocupadasen la fabricación o uso
de un objeto, precisamente en cuanto que dicha distancia viene generada
por esa intercambiabilidad recíproca entre los individuos respecto
de cada posición operatoria, así como entre las diversas posiciones
operaorias resepcto de cada individuo, que la estructura morfosintáctica
del objeto hace posible.
Los
objetos de la técnica o fabricación homínida - los "humildes"
ensereso cacharros que precisamente ordena la
arqueología prehistórica: útiles, herramientas, indumentos
- constituyen de este modo una muy específica forma de "hechos"
- de realidades fácticas -: unos hechos ellos mismos normativos,
por cuantocontienen,en su
estructura (morfo-sintáctica), su regla de construcción
(de fabricación y/o uso), y por tanto su propia legalidad de transmisión,
no sólo entre los individuos, sino también entre las generaciones
(biológicas de individuos).Es por ello por
lo que estos objetos pueden "pasar de mano en mano",o
acaso mejor, son las manos (de cada individuo) las que pueden "pasar" o
"circular" entre las diversas "partes" o unidades morfológico-sintácticas
de cada objeto, y no sólo las manos de los individuos de cada generaciónbiológica, sino precisamente también, como
decíamos, de los individuos de diversas generaciones biológicas,
puesto que son los objetos los que, por su carácter precisamente
objetivo, instauran su propia vía de transmisión generacional,
que ya no es hereditaria-biológica, como es el caso de las morfologías
orgánicas - de los componentes somáticos del campo antropológico-
, sino justamente objetivo-cultural (7).
El
alcance (ontológico) de los objetos para generarel
campo antropológico se pone de manifiesto en el hecho de que las
relaciones sociales que contraen los individuos por la mediación
de los objetos (de su producción y/o uso) no son ya cual género
de realciones sociales, y en particular, las relaciones meramente inter-individuales,
o inter-subjetivas del ámbito zoológico,sino
precisamente unas relaciones supra-individuales, o supra-subjetivas,
conformadas a la escala supra-individual de la forma objetiva de los objetos.
Y esto es así hasta el punto en que a partir de los objetos, como
núcleos radicales del campo antropológico,podremos contemplar el desarrollo del mismo como un campo
articulado o coordinado, al menos, en torno a estas dos dimensiones
o ejes básicos: el eje de las que podríamos denominar
relaciones culturales (que se corresponde con las "fuerzas o medios
de producción" de la tradición marxista), en el que se nos
dibujan las relacionesentre las "partes" o "unidades"
(morfo-sintácticas) de los objetos, o entre los objetos, en cuanto
que mediados por las operaciones de los individuos, y el eje de las relaciones
sociales (que se corresponde con las "relaciones sociales de producción"
de la tradición marxista),que nos ofrece las
relaciones inter-operatorias entre los individuos en cuanto que mediadas
por los propios objetos, o partes suyas (8). Sin
duda que cada uno de estos dos ejes o dimensiones pueden cobrar, con el
desarrollo del campo antropológico, "ritmos" propios, es decir,
cursos hasta cierto punto estructuralmente independientes entre sí
(estructural o formalmente, que no causal o exitencialmente), de suerte
que las partes de una serie dada en una dimensión puedan componerse
entre sin necesaria vinculación a las partes de otra serie dada en
la otra dimensión, si bien cada totalidad socio-cultural formada
por cada sociedad de referencia deberá mantener a la postre la articulación
o el engranaje (aunque sea alternativo, o sinecoidal) de las diversas series
dadas en cada una de las dos dimensiones.
Por
lo demás, el propio desarrollo de las series del eje de las relaciones
sociales acarreará por su parte el desarrolo asimismo de normas ya
específicamente sociales, esto es, de normas aplicadas ahora
sobre el ámbito de las propias relaciones sociales que los hombres
contraen (en último término engrandas con la producción).
La sintaxis característica deeste tipo de normas
se aplicará ahora, ciertamente, sobre un tipo de "unidades morfológicas"
que ya no serán las partes (fisicalistas) de los objetos de la producción
(un hacha musteriense, una cabaña neolítica, un canal de
ragadío, un templo o un aereoplano), sino las propias "unidades
sociales" caracteríticas de las configuraciones pertenecientes al
eje de las relaciones sociales; por lo general, sobre los propios individuos
operatorios, pero en cuanto que ya no figuran socialmente aislados, sino
enclasados enunidades morfológicas-sociales
características: Así, por ejemplo, las unidades características
de las relaciones sociales entre "cazadores"/"recolectoras" (en una horda
paleolítica); o bien, las unidades características de las
relaciones sociales de parentesco (en una aldea neolítica) tales
como las constituídas por las figuras de "marido"/"esposa", "madre"/"hijos",
"padre"/hijo", "madre"/hijos", "tíos/"sobrinos" u otras semejantes;
o bien, las unidades características de determinadas relacionessociales (ya económico-políticas, en una sociedad
histórica), tales como las constituídas por las figuras de
"esclavos"/"propietarios libres", o "sacerdotes"/"escribas", o "empresarios"/"asalariados",
o cualesquiera otras de esta índole; o, asimismo, las unidades morfológicas
en que consisten los morfemas (lexemas y monemas) de los que se compone la
morfosintaxis de una determinada lengua.
Y
así como a las normas que regulan la producción de los objetos
conforman el ámbito de lo que podríamos llamar la "cultura
técnica", las normas que regulan las relaciones sociales conforman
el ámbito de lo que podríamos denominar la "cultura social",culturas ambas, desde luego, objetivas - en cuanto
que supra-subjetivas -, y engranadas siempre entre sí, aunque pueda
ser según articulaciones muy complejas y altenativas (sinecoidales)
en cada totalidad social de referencia.
A este respecto, importa hacer una observación significativa:
Cuando hablamos de los objetos, en el sentido indicado, como el núcleo
radical del campo antropológico, no queremos decir, sin embargo,
que allí donde la arqueología prehistórica
nos permita rastrear la presencia de los primeros de estos enseres, (pongamos,
"hachas achelenses", fabricadas por el Homo habilis) debamos suponer ya
desarrollado o formado en su integridad el campo antropológico;
por el contrario, deberemos reconocer que estos objetos o enseres (estas
normas) pueden encontrarse "rodeados" de unainfinidad
de conductas todavía genéricamente zoológicas (no normativizadas),
de modo que en tales casossólo nos sería
dado hablar, si se quiere, de "rudimentos antropológicos" dados entre
medias de un campo zoológico genérico. En este sentido, ni
siquiera a la altura del paleolítico superior (pogamos, de la cultura
magdalenienese del Homo sapiens sapiens - nuestra misma especie biológica
-) podríamos hablar de un campo antropológico ya plenamente
formado - o integrado -, por la razón de que, en semejante contexto,
si bien la práctica totalidad de las operaciones (de la cultura técnica)que satisfacen la función biológica de la alimentación
están ya plenamente normativizadas (con toda la red de relaciones
sociales - que ello genera: cazadores de caza menor, cazadoras de caza menor,
recolectoras ...), las operaciones que tienen que ver con la reproducción
biológica, al menos la cópula - ya que acaso no el cuidado
de la progenie -, carecen todavía de normativización antropológica;
en este sentido, no deja de ser una pura retroproyección metafísica
hablar de "familia primitiva promiscua", para referirnos a las relaciones
de progenie consanguíneas delclan paleolítico,
puesto que precisamente la familia se alzará destruyendo normativamente
la promiscuidad sólo a la altura de las primeras aldeas y/o tribus
neolíticas, de suerte que acaso sólo sea en el este contexto
- en el que la práctica totalidad de las operaciones con función
biológica están ya normativizadas, y en donde por tanto la
articulación entre las normas (técnicas y sociales) integra
ya la totalidad social de referencia - donde nos sea dado reconocer al campo
antropológico ya plenamenente desarrolado o conformado en su integridad.
Pero
ello no quiere decir que debamos prescindir de la caracterización
de los primeros objetos comonúcleos radicales
del campo antropológico. Precisamente nos lo impediría entenderlo
así el error (metafísico) consistente en suponer al "hombre",
o a la "realidad humana", como una suerte de "unidad global" que surgiese
"perfecta" (entera o acabada en su integridad) en algún momento
determinado, y depositada además en los propios individuos somáticos;
pero es justamente la idea de "objeto normativo" como núcleo específico
del campo antropológico (de un campo, sin duda, en esta medida "in-fecto",
inacabado, haciéndose) la que nos permite librarnos de semejante
espejismo (metafísco), al permitirnos entender que, por así
decirlo,al menos tan
"humano" (con tanto contenido antropológico específico) como
los individuossomáticos son los objetos que
estos producen y/o usan, y que precisamente estos últimos lo son
en algún sentido aún más, a saber, en el sentido
de que los individuossólo se tornan "humanos"
- sólo llegan a sercomponentes somáticos
formalmente antropológicos - en la justa medida en que sus operaciones se subsumen en la producción
de objetos normados - así como en las relaciones sociales por dicha
producción generadas -, y sólo en esta justa medida,
puesto que, como decíamos, muchas otras conductas suyas pueden seguir
moviéndose al margen de la red normativa, enun
ámbito todavía zoológico genérico.
Por
lo demás, la idea de objeto como núcleo germinal específico
del campo antropológico no obsta para que hayan de ser, no ya sólo
los objetos, sino en general las normas - tanto técnicas, como sociales
- las que nos permitan perseguir el curso de la formaciónprogresivamente integral de dicho campo: sin duda, que
allí donde nos sea dado encontrar la presencia de objetos, habremos
de reconocer ya fraguadas las primerasanamórfosis
específicamente antropológicas de conductas zoológicas
anteriores (rodeadas todavía, como decíamos, de otras conductas
zoológicas exentas de las normas), así como de las primeras
relaciones sociales generadas por semejante producción de objetos;
pero tambiénserá la red normativa conformada
por la progresiva articulación de las normas tanto técnicas
como sociales la que actúe como una suerte de torbellino centrípeto
capaz de ir absorbiendo las restantesconductas
zoológicas todavía exentas de las normas, y favoreciendo así
nuevas confluencias anamórficas de dichas conductas en la
red normativa cuya artilcuación llegará eeventualmente a constituir
íntegramente el campo antropologico (una situación ésta
que, como decíamos, acaso sea reconocible sólo en las primeras
sociedades neolíticas).
1.2.
Pues bien, nos parece que la discusión precedente tiene unos efectos
muy determinados (y acaso sorprendentes) sobre lacuestión
de la presencia y la modalidad del psiquismo en el campo antropológico.
La cuestión es ésta: que si, como hemos visto, las normas,
en cuanto que estructuras morfosintácticas, no son formalmente reductibles
a sus componentes genéticos (genérico-zoológicos) conductuales
- en cuanto que la transformación anamórficade dichos componentes, por su confluencia, cristaliza en
una estructura formalmente no reductible a ellos - ¿qué razón
puede haber entonces para seguir entendiendo como conductas (precisamente
psicológicas) a las operaciones que están ya integradas
y subsumidas en la forma (morfosintáctica) de las normas? Y ello
valdría no sólo para las normas que rigen la producción
y uso de objetos, sino también, desde luego, para las normas que
regulan las relaciones sociales contraídasen
dicha producción. Para caracterizar a semejantes operaciones normativizadas,
acaso fuera,en efecto,el concepto
(antropológico específico) de"praxis"
precisamente el más apropiado, pero no ya el concepto (zoológico
genérico) de "conducta".
Nuestra
idea es, en efecto, que la conducta psicológica queda, en cuanto
tal, al menos en principio, refundida y desactivada en el seno de
las normas en las que se integra. No negamos,
desde luego, que determinados márgenes de discriminación/generalización
deban suguir funcionando en las perpeciones y operaciones de los individuos
del campo antropológico (de las diversas especies homínidas,
ytambién sin duda de la nuestra), márgenes
sin duda acotados por las condiciones morfológicas orgánicas
de la especiebiológica correspondiente ; discriminaciones/generalizaciones
éstas que sin duda se ejercerán sobre las unidades morfológicas
de cada norma (técnica o social). Ahora bien, lo que destacamos es
que (i) son las virtuales interdependencias conductuales contingentes entre
las situaciones (generalizadas/discriminadas) las que precisamente quedarán
suspendidas o interrumpidas en el
seno de cada norma, por efecto del carácter ya no precisamente contingente,
sino sintáctico (algebráico) de la estructura de dichas
normas, y que, por ello mismo, (ii)el posible significado
o alcance de dichas discrminaciones/generalizaciones se verá acotado
en el marco del significado que cada unidad morfolgica toma ahora en el
seno de cada norma. Así pues, elpsiquismo (genético-genérico)
quedará desactivado, en la medida en que quedarefundido o re-expuesto en la estructura
(precisamente ya no psíquica, sino morfosintáctica) de cada
norma (9).
Y
esto que decimos vale, no sólo para cada norma en particular, sino
también, dada ya la articulación de algún torbellino
o red inter-normativa, para las relaciones entre
las normas. Pues también, en efecto, aquellas "ondas virtuales"
de difusión de discriminaciones/generalizaciones contingentes a
partir de las unidades de cada norma se verán, en la práctica
totalidad de los casos, - dado ya, como decíamos, alguna red inter-normativa
- desintegradas, al quedar reintegradas, bien en otras normas,
bien en la red de relaciones entre ellas. Pues la cuestión es que
tampoco las relaciones entre las normas son, al menos en principio,relacionespsicológicas (interdependencias
contingentes), sino que se tratará, respecto del marco de alguna red
internormativa característicamente antropológica - integre
o no a la totalidadde las operaciones de los individuos
del grupo biológico dereferencia -,o bien de relaciones "sociales"dadas
a través de relaciones "culturales", o bien relaciones "culturales"
dadas a ravés de las relaciones sociales, relaciones todas ellas
objetivas (supra-subjetivas), y por tanto en modo alguno psicológicas.
Y semejante situación se extenderá en su integridad, claro está,
a aquellas totalidades sociales en donde las articulaciones internormativas
hayan integrado la práctica totalidad de las operacionesde sus individuos - acaso en las primeras formaciones neolíticas,
como sugeríamos -.
Quizás
la siguiente situación tenga un alcance "ejemplar", respecto de
lo que estamos diciendo. Consideremos, por un momento, la muerte vudú,
una ceremonia de cuya eficacia letal hay fehacientes testiminios etnológicos,
y que tiene lugar en sociedades ("etnológicas") que podemos considerar
ya, sin duda, íntegramente antropológicas.Como
se sabe, el sujeto sometido al embrujamiento vudú puede experimentar
un síndrome neurovegetativo (visceral y humoral) ansioso de tal
magnitud - disminución del volumen sanguíneo, caída
de la tensión arterial, permeabilización de los capilares,
deshidratación... - que le lleven a un desajuste homeostático
mortal. La interpretación estándar (por ejemplo, la de W.
B. Canon) es, como se sabe,que se trata de una muerte
psico-somática inducida socialmente; pero puede, no obstante,
que se trate de una muerte íntegra y exclusivamente "socio-somática",
donde precisamente estaría ausente la presunta mediación
psíquica, como cabe concluir si nos atenemos a la articulación
inter-normativa característica de un tipo de sociedad como la que
ejecuta esta clase de ceremonias. Pues se trata, en efecto, de un tipo de
sociedadesque conforman unas "totalidades" socio-culturales
en donde sus"partes" (esto es, los diversos arquetipos
normativos - bien directamente productivos, bien sociales articulados con
aquéllos -) mantienen entre sí unas relaciones característicamenteasimétricas, vale decir, unas relaciones
de "adosamiento inmediato" de cuya mera reiteración cerrada
depende funcionalmente la recurrencia transgeneracional del grupo o la totalidad
social de referencia - de aquí, en efecto, la ausencia de dinámica
histórica de estas sociedades "etnológicas" (su carácter
"estacionario", "frío", "tradicional", "ahistórico) -. En
semejante contexto se comprende, nos parece, el carácter estrictamente
socio-genético, como decíamos, que no ya psicológico,de los efectos letales de la ceremonia vudú: pues
debe recordarse que dicha ceremonia va acompañada de una supresión
consistente y sistemática, por parte de los demás miembros
del grupo,de todos y cada uno de los aquetipos normativos
que constituyenla vida (las operaciones) del individuo
afectado; en una sociedad cuyas partes (o arquetipos normativos) mantienen
entre sí unas relacionesde estricto adosamiento
inmediato, y en donde por ello tanto el curso recurrente de la totalidad
social como el curso de la vida de cada uno de sus individuos componen un
ciclo cerrado (de las mencionadas relaciones entre dichos arquetipos),
la supresión de todos losarquetipos normativos
de un individuo debe conducirle necesariamente a su propia destrucción
somática. En semejante situación, lejos dehaber
ningún componente psíquico, lo que hay justamente es el efecto
inexorable de un ciclo cerrado de relaciones asimétricas
entre los arquetipos normativos tal que, cuando todas éstos
se suprimen, no cabe "margen" alguno para la prosecución
de las operaciones del individuo - lo que debe conducirle al colapso orgánico
al que de hecho le conduce -.
Precisamente
los componentes psíquicos sólo podrían re-fluir, nos
parece,asociados al contexto de esos (hipotéticos)
"márgenes" que justamente un tipo de sociedad como la considerada
hace inviables, pero que acaso se abran pasoen otro
tipo de sociedad en donde las relaciones entre las normas adquieran ya
otra configuración diferente: nos estamos refiriendo a las sociedades
históricas o civilizadas,
en donde puede que la configuración adoptada por las relacionesentre las normas sí abran un margen singular para
la re-fluencia de un psiquismo ya característicao
específicamenbte antropológico.
2.
Nuestra propuesta, en efecto, es ésta: Que hemos de situarnos en aquel
"momento" crítico del desarrollo del campo antropológico en
el que se generan las sociedades denominadas civilizadas, o históricas,
y por tanto las sociedades propiamente políticas (con Estado)
- y en particular en el contexto geo-político de dicha genésis,
que no es otro que la ciudad (en su origen, las ciudades-estado
de las primeras sociedades históricas) -, para que nos sea dado reconocer
la re-fluencia de unpsiquismo (ya específicamente
antropológico) que se presenta como una singular modulación
de una muydeterminada figura generada por dichas sociedades,
que es la figura de la persona humana.
2.1.
Es, en efecto, en el seno de las sociedades civilizadas donde se hará
posible la génesis y formación de la figura de la persona
humana, como resultado de un segundo tipo de anamórfosis - que, en cierto respecto, distancia (ontológicamente)
a las personas respecto de los individuos antropológicos de las sociedades
no civilizadas (bárbaras y salvajes) al menos tanto como estos individuos
antropológicos puedan estarlo respecto de los simiosu otras criaturas del campo zoológico (9) -. Porque sólo en dicho marco, en efecto,se haráposible una confluencia
de grupos humanos pertenecientes en principio a círculos socio-culturales
normativos diferentes (en su génesis, los círculos humanos
provenientes de las aldeas neolíticas), y por tanto un enfrentamiento
entre estos círculos diferentes, de modo que sea a través
de dicho enfrentamientocomo los individuos, inicialmente
insertos en sus círculos socio-culturales respectivos, puedan irse
sometiendo a la propagaciónde un modo
recurrente e indefinido de relaciones transitivas y simétricas
entre ellos, de suerte que puedan irse liberando o desprendiendo
de sus iniciales círculos o submundos culturales respectivos,
a la par que resituándose en nuevo tipo de ámbito normativo,
que ahora será ya virtualmente universal (o in-finito) en virtud
de dicha propagación o recurrencia in-definida de relaciones transitivas
y simétricas entre ellos. Y es la instalación del individuo
en dicho nuevo tipo de ámbito normativo lo que sostenemos que constituye
la contextura de la persona humana.
Lapersona es, en efecto,una figura
específicamente generada en las sociedades históricas. Pues
lo que caracteriza a estas sociedades es que sus "partes" (sus arquetipos
o colectivos normativos, que desde luego no desaparecen, sino que precisamente
su multiplican) confluyen según
unas relacionesde enfrentamiento que conlleva la necesariarectificación o destruccción recíprocaincesante - recurrente - de las mismas (una destrucción
siempre parcial, en el sentido de que no puede abarcar íntegramente
a la totalidad de las partes), de modo queseaa través de semejante destrucción como se
hace posible la reconstrucción asimismo incesante (y, de
nuevo, siempre parcial, en el sentido de que la totalidad de las nuevas
partes y relaciones no puede ser íntegramente nueva) de la totalidad
social de referencia, en un proceso que precisamente se torna in-definido
o in-finito - y en esta medida crecientemente
universal - precisamente en virtud de esta dialéctica
in-finita (o abierta) de la recurrencia de la destrucción/reconstrucción
. Secomprende entonces que el carácter
histórico de dichas sociedades consista precisamente endicha recurrencia incesante de la mencionada dialéctica
de lareconstrucción/destrucción.
Cuando
el esquema, desde luego genérico, que acabamos de dibujar lo contemplamos
discurriendo sobre todo en el eje (antropológico) de las "relaciones
sociales" (sin perjuicio de las articulaciones - que pueden ser muy complejas
- entre éstasy las relaciones dadas en el eje
de la producción), aquéllo que ante todo se nos dibuja como
efecto de esta dialéctica de la reconstrucción/destrucción
esprecisamente el proceso de la propagación
o recurrencia indefinida de las relaciones transitivasde
simetrización entre las normasde dicho eje,
unas normas que serán ahora siemprede índole
socio-política (esto es, unas normas que serán todas
ellas de alcance o contenido político,aun cuando
no siempre políticas en su integridad - totum, sed non totaliter
-): pues la destrucción de la que hablamos supondrá - al menos
la posibilidad de - la destrucción de "asimetrías" preexistentes
y laeventual reconstrucción de "simetrías"
- entre los arquetipos (socio-políticos) enfrentados - sobre la
base de semejantes destrucciones, de suerte que será la propagación
indefinida de relaciones transitivas y simétricas entre las normas
socio-políticas aquello que - al menos en principio - estará
siempre abierto como una posibilidad en el seno de una sociedad histórica
(o civilizada).
En
semejante contexto, la formación de la persona - la transformación,
y eventual permanencia,de los individuos en personas
- será el resultado, en principio, de la instalación ocirculaciónde los individuos
en semejante circuito de propagación indefinida de relaciones transistivas
y simétricas entre los arquetipos normativos socio-políticos
de su horizonte social de referencia. Según la dialéctica,
pues, de la formación de la persona, el individuo sólo culmina
como persona a través del enfrentamiento entre los contextos
normativos definidos - socio-políticos -en los
que ("regresiva", destructivamente) siempre se mueve, delcual
enfrentamiento y destrucción brota en principio la posibilidad de
instalarse (constructiva, "progresivamente") en el ámbito de propagación
de relaciones transitivas y simétricas que lo enderezan hacia su
culminación como persona (10). Y semejante
situación (dialéctica) queda muy bien recogida por la doble
connotación que la palabra "persona"tiene en
el uso ordinario (mundano) de nuestra lengua, pues por un lado esta palabra
connota - en la dirección del "regreso"- una exterioridad social
respecto del individuo somático que en cierto sentido "transciende"su mera individualidad somática (la persona como
"máscara", rol social, o arquetipo colectivo en el que el individuo
se instala), a la par que asimismo connota- en la dirección
del "progreso"- una apropiación o
identidad personal propia que precisamente tambiém, si bien
en otro sentido, va "más allá" de dicha individualidad somática.
Y
nos parece, en efecto, que los problemas filosóficos (y político-morales,
como ahora veremos) más de fondo respecto de la realidad de la persona
se plantean precisamente en torno a la cuestión de la conexión
(dialéctica) entre los componentes progresivos y regresivos de la
misma, y muy en particular en torno a los diferentes, a la vez que dialécticamente
conectados, sentidos en los que ambos componentes "transcienden"la mera individualidad somática que, sin embargo,
no por ello deja de incorporarse a la realidad de lapersona.
Pues por un lado, en efecto, la persona no puede formarse al
margen de determinados contextos normativos(socio-políticos):
aquéllosen cada caso ofrece el horizonte histórico-social
en el que discurra la biografía de cada individuo, y que desde luego
serán, como decíamos,unos contextos
definidos, es decir, numeralmente finitos - no infinitos -
(11). Por así decirlo, éstosson los componentes positivos y regresivos de
la persona, a partir de los cuales ésta debe siempre formarse. Y
en este sentido, desde luego, dichos componentes - ya se tomen, cada uno
de ellos por separado, ya se considere la suma numérica de todos
ellos - ya transcienden, por su carácter social objetivo (supra-subjetivo),la mera individualidad somática subjetiva (orgánica-operatoria)
de los individuos; pero es que, además, la estructura de la persona
no se reduce, ni a ninguno de dichos componentes positivo-regresivos por
separado, ni a la mera suma numérica de todos ellos, puesto que dicha
estructura fragua o culmina, cuando, a través del enfrentamiento y
rectificación recíproca de todos ellos, se abre paso la propagación
recurrente e indefinida de relaciones transitivas y simétricas entre
los mismos, de suerte que dicha estructura fragua, en el progreso, como
una estructura característicamente abierta, es decir, virtualmente
in-finita o i-limitada (y en esta medida crecientemente universal).
La persona es, pues, como decíamos,un nuevo
tipo de ámbito normativo (universal en cuanto que in-finito),
que no se confina a ninguno de los contextos positivos normativos de los
que sin embargo regresivamente debe alimentarse, puesto que en cierto modo
los tritura o rectifica a todos ellos en su momento de culminación
progresiva.
Y
en este sentido debe sin duda reconocerse que el núcleo más
radical de la persona (resultante de su culminación progresiva)
está constituída por una inexorable reflexividad moral.
La "reflexividad moral" no es, desde luego,una relación
"simple" u "originaria"que un individuo (supuesto como
unidad global previa) guardase "consigo mismo", sino unarelación
entre segmentos de las operaciones (de alcance socio-político)
de un individuo con otros segmentos suyos, devenida entre medias
de la propagación de relaciones simétricas y transitivascon las operaciones (de alcance socio-político) deotros individuos, de suerte que cada uno de los individuos
sometidos a este proceso no puedeya dejar de contar,
en el curso de las relaciones entre unos segmentos operatorios y otros
de su hacer, con las normas (o intereses) de los otros (y no siempre
para aceptarlas alas, sinotambién para criticarlas
o rectificarlas),precisamente en la medida en que
su hacer operatorio se encuentra ya constituído por la red
(socio-política) de semejantes relaciones (transitivas y simétricas).
Y
éste es justamenteel sentido en el que cada
individuo puede alcanzar ahora una identidad personal propia . Si
bien devenida y compleja, como hemos visto, la reflexividad moral acaba,
una vez constituída - y/o en el proceso de constituirse -, trocándose
en un núcleo de identidad individual inexorable (que precisamente
actúa como responsabilidad o autoexigencia moral), pero precisamente
de una identidad individual que transciende a la mera individualidad somática
subjetiva, puesto que ni siquiera se reduce a la mera suma de los arquetipos
normativos entre los que se forma. En este sentido, cuando hablamos de cosas
tales como "personalidad", o de "individualidad" (sobre todo a partir, como
ahora veremos, de las sociedades donde el psiquismo antropológico,
y más aún la psicología, se han extendido) se impone
aclarar y deshacer un equívoco tan insidioso como extendido: aquel
que tiende a confundir la personalidad o la individualidad, entendida como
mera suma de los arquetipos normativos por
cuya intersección biográfica ha tenido que formarse sin duda
la persona de cada cual (como mera "composición factorial" de tales
arquetipos, que es como precisamente lo tratará la "psicología
de la personalidad") con algo que, sin embargo, en modo alguno se reduce
ya a esto, puesto que lo transciende enteramente, como es el modo moral (y por tanto genuinamente personal o infinto) de "resolver"
semejante pluralidad (finita) de arquetipos: y es en semejante "modo moral"
donde se debe cifrar la individualidad personalen su
sentido más radical y constituvo, es decir, la genuina identidad
personal como apropiación personal de la personalidad que, por así decirlo, a cada uno le haya podido
tocar en suerte. Más, como ahora veremos, semejanteequívoco no es puramente lingüístico,
sino que tiene su fundamento en las sociedades en donde han comenzado a
tener lugar los "desprendimientos"de los arquetipos
normativosrespectode su modo
moral de resolución, y en donde precisamente por ello, cuando semejantes
desprendimientos adquieran cierta "masa crítica", la psico-logía
como disciplina puede comenzar a expandirse; lo cual es, como también
veremos, síntoma inequívoco de que en semejantes sociedades
comienzan a escasear, o a desfallecer, las genuinas individualidades personales
(morales).
Ahora
bien, que la identidad personal, entendida de este modo, transcienda a
la mera individualidad somática subjetiva, no quiere decir que entendamos
a ésta al margen de la persona.Más bien
al contrario, nuestra idea de persona pide contemplar la integración
del soma operatorio en el proceso de formación de la persona,
de modo que precisamente en esta medida la propia "carnalidad operatoria" dejede ser ya una entidad meramente
zoológico-genérica para trocarse en una realidad ya
no sólo antropológico específica, sino personal
específica: pues son, en efecto, los "somata" operatorios aquellos
que circulan entre medias de las relaciones (simétricas y transitivas
entre las normas) que abren paso a la formación de la persona, de
suerte que serán los propios somata aquéllos que se troquen
en realidades personales. Otra cosa es que, como también ahora veremos,
los desprendemientos de los arquetipos normativos de su modo moral de integración
puedan acarrear asimismo desprendimientos de la operatoriedad carnal respecto
de su propia estructura personal y moral. Y serán precisamente estos
desprendimientos aquellos que caracterizan la modalidad que la refluencia
del psiquimso toma en el contexto de la persona.
3.
Pues proponemos, en efecto, que es sólo en el contexto de
la persona antropológica, dado ya el proceso de su formación,
donde puede generarse la refluencia de un psiquismo que, en virtud del
contexto (antropológico y personal) de su genésis, no podrá
ya ser entendido como un psiquismo zoológico-genérico, sino
precisamente como antropológico-específico.
3.1.
Como veíamos, según la dialéctica de la formación
de la persona, el individuo sólo culmina como persona a través
del enfrentamiento entrelos contextos normativos definidos
entre los que - en el regreso - se mueve, del cual enfrentamiento brota
la posibilidad de instalarse en el seno de las relaciones transitivas y
simétricas que lo enderezan - en el progreso-hacia
su culminación como persona. Pues bien, nos parece que es precisamente
en el seno de dicho enfrentamiento donde, a la par que puede abrirse el
proceso de generación de relaciones transitivas y simétricas
entre los individuos, se abre también la posibilidad, dado
ya el marco de la propagación de dichas relaciones, de que semejante
propagación quede obturada o interferidaen
algún grado. Estamos hgablando, pues, de alguna forma significativa
de obturación o desfallecimiento del ciclo dialéctico de
re-alimentación entre el regreso y el progreso que hace posible la
formación de la persona; una obturación que, más
precisamente, tendrá lugar cuando el regreso(siempre
necesario) hacia los contextos normativos definidos - por cuyo enfrentamiento
se abre la posibilidad de propagación de relaciones transitivas y
simétricas - quede desconectado o desprendido, en alguna proporción
significativa, del progreso hacia propia realización de la persona,
esto es, del curso mismo por el cual se abre paso aquella propagación
de relaciones simétricas y transitivas que dan lugar a la formación
de la persona.
Y
semejante obturación, o desfallecimiento, ocurrirá no por razones
distintas, sino a la postre por las mismas razones (aunqueoperando
ahora en un sentido contrario: disgregador, desintegrador) por las que en
principio aquella propagación (que resulta obturada) tiene lugar,
esto es, por razones en último término histórico-políticas:
en función, en efecto, de las posibles fallas históricas
de cada sociedad de referencia en la resolución en último
término política de los problemas (de los enfrentamientos)
socio-políticos que precisamente hacen posible la formación
y propagación de las personas. Cuando hablamos de "resolución
(en último término) política" (de problemas socio-políticos)
no nos referimos, precisamente, a ninguna suerte de "sociedad perfecta",
de "justicia total", o de "utopía social" (puesto que cualquiera de
estas nociones utópicas, sin perjuicio de que hayan podido jugar papeles
de legitimación ideológica de determinados proyectos políticos,
son inaceptables desde nuestra concepción del carácter virtualmente
in-finito de la propagación de relaciones que hacen posible la persona,
esto es, del carácter históricamente in-finto de la propia
política); nos referimos simplemente a algo inserto o inmanente en
la materailidadhistórica (de las sociedades
civilizadas), a saber, a la condición de que en semejantes
sociedades siempre es posible, en algún grado o proporción,
la prosecución, extensión o reinstauración de la propagación
social de las relaciones (simétricas y transitivas) que hacen posible
la persona. Mantenemos, pues, una concepción gradual o proporcional
de la idea de "resolución política" (asociada a la concepcióndel carácter históricamente in-finito - o
in-fecto -de la propia política); y es por ello por lo que podremos
asociar a dicha idea, como su reverso correlativo asimismo gradual
o proporcional, la idea de desfallecimiento de dichas resoluciones,
como una modalidad inherente a las mismas, cuyo patrón de
medida no podrá ser yaninguna utópica
"sociedad perfecta", pero sí cada horizonte histórico-civilizatoriodeterminado.
En
la medida en que, como efecto de semejante desfallecimiento,el regreso a la pluralidad normativa quede, como decíamos,desconectado o desprendido del progreso a la culminación
de la persona, son las normas (cada ámbito de normas sometidas a
este desprendimiento) las que comenzarán a neutralizarse en
el sentido de que empezarán a perder su capacidad para guiar como
planes o proyectos colectivos laacción (transitivay simétrica)de unos colectivos
de individuos respecto de otros, y en esta medida las operaciones de los
individuos sometidos a este proceso comenzarán a quedar multi-fugadas (multi-fracturadas o multi-descompuestas)respecto de dichos planes.
En
semejante tesitura, en efecto, las operaciones de los individuos quedan,
si bien no al margen de cualquier norma, sí gravitando, en vez de
en torno a las relaciones (simétricas) entre los planes colectivos,
en torno a las operaciones de otros individuos particulares que
a su vez se encuentran en el mismo proceso, y es en esta justa medida en
la que los individuos van quedando sumidos en una atmósferade relaciones psicológicas. Pues ahora, en
efecto, las operaciones de generalización/discriminación,
que han debido seguir ejercitándose sobre las unidades morfológicas
de las normas vigentes (sobre las unidades constituídas por las
operaciones de los individuos en cuanto que enclasados normativamente),
sí que encuentran margen para su expansión o difusión como relaciones contingentes precisamente en
cuanto que sus "goznes" o "puntos de aplicación" (de realimentación)
no van a ser ya tanto los planes colectivos (desvanecidos), cuanto las
operaciones de otros individuos particulares que por su parte se encuentran
en situación semejante (12). Y es ahora
cuando estas relaciones operatorias interindividuales desprendidas de las
relaciones entre los planes colectivos de acción comienana destacar, no ya al margen desde luego de cualquier
norma, pero sí sobre el fondo delas normas
vigentes, a modo de líneas de fuga respecto de dichas normas,
las cuales ahora van quedando como materia ocasional de la secreción y/o acumulación de semejantes fugas psicológicas
inter-individuales. A su vez, en la medida en que semejante multi-fugación
normativa implica un desfallecimiento en el modo personal (y por ello moral)
de resolución inter-normativa, debe reconocerse algo que no por
(acaso) sorprendentedeja de imponerse como necesaria
conclusión, a saber, que la presencia del psiquismo antropológico
implica siempre una crisis en algún
grado de la propia moralidad: el psiquismo específicamente
antropológico supone, en efecto, siempre, constitutivamente,conflicto , y conflicto moral irresuelto,
en cuanto que falla en la resolución
personal y/o moral de los enfrentamientos normativos (de índole
socio-política) (13).
Acaso
fuera necesario, para terminar, realizar algunas puntualizaciones de importancia.
La primera es que el psiquismo antropológico debe entenderse siempre
comoun "estar des-haciéndose en algún
grado aquéllo que a su vez debe suponerse a la par en algún
grado ya haciéndose", esto es, la figura de la persona. Hay
que contar ya, en efecto, con el marco (histórico y biográfico)
de la persona como una figura "ya haciéndose", para contemplar al
psiquismo (antropológico) como un proceso de desfallecimiento o multigugación
inherente a la propia figura procesual de la persona en curso. La segunda
es que semejante proceso no debería en cualquier caso contemplarse,
digamos, de un modo políticamente ingénuo, esto es, como
si cupiera suponer alguna clase de sociedad (civilizada) políticamante
"ideal", ya fuese en el pasado (mitológico) o en el futuro (utópico),en donde el psiquismo (el desfallecimiento
psíquico de la persona) quedase eliminado - o "superado" -: nuestra
idea es que el psiquismo constituye un reverso correlativo siempre
(en algún grado) inherente a la realidad de la persona, de
modo que cabría decir que constituye un "sino" (y un sino trágico)
de las personas (de las sociedades civilizadas) semejante desfallecimiento
reversible (siempre en algún grado inexorable) de su propia personalidad
moral. No obstante lo cual -y ésta sería la última observación-,
tampoco el necesario reconocimiento del carácter inherente del psiquismo
respecto de la personadebería llevarnos a
entender como un contínuo indistinto el proceso histórico
relativo a los grados de fugación psíquica de la persona
moral: puesto que cabrámuy diversos grados
de correlación reversible entre el psiquismo y la persona en los
muy diferentes contextos históricos constituidos por las distintas
sociedades histórico-civilizadas - y, dentro de ellas,por susdiferentes subsetores socio-culturales
en cada caso -.
3.2. Nos parece, en definitiva, que la idea del "conflicto de
normas irresuelto personal (o moralmente)" que aquí hemos dibujado
(en sus trazos más generales y esquématicos, sin duda) nos
asegura una concepción bien determinada y específica (y crítica)
de la "psico-historia" - de la propia realidad psico-histórica
-, en cuanto semejante idea nos dibuja la figura antropológica específica
del campo psicológico precisamente en cuanto que campo interna
o constitutivamente psico-histórico - que refluye y se expande
a partir de la propia historicidad de las sociedades antropológicas
-. Entre los muy diversos estudios psico-históricos positivos que
creemos que semejante ideahace posible, acaso no sea
el menos interesante aquel que nos permita contemplar a la génesis
y configuración de propia psico-logía como disciplina
(especializada o académica) a partir deldesarrolo
histórico del campo psico-histórico dadas ciertas condiciones
de dicho desarrollo. En la entrada
Psicología
mundana y Psicologías académicas se ofrece un esbozo
de la configuración adoptada por el campo psico-histórico
de las sociedades occidentales modernas como condición de la propia
génesis y constitución de las psicologías académicas.
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